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ATENTADOS – NISMAN. Una posible explicación a la aparición del ignoto espía israelí Uzi Shaya

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Sorprende que haya espías israelíes tan berretas como los de la controlada AFI macrista. Como decía Chesterton, «a mi alrededor todo es transformación y decadencia».

Un ex agente del Shin Bet y el Mossad que en nombre del fondo buitre Elliot, de Paul Singer, tenía como misión sostener la más que endeble acusación de Nisman contra la presidenta CFK y otros por el memorándum con Irán, afirma que le dio a Nisman información sobre cuentas bancarias que CFK, su hijo Máximo y otros tenían en las islas Seychelles, las islas Caimán y otras guaridas fiscales, cuentas en las que gobierno de Irán habría depositado grandes sumas.

Lo de las supuestas cuentas de CFK en las Seychelles repite acusaciones formuladas tiempo ha por Jorge Lanata, y también por otro chantaperiodista, (doblemente chanta, por chantapufi y chantajista), Daniel Santoro, quien inventó sendas cuentas de Máximo Kirchner y Nilda Garré en un banco de Nueva York.

Al igual que en esas oportunidades, en ésta no existe ninguna cuenta. Nada.

Por ridículo que parezca, el lenguaraz que emergió de entre las sombras dice no haber guardado copia de la información que dice haberle dado a Nisman en Madrid (donde Nisman no estuvo en ese viaje excepto en el aeropuerto de Barajas para hacer la combinación con el vuelo de Iberia que lo trajo de regreso a Buenos Aires), información que, supone, habría podido ser la causa del supuesto asesinato del corrupto fiscal que, queda confirmado, era simultáneamente un agente del Mossad, es decir, un traidor a la patria por trabajar clandestinamente para un estado extranjero.

Estas nuevas acusaciones constituyen un dislate de tanta envergadura que, como se verá, provocó una honda fisura dentro de los propios servicios de inteligencia israelíes. Que tienen como objetivo común sostener a como de lugar la supuesta responsabilidad de Irán en los bombazos de Buenos Aires.

La justicia argentina debe pedir la comparecencia como testigos de la periodista blindada Ilana Dayan y su entrevistado Uzi Shaya. La principal ausencia en ese demorado juicio que promete ser una apoteósis del absurdo, sigue siendo la del ex secretario general de Interpol, Ronald Noble, a quien no se convoca a declarar como testigo por la sencilla razón de que, si como es previsible, ratifica sus dichos de enero de 2015 (que el canciller Héctor Timerman jamás le pidió que desactivara las alertas rojas sobre altos funcionarios y ex funcionarios de Irán, sino todo lo contrario, y que por ende Nisman mentía), la causa se desplomaría. Pero, mientras esperamos la lapidaria ratificación de Noble, será interesante escuchar a Shaya y Dayan. No sólo porque pueden surgir insospechadas conexiones entre quienes litigaron contra la Argentina hasta que Macri les pagó lo que reclamaban y más, y quienes motorizan y ejecutaron la persecución de CFK, sus hijos y un montón de dirigentes y dirigentes sindicales y sociales, varies de los cuales siguen estando presos. También porque verlos balbucear incoherencias puede ser muy divertido.

Agradezco los aportes de David Altheim,  José Petrosino y Daniel Schnitman

POR JUAN SALINAS

La absurda, fallida y hasta ahora incomprensible aparición en escena del ex agente del Shin Bet, luego del Mossad y por último del fondo buitre Elliot (cuyo principal accionista es Paul Singer) cuyo nombre real es aparentemente Uzi Shaya en el programa periodístico decano de la TV israelí, Uvda (Hechos) no sólo permitió corroborar que Alberto Nisman fue reclutado como agente por el Mossad (que le pagaba a través del diario Israel Hayom, propiedad del magnate del juego israelí-estadounidense Sheldon Adelson, a su vez socio de Singer) como destacó Horacio Verbitsky, sino que también permite sospechar que puede haber estado involucrado en la ejecución del atentado a la Embajada de Israel  (17 de marzo de 1992, 22 muertos) y en su encubrimiento.

