Triple A: Instan a Oyarbide a mover el expediente

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El de Enrique Grynberg es considerado el primer asesinado por la Triple A por todos los investigadores serios. No es una novedad. Otra cosa es que Oyarbide esté empeñado en no imputar a ningún policía federal siendo, como fue, que la PFA del comisario Alberto Villar fue su columna vertebral. Y, por las dudas de que federales hayan intervenido en su asesinato, prefiera dejarlo afuera.

Una investigación descubre decenas de crímenes hasta hoy ocultos, cometidos entre 1973 y 1976. Piden que el juez Oyarbide agilice una causa abierta

La Alianza Anticomunista Argentina de José López Rega sigue matando

Organismos de Derechos Humanos solicitaron que la querella avance. La justicia podría sumar atentados que están saliendo a la luz gracias a una minuciosa tarea de recopilación del periodista Sergio Bufano y la politóloga Lucrecia Teixido.

Un profundo trabajo de recopilación que preparan el investigador y periodista Sergio Bufano y la politóloga Lucrecia Teixido, con el objetivo de presentarlo antes de fin de año, descubre atentados, secuestros, torturas y crímenes hasta hoy desconocidos, perpetrados por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) incluso antes del intento por asesinar al ex senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, primer operativo firmado por los mercenarios de José López Rega.

La investigación de Bufano, militante marxista en los setenta, exiliado en México y editor de la revista-libro Lucha Armada en la Argentina, tiene una particularidad: no profundiza en el acostumbrado período en que suele ponerse la lupa cada vez que se habla de la Triple A. Es decir, a partir de la bomba en el auto de Solari, en noviembre de 1973. Sino que arranca mucho antes, en el día después de la Masacre de Ezeiza, el 20 de junio de ese año. Y se extiende hasta el 23 de marzo de 1976, horas previas al golpe de Estado.

Durante casi tres años, antes y después de la muerte de Juan Perón el 1 de julio de 1974, las bandas de la derecha que salieron a cazar indiscriminadamente a militantes de la Tendencia, gobernadores camporistas, representantes sindicales y sobre todo miembros de organizaciones armadas, eligieron otras denominaciones.

Como, por ejemplo, “Comando Libertadores de América” o “Comando Teniente Duarte Ardoy”. Pero “las etiquetas no importan –dice Bufano–, eran los hombres de la Triple A que todavía no se habían presentado en sociedad. La aparición del general Jorge Osinde en el palco de Ezeiza marcó el inicio de la escalada. A partir de ese momento, la violencia parapolicial y paraestatal se hizo incontrolable.”

El escritor comenzó su recopilación de a poco, en pleno exilio azteca, cuando se topó por causalidad con una lista escalofriante de atentados y fusilamientos elaborada por la Latin American Studies y publicada por la Universidad Autónoma de México en 1978. Lo movió el interés por investigar, pero además, su drama personal: en diciembre de 1974, matones del Sindicato del Plástico secuestraron a su hermano Miguel, delegado sindical en la empresa Mi Luz. Fue un viernes. El domingo a la madrugada su cuerpo apareció tirado en un basural. Días antes, le había dicho a Sergio que los hombres de Jorge Triaca lo estaban buscando.

La causa de Oyarbide. En la actualidad, la única causa abierta por los crímenes del grupo es tramitada por el juez federal Norberto Oyarbide. Pero además de estar paralizada, toma sólo algunos casos, y no los desarrollados por Bufano ni otros sueltos mencionados en procesos de lesa humanidad vinculados a hechos posteriores al golpe de Estado.
La querella fue presentada por los doctores Liliana Mazea y Pedro Dinani, en representación de José Schulman, secretario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre; familiares de los militantes asesinados Graciela Pane y Carlos Banylis; y sobrevivientes como Carlos Zamorano, entre otros. El escrito, reabierto en 2006 después de varios intentos por llevar a juicio oral a varios genocidas, pide la imputación por delitos de homicidio, tormentos y privación ilegítima de la libertad para ocho detenidos. Y en los últimos meses recibió el apoyo de HIJOS, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, a través de Lita Boitano.
Salpica a ex funcionarios de aquella época, personajes del sindicalismo, matones de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), figuras de la Juventud Sindical Peronista que en la actualidad dan vueltas entre nosotros, y hoy viejos apaleadores de la entonces Juventud Peronista de la República Argentina, Jotaperra liderada por Julio Yessi, uno de los procesados.

