No sólo en Argentina el poder judicial es asqueante. La justicia de Inglaterra, la raposa, la pérfida Albión, se ha doblegado a las exigencias de Estados Unidos y concedido la extradición de Julian Assange. Comparto sentimientos con Santiago O’Donnell, jefe de noticias internacionales de Página 12 y el periodista argentino que más ha hecho por su libertad. Mientras Assange siga preso –y muchísimo más si efectivamente es extraditado– no hay absolutamente ninguna garantía para el desempeño del oficio de periodista. Assange no ha hecho más que revelar horrendos crímenes de Estado, como los perpetrados por las fuerzas que invadieron Irak esgrimiendo el infantil pretexto de la supuesta existencia de armas de destrucción masiva. La quintaesencia del buen periodismo. Que sigue siendo, como decía Walsh, un oficio violento y que atrae todo tipo de represalias si se lo practica con rigor y buena fe.
“Que paradoja que el Día Internacional de los Derechos Humanos se cometa tremendo atentado a los derechos humanos de un periodista, por el pecado de haber dicho la verdad”, dijo el ex presidente de Ecuador, Rafael Correa. Entrevistado por Rusia Today Correa consideró que si Assange hubiera revelado secretos de China, de Rusia o de los gobiernos de izquierda latinoamericanos “estaría siendo aplaudido por toda la gran prensa internacional, homenajeado en los congresos de Estados Unidos y en el Parlamento del Reino Unido”. Pero como sacó a la luz documentos de un “país hegemónico (…) es un criminal”. Correa recordó que su sucesor, Lenin Moreno, entregó a Assange a cambio de ayuda financiera de los Estados Unidos.
La campaña por la libertad de Assange debe no sólo mantenerse sino recrudecer. De su suerte depende no sólo la de nuestro oficio, sino la libertad de expresión de todos. Después de la nota de Santiago O’Donnell, pueden suscribirse a la campaña internacional.
Julian Assange: indignante y doloroso

. Imagen: AFP
El fallo de la Cámara de Apelaciones británica que ordena la extradición de Assange a Estados Unidos es indignante y doloroso. Más allá de sus argumentos, que poco importan a esta altura del partido.
Indignante porque va en contra de pronunciamientos de prácticamente todos los organismos de derechos humanos del mundo, incluyendo los de Naciones Unidas, en contra de las demandas de sindicatos y asociaciones de periodistas en cinco continentes, de defensores de la libertad de expresión, de políticos e intelectuales democráticos de todo el arco político.
Assange está privado de su libertad desde hace casi una década por haber publicado en su sitio de filtraciones, WikiLeaks, información secreta y comprometedora de las fuerzas armadas y del Departamento de Estado estadounidense, incluyendo evidencias de crímenes de guerra y mentiras diplomáticas de la superpotencia de Occidente.
El fallo a favor de su extradición, que revierte la orden de no extraditar dictada en primera instancia, prolonga su calvario. No significa que sea enviado a Estados Unidos en lo inmediato y cuesta creer que ese sea el deseo de la administración demócrata de Joe Biden. En Estados Unidos Assange enfrentaría un juicio en el que la fiscalía debería demostrar que no solo robó información en vez de recibirla y publicarla, sino que lo hizo sin la complicidad de los grandes medios que lo acompañaron en la publicación simultánea de sus revelaciones, como el mismísimo y venerado New York Times. O sea, un papelón público para un país que se vanagloria de su Primera Enmienda constitucional que en teoría garantiza la libertad de expresión.
Pero a Assange tampoco le conviene someterse a semejante circo en el norte de Virginia, cuna de la CIA y el FBI, en un país donde legisladores y funcionarios han declarado públicamente que merece la pena de muerte o directamente ser asesinado por lo que publicó. El fallo de la cámara británica será apelado e irá a la Corte Suprema y de ahí muy probablemente a la Corte Europea de Derechos Humanos con sede en Estrasburgo. Pasarán los meses y tal vez los años, cambiarán los gobernantes y las circunstancias políticas y Assange seguirá pudriéndose en su calabozo de máxima seguridad, sometido a los juegos psicológicos del Pentágono con la aparente colaboración del sistema judicial británico, que te extradito, no te extradito, sí te extradito, hasta morir o volverse loco. Ese parece ser el futuro que le espera, a menos que el mundo reaccione y obligue a sus carceleros a hacer lo correcto.
Además de indignante el fallo es doloroso porque detrás de esta historia está la persona. Un ser humano con aciertos y errores, que tiene una linda familia y un grupo de amigos incondicionales. Un hombre curioso e interesado en lo que pasa en el mundo, que siguió con interés y solidaridad el proceso latinoamericano antineoliberal de principios de siglo y que fue generoso con su tiempo y disposición con muchos políticos, intelectuales, activistas y periodistas, incluyendo a quien esto escribe. Doloroso para millones de personas en todo el mundo que admiran su trabajo y temen que su suerte está atada al futuro de la democracia y la verdadera libertad de expresión, esa que permite revelar verdades incómodas. Un fallo doloroso porque en su valentía para enfrentar las peores adversidades sin claudicar un centímetro en sus valores e ideales, Julian Assange supo hacerse querer.
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Estimados/as compañeros/as,
Les pedimos todo apoyo para recoger firmas de organizaciones y figuras públicas a esta declaración en contra de la extradición de Julian Assange y en defensa de su libertad. Envíe las informaciones (nombre y país) para secretaria@
El texto de la declaración:
Desde la Asamblea Internacional de los Pueblos rechazamos rotundamente la decisión del Tribunal de Apelación de Londres de habilitar la extradición del periodista Julián Assange a los Estados Unidos.
El fallo es un atentado contra la libertad de prensa, el derecho a la información y los derechos humanos básicos y marca un precedente preocupante. Sabemos que la extradición de Assange es una consecuencia directa de su trabajo clave de revelar los crímenes del imperialismo estadounidense y sus aliados en lugares como Afganistán, Iraq y Libia. Assange es un preso político del imperialismo de los EE.UU. y sin el trabajo de él y de su organización, Wikileaks, sabríamos mucho menos sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por Estados Unidos.
De ser extraditado, Assange tendrá que ir a juicio por 18 cargos que podría implicar una pena de hasta 175 años de cárcel.
En este sentido, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, alzamos nuestras voces para exigir: ¡No a la extradición!
¡Libertad inmediata para Julián Assange!
Basta ya ocultar la verdad sobre los crímenes del imperialismo estadounidense y sus aliados.
#FreeAssange #FreeAssangeNOW
El rojo nunca es inocente -dice John Berger- salvo el rojo de la niñez… y no creo que este último sea tu caso Pájaro: por eso me gusta que ése sea tu color. Qué alivio es saber acompañado a Assange por personas como vos. Te agradezco mucho la nota. Andaré rondando esta esquina que llamás blog. Un abrazo, compañero.
Clara ¿sos pariente de mi amiga Patricia, con la que confraternicé en el exilio barcelonés? Agradezco profundamente tu comentario.