En mi libro Caso Nisman: Secretos inconfesables, dejé claro que dicho atentado se cometió con complicidad de los jefes del servicio de seguridad (bitajon) dependientes del Shin Bet, la contrainteligencia israelí también conocida como Shabak. Que primero maniobró para vaciar el edificio de gente, en especial del embajador y el cuerpo diplomático de mayor rango; seguidamente evacuó al propio cuerpo de seguridad (que a último momento trasladó una reunión regional de agentes de la embajada al Hotel Sheraton) y, por fin, tuvo un papel relevante, tanto en el ocultamiento del número de muertos y sus identidades (distintas fuentes aseguran que fueron 29 de los que solo se tiene el nombre de 22, lo que abre la posibilidad de que siete cadáveres hayan sido sacados clandestinamente del país) como, a través de su jefe, Roni Gorni, en haber forzado la hipótesis de que el ataque habría sido cometido mediante una camioneta bomba, contra la fundada opinión del jefe de la Policía Federal, comisario Jorge Luis Passero y de su jefe de Bomberos, que dijeron ya ese mismo día que la explosión se había producido en el interior del edificio.

La hipótesis de la camioneta bomba que nadie vio en la calle Arroyo y cuyas supuestas piezas fueron aportadas sin testigos que acreditaran cuándo y dónde habían sido colectadas, no fue ratificada por el jefe del Departamento de Explosivos de la Policía de Tel Aviv, Yacob Levy, quien consideró que su existencia no estaba en absoluto acreditada.

Levy se enfrentó con Roni Gorni porque le pidió acceso a los videos de las seis cámaras con que contaba la embajada (algunas colocadas en los edificios de la vereda de enfrente) y Gorni no se lo dio.

La supuesta existencia de esa Ford F-100, cuyo último propietario conocido era un fotógrafo de la Policía Federal, fue objeto de burlas por parte de Jorge Lanata y Joe Goldman, autores de Cortinas de humo.

Según narró el experimentado investigador galés Gordon Thomas en su Mossad, La historia secreta, los agentes del servicio de inteligencia israelí que viajaron a Buenos Aires para investigar el atentado fueron relevados y se les ordenó regresar a Israel tan pronto insistieron en la necesidad de que se investigara a Monzer al Kassar y sus amigos locales así como el papel cumplido por los policías que ostensiblemente (con el paso del tiempo podría establecerse que a través del Comando Radioeléctrico) habían establecido un “área libre” o “zona liberada”, retirando los custodios no sólo de esa embajada sino también de la vecina de Rumania (el día del atentado era San Patricio, patrón de Irlanda, por lo que la también vecina embajada de ese país estaba cerrada).

Lo mismo le sucedió al embajador Isaac Shefi, que refrendó estas posiciones ante la Cancillería israelí,a cargo de Shimon Peres, y fue relevado de inmediato.

Todo indica que Uzi Shaya ya era agente del Shin Bet en aquellas fechas, y que poco después, tras el atentado a la AMIA (18 de julio de 1994, 85 muertos) había ascendido a jefe de todos los servicios de seguridad de las embajadas e instituciones judías de la región.

Ruido de tripas

Como haya sido, la presentación de Shaya en Uvda el sábado pasado parece haber sido una burda maniobra de uno de los varios servicios de inteligencia con que cuenta Israel, que provocó censuras en otros, revelando una dispepsia y ruidosos borborigmos en sus intestinos.

A lo largo de 90 minutos, su presentadora y protagonista, la argentino-israelí Ilana Dayan, vinculada desde hace décadas al servicio de inteligencia militar Anan (siendo muy jovencita, en 1982, sirvió como vocera del Tsahal durante la invasión al Líbano) entrevistó al hasta entonces ignoto espía.

Hacia el fin de una entrevista que a ella le hizo Marcelo Longobardi, Dayan dijo que había pasado nada menos que dos años investigando las circunstancias en que murió el fiscal Nisman junto a un equipo de ocho colaboradores, y que había viajado a la Argentina y mantenido varias entrevistas con este propósito.

Seguidamente se jactó de que ese presunto conocimiento del tema fue lo que hizo que le diera crédito al difuso relato de Sasha, y negó haber tenido la más mínima sospecha de que éste pudiera estar mintiendo, manipulándola.

¿Qué raro, no? Dos años de una investigación de la que ella jamás dijo públicamente nada (¿quién la financió?) y recién le habría encontrada utilidad cuando, durante una entrevista con el ignoto espía que presentó como casual y sin norte (Dayan le dijo a Clarín que “no la había pautado de antemano») se le ocurrió que “podría abrir una puertita» (tal como le dijo a Longobardi en el minuto 05:55 de aquella entrevista) para esclarecer la muerte de Nisman.

Fue entonces, dijo, que le preguntó:

–¿Lo conocés a Nisman?

