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¡CHOCOLATE POR LA NOTICIA! / 2. Los «Mensajes de otros mundos», la nave «Luz del Cosmos» y una historia silenciada

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Como le advirtió su editor a Eduardo Pons Prades, la publicación de «El mensaje de otros mundos» (del que aquí ofrecemos el enlace para descargarlo y leerlo en pdf) podía desacreditarlo, y con ello desacreditar toda su obra. No hemos hablado de sus muchos libros, pero pueden ver su tapas en la siguiente foto:

Se trata de un programa del ciclo Cuarto Mileno, emitido en 2021, que incluye una recreación de lo sucedido. Pueden verla aquí:

https://www.cuatro.com/cuarto-milenio/ovnis/pons-prades-espanol-abducido-ovni-extraterrestres_18_3120870044.html

Pero mejor está este programa de radio.La emisión es de enero de 2012. Si quieren pueden saltarse desde el minuto 5:47 al minuto 8:22, espacio en el que se habla de otros temas.

 

A la incredulidad de los legos se sumó la animadversión de los «ufólogos»….

Digresión; No es algo que me extrañe demasiado, cuando publicamos la primera edición de «Ultramar Sur», Carlos De Nápoli y yo nos ganamos un pequeña legión de enemigos. Para empezar, todos los que habían participado del curro menemista de la Comisión de Esclarecimiento de las Actividades Nazis en Argentina (Ceana) creada para oscurecer la férrea decisión de no investigar los atentados a la Embajada de Israel y a la DAIA-AMIA, y que como bien se señala aquí se trató (o más bien trata, ya que nunca se terminó de disolver) de  «una entidad que resultó útil para investigar lo que no molesta y ocultar lo que sí». El capitulo dedicado a los submarinos fue redactado por el historiador canadiense Ronald Newton, quien vivió muchos meses a cuerpo de príncipe en el Hotel Alvear para concluir que se conocía perfectamente el destino de todos los submarinos que había tenido el Tercer Reich, y que solo «dos y solo dos se dirigieron a la Argentina» en referencia a los que se entregaron en la Base Naval de Mar del Plata y que era «imposible probar que algún otro submarino nazi haya arribado a las costas argentinos», lo que sigue siendo hasta hoy la Historia Oficial del Estado a pesar de que apareció el pecio explotado de un U-Boote en las cercanías del puerto de Quequén.

Podría dar muchos ejemplos locales e internacionales de «secretos de Estado», en los que éstos han erigido y/o mantienen en pie añagazas más o menos bien elaboradas para ocultar una verdad incómoda, por ejemplo las varias suposiciones absurdas que tiene La Historia Oficial respecto al derribo de las Torres Gemelas y el impacto en el Pentágono, pero me alejaría mucho del tema.

Lo que le pasó a Pons Prades era harto previsible. Ninguna revista especializada en extraterrestres o fenómenos paranormales lo entrevisto o redactar una triste gacetilla sobre «Mensaje de otros mundos». La Editorial Planeta, que lo había publicado a regañadientes, no publicitó su salida y pronto lo descatalogó. Nadie supo reaccionar, ni a favor ni en contra. Nadie quiso hacerse cargo del mensaje que según Pons, los E.T. le habían pedido que difundiera, un mensaje que además de publicitar la necesidad de solidaridad y fraternidad interplanetaria, intergaláctica y universal, era bastante concreto en temas que siguen siendo actuales,como el peligro de una guerra con armas nucleares y la conversión del espacio exterior a la atmósfera terrestre en un virtual campo de batalla plagado de satélites y naves de uso militar.

En síntesis preocupaciones totalmente razonables, cuya sencillez no es de esperar que sea difundida por quienes han decido hacer caso omiso de ellas: Del mismo modo en que Israel desconoce sistemáticamente lo acordado en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Es curioso: Siendo ateo, Pons Prades siempre tuvo mucho más cariño y fe en el destino de la Humanidad que la mayoría de los creyentes.

Si se fijan, el mensaje de los extraterrestres que abdujeron a Pons Prades no difiere demasiado de los unos cuantos líderes religiosos, comenzando por el Papa Francisco.

