Apareció Victor Martinez / Diálogo con él en marzo
Es de Página, lo firma Laura Vales, me lo manda Mirta Clara. Es bueno, aclaratorio, el texto que va después. Recuerdo muy bien como Zulema Yoma ponía a parir al juez Villafuerte Ruzo. El tiempo demostró que tenía razón. JS
El país|Jueves, 21 de abril de 2011
Al cierre de esta edición, apareció con vida el testigo de la causa por la muerte de un obispo
Encontraron a Martínez en Flores
Víctor Oscar Martínez faltaba de su casa desde el lunes y debía dar testimonio en la causa por la muerte del obispo de San Nicolás Carlos Ponce de León a manos de la represión durante la dictadura.
Por Laura Vales
Víctor Martínez acompañaba al obispo Ponce de León cuando sufrió un accidente simulado. Víctor Oscar Martínez, el testigo en una causa por la muerte del obispo Carlos Ponce de León, que había desaparecido desde el lunes, fue encontrado anoche, al cierre de esta edición, en la zona de Flores, en la Capital Federal. La desaparición del testigo había disparado una alerta para su búsqueda ya que las autoridades nacionales temían que se tratara de un hecho similar al de la desaparición de Julio López, quien era testigo en un juicio en el que estaba acusado el ex jefe de la Policía Bonaerense durante la dictadura militar, Miguel Etchecolatz. Martínez, quien apareció ayer con vida pero, según las primeras informaciones, en estado de shock, era testigo en una causa en la que está acusado un teniente coronel que permanece en libertad pese a estar involucrado en otras causas de violaciones a los derechos humanos. En la comisaría 11ª informaron que lo encontraron «deambulando por la calle».
El testigo tiene 52 años y había salido de su domicilio ubicado en el barrio de Palermo el lunes, a las 14, para ir a una escribanía en el microcentro. Pero, como ayer adelantó Página/12, nunca llegó a su destino.
Ante su ausencia, el Ministerio de Seguridad dispuso que una división especial investigara su situación. El caso quedó a cargo del Juzgado de Instrucción Nº 12, donde ayer fueron a declarar la esposa de Martínez, la última persona que había hablado con él telefónicamente, y también la secretaria del testigo, la última que lo vio. El ministro de Justicia, Julio Alak, recibió a los allegados del testigo y pidió a la población aportar datos que sirvan para la búsqueda al 0800-555-5065. Alak aseguró que la desaparición de Martínez «es altamente preocupante para el gobierno nacional» y dijo que «por expresa orden de la Presidenta están trabajando para localizarlo todas las fuerzas de seguridad».
Anoche, tras la entrevista con el ministro Alak, Gabriela Scopel, abogada de los allegados a Martínez, señaló que los hospitales y las fuerzas de seguridad habían confirmado que no estaba internado ni detenido. «Al principio realmente pensábamos eso, ‘lo robaron, lo golpearon y lo dejaron inconsciente en algún lugar’, pero chequeamos todos los hospitales, después lo hizo el juzgado, y no lo encontramos.»
La Justicia de instrucción porteña había rechazado el recurso de hábeas corpus presentado, pero ordenó investigar la desaparición. El ministerio que dirige Nilda Garré informó las medidas tomadas en ese sentido. La Policía Federal recorrió los hospitales y morgues y quedó encargada de la investigación operativa, en contacto con la fiscalía interviniente. Por otra parte, se chequearon las filmaciones de las cámaras de seguridad de la División Subterráneos, ya que por el recorrido que debía realizar Martínez –según explicó la cartera– podría haber utilizado ese medio de transporte. De la misma manera, los encargados de la pesquisa mandaron a pedir a las compañías telefónicas el registro de las llamadas realizadas desde y a los números particulares y de su oficina durante los tres días previos a la desaparición; también solicitaron las celdas de activación del celular que Martínez dejó en su casa.
El ministro Alak convocó a una rueda. «Convocamos a las personas que puedan aportar información útil a dirigirse a la dependencia policial más cercana, o bien llamar a la línea gratuita del Ministerio de Seguridad de la Nación, que es el 0800-555-5065», pidió. También aclaró que el Gobierno no descartaba ninguna hipótesis sobre la de-saparición del testigo clave en la causa en que se investiga la muerte del obispo de San Nicolás, Carlos Ponce de León, ocurrida durante la última dictadura. «No hay ninguna hipótesis, pero tampoco descartamos ninguna», sostuvo.