El proceso sufrió varios cortes e interrupciones. En 2007, el juez decretó la prisión preventiva del ex comisario Juan Ramón Morales (fallecido impune ese año), el ex policía Miguel Rovira (no está más entre nosotros desde 2010), Rodolfo Almirón (nos dejó en 2009) y María Estela Martínez, todavía viva y libre en España.

En 2008, el fiscal federal Eduardo Taiano elaboró un dictamen donde adoptó como propias las denuncias de alrededor de 600 casos, entre asesinatos, atentados, torturas y secuestros. Lo que motivó que ese año, la Cámara Federal de Apelaciones en lo Penal, integrada por Eduardo Freiler, Horacio Cattani y Eduardo Farah, confirmara los delitos como imprescriptibles.

Sin embargo, algunos casos fueron quitados de la investigación original en 2009 y remitidos a distintos juicios de lesa humanidad. Hasta fines del año pasado, cuando Oyarbide ordenó detener y tomar indagatoria a los imputados Jorge Héctor Conti, Carlos Alejandro Gustavo Villone, Rodolfo Alberto Roballos, Carlos Jorge Duarte, Raúl Ricardo Arias, Norberto Cozzani y Rubén Arturo Pascuzzi, además del mencionado Yessi.

La Liga y distintos organismos de Derechos Humanos acaban de reiterar el pedido al juez para que agilice el expediente. Y si Oyarbide lo requiere, podría incorporar el material aportado por Bufano, en su gran mayoría totalmente inédito.

A la caza de Enrique Grynberg. Uno de los atentados más importantes que reflota Bufano, tan desconocido como emblemático, es el que sufrió Enrique Grynberg, militante de la JP de 34 años asesinado el 26 de septiembre de 1973. Desconocido porque, más allá de algunos de sus amigos, y de su compañera, Isabel Morera, injustamente muy pocos lo recuerdan. Y emblemático debido a que el crimen se produjo un día después de que José Ignacio Rucci terminara cosido a balazos cuando salía de su domicilio en Flores. Esa caída de Grynberg fue el bautismo de una serie de venganzas de la derecha por la eliminación del metalúrgico. 

“El asesinato de Rucci lo cambia a Perón –dice José Pablo Feinmann en el tomo 2 de Peronismo, Filosofía Política de una persistencia argentina–. Cambia las prioridades que tan prolijamente había enunciado. Convoca una reunión urgente del Consejo Superior Justicialista. Este Consejo estaba integrado por personajes insospechables de cualquier tipo de zurdismo. Eran Lorenzo Miguel, Jorge Camus, Humberto Martiarena, Norma Kennedy y Julio Yessi. A este individuo no lo hemos mencionado. Era un pelele de López Rega y lo habían puesto al frente de una presunta agrupación juvenil que inventaron para demostrar que había muchas expresiones de la juventud peronista. La de Yessi llevó por nombre Juventud Peronista de la República Argentina. La Tendencia la bautizó: la jotaperra.”


Muy por el contrario de celebrar la operación que terminó con la vida del secretario general de la UOM, pretexto que inventó la derecha para matarlo, Grynberg condenó el crimen que después terminó asumiendo Montoneros, y mostró su desacuerdo con esa metodología.

Aquel 26 de septiembre, alguien tocó el portero eléctrico de su departamento, que no andaba muy bien. Enrique creyó escuchar la voz de su padre, bajó tres pisos por escalera, se asomó al frente de la vivienda y recibió nueve disparos de cuatro personas que lo esperaban en la vereda. Las armas eran calibre 22 y cuarenta y cinco.

El caso es uno de los tantos que desempolva Bufano, e integra la investigación que lleva a cabo con Teixido, su mujer. Y que la justicia podría incorporar a la causa de la Triple A, si lo decide.   


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