En fin, que me inclino por concederle crédito a alguien nada religioso como Pons Prades,

Un mensaje que es un denominador común. Claro que estos extratrrestres no son nacionalistas, ni planetarios, y no tienen familias sino que viven en comunidades sin ser hippies. Pero, pensemos un poco: la familia es hoy un refugiio, una defensa contra las inequidades en las que se desarrollan nuestras vidas. En una sociedad donde las necesidades de sus miembros están plenamente satisfechas, éstos podrian relacionarse libremente y de manera fraterna.

Por si se quedaron con ganas, los dejó con dos artículos de periodistas menos crédulos que yo.

Los originales están aquíaquí

Premios Libros y Literatura 2013: «El mensaje de otros mundos», Eduardo Pons Prades

POR ISMAEL (desde Sevilla) / 09/12/2013

¿Qué puede llevar a un prestigioso historiador español, un intelectual reconocido, un erudito, autor de numerosos ensayos sobre la Guerra Civil y la República, a escribir un libro sobre ovnis? Es más, ¿cuántas personas estarían dispuestas a jugarse su prestigio profesional, narrando una presunta experiencia personal de abducción extraterrestre?

El pasado verano, disfrutando con unos amigos de un tranquilo fin de semana en una casa rural de Cala (Huelva), propiedad de los padres de una amiga, reparé en una caja que asomaba bajo unas tablas en el doblado de la casa. Sólo tuve que acercarme un poco para comprobar cuál era su contenido: libros. Acto seguido, pregunté a mi amiga si podía echar un vistazo. Me dijo que sí y no sólo eso, sino que me llevara los que quisiera. Eran de un vecino que falleció hace años. Sus familiares iban a deshacerse de aquellos libros cuando, por suerte, la madre de mi amiga los vio. Evitó que se consumara el libricidio, se los pidió a sus nuevos propietarios y estos se los dieron gustosos, imagino que pensando que se quitaban un peso de encima…

Con el beneplácito de mi amiga, regresé al doblado para inspeccionar la caja causante de mis desvelos. Coloqué un paño sobre una tabla de madera, convertida para la ocasión en una improvisada mesa. Su aspecto viejo y desvencijado se transformó al depositar, con mucho cuidado, algunos de los ejemplares que contenía la caja. Había libros de diversos géneros y autores, algunos contemporáneos, otros de épocas pasadas. Los fui repasando; todos tenían algún interés. Me sentía como un niño que descubre el mayor de los tesoros y, tras un pormenorizado repaso, tomé como botín tres libros.

Uno de ellos es el que me dispongo a reseñar hoy. Un libro que destila el sabor añejo a las historias de ovnis y abducciones extraterrestres que tanto se prodigaron en los años ochenta. El mensaje de otros mundos (Planeta, 1982) es un libro escrito por el historiador Eduardo Pons Prades, en el que narra su presunta abducción extraterrestre, ocurrida durante unas vacaciones en los Pirineos en el año 1981. Pons Prades fue un importante intelectual de la época, especializado en la Guerra Civil española, que puso todo su empeño en escribir y publicar este libro pese a ser consciente de que podía poner en tela de juicio su prestigio como historiador.

A lo largo de los años han sido muchos los defensores y detractores acerca de la veracidad de los hechos narrados por Pons Prades en El mensaje de otros mundos. Hay que recordar que el historiador catalán defendió hasta su muerte la realidad de su experiencia, aunque debo aportar mi opinión al respecto y, para empezar, creo que hay mucho de su cosecha. Intentaré explicarme lo mejor posible.

Eduardo Pons Prades fue un reputado anarquista, y su ideología impregna toda la obra. El mensaje que los presuntos visitantes hacen llegar al autor es sospechosamente coincidente con sus ideales y aquí surge la pregunta: ¿Pudo el autor fabular una experiencia así, dotarla de veracidad a la hora de narrarla con el único objetivo de transmitir su propio mensaje?

Hay detalles, no obstante, que no cuadran con esta teoría de la fabulación. El testimonio del doctor Josep M. Reguant i Gili, psiquiatra al que Pons Prades pidió cita para consulta el mismo día 1 de septiembre, horas después de los hechos, es esclarecedor al respecto. El doctor Reguant cuenta en su informe la coherencia con la que el autor le narró su experiencia y la situación emocional que esta le produjo, no encontrando contradicciones en su testimonio ni signos de patología alguna.

