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BOLIVIA. Nacho Levy explota contra los «ecuánimes» que ponen en el mismo plano a Evo y los golpistas asesinos

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«… por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca». Apocalipsis 3:15-19

Nacho Levy es, además del rostro de La (Garganta) Poderosa, el dueño de una chispeante prosa poética. Es uno de los miembros del contingente de argentinos vinculados a organismos de Derechos Humanos que fue a Bolivia a verificar las graves violaciones, los crímenes de lesa humanidad que está cometiendo la dictadura entronizada por filonazis cruceños y militares y policías traidores impulsados por los Estados Unidos con la ayuda de aliados como Gerardo Morales. Cuyos integrantes fueron sometidos a innúmeras presiones (como denunció con mucha claridad Juan Grabois: ver video). Aqui, con ironía que por momentos se convierte en amargo sarcasmo, Levy sale al cruce de la legión de bienpensantes «compañeros» que presumen de ecuánimes que se han lanzado a criticar publicamente a Evo Morales y sus colaboradores, retaceándole su apoyo en momentos en que arrecia una represión y proscripciones que recuerdan vividamente a las sufridas por el peronismo luego del aciago septiembre de 1955.

El contingente argentino ha recabado en La Paz muchas denuncias de ciudadanos/as bolivianos/as cuyos derechos han sido conculados, sus hijos/as asesinados/as, etc.

Detrás de esta crónica incluyo la primera que envió Levy, que en su cuenta de Facebook incluye el video de una breve entrevista a Andrónico Rodríguez, el joven sucesor de Evo Morales como líder de los cocaleros del Trópico y, según muchos, si es que no lo proscriben, quien será candidato del MAS en las próximas elecciones.

Finalizo este post con la tácita respuesta a la antropóloga Rita Segato que ya hace algunos días publicó el psicoanalista Jorge Alemán, en el entendimiento que va en la misma dirección que Levy.

Desde Bolivia hasta la OEA del centro

Tranquilos, tranquilos que ahora nos pusimos en modo súper moderado para evaluar parsimoniosamente un Golpe de Estado, sin ideologías, ni absurdas utopías, ni recortes parciales, ni esa subjetividad típica de los mortales. Nada de todo eso, muerte a cualquier exceso y que viva la neutralidad, que para eso tenemos dos ojos, ¡balanceando la realidad! Sigilosamente, inhalando y exhalando el medio ambiente dictatorial, vamos enfocando la visual en los errores de ambos lados, porque los pobres lectores de las redes que vendrían a ser ustedes son tan pero tan manipulables por unos y por otros, que sólo verían dos bandos, si no fuera por nosotros, los guardianes de la gente y los buenos modales.

Los totalmente normales.

Como aquí no hacemos lecturas binarias, no estamos con las dictaduras, ni con las bibliotecarias, porque también cometen errores. Y matar no está bien, pero tampoco perder señaladores. Ni fachos, ni Hombres Nuevos, ni Camachos, ni Evos, los detractores de cualquier militancia siempre tomamos distancia y reivindicamos esa alternancia, de frente a los atropellos que no naturalizamos jamás: el indio ya tuvo su turno y ahora que vuelvan ellos, 500 años más. Ya renunció a su investidura, pero no alcanza. Y ya renunció a su candidatura, pero todavía tiene panza. Pues aquí no podrá distraernos el amor, ni el proceso alfabetizador de la dignidad boliviana, ni el primer reconocimiento formal a la plurinacionalidad latinoamericana, ni La Paz libre de represión, ni nuestra cosmovisión en disputa, ni los 25.000 kilómetros de ruta, ni la estabilidad monetaria, ni la desigualdad originaria, ni sus errores más deslumbrantes, ni sus aciertos espeluznantes, ni la creación de nuevos laburos, ni la recuperación de los hidrocarburos, ni el máximo escalafón de los alteños, ni la redistribución de los sueños, ni el teleférico de la integración, ni el mayor desarrollo económico de la región, ¡porque olió muy feo ese conteo que se suspendió en las votaciones y porque ganó, pero pifió al presentarse otra vez para las elecciones! Ahora, no por ser indígenas vamos a privarlos de nuestras lecciones.

