AMIA – ENCUBRIMIENTOS. Denuncian que Macri lidera el principal. Lamentablemente hay periodistas “progres” que aportan su granito de arena

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El ex senador radical por Chubut Mario Cimadevilla, puesto al frente de la Unidad Especial de Investigación del Atentado a la AMIA por el presidente Macri, fue brutalmente eyectado del Gobierno cuando el propio Macri disolvió de un plumazo, por decreto, dicha secretaria en marzo del año pasado. Ocurrió luego de que Cimadevilla (y entonces también Elisa Carrió, que luego de denunciarlo se llamó a silencio) se le plantara al ministro de Justicia, Germán Garavano. Éste le había ordenado dejar de acusar a imputados (los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia) en el juicio por el encubrimiento a los asesinos que mataron a 85 personas, proceso oral y supuestamente público que se encuentra en sus tramos finales en los sótanos de Comodoro Py. Y que discurre en medio de un casi total silencio informativo a pesar de que están siendo juzgados un ex presidente de la Nación, los entonces jefes del servicio de inteligencia estatal, altos jefes de la Policía Federal, quienes fueran juez y fiscales de aquella causa y encarcelaron a sabiendas de su inocencia a un grupo de policías bonaerenses a fin de obturar la posibilidad de que se diera con los culpables, y hasta quien presidía la entidad que a todas luces fue el objetivo del ataque mafioso (Rubén Beraja), una DAIA que oficia de embajada paralela de Israel y coordina oscuros negocios que habrían sido el principal motivo del ataque. Con la sangre en el ojo, Cimadevilla, un hombre con reputación de incorrupto, elaboró un informe de su actuación que tituló InfAMIA (Informe AMIA)… muy curiosa y sugestivamente el mismo título (por pura casualidad… no desprovista de causalidades) que el de mi último libro, dedicado sustancialmente a explicar la actuación de servicios y agentes de inteligencia nacionales y extranjeros no sólo en el encubrimiento, sino también en la ejecución misma del atentado. Haberse enfrentado a Macri y acusarlo de capitanear las renovadas maniobras de encubrimiento del viejo encubrimiento (encubrimiento al cuadrado) le valió a Cimadevilla que, para acallarlo, en marzo del año pasado, luego de su intempestivo despido, un comando de encapuchados asaltara su hogar, en Trelew, y se llevara, además de un puñado de billetes, el disco de su computadora. Cimadevilla no dudó entonces en responsablizar al Gobierno y a la AFI.

 

Ocultar el mecanismo

El informe de Cimadevilla tomó estado público en octubre pasado, casi al mismo tiempo que llegó a las librerías, editado por Colihue, mi libro homónimo. Pero fuera de Pájaro Rojo, Horacio Lutzky, Daniel Schnitman, Víctor Hugo Morales, Sergio Burnstein y creo recordar que Laura Guinsberg, nadie se dio por enterado y el tema pronto se diluyó en el fárrago de noticias calamitosas a las que no tiene sometido el Gobierno. Sin embargo, la aparición el domingo pasado en la tapa del diario Jornada de Chubut de una nota que llevó el título de AMIA: el duro informe de Cimadevilla donde acusa a Macri y Garavano de “encubrir amigos” (y la bajada “Es el documento que el ex senador le presentó al presidente. Habla de una ‘Unidad Especial de Encubrimiento’ y caratula la investigación como ‘infamia’”), en la que, entre otras cosas, Cimadevilla señala que “tanto Estados Unidos como Israel prefieren que persista el manto de dudas sobre los iraníes, a que realmente se avance a fondo para conocer si realmente tuvieron algo que ver”, hizo reaccionar al prolífico dúo formado por Irina Hauser y Raúl Kollmann, quienes publicaron ayer una nota que lamentablemente comienza con una crasa mentira: “En un informe que hasta ahora no se conocía…” y en la que luego aproximan el bochín al eje del encubrimiento al señalar que “el análisis de las maniobras de encubrimiento, que adquirieron una dimensión desmesurada, sostiene la hipótesis que se obstruyó la investigación sobre el mecanismo del atentado”.