Existen otros puntos que avalan lo narrado por Prades. Luchar contra viento y marea por la publicación del libro, pese a ser advertido por su editor de las consecuencias nefastas que su valentía podía acarrearle -llegó a calificar su actitud como de suicidio profesional-, revela una determinación inexplicable que no encaja con una supuesta fabulación por parte del historiador catalán.

 

Por otra parte, llama la atención la singularidad de esta obra en comparación con el resto de la producción del autor. Ni antes ni después de El mensaje de otros mundos, Pons Prades publicó nada que tuviera relación con la temática ovni. Escribió muchos libros sobre la Historia de España, sobre todo de la República, de la Guerra Civil, la posguerra y la Transición, mientras que este libro es una isla entre tanta erudición histórica, algo cuanto menos extraño.

Cabe destacar el escaso recorrido que tuvo esta obra, no sólo en ambientes académicos, algo que era de esperar, sino también entre los aficionados al tema ovni. Sólo se publicó una edición, por lo que el número de ejemplares existentes es limitado y hoy en día es un libro muy difícil de encontrar.

Parece que la ideología anarquista de Pons Prades, unida a la temática que decidió abordar en este polémico libro, fueron determinantes para que la difusión de la obra fuera menor. Pocos quisieron mostrar su público apoyo al historiador ya que, en su fuero interno, todos pensaban que estaban ante un juego o una fabulación de Prades y que, tarde o temprano, este reconocería que todo había sido un montaje, producto de su activa imaginación.

Pero no fue así. Pese a que su carrera estuvo monopolizada por la Historia, lo cierto es que a raíz de la aparición de este libro no fueron pocas las entrevistas en las que se le interrogó sobre su alucinante experiencia. El catalán, lejos de desdecirse, mantuvo su versión de los hechos hasta el final de sus días.

Por último, no quisiera dejar pasar la oportunidad de compartir mi opinión personal respecto a la veracidad de los hechos narrados por Eduardo Pons Prades. No tengo ni idea de si fue verdad o no lo que cuenta pero, tras leer el libro, me da la sensación de que una posible explicación a la existencia de esta obra podría ser la siguiente: Si el autor defendía unos ideales y luchó toda su vida por transmitirlos, ¿qué mejor que dotar a los visitantes, seres más evolucionados que la especie humana, de una sociedad del tipo que él defendía? Es decir, «mi ideología es la correcta y si existen seres más evolucionados que nosotros, es evidente que su organización política y social debe haber llegado, precisamente por esa evolución, a abrazar dichos principios». Esa es, al menos, la impresión global que me ha transmitido la lectura de este libro, al margen de que pudiera ser real la experiencia de contacto que narra el autor, algo sobre lo que no puedo pronunciarme.

Estamos, pues, ante un libro muy especial. Una rareza que destila el encanto de las clásicas historias de ovnis que se hicieron tan populares en décadas pasadas. Una pequeña joya, un incunable moderno que ya ocupa su sitio en mi biblioteca.

 

El ovni anarquista

Se cumple un siglo del nacimiento de Eduardo Pons Prades, historiador libertario de origen valenciano con una rigurosa obra de memoria histórica, y que arriesgó su carrera narrando su inverosímil viaje en una nave espacial. Su testimonio, El mensaje de otros mundos, es uno de los libros más singulares de la historia de la ufología patria

POR VORO MAROTO / REVISTA PLAZA  21/01/2021
 

VALÈNCIA.- Eduardo Pons Prades (1920-2007) es un personaje irrepetible del siglo XX. Hijo de dos sindicalistas de L’Horta Nord (Valencia) autoexiliados en Barcelona por su actividad político-sindical, combatió en la Guerra Civil con apenas dieciséis años, luchó contra la invasión nazi de Francia y fracasó en su intento de impulsar la resistencia interior contra Franco, por la que fue encarcelado. «Soy especialista en perder batallas», bromeaba, porque todos los que lo conocieron destacan su pasión por la vida y su férrea voluntad de victoria, aunque fuera una victoria imposible.

