ARCHITORTURADORES. El secuestro de Mauricio Macri y el Caso Bayarri

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Me escribe Armando Luchina, un gran tipo que fue agente de policia en la SSF durante los años más duros. Fue también el principal testigo de cargo en el juicio por la Masacre de Fátima, anima la sociedad de fomento de Villa La Higuerita (Lanús) y edita el boletín electrónico Uthopia.
El abogado Pérez Galindo, creo recordar, es un fascista de campeonato.



Estimado Juan:


He leído su nota Los policías amigos de Macri, architorturadores y le copio al pie un correo enviado al CELS que quizás le sirva para aclarar aún más la participación de un ex integrante de los grupos de tareas de S.F. y que ahora aparece como un honesto policía y que encima fue torturado.

E-mail enviado a Carolina Varsky del CELS el 15 de noviembre de 2007:

Acabo de ver y grabar el programa Sin Castigo del periodista Enrique Vazquez en canal 7, el cual estaba dedicado a la condena del ex suboficial Juan Carlos Bayarri de la policía Federal, acusado de ser integrante de la banda de los comisarios, encargada del secuestro del empresario Mauricio Macri., en 1991.

 
Bayarri cuenta que fue interceptado junto con su padre en noviembre de 1991 frente al parque de Villa Domínico por personal policial. Es esposado, encapuchado y trasladado a un lugar clandestino, en lo que años antes fue el Olimpo, que tenía un garage de la superintendencia de investigaciones. Allí, según él, le aplicaron picana y submarino seco, estando vendado y desnudo. Sufrió golpes de puños en el cuerpo y en el oído que le produjeron la rotura del tímpano. Preguntándole por el secuestro del empresario Macri.
 
El 20 de noviembre lo blanquean y es trasladado al departamento de Policía a la División  Defraudaciones y Estafas, donde lo ponen en una celda. Luego de 4 días fue llevado a Tribunales.
 
Los detenidos son acusados de los secuestros de Karina Werthein, Roberto Apstein, Mario Dudoc, y Sergio Meller, ocurridos entre 1978 y 1985. Todos ellos fueron liberados luego del pago de rescates, excepto Dudoc que aún continúa desaparecido.
 
En el 2001, diez años después el juez Canicoba Corral dictó las sentencias contra Bayarri, el comisario José Ahmed, el ex sargento Carlos Benito y un oficial del ejército Ferrer.
 
Según Bayarri, su imputación se debió a denuncias anónimas que lo señalaban como uno de los secuestradores de Macri. Según su abogado defensor lo eligieron porque tenía un conocimiento relativo con alguno de los procesados, en segundo lugar era policía, estaba retirado, tenía una buenas posición económica, por lo cual se lo podía sindicar autor de algún hecho, lo que no sabían era que el dinero era del padre, quien había tenido un acierto en la lotería con lo cual justificaba esa posición.
 
Bayarri dice que le llamó la atención quienes eran los imputados, por que la mayoría no tenía poder económico. La mayoría de ellos no se conocían entre sí. (lo cual es mentira, pues trabajaron juntos y durante años). A algunos los conocía circunstancialmente por la Policía (los conocía circunstancialmente pero sabía perfectamente su posición económica). «Podía comer un asado con uno de ellos que ya falleció. Nada más» dijo refiriéndose a Benito a quien se le  comprobó al igual que Bayarrí, que había sufrido torturas, motivo por el cual ambos fueron absueltos por la Cámara Federal en el 2004 por haberse obtenido la prueba ilegalmente de acuerdo a la teoría del árbol venenoso.
 
Según el abogado defensor de Bayarri, Dr. Carlos Pérez Galindo, el ingeniero Macri nunca se presentó como querellante, ni protesto por ninguna medida de libertad que se adoptó para Bayarri, ni ningún otro damnificado por secuestro lo denunció, ni lo imputó, ni reconoció a Bayarri. «Nosotros hablamos por Bayarri. Los otros sabrán lo que hicieron». El fallo quedó firme.
 
El defensor del comisario González fue más claro, el único que fue absuelto de culpa y cargo fue su defendido. Los demás lo fueron por la teoría del árbol venenoso que hizo caer las pruebas ulteriores a la tortura que habían sufrido.
 
Bayarri pasó así de condenado a acusador y los policías que lo detuvieron presos por tortura.
Sería bueno saber si uno de estos, Alberto Armentano, es el hijo de Guillermo Armentano que en ese entonces era el jefe de la custodia de Menem y que había sido subalterno de los Ahmed y superior de Bayarri, Benito y otros, porque todos eran miembros de la Superintendencia de Seguridad Federal. Lo raro también son las declaraciones del entonces presidente Menem señalando que los secuestradores eran delincuentes comunes, cuando Armentano le tenía que haber dicho que eran policías que junto a él habían conformado los Grupos de Tareas de SF.
 
Bayarri menciona que tenía una foto autografiada del entonces presidente de Chile Salvador Allende, posiblemente porque fue parte de la custodia. Comúnmente el personal que hacía ese tipo de servicios pertenecía a la División Custodias Especiales (en la cual también presté servicios) dependiente de la superintendencia de Seguridad Federal.
 
Seria bueno averiguar qué policías estuvieron custodiando después al general chileno Prats, cuando le pusieron la bomba debajo de su auto, para poder sacar nuevas conclusiones al respecto.
 
El defensor de unos de los policías acusados por Bayarri, señala que este al principio no denuncia nada, sino recién cuando se encuentra en el penal de Caseros. Casualmente hay un procedimiento en el lugar, dónde había otros detenidos por secuestro donde se pasaban unos cables con electricidad para fraguar apremios o simular torturas. Según este abogado, el ardid de Bayarri fue para obtener su libertad, pero ahora hay una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y un dictamen para que el Estado argentino lo indemnice.
 
