Caso AMIA. «Los que nosotros considerábamos terroristas hoy están considerados freedom fighters»
Foto 1: La milicia de Hezbolá desfilando. ¿Le habrán hecho un monumento en Buenos Aires y no nos enteramos?
Foto 2: Galeano ahora se hace el buenito, pero cuando lo descubrieron con las manos en la masa quemó todas las evidencias que lo comprometían.
El lunes, el ex juez Juan José Galeano fue entrevistado por Alejandro Fantino y Luis Novaresio en “Animales sueltos”, el programa de América TV que conduce Fantino. Galeano nunca estuvo a la altura de las circunstancias. Jamás debió ser juez federal… pero no fue, para nada, el único caso de inepcia en esa función clave, y lo cierto es que hubo unos cuantos más malvados y corruptos que él. No vi el programa el lunes, y como algunos lectores de Pájaro Rojo me reprocharon que no lo comentara, me tomé el trabajo de verlo ayer por internet. ¿Conclusión? Galeano fue casi siempre muy previsible, pero aún así dijo alguna cosa sorprendente (como que los que hace veinte años el consideraba terroristas hoy son considerados luchadores por la libertad) y mostró las cartas con las que piensa defenderse a partir del próximo 7 de agosto, cuando sea sometido a juicio por haber encubierto a los asesinos de la AMIA al desviar las investigaciones a una vía muerta.
Previsiblemente Galeano reafirmó la averiadísima hipótesis de la responsabilidad iraní en el ataque a la mutual judía y la ejecución por parte de un suicida perteneciente al Hezbolá libanés. Dijo al respecto que Nisman no se había apartado un milímetro de esta línea, pero que lo había hecho peor. Y difundió un mensaje de resignación: los iraníes son los culpables, dijo, pero jamás serán juzgados.
“La idea (del atentado) provino de Irán y de Hezbolá y sin lugar a dudas ocurrió por la corrupción pública que tenemos en la Argentina que lamentablemente el doctor Nisman dejo de investigar”, dijo.
(Cuando se le pidió que hablara de esas bolsas de corrupción, Galeano apuntó contra la Policía Bonaerense, obviando que la primera con la que se había topado era la de la fabricación en serie de “automóviles mellizos” por parte de Alejandro Monjo en sociedad con la Policía Federal).
“Muy poco se hizo en la causa AMIA desde que yo me fui”, agregó. “Se siguió mi línea de investigación, pero no se profundizó en algunas pistas. Yo creo que se sabe la verdad. Cómo fue, quiénes fueron, por qué fue. Lo que es difícil de procesar es que los responsables no puedan ser juzgados”, dijo el ex juez, con gesto compungido e invitando a la resignación., tal como hizo en 1995 el senador Eduardo Menem al decir que “siempre hay cosas que quedarán en el misterio de la vida».
Muestra cabal del desánimo que embarga a quienes están empeñados en sostener la mentira de La Historia Oficial (en sus dos versiones, la de Galeano y la de Nisman, que gracias al TOF3 pudo mantere contra toda evidencia el timo de la supuesta Trafic-bomba y su chofer kamikaze) se dolió sorprendentemente de que “lo que nosotros entonces considerábamos que eran terroristas, hoy están considerados como freedom fighters, luchadores por la libertad”.
Interpreto que debió referirse tácitamente a Hezbolá.
Respecto a la principal acusación que pesa sobre él, la de haber negociado con Telleldín el pago de un soborno de más de 400 mil dólares para que acusara falsamente a un grupo de policías bonaerenses a los que mintió haberles traspasado la camioneta que supuestamente luego se habría utilizado como vehículo-bomba, negociación que el mismo ordenó filmar con las cámaras que había puesto en su despacho la SIDE (video que aparecería en manos del principal acusado por Telleldín, el comisario Juan José Ribelli, y sería emitido por TV en el programa “Día D” de Jorge Lanata), Galeano dijo:
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“Yo no decidí que se iba a pagar a Telledín. Yo decidí grabarme a mí mismo porque no me gustaba la situación en sí, de pagarle a Telleldín. Esa grabación es mi defensa. Guardé la filmación en mi caja fuerte, pero me la sustrae un empleado del juzgado, un empleado plantado por la Policía Federal que trabajó un año y medio con nosotros”, y a continuación sacó y mostró el legajo de Lifschitz de agente secreto de la Federal. Dijo que su nombre en él era “Claudio Lafuente” y recordó que a la vez Lifschitz “era socio de Raúl Martins que trabajaba para Stiuso” de quien luego se distanció.
Galeano trató en todo momento de reconciliarse, de ganarse el favor de la oposición. Así, aunque no pudo hablar bien de un Nisman que no dudó no sólo en dejarlo caer a él sino también a sus compañeros, los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, se esforzó en manifestar que no creía que se hubiera suicidado.
“Nisman era primero él segundo él, tercero él, cuarto él y quinto él. Se quería mucho él”, dijo, tratando de refrenar su resentimiento. Y después agregó: “No me resulta verosímil que se haya suicidado, él quería la vida, él se quería mucho a él. Estaba haciendo un curso del arte de vivir…”.