Pons Prades alcanzó cierta celebridad en los setenta. Entonces, con Franco aún vivo, contribuyó a la fundación de la editorial Alfaguara y quedó finalista del premio Espejo de España que otorgaba Planeta con su libro Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial. Según el editor de muchas de sus obras, Rafael Borràs, «era una documentada y apasionada reivindicación de quienes en los inicios de 1939 habían cruzado los Pirineos sin darse por vencidos, que, con el tiempo, se ha convertido en un libro de referencia».

A partir de ahí, pudo vivir con cierto desahogo de su producción periodística-literaria, inabarcable: Más de veinte obras —libros de historia, novelas…—  con algunas joyas (Las guerras de los niños republicanos 1936-1995 y Los senderos de la libertad. Europa 1936-1945) y una rareza: El mensaje de otros mundos, una crónica donde Pons Prades narra con todo lujo de detalles su contacto con siete extraterrestres.

La publicación fue un fracaso rotundo. Las necrológicas de Pons Prades obviaron su existencia. El autor apenas volvió sobre el asunto —tampoco renegó de él— y el libro, que pronto fue descatalogado, con el tiempo se convirtió en objeto de culto y, hace unos años, fue reeditado con éxito: pronto tendrá tercera edición. Aficionados y expertos en ufología han debatido e investigado sobre el avistamiento  de un ovni y el posterior contacto de Pons Prades con habitantes de otros mundos, y muchos se han hecho una pregunta: ¿Qué llevó a un personaje culto, íntegro y prestigioso a escribir un libro sobre ovnis?

El contacto

31 de agosto de 1981. Según el relato del propio autor, Pons Prades viajaba por los Pirineos hacia Perpiñán cuando en Prats de Molló, pueblo de la Cataluña francesa, cambió el recorrido previsto por impulso. Poco antes de llegar a la frontera con España, sin motivo para ello, se adentró por un camino forestal hasta que el motor y las luces de su coche se apagaron. El vehículo no respondía. Poco después, en un bosque, surgió «un mar de luz», una «nave espacial» de unos «cincuenta o setenta y cinco metros de anchura». De ella surgió una voz —«en correcto castellano, con un tono cantarín»—, que le conminó a subir: «¡Bienvenido a bordo de la nave Luz del Cosmos!».

Pons Prades, curtido en mil batallas, estaba tranquilo. Y subió. Allí se encontró con siete extraterrestres con forma humana, «por lo menos, tenían un torso, una cabeza, dos brazos y dos piernas. Iban vestidos con una especie de mono blanco, muy ajustado al cuerpo, y calzados con unas botas —también blancas— que parecían ser de lona». Todos lucían «en el pecho, a la altura del corazón, un emblema en cuyo centro había un círculo, un ojo resplandeciente, multicolor y multiprisma, que no cesó de centellear un solo instante, y en el que, a menudo, quedaría clavada mi mirada».

«La nave —escribió Pons Prades, era limpia y sofisticada, con un tablero de mandos, manejado por cuatro tripulantes, en el que no cesaban de encenderse y apagarse lucecillas de todos los colores». En ese contexto, y en un ambiente de camaradería, el escritor habló con los alienígenas durante siete horas. Estos le transmitieron un mensaje contra «la soberbia y la peligrosa imbecilidad de quienes detentan el poder político, militar y espiritual en la Tierra».

En esencia, la tripulación de La Luz del Cosmos carga contra las superpotencias del momento. En 1981, aún en plena Guerra Fría, Estados Unidos y la extinta Unión Soviética amenazaban al otro bloque con usar su poderoso arsenal nuclear. «Cuando una de las dos superpotencias amenaza el armonioso orden universal, establecido confraternalmente desde hace muchos siglos, con el transporte de artefactos altamente destructivos en sus naves espaciales…» los marcianos deciden lanzar, así lo dicen, una advertencia.