Como aquí no hacemos lecturas binarias, respetamos todas sus culturas, pero también las contraculturas arias, porque así achicamos la brecha. Y los Nobles ya estamos grandes para seguir culpando a la derecha. No vamos a negar que derramaron sangre sobre los mares de litio, ni que volvieron a olvidarse una biblia en el mismo sitio, ni que derrocaron a un presidente, ni que lo están proscribiendo muy elegantemente, que siguen gobernando quienes nadie jamás ha elegido, ni que Álvaro también está prohibido, ni que hubo 1511 personas detenidas por una jauría de odio racial, ni que auspician todavía la cacería paraestatal, ni que hirieron gravemente a 870 manifestantes, ni que asesinaron a 33 laburantes, ni que bloquearon la Defensoría, ni que denuncian tratos crueles en todas las comisarías, ni que forzaron un consenso a punta de miedo, ni que eligen los gobernantes a dedo, ni que sangran por los privilegios perdidos, ni que siguen sin liberar a los detenidos, ni que volvieron a volver de nuevo, ni que jamás levantaron la pala, ni que primero fueron por Evo y después por la wiphala, ni que acallaron a los periodistas, ni que compraron a todos los oportunistas, ni que la Pacha sigue siendo atea, ni que la facha será siempre la OEA, ni que instalaron el concepto de las «hordas masistas», ¡para resguardar a la sociedad! Ahora, no por ser fascistas, vamos a negarles una oportunidad.

Guarda con el cinismo, sí, pero guarda también con el periodismo, porque no somos mudos, ni escudos, ni taradas, ni perejiles, ni miradas infantiles. Cuidado con el binarismo, sí, ¡pero más cuidado con el trinarismo! Porque claro que no existen solamente masistas y racistas, en este reino del revés, donde nunca hay dos sin tres. ¡Pero alguien tiene que cerrar las inscripciones! Pues no hay 3, sin 40 millones. Y mal que les pese a los que nunca nada les parece, no sólo existen dos polos enfrentados y un árbitro que los cuestiona por igual para salir bien parado. Por suerte coexisten infinitos matices, en Bolivia y en todos los demás países, que no son fundamentalistas, ni detractores, ni centralistas con todos sus honores, porque los procesos populares saben guardar lugares para la crítica necesaria, pero quizá no sea una idea extraordinaria contarnos las costillas, mientras levantan cuerpos en carretillas. No somos «últramoralistas». Y mucho menos camachistas, ni un poco. Pero no estamos en el medio tampoco, aunque su juego pierda la gracia, porque nunca dan lo mismo de nuestro lado, la democracia y el terrorismo de Estado. Y como justamente no es tiempo de fragmentar, ni de chicanear, hoy preferimos buscar puntos de encuentro, como por ejemplo considerar las «Coreas del centro». Pues así discutiremos un día «qué tan al centro» está la empatía y de ser «justito justito justito, en ese puntito central», entonces sabremos a qué llaman «periodismo neutral». Y ya sin más, hablaremos con Dios y el Diablo, para que ninguno se porte mal, porque acá los castigaremos una y mil veces, como a esos irracionales que deciden seguirlos tan impúdicamente...

Cuando necesitemos jueces morales, vamos a elegirlos democráticamente.

…………….

«Despertémonos, por favor»

Todavía no pude dormir, ya no quiero, ya no puedo, ya no sé. Cargué la mochila y me vine para Bolivia, pero nunca llegué. Imaginaba cómo sería mostrar una cacería, narrar los crímenes de lesa humanidad, cómo nombrarlos, como informarlos, nunca imaginé cómo sería respirarlos. Veo imágenes que sólo conocía en blanco y negro, mientras me tapo los oídos para volver a escuchar a nuestros desaparecidos, exigiendo memoria, verdad, justicia. Todo se volvió terror, nada se vuelve noticia. Pura oscuridad, hasta que cierro los ojos por piedad. Y las vuelvo a ver viniendo, urgente, un remolino humano fosforescente corriendo desesperadamente hacia mí, cuando yo sabía perfectamente que toda esa gente no sabía quién era, ni cómo había llegado hasta ahí, ni cómo carajo aparecí en ese cabildo abierto de bolivianas y bolivianos que hacían vigilia esperando a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para contar la masacre de Senkata, todavía las escucho, todavía me mata.

