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Adelanto del libro que revela la historia de los conflictos gremiales de Clarín. Acaban de decirme que me lo dieron hace ya tiempo, pero yo, sinceramente, no lo recuerdo. En cualquier caso, no lo tengo. Por lo que veo, el texto tiene un error grueso al considerar al diario La Capital, de Rosario (del que yo era en esa época corresponsal) parte del Grupo Clarín cuando en realidad lo es del Grupo Vila-Manzano. Colijo que quizás las autora quiso decir que Clarín queria comprar ese diario, el decano de la prensa nacional.

Periodismo de infantería

La periodista Virginia Márquez describe en su libro los 100 días de democracia sindical que se vivieron durante el año 2000 en el diario de Magnetto y Noble: los despidos de la Comisión Interna de delegados, la represión policial a las protestas, los apoyos y vergonzosos silencios y el rol de Patricia Bullrich.

PRÓLOGO:

UNA CONSECUENCIA HISTÓRICA

Hacia fines del siglo XX, los Trabajadores de Prensa protagonizamos en Clarín el último intento de democratizar la actividad sindical dentro del diario. En otoño de 2000 comenzaron las asambleas; nos autoconvocamos en la redacción de Información General. El disparador fueron 80 despidos sorpresivos y la férrea intención patronal de extender la jornada laboral de seis a nueve horas; en flagrante violación a la Legislación Laboral y el Estatuto del Periodista. 

En concordancia con la represión de la Guardia de Infantería a las puertas del diario, aquel mismo 4 de noviembre de 2000 Héctor Magnetto se reunía en la Quinta presidencial de Olivos con el presidente Fernando de la Rúa para asestar un grave perjuicio a los canillitas; protegidos por el Decreto-Ley 24095 de 1945. Acordaron desregular la Distribución y Venta de Diarios, Revistas y Afines mediante el Decreto 1025/2000. Así de sencillo, así de fácil conseguir beneficios. No más tocar la puerta del presidente de turno.

En esa oportunidad, por fortuna, el líder de la Alianza no permitió acercamientos más íntimos. El deseo del insaciable Héctor habría incluido, además del negocio de la telefonía, integrar un multimedios mixto con la agencia Télam y privatizar Canal 7. A Clarín no le interesaba tanto la deficitaria televisora estatal como sus 28 repetidoras del interior. Volvían a aplicar lo hecho con los diarios del interior del país; cuando les quitaron a las provincias medios locales emblemáticos como La Voz del Interior y Canal 12 de Córdoba, Nueva Provincia de Bahía Blanca, Los Andes de Mendoza, La Capital de Rosario, etcétera. Así, a mediano plazo, el monopolio de la información estaría asegurado.

Las maniobras eran el preludio del vandalismo llevado a cabo por grupos económicos, cuando desataron la crisis económica y social hacia fines de 2001. La operación para licuar deudas multimillonarias en dólares culminó con la Plaza de Mayo nuevamente ensangrentada. Una vez más, el «Gran Diario Argentino» señalaba el camino a la política nacional.
 

Estos hechos, que entonces fueron silenciados y carecieron de la difusión debida, reclamaban una reparación histórica. Dimos cuenta de ello al tomar contacto con jóvenes ávidos de conocer qué había pasado con nosotros y con compañeros de otros medios que tenían una versión fragmentada o sencillamente tergiversada. Al igual que en los rompecabezas, las piezas dispersas o mal ensambladas distorsionaron la imagen final. La verdad comenzó a develarse el 4 de noviembre de 2010 en un acto organizado con otros compañeros frente a la entrada de Tacuarí. Allí, celebramos los últimos «100 días de democracia sindical en Clarín-Olé».

La corriente de «Memoria por la Verdad y la Justicia», impulsada por los sucesivos gobiernos de los Kirchner, nos dio un plafón indiscutible para dilucidar los sucesos pasados. En un marco ahora propicio y antes adverso, decidimos contribuir con nuestro alegato a la restauración de la memoria colectiva. La compilación de temas, que a primera lectura parecen inconexos, señalan una conducta permeabilizada por el modus operandi de dominación y sometimiento, propio de las escuelas castrenses.
 