Y como le insistieron para que hablara sobre el occiso, dijo, masticando las palabras: “Hay un doctor Nisman en el ’97, hay uno en el 2004, otro en 2014 y otro fallecido en 2015. En 1997 avanza con nosotros en la investigación preparando el juicio oral, pero en el 2004 no apeló cuando la causa fue declarada nula. Entonces me lo planteo y lo hablo con él: ‘¿Qué pasa acá?’, le dije. Pero estaba frente a una persona que podría haber sufrido algún tipo de amenaza para no apelar, que había sido presionado. La versión más fuerte sobre este tema era la que el mismo Tribunal Federal Oral 3 lo había ‘invitado’ a que no apele. La otra versión, concluyo yo, a partir de los ulteriores contactos de Nisman con la inteligencia, es que la orden vino de Stiuso, que no quería investigar a la Policía Bonaerense.”
Y agregó: “Yo tengo mi propia visión de lo que hizo Nisman. El último Nisman, el del 2014 es el que se puso a perseguirnos a nosotros. Pero le dijo a un allegado mío ‘Avisale a Juan que no tengo nada contra él’. O sea, estaba haciendo algo contra su voluntad, siguiendo órdenes”, interpretó.
Sugirió así nuevamente que Nisman era un pelele de Stiuso, con el que dijo que nunca tuvo amistad. “Era hipereficiente pero era muy dificil trasladar la información que conseguía y plasmarla en un papel. Por ejemplo si traía información comprada a empresas fantasmas que trabajan en la Triple Frontera”, explicó.
“Se van a caer de espaldas”
Galeano defendió haber ido a la quinta de Olivos a contarle al presidente Carlos Menem lo que le había dicho en Caracas Manoucher Moatamer, un cachafaz iraní aportado por la CIA a fin de sustraer de la prensa y de la opinión pública la detención en Buenos Aires del libanés Nassib Haddad y de su hijo Jorge, dueños del volquete que explotó en la puerta de la AMIA, quienes habían comprado en los últimos tiempos diez toneladas de amonal, el explosivo utilizado para demoler la AMIA. Tan pronto los Haddad fueron detenidos, Galeano fue convocado a una reunión en la Casa Rosada por el vicepresidente Carlos Ruckauf, quien lo recibió en compañía del jefe de la Policía Federal, Juan Adrián Pelacchi. Luego se sumaron a la reunión el jefe de la SIDE, Hugho Anzorreguy y el presidente Menem, quienes le hablaron de la aparición de Moatamer, le dijeron que tenía que ir a entrevistarlo y pusieron a su disposición al avión presidencial Tango O1. Antes de abordar el avión con los fiscales que habían pedido la detención de los Haddad, Galeano dispuso su libertad. Según me dijo en su momento el fiscal Barbaccia, Galeano no les informó que los Haddad ya no estaban detenidos hasta que estuvieron de regreso en Buenos Aires.
“Cuando bajé del avión me estaba esperando el secretario de Inteligencia y el jefe de la Policía Federal. Ni siquiera pude saludar a mi mujer. Anzorreguy me dijo que se estaba realizando una reunión de gabinete de emergencia en la quinta de Olivos”, recordó Galeano, que entonces le dijo a los periodistas que lo aguardaban “Cuando sepan lo que traje se van a caer de espaldas”, segundos antes de partir raudo hacia Olivos.
“Venía con la información de que había diplomáticos iraníes involucrados”, trató de explicar, y luego dijo que, como la decisión de si había que romper o no relaciones con Irán no le correspondía, le había pedido “a la Corte Suprema que intervenga (…) pero la Corte arrugó.”
Dejó clara su posición y adhesión al neoliberalismo al decir que “la gestión del presidente Carlos Menem fue importante porque fue la determinante de la ruptura de las relaciones, digamos, cordiales, con el gobierno iraní.”
Se ufanó en este sentido de haber pedido la captura de una serie de diplomáticos iraníes antes que Nisman. Yo pedí la captura de todos en el 2003”, bolaceó.
También reivindicó haber forzado la legalización a posteriori de las figuras del arrepentido y el agente encubierto: “Los testigos de identidad reservada fueron inventados por mi, porque no existían para casos de terrorismo, y los agentes encubiertos también fueron inventados por mi” se jactó.
Respecto a la tan tremebunda como vacua denuncia de Nisman contra la Presidenta que el Canciller Timerman, Galeano dijo que Nisman se había equivocado en las formas, que debería haber denunciado primero una serie de delitos que se desprendían de las escuchas telefónicas, a partir de la “por ahí la probaba (la complicidad de ambos para librar a los iraníes de la justicia), por ahí no”.
Y cuando le preguntaron qué delitos surgían de las escuchas, dijo que de una al teléfono de Khalil (que, dijo, estaba pinchado desde hacía ocho años porque por él se comunicabna ya entonces Rabbani) hay una en la que se dice (es de suponer que a Khali) “entraron al campo y nos robaron las ametralladoras».
Que yo sepa, nunca se publicó nada sobre una escucha siquiera parecida.
Por fin, reafirmó que una de las cartas que se jugarán en el juicio es el intento de periciar un grumo seco de sangre supuestamente del chofer suicida de la supuesta Trafdic-bomba con el ánimo de certificar que el mismo fuera árabe, maniobra en la que tal se denunció aquí, se embarcó un periodista que a la vez quiere involucrar al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
“Cuando hicimos el peritaje de todos los restos de la camioneta encontramos restos en la pedalera, pero nos dijeron que no se podía peritar el ADN porque estaba muy contaminado por la explosión. Hoy quizá sea posible…” estaba diciendo cuando Fantino lo interrumpió.