INVESTIGACIÓN: Del decreto “Noche y Niebla” de Hitler a las desapariciones argentinas

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DERECHOS HUMANOS – DESAPARECIDOS

Investigación: Del decreto “Noche y Niebla” de Hitler a las desapariciones argentinas

Documentos exhumados a lo largo de medio siglo permiten reconstruir esa historia

 

La Escuelita de Famaillá, el primer centro de concentración y exterminio.

 

TÉLAM, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA

(Por Oscar Taffetani) Un hilo conductor cada vez más visible enlaza los tiempos de la Francia ocupada por los nazis con los de la última dictadura argentina. El decreto “Noche y Niebla” de Hitler, en 1941, sorprendió incluso al mundo jurídico, al dar legitimidad a la desaparición forzada de personas. Le llevó medio siglo a la civilización establecer nueva jurisprudencia y condenar ese crimen de lesa humanidad.

En el verano de 1941 el ejército de ocupación nazi detuvo en Orléans, a poco más de cien kilómetros de París, a Louise Woirgny, militante de la Resistencia que atendía un café sobre la calle Bourgogne y había organizado una red para sacar del país a perseguidos políticos. El dilema de los jefes de la Wehrmacht era si ejecutar a la prisionera (convirtiéndola en mártir y ejemplo nacional), si mantenerla cautiva (haciendo de su liberación una causa popular) o si dejarla en libertad, lo que envalentonaría aún más a la Resistencia. Hitler resolvió las dudas de sus oficiales con instrucciones secretas enviadas al jefe de su Estado Mayor, Wilhelm Keitel, quien a su vez las tradujo en tres ordenanzas que configuraron el decreto “Noche y Niebla” (Hitler tomó esa expresión de una ópera de Wagner, “El oro del Rhin”, donde uno de los personajes hace desaparecer de la vista a los seres y las cosas, colocándose un casco mágico).

Los eufemismos y el lenguaje encubridor de los nazis recuerdan los que utilizaron los represores de la última dictadura argentina, cuando “traslado” equivalía a ejecución sumaria y “desaparición” a secuestro y muerte clandestina. Como una coincidencia trágica de estas historias, los “NN” de los nazis (Nacht und Nebel, Noche y Niebla) corrieron la misma suerte de muchos de nuestros desaparecidos, cuyos cuerpos fueron inhumados en cementerios municipales, sin identificar, bajo el rótulo común “NN”.

Aunque algunos historiadores señalan como hecho crucial para el surgimiento de la Resistencia francesa el ataque japonés a la base norteamericana de Pearl Harbor y la consecuente entrada de los EEUU en el conflicto, lo cierto es que fue la ruptura del pacto entre Hitler y Stalin y el ataque alemán a la Unión Soviética (21 de junio de 1941) lo que lanzó a los comunistas de todo el planeta -comenzando por los de Francia- a una incansable guerra de guerrillas y boicot a las líneas de abastecimiento del “Eje”, guerrillas que constituyeron una pesadilla para los alemanes en territorios decisivos como Francia e Italia, que no casualmente fueron las cabezas de playa (Normandía y Sicilia) del comienzo de la contraofensiva aliada.

Fue para combatir a esas guerrillas, integradas mayoritariamente por republicanos españoles exiliados en Francia y por comunistas franceses empujados a la clandestinidad, que los nazis desarrollaron el procedimiento “Noche y Niebla”, que perfeccionaron una década después las tropas coloniales francesas en Indochina y Argelia y que llegó a la Argentina en los tiempos de Frondizi, tras la firma de un acuerdo secreto en febrero de 1960.

Los veteranos franceses que actuaron en el marco del acuerdo -nombrados y entrevistados en una famosa investigación de Marie Monique Robin-, llegaron a cobrar honorarios y a dar clases y conferencias en la Escuela Superior de Guerra, en Buenos Aires. También las dieron en Brasil y en los Estados Unidos, con el mismo temario y los mismos contenidos. De aquellas clases y conferencias se sabe poco, ya que el mismo acuerdo firmado por las cancillerías establecía que “cada miembro tiene la obligación de no divulgar ni revelar, de ninguna manera, a un gobierno extranjero o a ninguna persona, los secretos o cuestiones confidenciales que podrán llegar a su conocimiento como consecuencia natural de sus funciones”.

Aquí en la Argentina, el primer militar que violó el secreto de las operaciones ilegales fue el general de brigada Adel Edgardo Vilas (1925-2010). Había sido ascendido a general por la presidenta constitucional María Estela Martínez de Perón y como tal puesto al frente del Operativo Independencia, en el Noroeste argentino. En diciembre de 1975, cuando ya estaban las cartas echadas para el golpe de Estado, fue reemplazado por Antonio Domingo Bussi y marchó a Bahía Blanca, donde la Inteligencia militar había detectado otro “foco subversivo”a eliminar.

Vilas comandó la represión ilegal con tanta eficacia que al retirarse de Tucumán el general Bussi le dijo “Usted no me ha dejado nada por hacer”, y que al terminar la faena en Bahía Blanca, ya en plena dictadura, recibió el agradecimiento de un editor de La Nueva Provincia y de la revista Cabildo, que se imprimía en los talleres del matutino: “Las operaciones antisubversivas cumplidas en la Universidad Nacional del Sur por el General Adel Edgardo Vilas son el resultado de un acabado conocimiento de la guerra en que se debate la Nación y se tornan en ejemplo para una efectiva victoria sobre la subversión…” (Cabildo, septiembre de 1976).

