Caso Amia: No le interesa a nadie
Varios amigos me han preguntado cuál es mi opinión sobre la nota de tapa de Página/12 del pasado domingo, referente a la (des) investigación del atentado a la AMIA. Pues bien: opinó que se escribió con dos objetivos. Primero, salir al paso de las pavadas que difunden Clarín y La Nación y, segundo, cuidarle las espaldas al fiscal Alberto Nisman.
Hace ya casi diez años, cuando me encontraba en Rosario, Chiche Gelblung me llamó para preguntarme cómo veía la (des) investigación y le dije que el tema me había comenzado a aburrir porque era evidente que ningún actor significativo quería establecer quienes, cómo y por qué había demolido a la mutual hebrea y matado a 85 personas, y que el encargado de la (des) investigación, el juez federal Juan José Galeano, era un delincuente.
– ¿No tiene miedo a las consecuencias de acusar de delincuente a un juez federal?
– Mire, quien delinque a repetición, es un delincuente. No hay, en castellano, otra manera de nombrarlo.
Como saben, el tiempo me dio (rápidamente) la razón. Pues bien: la «investigación» del fiscal Nisman nada tiene que envidiarle a la de Galeano en lo que hace a su papel encubridor ¿Capisce?
Pero hete aqui que Nisman tiene protección de sobra (y de ahí el millonario presupuesto de su oficina,) porque eso, que encubra, es lo que, exactamente, quieren Israel y los Estados Unidos. Ya en su momento Horacio Verbitsky transparentó que a horas del ataque a la AMIA un representante israelí llegó al país para arreglar con el mismísimo presidente Menem una versión falsa acerca de quienes, cómo y por qué habían atacado a la Amia-Daia. (No hace falta ser un lince que esa versión falsa es que fueron iraníes, usaron un coche-bomba y lo hicieron por venganza de hechos sucededos en Medio Oriente, siendo cómo era que la habían puesto policías federales por encargo de mafiosos indignados porque banqueros judíos les habían birlado decenas de millones de dólares provenientes del tráfico de drogas y armas). Ahora, gracias a las filtraciones de los despachos del Departamento de Estado que difundió Wikileaks se corroborá que Estados Unidos no tiene el menor interés de que se investigue el encubrimiento menemista (que se hizo en conjunto y bajo la dirección de Mossad, la CIA y el FBI); que lo único que le interesa es culpabilizar a Irán.
Chocolate por la noticia. Esto es tan pero tan evidente que el propio editor de la nota (¿Santiago 0’Donnell?) tituló. «Las presiones de la Embajada de los EE.UU para frenar el caso Amia. Una ayudita a los amigos para acusar a Irán».
Pero hay cosas más interesantes. Por ejemplo las muchas presiones que sobre la Embajada de los Estados Unidos hizo Alfredo Neuburguer -director ejecutivo de la DAIA y mano derecha de Rubén Beraja- para que no aflojara su presión sobre la justicia argentina… para que el encubrimiento NO fuera investigado. Me parece imposible que esas presiones las haya hecho solamente en nombre de Beraja. Me parece evidente que debe haberlas hecho con el conocimiento y la aprobación del gobierno israelí. Y no me sorprende en absoluto porque mientras en julio de 1997, dias antes de aparecer mi libro Amia, El atentado. Quienes son los autores y por qué no están presos (Planeta), producto de una larga investigación financiada por la propia mutual hebrea y mientras me encontraba en Washington invitado por la B’nai B’rith, Neuburguer me envió una serie de telegramas acusando a mi y a mi libro… de antisemitas. Como lo amenacé públicamente con ponerme a investigar cual había sido el papel de la DAIA y el suyo propio en la (des)investigación, Neuburguer dejó de enviarme telegramas y se olvidó del asunto.
Es evidente que el tema más apasionante es con mucho ¿Por qué Israel no quiere que se esclarezcan los atentados a la mutual judía? Pero la nota, escrita por Raúl Kollman con la clara intención de refutar las pavadas que sobre el tema habían publicado Clarin y la Nación (que el Gobierno utilizó el tema Amia para intentar tapar lo mal que le iba en su conflico con «El Campo») soslaya el tema y procura dejar a Nisman a salvo de todo.
No es de extrañar, ya que ambos están muy pero muy influenciados por los dictados del incombustible ingeniero Antonio Stiuso, que sigue siendo tras bastidores el principal operador de la Secretaria de Inteligencia. Y es que Stiuso canaliza y comunica con mayor fidelidad que ningún otro los requerimientos y necesidades de Israel y Los Estados Unidos.
Pero no se trata solo de que Nisman garantiza la sintomia fina con Estados Unidos e Israel en materia de «lucha antiterrorista». Cuando Nisman aceptó ser el fiscal de esa causa, dio la casualidad que su esposa, Sandra Arroyo, ascendió a jueza federal. Y que Arroyo tiene en sus manos causas tan delicadas como la que procura establecer la identidad real de quienes en sus documentos truchos figuran como Marcela y Felipe Noble.
Por lo que el avance de esta causa tan importante depende en importante medida de que nadie meta las narices en la (des)investigación de Nisman.
En cuya defensa, Kollman atribuye las presiones que el FBI habría ejercido sobre Nismam para que éste no investigara el encubrimiento, a que el FBI «estaba en aquel momento bajo la conducción de William Godoy, un cordobés que tenía magnífica relación con quienes resultaron imputados por las irregularidades: (el comisario Jorge) Palacios, Galeano, (Hugo) Anzorreguy» y agrega que «Algunos dicen que (Godoy) hoy sigue viviendo en la Argentina y que está a cargo de la seguridad de una conocida empresa de venta de hamburguesas».
Sí, y el encargado del caso Amia en la sede del FBI, Richard Ford, muy amigo de Godoy, terminó como jefe de seguridad de la familia de Mauricio Macri ¿Y con eso?
En lo esencial, la (des)investigación de Nisman es la continuidad con la (des)investigación de Galeano, disfrazada de ruptura.
Nisman está ahí para hacer como que se hace algo y garantizar que no se haga nada serio que es lo que quieren Estados Unidos e Israel.
Ese es su papel.
Y es lo que hace que el tema AMIA se haya vuelto tan aburrido.