¡Bingo!”. Porque según explicó el entrevistado no sólo le dijo que si, sino que él se había encontrado con el fiscal en Madrid (minuto. 06:38 de la entrevista con Longobardi) y que tenía un enorme cargo de conciencia porque bien podría ser que Nisman hubiera sido asesinado a causa de la información que él le había dado, en cumplimiento de una misión encomendada por el fondo Elliot a fin de que con ella Nisman apretase o extorsionase (elíjase el término que se prefiera) a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a fin de que ésta saldara supuestas deudas que tenía con el fondo de Paul Singer (que, como era de esperarse, negó siquiera conocer a Shaya).

Así fue que Dayan, sin más, metió la pata hasta el cuadril, al establecer una relación causa/efecto no solo entre esta supuesta entrega de información a Nisman y el retorno anticipado del fiscal a Buenos Aires tras dejar a su hija en el salón VIP del aeropuerto madrileño de Barajas, sino también entre aquella supuesta entrega y el supuesto asesinato.

Porque Nisman nunca estuvo propiamente en Madrid en ese viaje, sólo en el aeropuerto de Barajas para hacer la combinación del vuelo de Iberia con el que regresó a Buenos Aires, y Shaya nunca dijo que se hubiera visto con Nisman en el aeropuerto. Y porque está acreditado en el expediente judicial, con sendos informes de Iberia y de la secretaria privada de Nisman, Soledad Castro, que el fiscal sacó el pasaje de regreso en diciembre, antes de viajar a Europa con su hija quinceañera.

Dayan echó a rodar otros bulos. Dijo que según el ex espía (¿ex? ¿acaso se puede dejar de serlo?) Nisman habría viajado en secreto a principio de ese mismo mes de diciembre a Israel, donde se habría entrevistado con un hombre israelí de negocios que tendría empresas de seguridad en Argentina. Dayan no difundió su nombre, pero dijo que dicho empresario le habría confirmado a ella la realización de esa reunión, de la que no hay vestigios, y que Nisman le había pedido protección, pues temía por su vida.

Algo difícil de creer si se tienen en cuenta sus minivacaciones con jóvenes y onerosas damas de compañía y sin custodios, incluso en países musulmanes como Marruecos, ni con que dejara toda una noche sola en Barajas a su hija (excepto que la haya dejado bajo custodia del Mossad) a la espera de la llegada de su ex y madre de la niña, la jueza Sandra Arroyo Salgado.

De antemano

Si realmente investigó, Dayan no puede menos que haber llegado a la certeza de que no hay la menor evidencia de que Nisman haya sido asesinado, motivo por el que nunca se refirió a los resultados de su investigación. Lo que deja claro que estaba comprometida de antemano a que los resultados fueran otros, y que es por ello que se aferró como a un clavo ardiendo a la sanata que le ofreció Sasha: que la supuesta información que le habría dado al fiscal-espía habría precipitado su regreso a la Argentina y su asesinato por quienes no querían que (la supuesta existencia de cuentas secretas de la entonces Presidenta y/o su hijo Máximo y/o amigos de éste en la islas Seychelles, Caimán y alguna otra guarida fiscal, en las que Irán habría depositado grandes sumas) esa información trascendiera.

Supuesta información de la que Sasha no guardó una mísera fotocopia. Y que Nisman no presentó ante la justicia ni se encontró en su computadora, ni en la UFI-AMIA, ni en su domicilio en Puerto Madero.

Dicho sea de otro modo: que tal información no existe, ni en expediente judicial ni en ninguna otra parte.

Curiosamente, nadie subió el programa traducido al castellano a internet, sólo extractos parciales, a pesar de que la Agencia Judía de Noticias (AJN) lo trasmitió en vivo en su cuenta de Facebook.

Prueba de que otros sectores de los servicios israelíes consideran “las revelaciones” de Sasha un bochorno fueron las declaraciones de la mercenaria catalana Pilar Rahola (la principal propagandista no judía de las reales y supuestas bondades del Estado sionista) y de Gustavo Perednik, principal sospechoso de haber reclutado a Nisman como agente del Mossad, supuesto amigo íntimo del occiso y  el más insistente propagandista contra viento y marea de su supuesto asesinato.

Entrevistado por Feinmann, El Malo, Perednik habló sin pelos en la lengua como virtual vocero del Mossad. Para él los dichos de Shaya son “un cuento” y aclaró que se trata de quien no es en la actualidad un agente de inteligencia israelí, aunque lo fue desde “hace veinticinco años”, es decir cuando era del Shin Bet y estaba vinculado a la seguridad de las embajadas e instituciones judías en Suramérica.

“No le sacó una fotocopia a esos documentos ¿ese día no funcionaba la fotocopiadora?”, ironizó. “Y si le dio esos documentos (a Nisman)  ¿quién le avisó a los esbirros que fueron a matar a Nisman que tenía esos documentos?”.

