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POR MARIANO SARAVIA
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En 2015, antes del balotaje, el historiador Norberto Galasso advirtió sobre el riesgo de que sectores progresistas y de izquierda votaran en blanco, favoreciendo así la llegada de Macri al gobierno. Lo hizo apelando a dichos y actitudes de León Trotsky y de Lenin. Creo que hoy es más útil que nunca, siendo que ya no tenemos solo a Macri enfrente, sino también a Milei.
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Puede servir para enviárselo a compañeros, amigos o conocidos de izquierda, de sindicatos, radicales o a cualquier persona con mínimas convicciones democráticas. Ahí les va:
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… un socialista no es aquel que formula los programas más atrevidos y avanzados sino simplemente aquel que colabora para que los trabajadores tengan cada vez más poder y presencia concreta en la vida política del país hasta colocarse en condiciones de disputar el poder para, desde allí, construir la sociedad igualitaria que deseamos.
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Es decir, no habiendo opción socialista corresponde optar entre lo que hay y en este sentido, votar contra aquel cuyo origen, trayectoria y economistas que lo asesoran expresan a la minoría oligárquica y su aliado imperialista…
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Con este propósito quiero recordarles algunas posiciones adoptadas por Trotsky, no demasiado conocidas. Cuando Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo en México, corrió la versión de que había sido asesorado por Trotsky, por entonces exilado en ese país. Él contestó que eso no era cierto, pero que hubiera sido un honor para él si la nacionalización de Cárdenas (gobierno capitalista) se hubiese debido a su consejo.
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Como algunos discípulos (que se consideraban trotskistas aunque no lo leían) protestaron, Trotsky explicó que la medida era avanzada porque debilitaba al imperialismo y estimulaba la lucha de los trabajadores mexicanos.
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Además les pidió que recordasen que cuando Lincoln triunfó en la Guerra Civil de EEUU sobre los estados esclavistas del sur, Marx le mandó un telegrama de felicitación, a pesar de que ese triunfo impulsaría fuertemente al capitalismo. Porque resultaba históricamente progresivo porque derrotaba a los gamonales esclavistas amigos del Imperio Británico.
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Entre los capitalistas industrialistas y los esclavistas feudales, Trotsky no vaciló en apoyar a los primeros aunque los seguiría combatiendo luego en busca de concretar nuestros objetivos. Acompañaba a lo más avanzado de la sociedad yanqui y favorecía la creación de condiciones favorables para, luego, darles pelea.
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Una vez (Trotsky) les aconsejó a los comunistas chinos que se aliaran a Chian Kai Shek (líder burgués, liberal, capitalista) para dar guerra al Japón. Discípulos escandalizados le preguntaron si no sabía quién era. Les respondió: “Por supuesto que lo sé. Pero hoy lo necesitamos para no ser esclavos de los japoneses. Mañana nos traicionará. Es posible, más bien es seguro, y entonces lo combatiremos. Pero la lucha es hoy y aquí, y no podemos confundir la estrategia socialista que apunta al futuro con la táctica que debemos asumir en las luchas de hoy.”
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Aplicando así las enseñanzas de Trotsky y también de Lenin cuando exigía no confundir quién es el enemigo principal, en una elección que parte al país en dos o poco menos, uno de los candidatos debe ser el enemigo principal y el otro el posible aliado circunstancial al que mañana habrá que combatir si se dan las condiciones, casi seguramente, para hacerlo.
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Lenin lo resumía así: “Golpear juntos, marchar separados.” Hay gente, agregaba Trotsky, que cree que todo es blanco o negro y que no existen grises.
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El reducido porcentaje de votos del FIT -que costó tanto a su valorable militancia- puede significar, bien empleado, la derrota de las grandes corporaciones nativas y del imperialismo expresados por Macri (y hoy por Milei, N. del E.). Votar en blanco es ponerse al margen de la lucha. Con toda razón, los trabajadores le podrán reprochar a quienes optan por el voto en blanco, si un gobierno de Cambiemos (hoy de Macri y Milei, N. del E.) nos devuelve a la dependencia, “las relaciones carnales”, contratos basura, el 18% y no el 45% como ahora en el ingreso nacional que reciben los trabajadores…
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Finalmente, lo que preanunciaba Galasso sucedió. Nicolás Del Caño sacó 3,23 por ciento de los votos en primera vuelta. Después dijo que Scioli y Macri eran lo mismo y llamó a votar en blanco. En la segunda vuelta, Macri ganó por menos de 3 por ciento.
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Escribo esto no para pasar factura, no para que escriban aquí abajo agraviando o insultando a quienes tomaron esa decisión en su momento, sino para recordar lo que vino después y llamarlos fraternalmente a asumir una actitud histórica, en base a las actitudes y el legado de Marx, Trotsky y Lenin… pero también podríamos citar a Alem, Yrigoyen y Alfonsín. Y a muchos más…
3,21% fue lo que faltó a Massa para ganar en 1ra vuelta. Bregman sacó 2,7, o sea, ni que todos sus votantes lo hubieran hecho – o lo hagan ahora – por Massa, alcanzaría. En cambio, Schiaretti, secundado por otros cuantos peronistas o dizque, tuvo un 6,73%. Por éso hay 2nda vuelta y oportunidad de alineamiento Macri-Milei.
En, 2015, los votos de Del Caño en 1ra vuelta estuvieran apenas por encima de la diferencia Macri-Scioli en 2nda; aunque el FIT hubiera apoyado a Scioli, no parece creíble que pudiera traccionar la totalidad de su electorado. En cambio, és muy dable suponer que ésa diferencia podría compensarse en Córdoba si el justicialismo local hubiera trabajado minimamente por la candidatura de Scioli, o al menos no lo hubiera hecho en contra de ella.
En definitiva: en lugar de agarrarsela con la izquierda, el peronismo debe primero resolver sus problemas internos de unidad y buscar el adentro de sus filas al «cura de Catapilco» a quien disciplinar y/o culpar por la derrota.
Te concentraste en echar culpas en lugar de en el mensaje principal, tal y como vaticinó en el último párrafo… Una prueba más de que a la izquierda argentina solo le interesa «tener razón», sin importar el costo.