«Esa superpotencia (cuya identidad, hoy por hoy, no revelaremos) debe renunciar de inmediato a ese loco proyecto, ya que, en caso contrario y sin previo aviso (…), procederemos a la congelación indefinida de toda vida en el área de su territorio nacional y las de sus bases esparcidas por el planeta Tierra y en el espacio».  Tras ese mensaje —grabado en la mente de Pons Prades— la conversación derivó hacia la autodenominada ‘Armoniosa Confraternidad Universal’, la utopía anarquista y libertaria en la que vivían los marcianos, muy coincidente con la ideología del receptor del discurso. En sus palabras, «la sociedad fraternal con la que nosotros siempre soñamos, y por la que tanto hemos luchado».

Cierta o no su historia —más bien no— el libro de Pons Prades pasó del ostracismo a la leyenda. Popularizado en parte por Cuarto Milenio, el programa de Iker Jiménez, El mensaje de otros mundos estuvo años descatalogado y se cotizaba a precio de oro (imposible conseguirlo por menos de doscientos euros). Una pequeña compañía de Alicante, Reediciones Anómalas, decidió volver a publicarlo. Pablo Vergel, sociólogo, es su responsable: «Es una extraordinaria historia de contactismo extraterrestre aunque en el fondo es bastante arquetípica. Lo curioso es que el protagonista no es alguien con inquietudes espirituales; es un veterano anarquista con una visión nada exótica ni espiritual del mundo. Esto es algo absolutamente novedoso porque la mayoría de relatos de contactismo son actualizaciones tecnoespirituales de mitos divinos y religiosos».

Credibilidad en entredicho

Pons Prades, hijo de valencianos (su padre era de  Alboraya y su madre de Almàssera) no era un historiador al uso. No tenía formación universitaria —a los dieciséis años se alistó en el ejército republicano— y sus investigaciones se basaban más en la incansable búsqueda de testimonios que en el escrutinio de archivos u otras fuentes documentales. No obstante, tenía reputación de riguroso. La Universitat de Barcelona le homenajeó en 2007. El impulsor del acto, el catedrático Bernat Muniesa, le calificó de «historiador que hizo historia desde dentro de la historia». Sus archivos —ingentes— están en el Arxiu Nacional de Catalunya.  Y sus obras fueron, en muchas ocasiones, aplaudidas por crítica y público. Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial,  el libro de referencia sobre los perdedores de la Guerra Civil  forzados a abandonar España con la llegada de la dictadura, fue reeditado durante casi treinta años. A eso se sumaba su currículo en la resistencia francesa y su papel, a partir de 1941, en una red para salvar judíos franceses.

 «¿Hasta qué punto podemos creer a un exguerrillero que afirma en un libro haber sido abducido durante siete horas por un ovni?». Esa pregunta se la hicieron Rosa Sala y Plàcid García-Planas, autores de El marqués y la esvástica (Anagrama, 2014), una vibrante investigación histórica que cuenta con aportaciones del agitador anarquista.

Los ufólogos abordan el misterio desde otra óptica. ¿Es verosímil el encuentro de Pons Prades? «Es extraño, al menos —dice Diego Marañón, prologuista de la última edición del libro—. A mí me parece muy osado emitir un juicio sobre la verosimilitud del caso. Ni yo ni nadie estuvimos esa noche en el claro de Prats de Molló». Para Ignacio Cabria, sociólogo y autor de un libro de referencia en el mundillo, Entre ufólogos, creyentes y contactados. Una historia social de los ovnis en España (1993), «el relato del encuentro no es verosímil como hecho objetivo. Parece una recreación consciente de ideas o sueños que se pudieron generar por sus obsesiones y reflexiones».

Cabria se reunió en su día con Pons Prades. Otro tanto hizo Manu Carballal. Editor desde 1992 de El Ojo Crítico, revista especializada en fenómenos forteanos, ofrece dos opciones sobre el suceso de Prats de Molló: «O vivió una experiencia tan emocionalmente desbordante que le obligó a compartirla, o intentó utilizar un fenómeno social de moda en los ochenta como los ovnis para difundir su ideario libertario».

