Lo envia José Petrosino, un obseso del tema. Que se anota para ser parte de la Comisión Investigadora Parlamentaria que pide la oposición si es que se aprobara… Lo que a mi modo de ver garantiza que no se aprobará. Pues una comisión investigadora democrática es lo último que desearían sirios, israelíes banqueros judíos y goim que participaban de una misma trama de lavado del dinero producido por el narcotráfico, y por supuesto también los artificeros locales, los asesinos que fueron los autores materiales de ambos atentados. Nadie quiere quedar vinculado con el tráfico de drogas que todos los servicios de inteligencia de alguna envergadura practican ritual y cotidianamente como creo haber demostrado en mi libro Narcos, banqueros y criminales.
Los dejo con Petrosino:
AMIA, El Esperpento
(sigue el corso)
El engendro (des) investigación/encubrimiento del bombazo AMIA sigue emponzoñando y causando división, ahora al amparo del arrastradismo de algunos políticos. En veinte años, el Palamento jamás se ocupó de esta «vergüenza nacional», tal como la definió Kirchner. Y cuando lo hizo, entre 1996 y 2001, con la llamada Comisión Bicameral de Seguimiento de los atentados, su actuación fue lamentable: en el fallo del juicio oral «de la conexión local AMIA» (el más largo y de bochornoso final de la historia penal …¡del mundo!), en 2004, el TOF3 pidió el procesamiento de su presidente, el asesinado por su esposa y de algunos otros miembros ¡por complicidad! con el prevaricador Juan José Galeano en la extorsión a Carlos Telleldín para que acusara falsamente al comisario Juan José Ribelli y otros policías/delincuentes de La Bonaerense.
El colmo de estos políticos es pretender una ley ad-hoc y retroactiva (más inconstitucional, imposible) para juzgar en ausencia a los iraníes acusados por el fiscal israelí en comisión Alberto Nisman y por el Mossad y la CIA únicos proveedores de «información» del ingeniero Antonio Horacio Stiuso, alías «Jaimito» o Similey», que parece ser el jefe en las sombras de una parte sustantiva de la Secretaria de Inteligencia (ex SIDE) y el que le da letra a Nisman.
Se obcecan en una supuesta pista que ya fue probada falsa en 2003 nada menos que por la justicia británica, que rechazó por su absoluta falta de sustancia el pedido de extradición del ex embajador iraní en Buenos Aires Hadi Soleimanpour y ordenó que la Argentina lo indemnizara por haber provocado su detención preventiva al divino botón.
Es por esto que los sionistas patalean como posesos contra el acuerdo con Irán, porque éste prevé crear un tercero imparcial e idóneo, una «Comisión de la verdad» que revisará las acusaciones contra Irán y pondrá en evidencia su insanable truchez.
Porque, entre otras cosas, es aberrante que Nisman pretenda haber identificado al «instigador remoto del bombazo AMIA» (Irán) cuando dice no tener ni idea de quienes fueron sus perpetradores directos, nide sus cómplices locales, ni de cómo y por qué fue perpetrado.
La existencia de un coche-bomba con conductor suicida que le fue impuesto al encubridor Galeano por los «rescatistas israelíes» que llegaron prontamente al país para hacerse cargo de la zona de la explosión y plantar pistas falsas que Nisman mantuvo es rematadamente falsa. Y en cambio es muy fácil probar que la explosión (o la explosión principal. N. de la R.) fue interior.
Además de quien escrine que esto escribe, lo han demostrado otros investigadores independientes del caso como Jorge Lanata «Cortinas de humo»(Planeta 1995); Juan Salinas «AMIA, el atentado» (Planeta 1997); Gabriel Levinas «La Ley bajo los escombros» (Sudamericana 1998), Christian Sanz y Fernando Paolella «AMIA, la gran mentira oficial»(El Cid Editor 2007) y Juan Gabriel Labaké «Amia-Embajada, ¿verdad o fraude?»(Editorial Reconquista 2012), para citar sólo a los más conocidos.
Es falso también «el motivo» que fabricó Nisman para alegar que los persas habrían bombardeado indiscriminadamente dos veces en 28 meses la capital del único amigo que tenían en la región: la suspensión del envío de un reactor nuclear por parte del presidente Raúl Alfonsín… lo que ocvurrió recién en diciembre de1991 en el puerto de Campana y a ultimísimo momento, cuado el buque ya zarpaba hacia Irán, lo que a mi criterio indica que gue una imposición, un manijazo de los yanquis, acasó a través de Domingo Cavallo.
Aun así, no se suspendió la asistencia nuclear de la Argentina a Irán, sino que, por el contrario, ésta siguió viento en popa hasta el atque a la AMIA. En 1993 Argentina entregó a Irán una partida de uranio 235 al 20% para sus reactor de isótopos medicinales, y había adelantadas tratativas para entrenar científicos nucleares iraníes en Argentina, entre otras cosas.
Todo eso terminó con el bombazo AMIA.Esto se lo explicó a Lanata en su programa de radio Mitre el experto estadounidense Douglas Farah, miembro del think-tank neocon Center of Strategic and International Studies (CSIS), que había escrito un detallado y extenso informe anti-K que La Nación divulgó profusamente, ver: www.youtube.com/watch?v=kXtRM4urEwk.
Ahora se propone crear una «Comisión investigadora parlamentaria», que a diferencia de la malhadada anterior, estaría integrada también por «familiares de víctimas» y «otros miembros de la sociedad civil». Tomen nota: me anoto.