Martínez acompañaba al obispo Ponce de León cuando éste fue asesinado en un accidente simulado, el 11 de julio de 1977, mientras viajaba desde San Nicolás hacia Buenos Aires para realizar presentaciones por desaparecidos. Tenía entonces 19 años y estaba haciendo el servicio militar en la Prefectura, donde estuvo secuestrado después del accidente. El principal imputado por la muerte del religioso es el ex teniente coronel Manuel Fernando Saint Amant, que se desempeñaba como jefe de la represión en la zona, y que está en libertad pese a haber sido procesado en varias causas de desaparición forzada de personas. La investigación se topó con continuos obstáculos. Martínez se presentó a declarar en la investigación, pero el juez Carlos Villafuerte Ruzo lo acusó de falso testimonio y lo procesó. Martínez querelló por esto a Villafuerte Ruzo.
«Todo lo que siguió a la reapertura de la causa le generó un estrés postraumático por el que está bajo tratamiento. Viene teniendo muchos dolores corporales, dolores de columna, cada diez días está en cama, pero está muy lúcido. Es un hombre que habla cuatro idiomas y tiene tres títulos universitarios», señaló su amigo Santiago Quirico, al explicar por qué sus allegados no creían que Martínez estuviera perdido.
El ministro Alak detalló que «no estaba incorporado a medidas de asistencia o seguridad porque no hubo pedido al respecto». También mostró su sorpresa por «lo largo que fue el período de instrucción de la causa» sobre la muerte del obispo, e indicó que el juez Villafuerte Ruzo «ya había sido recusado».
Diálogo con Víctor Martínez, registrado a fines del mes pasado
«Traíamos información sobre detenidos»
El diálogo ocurrió durante un acto organizado para homenajear a los desaparecidos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, a fin del mes pasado. Martínez y un puñado de jóvenes se mostraron en el nuevo edificio de Económicas con remeras negras que llevaban la siguiente inscripción: «Juez Federal Villafuerte Ruzo. Destitución y juicio político». En diálogo con Página/12, el testigo aseguró que los archivos que llevaban a Buenos Aires faltaron del coche después del «accidente» automovilístico que le costó la vida al obispo. Al día siguiente, Martínez fue secuestrado. «¿Soy víctima o testigo?», se preguntó y recordó que la Iglesia «nunca reclamó esos documentos. Monseñor Justo Laguna, que hizo desaparecer esa información, se hizo cargo del obispado tras la muerte de Ponce de León».
En 2007, Martínez fue procesado por falso testimonio, después de que la Cámara Federal determinara que había contradicciones entre su testimonio en la Conadep y lo que había declarado en la indagatoria ante Villafuerte Ruzo. «Debe quedar claro que soy víctima, porque estuve secuestrado y fui torturado –sostuvo Martínez–. No voy a dejar de decir que al obispo Ponce de León lo mató el coronel (Manuel Fernando) Saint Amant con todo su grupo de tareas», agregó.
Martínez consideró que la suya era «una pelea en solitario», porque se enfrentaba contra «dos grandes poderes: el aparato militar (católicos apostólicos romanos, muchos de ellos pertenecientes al Opus Dei) y los jueces corruptos (Villafuerte Ruzo y el secretario Cristian Lasalle). En su argumento, apuntó a la Iglesia Católica. «Ellos quieren que diga que lo que conté no fue así, que me equivoqué y me olvidé.» Y también incluyó a Saint Amant, quien, a pesar de «tener 16 pedidos de juicio por asesinatos y torturas», fue querellante en la denuncia por falso testimonio en su contra. Según Martínez, Saint Amant vive cerca de la casa de Villafuerte Ruzo, en San Isidro.
Además de ser secretario privado de Ponce de León, se definió como su hijo político. «El pueblo argentino debe saber que una doctrina de la Iglesia determina que los miembros del Ejército son los soldados de Cristo. ¿Cómo pueden seguir sosteniendo esa doctrina si los mismos soldados de Cristo mataron a un obispo católico?», se preguntó.