Jango Goulart habría sido asesinado en el marco del Plan Cóndor

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El ex presidente de Brasil que murió en Corrientes a fines de 1976 habría sido envenenado por agentes uruguayos en el marco del Plan Cóndor.

Por Juan Salinas

Un hijo del ex presidente brasileño Joao “Jango” Goulart, quien murió en una estancia de Corrientes a fines de 1976 supuestamente de un infarto, anunció que le pedirá a la justicia argentina que investigue su posible envenenamiento, tal como denunció un ex agente de inteligencia uruguayo, Mario Barreiro Neira, detenido desde hace más de una década en una cárcel de Porto Alegre por integrar una banda de asaltantes de camiones transportadores de caudales.

Goulart y su bella esposa.

El Supremo Tribunal Federal de Brasil ratificó la vigencia de la Ley de Amnistía sancionada por el ex dictador Joao Baptista Figueiredo en 1979, lo que hasta ahora impide investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos por la larga dictadura militar (1964-1984) a pesar de que ello viola la Convención Interamericana de Derechos Humanos que Brasil firmó.
Joao Vicente Goulart anunció en Río de Janeiro que ante esta situación, se presentará ante la justicia argentina para pedirle que investigue la fundada hipótesis de que su padre haya muerto a causa del veneno introducido en su medicación por un comando uruguayo, por cuenta de la dictadura brasileña, tal como dice que sucedió Ronald Mario Barreiro Neira (o Neira Barreiro, ya que en Brasil se antepone el apellido de la madre).
Según el ex agente uruguayo, el veneno fue preparado por el médico legista Carlos Milles e introducido por un infiltrado en su habitación del porteño Hotel Liberty de la Avenida Corrientes casi Florida dentro de los medicamentos importados desde Francia que Goulart tomaba desde que había sufrido un infarto. Dicho hotel ya había sido escenario en mayo de 1976 del secuestro de los parlamentarios uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez –que unos días después aparecieron acribillados junto a otros dos exiliados uruguayos– y unos pocos días antes, el 1º de noviembre, del secuestro del químico franco-chileno y militante del MIR Juan Ivet Claudel, quien según documentación secuestrada al agente de la DINA chilena Enrique Arancibia Clavel, fue asesinado poco después. (Al año siguiente, el propietario del hotel, Benjamin From Taub fue detenido, torturado y encarcelado. Y su hijo Luis Guillermo, fue secuestrado, desaparecido, torturado y muchos meses después legalizado como preso).
Aunque aquellas acciones se cometieron en el marco de la “Operación Cóndor” de coordinación de la represión entre las dictaduras militares del Cono Sur, Barreiro dijo que el asesinato de Goulart, llamado por los uruguayos “Operación Escorpión” era considerado entonces parte de la más antigua “Operación Jakarta” (por Yakarta, la capital de Indonesia) lanzada por la dictadura brasileña para eliminar a sus opositores en el exterior.
Carlos Milles, “El Doctor Adonis”, dijo Barreiro, fue uno de los jefes de un grupo ultrasecreto de los servicios de inteligencia uruguayos llamado Gamma o Gama (Grupo de Acciones Militares Antisubversivas) en el que él mismo habría revistado como “teniente Tamús”. Milles, agregó, fue también quien envenenó las botellas de vino que en agosto de 1978, en momentos en que se debatía una leve “apertura democrática”, se les enviaron como anónimo regalo a los integrantes del triunvirato que conducía el ilegalizado Partido Nacional (o Blanco) dentro del país. Las botellas fueron dejadas en la casa del futuro presidente Luis Alberto Lacalle a su nombre, del ex senador Carlos Julio Pereyra y de Mario Heber. El 6 de septiembre la esposa de éste, Cecilia Fontana, descorchó la botella que le había dado Lacalle y se sirvió un poco de vino, muriendo de inmediato.
Posteriormente, Milles murió al caer de cabeza desde un primer piso. Según Barreiro, fue asesinado luego de que, furioso por no haber podido alcanzar la jefatura de un hospital, amenazara con “contarlo todo”.
Goulart, un discípulo izquierdista de Getulio Vargas, gobernó Brasil entre 1961 y 1964. Diecisésis días después de que en marzo de ese año anunciara la expropiación de “fazendas” y latifundios improductivos, fue derrocado por un golpe militar auspiciado por la CIA y encabezado por el mariscal Humberto Castelo Branco, exiliándose en Montevideo.
Una década más tarde, la dictadura brasileña (que, con todo, habría de durar una década más) entró en crisis. Hay muchas evidencias de que, a pedido del dictador brasileño, general Ernesto Geisel, los servicios uruguayos fotografiaban y filmaban a Goulart y sus visitantes y grababan sus conversaciones. Barreiro sostiene que cuando Jango compró una pequeña estancia en Mercedes, Corrientes, y empezó a hacer planes para regresar clandestinamente a Brasil, Geisel ordenó su ejecución a Sergio Paranhos Fleury, jefe de la Dirección de Orden Político y Social (DOPS, policía política) según éste se habría jactado.
Fleury fue un tenebroso torturador y creador de “escuadrones de la muerte” que se hizo famoso por haber acorralado y matado al jefe guerrillero Carlos Marighela y que murió en oscurísimas circunstancias a comienzos de 1991.
Barreiro dice también que era esencial que a Goulart se lo enterrara sin hacérsele la autopsia, pues durante las primeras 48 horas el veneno hubiera sido detectado, y que el jefe de la estación de la CIA en Montevideo, Frederick Latrash (un íntimo del senador John McCain, el último candidato presidencial republicano) no fue ajeno al asesinato, puesto que uno de sus agentes, que utilizaba como nombre de cobertura “Pedro”, integraba la dirección del GAMA, que rendía cuenta de sus acciones sólo ante el general Luis Vicente Queirolo.
La denuncia sobre el posible envenenamiento de Goulart se suma a la certeza de que el ex presidente chileno Eduardo Frei Montalva murió a principios de 1982 luego de que se le pusiera una gasa con una bacteria que le produjo una septimicemia sobre la herida de una operación sencilla.
Tal como le habría pasado al médico Milles, el químico de la DINA Eugenio Berríos, sospechoso de haber preparado la ponzoña, fue asesinando una década después en Uruguay por agentes de inteligencia locales horas más tarde que el ex dictador Augusto Pinochet hiciera una misteriosa visita a Montevideo.


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