Bombazo en Bulgaria y acusaciones a Hezbollah. Todo un modus operandi

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Bulgaria/AMIA/Embajada:
Iguales mentiras, iguales imposiciones

Por José Petrosino

Siete meses de todo tipo de presiones sobre el gobierno de centroderecha y proimperialista de Bulgaria dieron sus frutos cuando su ministro del Interior anunció haber encontrado «vínculos» de dos de los presuntos terroristas que habrían atentado el último 18 de julio (oh qué casualidad, el día del 18º aniversario del ataque a la AMIA) en el aeropuerto de la ciudad balnearia de Burgas, matando a 5 turistas israelíes, al chofer búlgaro (musulmán) y un séptimo extraño personaje no identificado todavía que habría puesto los explosivos en el equipaje del ómnibus y habría resultado muerto por error propio o deliberadamente sacrificado por los terroristas.

Según la policía búlgara los dos búlgaros detenidos poseen pasaportes de Canadá y Australia pero tienen residencia en el Líbano. Como también han informado en el mismo acto que tratarán de confirmar este dato con las autoridades libanesas, queda claro que se apresuraron en señalar a Hezbollah por presiones de Israel y Estados Unidos, muy interesados en que la Unión Europea declare al partido libanés «organización terrorista».

Tan pronto la policía búlgara mencionó a Hezbollah, el canciller fascista de Israel, Avigdor Lieberman, y la todavía secretaría de Estado yanqui, Hillary Clinton, viajaron exprsamente a Bélgica a fin de presionar al Consejo de Europa con ese objetivo.

Casualmente, como en nuestras AMIA/Embajada, instantáneamente Israel y USA «supieron» con certeza que la autoría del ataque era de Hezbollah/Irán. Pero en siste meses las únicas «pruebas» que aparecieron fueron débiles y difusos «indicios», plantados, anunciados ayer.

Es decir instantáneamente israelíes y yankis «descartaron»(¡tienen la bola de cristal!), que ningún otro grupo, de los muchos enemigos que tiene Israel: palestinos, Al Qaida, etc. había `participado del ataque.

Como le dijo Warren Cristopher, Secretario de Estado del Billy Clinton, a Rucucu Ruckauf, a la sazón ministro del Interior a cargo de la Policía Federal encargada de la investigación del ataque a la AMIA, aquella misma tarde (Ruckauf estaba en los EE.UU.): «Fueron Irán y /Hezbollah. Nada de «pueden haber sido». Fueron.

Lo mismo pasó ahora en Bulgaria: La orden es clara: el culpable ya está. Solo resta buscar «las pruebas». Lástima que sea tan difícil encontrarlas.

Hay que ser muy tonto para tragarse que Hezbolla puede complicarse la vida para asesinar a cinco turistas israelíes en un país de la Unión Europea en las circunstancias ya descritas. Y rematadamente imbécil para creer que haya enviado a «terroristas» que habrían entrado y salido de Bulgaria con pasaportes auténticos de Canadá y Australia y que se habrían movido dentro de Bulgaria con carnets de conducir falsos de Detroit, USA.

Del «terrorista» que murió en la explosión (según la policía búlgara, por error) lo único que han podido determinar hasta ahora es que era un «caucásico» de ojos azules, no un árabe.

Hezbollah nunca jamás ha reivindicado un ataque fuera de Medio Oriente. El ataque en Bulgaria guarda ciertos parecidos con el que el Mossad perpetró en un hotel de Dubai, dónde asesino al jefe militar de Hamas, Mahmoud al-Mabmoud, en febrero de 2010.

Además carece de lógica que Hezbollah atacara un 18 de julio, día en que se cumplieron los 18 años del ataque a la AMIA, en momentos en que -como ahora sabemos- Irán negociaba un trabajoso acuerdo con Argentina.

La intempestiva y paupérrimamente fundada acusación a Hezbollah de los búlgaros parece directamnente relacionada por el anuncio del acuerdo de Argentina e Irán para constituir una Comisión de la Verdad que revise las acusaciones levantadas contra altos funcionarios iraníes por el atentado a la AMIA, la cual rápida y fácilmente concluirá que son infundadas, lon que dejará como principal sospechoso a su enemigo, Israel, instantáneo levantador de acusaciones falsas.

[*] False flags o «de falsa bandera»: se denominan así a operativos de servicios de inteligencia armados para achacárselos a otros. Toma su nombre de la guerra naval de siglos pasados cuando los barcos «alzaban falsa bandera» para confundir a los enemigos.


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