Sigue Perednik: “Lo que aceleró el paso (el regreso) de Nisman a la Argentina fue que él, cuando Cristina decapitó al servicio de inteligencia (cuando echó de la SIDE a “Jaime” Stiuso) porque se dio cuenta de que la estaban controlando, él creyó en ese momento que lo iban a echar a él también, por lo que se iba a quedar sin causa y sin la posibilidad de presentar absolutamente nada (contra Cristina). Ese si fue un motivo acelerador.”

Monzer al Kassar. La DEA lo metió preso y lo condenaron a 30 años de cárcel con una añagaza. El Imperio quiere que muera en prisión, que nunca se sepa cuantas operaciones hizo para la CIA y otros servicios de inteligencia aliados.

Una hipótesis

La hipótesis de quien escribe luego de haber dedicado gran parte de su vida a estudiar los atentados, es que en aquel ataque, Monzer Al Kassar, que había sido estafado por el gobierno argentino y por banqueros judíos en el marco de los envíos clandestinos de armas hacia Croacia y la musulmana Bosnia, y en el lavado de su producto y «mexicaneado» también en el de exportaciones de cocaína a Italia (a las que me referí ampliamente en Narcos, banqueros & criminales) se puso en contacto con sus proveedores de armas israelíes, vinculados al Shin Bet, que estaban deseosos de torpedear los avanzados planes de llegar a una paz duradera con Siria de Shimon Peres, artífice de los acuerdos de Oslo, y su supuesto jefe político, Isaac Rabin, que ya habían fructificado con el regreso de Yaser Arafat desde su exilio en Túnez y el establecimiento de la Autoridad Palestina en la antigua cárcel de la Muqtada en Cisjordania, lo que había implicado, al menos oficialmente, el retiro del Shin Bet y su reemplazo por una nueva policía palestina, formada en base a militantes de Al Fatah y entrenada por la CIA. Gran parte del Shin Bet estaba furiosa con la perspectiva de que se le devolviera las alturas del Golán a Siria, ocupadas en la guerra de 1967. Mi hipótesis es que estos conspiradores israelíes formaron con Al Kassar una virtual joint-venture. Así, mientras los amigos locales de Al Kassar reclutaron a miembros de una tenebrosa banda de policías provenientes de los “grupos de tareas” de la dictadura, los conspiradores israelíes pusieron al servicio del encubrimiento a su controlada, la SIDE en la que “Jaime” Stiuso y sus rivales internos competían a ver quien era más servil.

El atentado a la Embajada de Israel no logró que Rabin, que sucedió a Isaac Shamir como primer ministro en julio de 1992 desistiera de su propósito de llegar a un acuerdo de paz con Hafez al Assad, para lo cual necesitó minimizar la participación de sirios en el mismo. Dejo el tema en manos de su canciller, Shimon Peres, quien también se ocuparía de la (des) investigación del atentado a la AMIA.

Rabin sería asesinado al año siguiente por un extremista judío, acérrimo enemigo de los acuerdos de paz, y ya nunca más el laborismo volvería a gobernar Israel, ni sus partidarios locales (Avodá) podrían dirigir las instituciones judías. Se suponía que el asesino de Rabin estaba siendo monitoreado y controlado por el Shin Bet, pero en realidad sucedió lo contrario: los extremistas inficionaron al servicio.

Muy poco después de que explotara el bombazo en la Embajada de Israel, salió a la luz que Al Kassar estaba en Buenos Aires. Por entonces, y aunque estaba aquí protegido por el presidente Carlos Menem, Al Kassar era el delincuente más requerido por Interpol en todo el ancho mundo. Por lo que el gobierno entró en pánico y vio con alivio como Al Kassar se marchaba a Santiago de Chile, donde se reunió con su primo Yamal Bathich, socio de un hijo del dictador Pinochet en el tráfico de cocaína hacia California. Ambos viajaron en un jet privado a España. En Barajas los abarajó el juez Baltasar Garzón. Bathich pudo zafar porque Garzón no tenía sus antecedentes, pero a Al Kassar el juez le arrojó por la cabeza casi todo el código penal, por lo que parecía que iba a pasar toda su vida en prisión.

En este contexto, las deudas reclamadas siguieron sin ser pagadas. Pero, tras muchos avatares (misteriosos suicidios de algunos testigos, secuestro de los hijos de otro, sobreseimientos por parte de la mafiosa justicia de Marbella, etc.) Al Kassar logró la libertad condicional a fines de 1993. Y a mediados del año siguiente se produjo el segundo atentado. Aquellas deudas deben haberse pagado, pues no hubo un tercero. Pero esa es otra historia.