Pero Kollmann-Hauser no se atreven a ir más allá. Por el contrario, llegados a ese punto, retroceden. Y es que Kollmann, que tan bien ha cubierto junto a Hauser los avatares del Caso Nisman, tiene la cola sucia respecto a su cobertura del Caso AMIA, donde ocultó sistemáticamente lo que Cimadevilla consigna en su InfAMIA y él vuelve por enésima vez a omitir: que no hay pruebas de que la mutual judía haya sido volada por un vehículo-bomba, y que por lo tanto se caen las presunciones de que hubo un chofer suicida y, lógicamente, que haya habido un kamikaze, fuera libanés (¡y de Hezbolá!) y reportara a los ayatolás iraníes. Bull shit.

Kollmann –ahora lamentablemente con la complicidad acaso involuntaria de Hauser– es contumaz en apuntalar el temblequeante meollo, carozo, piedra basal del encubrimiento, esto es, la existencia de una supuesta Trafic-bomba que nadie vio en la calle Pasteur aquella infausta mañana del lunes 18 de julio de 1994 y cuya existencia quienes estaban cerca de la puerta de la AMIA y sobrevivieron a las explosiones niegan a coro.

Direccionando

Hasta el punto de que en una segunda nota, complementaria, publicada junto con la anterior con el título “La pista iraní es débil” luego de señalar que servicios de inteligencia extranjeros que Cimadevilla consultó “cuestionaron la pista iraní, la participación de Hezbollah y la existencia de un suicida en el atentado”, Kollmann y Hauser porfían seguidamente que estos innominados servicios habrían reconocido (sic) la participación de “un auto” cargado con explosivos “que tal vez no se incrustó (en la puerta de la mutual, tal como asegura la Historia Oficial al no poder ocultar que la explosión principal se produjo adentro del edificio) sino que cargaba explosivos que se direccionaron hacia la sede comunitaria”. Con lo cual, de paso cañazo, niegan que la explosión principal haya sido interna.

¿Rebuscado no? Y es que cada vez es mas difícil mantener en pie una añagaza semejante. Porque no hubo ninguna Trafic en la calle Pasteur al 600 a las 9.53 de aquel lunes. Y había muy pocos, poquísimos automotores como dieron fe muchos testigos de que antes de las explosiones sobrevino un insólito silencio. Y es que el tránsito había sido cortado en la esquina de Corrientes y Pasteur, todo indica que por una camioneta camuflada de ambulancia al mando de un experto en explosivos, el ultraderechista ex sargento 1º Jorge Orlando Pacífico, también involucrado en el tráfico de armas e, incluso, de un helicóptero artillado.

Pacífico fue el supuesto testigo de una conversación de bar que habría escuchado desde una mesa contigua. Esa supuesta conversación sirvió como “prueba” para enviar a Amado Boudou a la cárcel en el marco del Caso Ciccone. Lo que le granjeó a Pacífico enorme simpatías en quienes desde el Gobierno encomian la labor de Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors y principal factotum de las operaciones judiciales “por izquierda”, maniobras en las que descuellan entre otros el todavía juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli.

PUEDEN LEER AQUI, infAMIA, EL INFORME COMPLETO QUE MARIO CIMADEVILLA LE PRESENTÓ A MAURICIO MACRI:

https://drive.google.com/file/d/1Z5MGLVMxgsUv1Tjlg6XUb5-uPliIuCKb/view

Ilustración de la presentación: Nahuel Coca.

 


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7 comentarios

  1. Una persona conocida mía estuvo en esa esquina un rato después de la explosión y me aseguró (por la sorpresa que le causó) que al lado suyo estaba Aldo Rico.

  2. Si no hubo camioneta bomba entrando a la amia , como se explica que se haya derrumbado la parte del frente del edificio y afectada la posterior y que los edificios linderos y los que están en frente a la amia solo fueron alcanzados x la onda expansiva . ?

    • Si vez las imagenes verés que la forma en que se doblaron las columnas hacia afuera, objetos que fueron desplazados desde el interior hacia el exterior. Tampoco está el cráter que debería haber dejado la traffic en la explosión, aplastando en el suelo el chassis del vehículo.