Cuando el periodista Vazquez le pregunta a Bayarri si la aplicación de electricidad era con picana o cables, éste contesta: «Yo no puedo asegurar si era una picana o eran cables. Lo que puedo asegurar es que recibí descargas de corriente eléctrica. Nunca en mi vida había visto una picana. Había escuchado referencias durante mi trayectoria en la policía cuando hice el curso en la policía. Pero nunca en sí había visto una picana» agregando que después por la experiencia de la gente que estaba presa con él le aseguraron que tenía que haber sido una picana.
 
Muchas explicaciones para demostrar que no conocía la picana, de parte de alguien que integró durante años los grupos de tareas de Seguridad Federal encargados de secuestros, desapariciones y torturas, la mayoría de ellas infligidas con corriente eléctrica, cables o picanas. Pero quizás tenga razón, y dejo ese margen de duda. (Eran tantos los secuestrados y torturados en Seguridad Federal, que no había picanas suficientes, y según los propios dichos del personal de brigadas, se utilizaban simplemente cables conectados a un tomacorrientes, para infligir las torturas)
 
A su vez el ex fiscal General Norberto Quantín pone en duda que Bayarri haya estado detenido en lo que fue el Olimpo. Pues afirma que en el año 91, cuando es detenido el Olimpo estaba custodiado y le parecía difícil que haya sido así. Posiblemente haya sido un acto fallido de Bayarri, pues ese lugar tenía que ser ampliamente conocido por él como por todos los que integraban los GTO, pues eran los encargados de llevar a los detenidos ilegales a esos sitios, y el Olimpo era una de las cárceles clandestinas (cuevas) que dependían de Seguridad Federal.
 
El juez estaba convencido de que Bayarri mentía y por eso en tres oportunidades desestimó las denuncias sobre las torturas sufridas.
 
Al cierre de la nota Bayarri, se da el lujo de dar su opinión sobre los malos policías y las reformas sobre la institución policial y la justicia, remarcando que  «es necesario sacar ciertos elementos de la policía Federal». Realmente vomitivo que un genocida le diera una clase magistral de moral institucional y republicana a la sociedad.
 
Vazquez concluyó preguntándose: ¿si Bayarri y los demás detenidos no fueron los secuestradores de Macri, quiénes fueron entonces los verdaderos secuestradores?
 
Los abogados de los acusados por su parte, diciendo que había que investigar a los investigadores de una causa que nunca quiso ser investigada por nadie, en la cual faltan cuatro millones de pesos que nadie sabe donde están y en la que los policias investigadores se reunían con los acusados, que estaban prófugos, en una quinta de la provincia de Bs. As. para charlar sobre el asunto. Para terminar preguntándose: ¿Si alguien abriera la caja de Pandora de esta causa, qué habría detrás, qué otros culpables hay que todavía no han aparecido?.
 
Quizás si se tratara de ver las similitudes con los secuestros sufridos por Sivak, tanto el primero como el segundo, y especialmente quienes fueron los policias y militares que intervinieron en los mismos, se tendría alguna de las respuestas a ese interrogante. Más que desconocimiento estoy convencido que no se quiere obtener esas respuestas.
 
En definitiva: Bayarri miente descaradamente en gran parte del reportaje, donde aparece como un honesto policia, dice desconocer a quienes junto a él participaron en actos de genocidio, nunca menciona que perteneciera a Seguridad Federal, donde revistaba el resto de los involucrados en los secuestros. Como decía una de las fiscales intervinientes que a ella no le importaba si Bayarri secuestró o no a Macri, lo verdaderamente importante era que no se podía permitir que el Estado obtuviera las confecciones a través de la tortura y con lo cual debemos acordar. Pero también se debe dejar en claro que este personaje que solicita una reparación a través de la Comisión Interamericana, por las supuestas torturas que le fueron infligidas, fue un genocida que no sólo detuvo ilegalmente a personas, sino participó o fue complice de sus torturas y de la desaparición de las mismas.
 
Nota: Karina Werthein una de las personas secuestradas, que fuera violada durante su cautiverio, era sobrina de uno de los gerentes del Laboratorio G & M (Golosinas y Medicamentos, Parke Davis-Adams) donde yo prestaba servicios adicionales de custodia y fui nombrado como «personal de confianza de la empresa». Allí me encontré que los jefes de ese servicio habían formado junto a algunos directivos de la empresa una agencia de seguridad propia, pero que además prestaba servicios de custodia a otras empresas (Speed Center), estos jefes policiales pertenecían a los sectores operativos de la Superintendencia de Seguridad Federal, entre ellos unos de los jefes de los GTO Moreno (creo que era García Moreno) y un comodoro retirado que en este momento no recuerdo el apellido. Al igual que al jefe de la custodia de Menem, Armentano, se les pasó informar que los secuestradores que integraban la «banda de los comisarios» eran no sólo conocidos de ellos, sino que habían sido sus propios subalternos en los grupos de tareas de SF.
 
Yo había guardado una agenda de uno de los gerentes de Parke Davis (la secretaria se deshacía los fines de años de la agenda, confeccionando una nueva, arrojándola a la basura) allí se podría constatar la relación de estos jefes policiales con la empresa. Esa agenda la entregué al periodista Daniel Otero, que había formado parte de Poder Ciudadano, junto a libros pertenecientes a personas secuestradas, lista del personal policial que había prestado servicios en la Facultad de Psicología, libro sobre la Triple A y otro sobre el secuestro de Sivak, escrito por el periodista Juvenal, para que fueran utilizados en la investigación que llevaba adelante el programa Punto Doc. De la productora Cuatro Cabezas. Nunca me devolvió nada.

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