Desbordante o no, Pons Prades acudió a un psiquiatra de Barcelona a contarle su experiencia con los extraterrestres. El especialista levantó acta y sugirió que la experiencia fue una «ideación diurna de contenidos oníricos». Cabria recuerda que cuando visitó al historiador pensó que, «en el fondo, no se creía la propia experiencia que había narrado. Sus contestaciones eran erráticas, acababan derivando en experiencias políticas de su vida. Cuando intentaba traerle de nuevo al tema, hablaba de los maquis o del exilio. La verdad es que todo esto resultaba más interesante que su relato contactista». Antonina Rodrigo, la viuda del autor, anarquista e historiadora como él, dejó una sutil —e interpretable, como casi todo en este asunto— perla sobre el asunto: «A ti te habían ocurrido siempre cosas extraordinarias, pero esta es la más fantástica de todas», le dijo a su compañero cuando este le contó su encuentro con la nave espacial.

Bien cierto es que no hay pruebas de que el avistamiento de la nave y posterior contacto con los extraterrestres de Pons Prades sucediera. Por ello, resulta sorprendente cómo un divulgador riguroso y de éxito arriesgó su reputación y hasta su carrera —narró su experiencia con 61 años; aún escribiría muchos libros después— con una historia alejada de su campo de conocimiento. «Él estaba convencidísimo de que todo eso le pasó de verdad. Yo le insistí en que no lo publicara, pero no me hizo caso», confesó Rodrigo a los autores de El marqués y la esvástica. Su  editor en aquella época, Borràs, contó que también intentó disuadir a Pons Prades. Según su relato, incluso el dueño de la editorial Planeta, José Manuel Lara, le advirtió de que podía acabar con su carrera. El autor insistió.

El mensaje de otros mundos fracasó. Para Vergel, «el autor lo escribe en estado de excitación intentando explicarse a sí mismo qué le ha pasado. Quizá el libro tenga un tono algo precipitado, y además mezcla la experiencia personal, el ensayo ufológico o la reflexión política. No es muy accesible». Según Carballal, «las publicaciones especializadas en misterios veían a Pons Prades como un intruso» y lo ningunearon. Cabria aporta otro argumento: el libro se publicó a contracorriente, en 1982, en medio de «una crisis profunda tanto en la ufología como en el movimiento contactista», tras la mágica década de los setenta.

Entonces, la frecuencia de los avistamientos y contactos comportó el nacimiento de cierta industria: las revistas, libros y programas divulgativos se multiplicaban. La prensa ‘seria’ se hacía eco de fenómenos paranormales, como el caso Ummo, una monumental patraña urdida por un alicantino, José Luis Jordán. En el libro Ummo. Lo increíble es la verdad (Autsaider Cómics, 2016) se desmenuza cómo esa invención mantuvo en vilo a la sociedad española durante más de una década. Su autor, Eduardo Bravo, especula sobre las razones de Pons Prades para escribir El mensaje de otros mundos.

«La posibilidad de que haya vida en otros planetas es algo que interesa a personas muy diferentes, incluidos científicos de primera línea. Otra cosa es la interpretación que se pueda hacer de la existencia de esa vida. Ahí entran en juego las fantasías, los problemas emocionales o los anhelos», dice Bravo. «El problema de Pons Prades es que, en el momento mismo que defiende la existencia de vida extraterrestre y su experiencia personal, pone en cuestión la calidad de su trabajo como historiador». El autor de Ummo recuerda que «no hay ninguna prueba para afirmar el origen extraterrestre» de los ovnis, pero «si lo único que buscamos es disfrutar de un mito con una gran riqueza narrativa como disfrutamos de las novelas o las series, lo de menos es intentar saber si eso que se nos cuenta ha sucedido de verdad o no. Ahí lo importante es el talento de los implicados para urdir una trama rica, imaginativa y bien contada».

Tal vez, como sostiene Cabria, Pons Prades creó una fábula para seguir evangelizando con su ideario, «como una utopía clásica al estilo de La isla, de Aldous Huxley». De cualquier forma, cierta o no su experiencia, no cabe duda de que el historiador anarquista era una persona íntegra y valiente, como atestigua su vida. Recordemos lo que dijo Antonina Rodrigo nada más conocer el relato de su compañero: «A ti te habían ocurrido siempre cosas extraordinarias, pero esta es la más fantástica de todas».

* Este artículo se publicó originalmente en el número 75 (enero 2021)de la revista Plaza


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