En principio este trabajo consistía en señalar las reiteradas violaciones a los derechos de los trabajadores por parte del Grupo Clarín. Para ello, pautamos las entrevistas con los delegados de Artes Gráficas Rioplatense; Ricardo Esparis  y Pablo Llonto, más nuestro aporte por las comisiones internas del diario Clarín. El conjunto conforma la primera parte del libro, titulada «La impunidad».
 

Sin embargo, como sucede en los vórtices históricos, fuimos llevados por los acontecimientos hasta incorporar otras violaciones en grado superlativo. Nos detuvimos al borde de la impresión, con el devenir histórico en curso y la lógica modificación del acontecer.
 

La segunda parte, «El reparto», señala el botín: las cosas que fueron objeto de la codicia y conformaron el sustento material para posicionarse como la más grande empresa periodística de habla hispana. Incluimos la denuncia que hizo José Carbonelli, ex delegado de Canal 13, por la irregular adjudicación del canal al Grupo Clarín. En complicidad con los miembros de la Junta Militar, no sólo habrían violado la licitación pública para hacerse de la mejor estación televisiva a un precio vil, sino que la habrían pagado con la disminución de los salarios de los trabajadores.

A pesar de no contar con tiempo para realizar nuestra propia investigación y cumplir con el plazo de publicación previsto para este libro, decidimos soslayar el forzado traspaso de las acciones de Papel Prensa de la familia Graiver al Grupo. Para documentarnos, accedimos a la página web del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y linqueamos Mecon; allí se publica una extensa investigación al respecto. A modo de síntesis, reproducimos la carta enviada por Lidia Papapelo donde describe su calvario y persecución.


Por último, con «La apropiación» se consuma la típica barbarie del vencedor, con el robo de los hijos de sus vencidos. Chicha Mariani, fundadora de las Abuelas de Plaza de Mayo, cuenta que ya no le queda tiempo para esperar reunirse con Clara Anahí Mariani-Teruggi, su nieta desaparecida, quien sospecha fue adoptada por Ernestina Herrera de Noble. Además, a través de las respuestas de Estela de Carlotto, recorrimos la sinuosa causa por usurpación de identidad en las personas de Marcela y Felipe Herrera, donde Abuelas es querellante.
 

De esta manera, creemos haber acertado una visualización próxima a la imagen definitiva del Grupo Clarín en materia sindical, política, económica y Derechos Humanos. A su vez, contribuido a contrarrestar su campaña de olvido llevada a cabo mediante la fragmentación de la realidad y amordazamiento de los temas contrarios a sus intereses.
 

Así se perpetró el holding. Con el beneplácito de los miembros de la dictadura militar se apropiaron de Papel Prensa y accedieron al control de la opinión pública. Desde allí coaccionaron a la clase política argentina y negociaron con los sucesivos gobiernos las prerrogativas para crear negocios rentables (como la irregular adjudicación de Canal 13), aplastar conflictos gremiales (ya fuera en Clarín-Olé, AGR o Canal 13), acallar voces disidentes y -posiblemente- participar de la apropiación sistemática de hijos de desaparecidos. Su poder los llevó a asociarse con Goldman Sachs y cotizar en la Bolsa de Nueva York. Los medios para lograr el monopolio fueron proporcionados por el catalán Grupo Cases. Además, del asesoramiento tecnológico para el rediseño del diario, aportaron la precarización laboral y sus vínculos con la Universidad de Navarra y el mismo Opus Dei.

Todas estas iniquidades dejaron incumplida la promesa de Roberto Noble, cuando el 28 de agosto de 1945 fundó el matutino. En el primer editorial decía que se debían a la verdad y el país y proponía ejercer una alta función pública. Otro fue el derrotero elegido por sus sucesores.


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