¡Por favor, ayudanos!
¡Por favor, no nos dejen solas!
¡Por favor, prometenos que vamos a salir!

No era una chola, eran diez, ahora quince, ahora treinta, ahora miles y miles que no me dejan dormir. No sabían quién era, pero no me dejaban ir. Lloraban, lloran, temblaban, tiemblan. Y yo me quiero morir. No puedo parar de llorar, mientras intento no parar de escribir. A los empujones, protegido por un ovillo de mujeres, me hicieron llegar al altar de la capilla, donde la CIDH comenzaba a escuchar, todas esas palabras que nunca más en la vida me voy a olvidar. «Que mataron a mi marido, ¡le tiraron al corazón por estar arrastrando a un herido!». Me pedían que grabara, pero había mucha gente, y entonces me acarreaban por arriba. «¡Yo soy una muerta viva!», gritó una mujer, cubriéndose con su pañuelo para que no la pudieran ver, hasta que llegó adelante y se dio a conocer. «Soy la testigo que sobrevivió a la masacre, porque sí, claro que me quedé ahí cuando vi venir a los tanques, porque jamás me imaginé que nos venían a matar, que sin más comenzarían a disparar. Y yo lo vi todo, yo vi cómo los mataron y, cuando me di vuelta, pude ver también una niñita muy pequeñita con un disparo en la cara, pero se la llevaron y ya no supimos nada, no la volvimos a ver. Yo me quedé juntando los casquillos, para que nos tengan que creer».

Llorábamos todos, como vuelvo a llorar ahora en cada renglón:
vació una bolsa de vainas, en las narices de la Comisión.

Surcando esa marea del terror, las lágrimas y el dolor, intenté regresar a la calle como fuera, porque las compañeras me pedían que saliera, para charlar con Andrónico, un referente joven del Chapare, un líder cocalero formado para la sucesión, que hoy sigue llamando a la movilización y que también estaba presente, a pesar de la persecución vigente. Era imposible llegar hasta el portón donde un malón procuraba resguardarlo, pero me pedían por favor que intentara entrevistarlo. A los empujones nos terminaron metiendo en un auto que nos esperaba al final del alud, entre los gritos de la multitud que desbordaba la capilla. Y de pronto una mujer metió la cabeza por la ventanilla. Era la mujer del pañuelo, ahora llorando sin consuelo, con el estómago lleno de impotencia y la prepotencia propia de la dignidad, cuando la vida vale menos que la verdad: «Por favor, Andrónico, ¡no te dejes matar!», «que por favoooor, Andrónico, ¡tienes que cambiar de auto, que ya te están siguiendo, ¡que vinieron a buscarte!», «que por favor, Andrónico, cómo te lo digo, ¡que van a matarte!». Salimos arando con el pecho cerrado de frío, con 2 arriba suyo y 2 arriba mío, haciendo esa entrevista que ahí pueden escuchar, pero a las 7 cuadras me tuve que bajar, porque efectivamente debían cambiar de coche, porque efectivamente lo quieren matar. «Gracias, nos vamos a volver a encontrar».

Otro día, cuando quieran, hablamos del Evo y todos los errores que pudo cometer.
Otro día, cuando quieran, hablamos de las elecciones que vienen a prometer.
Otro día, cuando quieran, hablamos de balances y soñamos un porvenir.

Pero ahora, no podemos,
ya no podemos dormir.

…………….

Bolivia y la “deconstrucción”

 

  • Crítica a las reflexiones de intelectuales como la antropóloga feminista Rita Segato sobre la situación que atraviesa Bolivia y el papel de Evo Morales
  • «Más allá de la pobrísima idea acerca de la función de la repetición en la historia insinuada en esta posición, ¿desde qué lugar de enunciación se pretende hablar?«