Colofón

Durante años me pregunté como Monzer al Kassar se había atrevido en la noche de ese martes 17 de marzo de 1992, a realizar una fiesta a sus amigos en su amplio piso de la Avenida Libertador, no muy lejos de las Barrancas de Belgrano. Recepción a la que acudieron miembros de la familia Yoma, de sus amigos de Corralitos (Mendoza) y del Centro Islámico. Los atendieron mozos con guantes blancos. Me preguntaba ¿Cómo se atrevió?. Si él fue el cerebro del atentado ¿cómo se atrevió? Y aún si no lo fue, sabiendo que estaba clandestino en Buenos Aires, y que cuando se supiera de su presencia se lo consideraría el sospechoso número 1 ¿cómo se atrevió?. ¿No tenía miedo de que un comando Kidon (bayoneta) de los israelíes irrumpiera en el lugar y los ametrallara? ¿O que lo mataran poco después? Una noche, en la cama, se me hizo la luz: No, no temía. Porque estaba arreglado con sus antiguos proveedores de armas israelíes.

Post escriptum

Luego de publicada esta nota, me llegó una traducción simultánea del programa hecho por un tal Dani en el contexto de una conferencia de múltiple, según se me dijo para el sitio ItonGadol. Como no es una traducción fiable, no es posible más que trazar algunas conjeturas. Al parecer, el espía fue mucho más tiempo agente del Shin Bet que del Mossad, servicio para quien lo habría reclutado el ya fallecido Meir Dagan, un director de «el instituto» especializado en seguir la ruta del dinero de Hezbolá. En los años ’90 ambos pertenecían al Shin Bet o Shabak por lo que es probable que se conocieran desde antes de que explotaran las bombas. Dagan era estrecho colaborador de Ami Ayalon, quien fue nombrado al frente del Shin Bet en 1995, tras el asesinato de Rabin (que salpicó a ese servicio, que supuestamente controlaba a la organización de ultraderecha sionista a la que pertenecía el asesino). Especializado en reclutar personal para los servicios de inteligencia que integró, según Shaya, Dagan habría logrado reclutar a la persona que le habría birlado a Hezbolá 683 millones de dólares, hazaña tras la cual se había retirado del servicio activo.

Finado Dagan. Tras el dinero de Hezbolá.

Curiosamente, el superagente Dagan había sido entrevistado por la misma periodista, Dayan. tiempo antes de que presentara en sociedad al majadero de Uzi Shaya.

Digresión: El espía dijo que Shabtai Shavit, que fue jefe del Mossad entre 1989 y 1996 (es decir, desde que asumió Menem, durante el revoleo de valijas Samsonite repletas de dólares provenientes de la venta de cocaína en Estados Unidos del Yomagate, durante  los envíos de armas a Bosnia y Croacia y cuando se cometieron ambos atentados) estuvo varias veces en la Argentina coordinando con la SIDE como continuar la (des)investigación de los atentados. Sin embargo, en los únicos dichos traducidos al castellano que se le conocen, Shavit dijo que estuvo en Latinoamérica solo una vez, cuando era el nº 2 del Mossad (es decir, antes de 1989) algo si se quiere lógico ya que los espías profesionales suelen tener una marcada predilección por escamotear preventivamente la verdad, porque ésta con harta frecuencia es inconfesable. En esa misma, muy breve entrevista (el mérito de haberla conseguido se lo atribuyo el huidizo Damíán Patcher, el primer periodista que se enteró y echó las campanas al vuelo anunciado la muerte de Nisman) Shavit se disculpa no una sino dos veces explicando que la prioridad de Israel siempre fue y es Medio Oriente y no Latinoamérica, y que nunca dispuso de fondos suficientes para revertir esa situación. A continuación, repitió la mentirosa Historia Oficial acordada entre el enviado del gobierno israelí Dov Schmorak y el presidente Carlos Menem horas después de atentado. Solo que en esta ocasión Shavit arguye que le llevó años «reconstruir» lo que había pasado. La veracidad y seriedad de sus dichos queda en evidencia cuando le aseguró al público (israelí) que siendo presidente Menem, en la Casa Rosada se hablaba más en árabe que en castellano. Game over.

Post escriptum 2

Acabo de encontrar en la red una traducción del programa de marras. No tengo espíritu como para fumármelo pero descuento que alguno de los lectores lo hará. En este caso le ruego que me informe sobre los errores en que pude haber incurrido al intentar glosar su contenido antes, escribiéndome a jotajotasalinas@gmail.com

Les dejo el video:

 

 

 

 

 

https://youtu.be/4xe0gJiElCs


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