La vanidad de creerse un militar victorioso lo llevó a Vilas a cometer su primer error. Retirado en los hechos del servicio activo, escribió en 1977 una Memoria de la campaña en el monte tucumano y de las primeras acciones desarrolladas en Bahía Blanca. Aquel libro, con el título tentativo de “Diario de Operaciones”, no pudo ser publicado por expresa orden del comando del Ejército, ya que su contenido era autoincriminatorio. No obstante, el texto trascendió y allí pueden leerse pasajes como:

“Pero ni bien se los tuvo (a los detenidos) a disposición nuestra, en el lugar de reunión de detenidos (es decir, en el centro clandestino de detención) que estaba situado en una escuela cercana al Comando Táctico de Famaillá -de ahí el nombre de ‘La escuelita’, que se hizo célebre luego-, percibimos que los interrogatorios (léase las torturas) no daban ningún resultado…”

Iniciado el ciclo democrático en la Argentina y como parte de las primeras acciones de la Justicia sobre los crímenes de la dictadura, Vilas fue citado a indagatoria en causas que tenían que ver con su actuación en Bahía Blanca. Allí el veterano general, buscando ampararse en la Obediencia Debida, llevó al juzgado una voluminosa carpeta titulada “Plan del Ejército”, que contenía decenas de decretos y ordenanzas secretas, documentos que gracias al coraje civil del fallecido fiscal Omar Cañón y de la abogada querellante Mirta Mántaras se incorporaron al expediente primero y fueron de público acceso después.

Así, el “Plan del Ejército” presentado por Vilas contaba con un relato subjetivo y paralelo de su ejecución en el censurado “Diario de Operaciones”. Enfrentado a esos documentos, aquel primer comandante del Operativo Independencia y luego segundo jefe del V Cuerpo en Bahía Blanca debía explicar a la Justicia, por ejemplo, por qué al primer CCD de Tucumán lo habían bautizado “La Escuelita”; por qué al primer CCD de Bahía Blanca también lo habían llamado “La Escuelita” y por qué al primer CCD de Neuquén, dependiente del V Cuerpo, le habían puesto por tercera vez el nombre “La Escuelita”.

¿Qué es lo que unía las tres “Escuelitas” que comandó primero el general Vilas y luego otros generales y coroneles argentinos, en tiempos del terrorismo de Estado? En un sentido figurado, podríamos decir que las unía una doctrina militar llegada de Francia en 1960, a su vez originada en el decreto “Noche y Niebla” de la Alemania nazi.

Y si una confirmación faltaba de que la desaparición forzada de personas estaba en el imaginario de cierta elite dirigente argentina que participó en los planes y en la ejecución de las acciones de la dictadura, la hallamos en un recorte del periódico Argentinisches Tageblatt, del 17 de marzo de 1974. Allí, en una nota editorial titulada “Consideraciones Políticas”, que lleva la firma de Juan Ernesto Alemann, se lee lo siguiente: “Si uno ve esta guerra sucia desde un punto de vista meramente militar, llega a la conclusión de que el gobierno puede acelerar y facilitar considerablemente su victoria actuando contra las cúpulas manifiestas, de ser posible, en noche y niebla, sin que esto trascienda demasiado”.

Desde 2006, y con vigencia a partir de 2011, el Estado argentino ha suscripto la Convención de la ONU que condena, en cualquier tiempo y lugar, la desaparición forzada de personas. Hoy “Noche y Niebla”, además de ser una cita de Wagner y el título de una película francesa, es el recuerdo de uno de los momentos más oscuros de la humanidad.


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2 comentarios

  1. NO ME GUSTO. Macanea, tergiversa todo, acomoda las cosas a su ideología izquierdista. No hubo la tal “represión ilegal” pues toda la acción represiva contra el terrorismo subversivo montonero, se hizo en cumplimiento de órdenes legales, Decretos nacionales, y los reglamentos militares sobre la lucha y combate en situaciones especiales. Vamos, dejen de mentir y hablen con la verdad pareja para ambos lados.

    • “pues toda la acción represiva contra el terrorismo subversivo montonero” No habia Montoneros en Tucuman, las acciones de la guerrilla rural estaban a cargo de la Compañia de Monte Ramon Rosa Gimenez, una estructura del PRT-ERP . Las “operaciones” del Ejercito y el mismo Operativo Independencia fueron por izquierda, como lo reconoce años despues el mismisimo general Acdel Vilas, dado que el decreto de Maria Estela Martinez e Italo Argentino Luder no daba precisiones para el accionar represivo, solo admitia un objetivo que era neutralizar a las organizaciones armadas en la provincia de Tucuman. El escenario era lo mas propicio para hacer un ensayo del futuro terrorismo de estado, habidas cuentas que en 1972 el dictador Lanusse habia comprometido a las FFAA argentinas en el Plan Condor, una organizacion a nivel continental para reprimir cualquier intento de insurgencia con el aval del departamento de Estado de los EEUU

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