JORGE ALEMÁN /IdeasAmérica

En este momento horrible de Bolivia surgen voces que desde distintos lugares reclaman abrir un «espacio crítico» con respecto a Evo y lo que ha sido hasta aquí su proyecto político, este supuesto espacio critico se condensa en los siguientes mantras: «Pensar sus errores para no repetirlos «,»no ser binarios», “no estar atrapados en un mundo bipolar”, etc. Si traducimos estos mantras desde la coyuntura siniestra en la que se encuentra Bolivia, los podríamos traducir del siguiente modo, en el momento en que el verdugo levanta el hacha invitan a la víctima a «deconstruirse» y les proponen a los seguidores de Evo que reflexionen sobre todos los errores cometidos. Más allá de la pobrísima idea acerca de la función de la repetición en la historia insinuada en esta posición, ¿desde qué lugar de enunciación se pretende hablar?, ¿quiénes son aquellos que por su valiente «lucidez crítica» tienen el privilegio de situarse por fuera del antagonismo para no ser «binarios»? ¿A qué lugar remite este uso masivo e indolente del término binario cuando somos los contemporáneos de una masacre? ¿Es endiosar a Evo no señalar ahora, justamente ahora, todos los errores de su proyecto?

Es evidente que con el mantra de lo “binario” se pretende borrar y sustituir el momento crucial del antagonismo. ¿Aquellos que apoyamos sin ambivalencias el proyecto de Evo y condenamos sin más al golpe de estado, estábamos tan alienados a ese binarismo sustantivo que nos impedía captar en su verdadera dimensión los errores cometidos? O ahora resulta que para no ser binarios hay quienes pueden situarse en una alteridad irreductible e intocable, más allá de la coyuntura trágica que nos protege y nos promete un futuro sin errores.

L@s intelectuales critic@s que nos quieren deconstruir en nuestro apoyo incondicional demuestran cómo, un supuesto ejercicio crítico, a veces es nada más que ofender a una causa, esa causa frágil, errática, poblada de errores, pero con enemigos muy crueles y peligrosos como para pretender quedar por fuera del mentado «binarismo», sustrayéndose a aquello que mata de verdad. ¿Quienes son los que están cieg@s en esta coyuntura?, ¿a cuántos muertos, los que quieren deconstruir el binarismo van a solicitarle el gesto autocrítico?

Finalizo con unas conclusiones a propósito de Bolivia:

1. Rosa de Luxemburgo supo señalar hace mucho tiempo atrás que el «secreto de la Acumulación Primitiva», su momento mítico continuaba actualmente en los países desarrollados, cuando se apropian de las materias primas de las colonias. También en el capitalismo contemporáneo sigue jugando su partida la acumulación primitiva cuando destruye una y otra vez las soberanías populares de los países excéntricos.

2. Por último para quienes están fascinad@s con el mantra de lo binario que sin duda tiene su momento privilegiado en la obra de Derrida: la deconstrucción de las redes binarias de oposición que según este autor constituyen a la historia de la metafísica occidental en su dominación desplegada, deberían recordar unos de sus últimos grandes textos: Espectros de Marx. En esa obra supo apreciar que la deconstrucción de las oposiciones binarias que sostenían al occidente logo céntrico y falo céntrico no encontraban límite alguno, y se dispersaban en el confort posmoderno. Si escribió Espectros de Marx fue precisamente para separar la condición ética de su deconstrucción del “relativismo rortyano” que la había constituido en un nuevo tipo de liberalismo, liberalismo que se muestra en acto cuando en el medio de esta orgía sangrienta que ahora transcurre en Bolivia se exigen autocríticas referidas a la lógica binaria.

3. Por ello es pertinente afirmar que en el último Derrida, la justicia y el deseo de emancipación no son deconstruibles, son apuestas éticas sin garantías. Por esto y otras cuestiones también muy relevantes hay momentos históricos donde la lógica de la «elección forzada» (Lacan) se impone sin atenuantes, aún sabiendo la inevitable pérdida que la misma conlleva.


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Un comentario

  1. La » ecuanimidad » argenta :
    Los literatos de medio pelo, como el turquito Asís, un cobarde que en lugar de hablar de la Corrupción M , habla de » Ángel exterminador » , inútiles, domador de reposeras, conflicto de intereses y demás gambetas discursivas para evitar la condena que este gobierno Catastrófico y Criminal merece.
    «… por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca». Apocalipsis 3:15-19.
    Funcionario menemista.
    Candidato de Sobisch.

    SÍ, YO TE VOMITO.

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