AUTOCRÍTICAS, por Carlos Flaskamp*

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Cristina dice que “en el peronismo, autocrítica es echarle la culpa al otro”. Efectivamente, los que reclaman autocrítica son en general los que echan la culpa a Cristina, a sus errores de conducción política, por la pérdida del respaldo electoral que antes tuvo el Frente para la Victoria. Ella no asume esa culpa, lo cual es lógico, porque (no sólo en el peronismo) la autocrítica es más aceptada por los críticos que por los candidatos a autocriticarse. Pero el retroceso electoral es indiscutible. Cristina no busca la explicación en la conducción política, sino en el marco institucional: “Nos faltó un marco institucional más profundo. Tenemos que pensar de qué manera asentar definitivamente derechos que creímos conquistados por nuestras leyes pero necesitan de un instrumento más poderoso”, dijo, en lo que fue “la primera vez que digo este pensamiento en voz alta” sobre la necesidad de reformar la constitución, lo que fue una de las medidas centrales con que Chávez instauró el socialismo del siglo XXI.

CFK se equivoca. Lo que falló en su gobierno fue el manejo de la política de alianzas, el aislamiento sectario de la conducción y el desprecio por los aliados, sobre todo por los del movimiento sindical. Tales fallas no habrían podido repararse con una reforma constitucional. La reforma constitucional corresponde a una etapa más avanzada de un proceso revolucionario, donde nunca estuvimos. Esa reforma no habría evitado que los errores de conducción de Cristina frustraran el frente nacional. Cuando Cristina dice que “también creo que nos estamos dando cuenta ahora del potencial enorme del empoderamiento popular que hemos creado” plantea una observación que merece ser analizada: Empoderarse implica tener poder. El pueblo no muestra hoy tener mayor poder. No tiene el poder necesario para frenar la ofensiva económica reaccionaria del gobierno macrista. La que tiene un cierto poder es Cristina. Tiene un poder de convocatoria importante, que hay que respetar. Pero eso no es construcción de poder popular. Movilizar multitudes de militantes que aplauden es una forma de poder político del que convoca, más que del pueblo convocado. Poder popular es organización popular.

*Carlos Flaskamp fue militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros e investigador del Archivo Nacional de la Memoria (ANM). Es autor de los libros “Organizaciones político-militares. Testimonios de la lucha armada en la Argentina (1969-1976)” y “Límites y desbordes. Lo nacional y lo social en la política argentina”, prologado por Norberto Galasso.


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4 comentarios

  1. Me tienen repodrido los que critican a Cristina por no haberle dado lugar a todos los que luego mostraron su chapa de traidor (a men de otros que tambien incluyo y que tambien traicionaron).
    Hubo gente, como Luis Delia, que a la cual se le restaron espacios y se la banco tranquilo.
    El tema argentino es que hay demasiados egos y son todos unos llorones.

  2. Coincido con la postura de Flaskmap, pero además de la crítica debe haber autocrítica, profunda y sincera.
    La ausencia de autocrítica nos lleva a pensar que “no nos equivocamos”, hicimos todo bien. Y entonces si sse hizo todo bien, por qué se perdieron las elecciones.
    Para justificar la derrota no alcanza con argumentar que “los medios jugaron en contra”; cuantas elecciones se ganaron con la prensa en contra, Por ejemplo en 1973 las elecciones del 11 de marzo de 1973, cuando el Tío Cámpora fue elegido Presidente.
    Hay razones más profundas que explican la derrota.

  3. es preferible tener una idea y respectarla que andar haciendo concesiones para ganar una elecion, como si los que ganaron fuesen unos genios son mediocres,y dentro de el fpv hay varios que son timoratos, lambeculos del poderoso, tenian que votar en contra nada mas,de leyes que perjudican al pais y despues mirar los despojos del macrismo,pro,cambiemos, ,,,pero se fumaron toda la plata en los años anteriores y ahora estaban de rodillas,,, manga de mediocres,,,

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