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ACTO POR PALESTINA. Un clamor para detener el genocidio

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Una enorme bandera y los dedos del patoso fotógrafo.

Fui a la nutrida manifestación que en frente al Congreso Nacional pidió el cese de los asesinatos en masa cometidos por Israel en la Franja de Gaza y el castigo de los genocidas. Nomás entraba me cruce con Marcos Salgado, que salía pitando para La Plata a fin de editar el material que difundirá (ya lo debe estar difundiendo) la agencia iraní, Irna, para la cual trabaja. Le pregunté donde podía hacerme con un pañuelo palestino –que se ha convertido en todo un símbolo de resistencia a la opresión– y me regaló el que llevaba, aclarándome que era iraní, pero que es del tipo de pañuelos que, con algunas pequeñas variaciones, se utilizan en todo Medio Oriente. Mucho se lo agradezco.

Salgado me anotició que en su mensaje de hoy, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrala, advirtió que «el Partido de Dios» ya está en operaciones contra Israel: desde el mismo momento en que Israel comenzó a atacar a Gaza.

La convocatoria partió del Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino, ambas CTA, la Federación de Entidades Argentino-Palestinas, el Centro Islámico de la República Argentina, el Servicio Paz y Justicia (Serpaj), las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, entre otros.

Adolfo Pérez Esquivel con la diputada (m.c.) Araceli Ferreyra.

El Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel leyó una declaración conjunta, y el acto termino con el recuerdo de que hay un simpatizante muy activo de la causa palestina, Claudio Adrián Diaz, que está preso sin motivo valedero por presión de la Embajada de Israel. Juzguen ustedes mismos leyendo esta crónica de Clarín, saltando por encima de su titular avieso.

Dicho episodio me hizo recordar automáticamente a un gran periodista y compañero, Alberto Ferrari (foto), recientemente fallecido. Con el Flaco Ferrari escribi en 1988 en la revista cooperativa El Porteño una muy sintética historia del Mossad. Ferrari fue de allí en mas, un muy consecuente defensor de los derechos del pueblo palestino.

El acto contó con profusión de banderas palestinas y con la adhesión de grupos judíos que rechazan cualquier identificación con el sionismo asesino de Netanyahu y compañía.

Por supuesto, también se encontraban la práctica totalidad de los partidos y organizaciones de izquierda y hasta hubo banderas negras de algunas ignotas organizaciones anarquistas, como las del barrio Derqui. Los ácratas, es sabido, son los auténticos libertarios, a los que los neofascistas liberales les ha robado el nombre. Como también le han robado el mote de «casta» a la izquierda española de Podemos. Del mismo modo, los sionistas, mayoritariamente judíos askenazis  descendientes de centroeuropeos, se han apropiado del término «semita», que no alude a razas sino a un conjunto de lenguas que, por cierto, no hablaban en absoluto los judíos europeos.

Como se adelantó aquí hace unas pocas horas, no hubo banderas del peronismo, aunque si de sindicatos como ATE Capital, cuyos afiliados se presume son mayoritariamente perukas.

 

 


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