  3. Planos del edificio robados de la muni, un helicóptero bajando un paquete la noche anterior, unos tipos disfrazados de árabe haciendo aspavientos un día o dos antes, dos explosiones, volquetes en la puerta que no se investigan., un dedo fantasma en la terraza de un edificio cercano y encubriimiento descarado. Los dos atentados, el pedido de Obama de negociar con Irán y Nisman vivo y muerto fueron parte de un plan descarado de destruccíón del país.

  4. Desconozco en detalle los pormenores de este caso, por defensa propia contra la hiper-info-toxina del peor periodismo a la que no quiero acostumbrarme (digo: Comparar los brulotes mediáticos con las investigaciones serias conlleva procesar tanta mierda que amerita cierta resiliencia natural). Sigo la línea de investigación del Pájaro Rojo (PR) desde hace tiempo y es la única que respeto porque sé de su fuente directa que hubo una primera investigación no exenta de algunos detalles de imprecisión que fueron revisionados en posteriores versiones del trabajo -el único honesto que reconozco-, en mi humilde opinión.

    No obstante, para periodistas que fueron engañados al principio (y no cobraron por ello, aclaro, porque engañado no es amañado) y luego quedaron en off-side de la verdad, es difícil cambiar de criterio o de discurso porque, probablemente, lo más duro sea reconocerlo y pronunciar las dos palabras malditas: “Me equivoqué” . Esto suele ser de alta prioridad, sobre todo en gente que honestamente se cree “progre” con una infalibilidad (impostada hipócritamente) que probablemente sea hereditaria del pensamiento político social demócrata radical que derribó, entre otras causas, al Muro de Berlín, ya en 1991: Ser infalible es una condición doctrinaria que pone las ideas por encima de todo, a contramano, si hace falta, de la realidad tangible. Suele empeorar las cosas, cuando, además, hay pereza para investigar la realidad tangible (ni hablemos de la otra): El cerebro funciona solo, mucho más cómodo, sin mover un músculo en medio del teatro de los hechos, sólo motivado en la supuesta honestidad de su propietario.
    A estos dos de Página/12, a los que no sigo de cerca porque se ocupan con una nota cada tanto y no les creo que investiguen demasiado, les debe estar pasando eso, justamente. Mi lado “progre” negativo, me lo sugiere ahora, porque yo tampoco investigo ese tema con tanto detalle pero mi cohartada es que no soy periodista ni lo quiero ser y no paso de comentar en este blog.

    Fuera de eso, el problema se debiera limitar a esperar el momento político propicio para tener los actores profesionales adecuados (honestos e inteligentes y con agallas, porque si no, no sirven) en sus puestos del poder judicial y, sólo entonces, llevar adelante un juicio con el frío propósito de ir, primero por la verdad y, después, por la identificación y el castigo a los verdaderos responsables.
    Si participó el Estado (lo más probable, a juzgar por esta línea de trabajo del P.R.) en alguno de los organigramas que lo integran, entonces sería “lesa humanidad”, eso es un alivio: NO PRESCRIBE. La dificultad reside en dejar pasar el tiempo, perdiendo el acceso a las pruebas que se borran, se suplantan, se enmascaran o se destruyen. En eso, la tarea debe continuar, poniendo a buen resguardo todo lo que se recoja por todos los medios, incluído, en primer lugar, el periodismo de investigación, pero juntando pruebas y usando el aporte de testigos y los servicios de contadores, escribanos y abogados, lo que permitirá validar las pruebas en el futuro con un servicio público de justicia más propicio a cumplir con su más básico objetivo primigenio. Eso va a llegar, seguramente, no antes del final de la Tercera Guerra Mundial (global e híbrida como jamás se había visto), hoy en pleno desarrollo y que vaticina, casi sin duda, el fin de la hegemonía del dólar y la balcanización del principal país que está detrás de la cadena interminable de mentiras gordianas en este caso criminal.
    La paciencia es china y es una herencia de la Humanidad. Vamos a tener que importar algunos containers de paciencia y administrarla muy bien, además de repasar las ideas básicas de Tsun-Zu.
    Tal vez logremos sobrevivirla con pocas bajas, si somos inteligentes y trabajadores(*).
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    (*) Se me vino una cita de Perón que declaraba, más o menos:
    “Hay tres clases de generales:
    A- brutos y haraganes,
    B- trabajadores e inteligentes y
    C.- brutos y trabajadores;
    el general Onganía es de estos últimos”.
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