CONSPIRACIONES. Macri coordina la ofensiva imperialista en Venezuela, denuncia Claudio Katz
EN ESPEJO. Macri es el coordinador del zarpazo en marcha en Venezuela, entre Capriles -el ala moderada- y Leopoldo López -ala insurgente-, ambos patrocinados por la CIA. Curiosamente, mientras aqui desconoce las facultades del Congreso, está obligado -en espejo- a apoyar allí la ofensiva del Congreso sobre las potestades del Presidente. También en asuntos internacionales, el gobierno amarillo lleva al paroxismo la máxima «Haz lo que yo digo, no lo que yo hago».
Esta es una de las perlas de esta entrevista, que analiza la realidad latinoamericana desde una perspectiva de izquierda neta. JS
América Latina: perspectivas frente a un nuevo escenario político. Entrevista a Claudio Katz, economista e investigador del CONICET
«Venezuela define el futuro del ciclo progresista».
LA LLAMARADA
Para aclarar el nuevo escenario político que se va configurando en América Latina entrevistamos a Claudio Katz economista, investigador del CONICET, docente universitario y, ante todo, militante de izquierda.
-En tus trabajos sobre Sudamérica hablás de la dualidad que ha caracterizado la última década. ¿En qué ha consistido esa dualidad?
-En mi opinión el denominado ciclo progresista de la última década en Sudamérica ha sido un proceso resultante de rebeliones populares parcialmente exitosas (Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador), que modificaron las relaciones de fuerza en la región. Permitieron abordar un escenario económico de valorización de las materias primas e ingresos de dólares, en forma muy diferente a la predominante en otras etapas. Durante este lapso, junto al modelo neoliberal existieron esquemas de política económica neo-desarrollistas y distribucionistas. En el plano político, junto a gobiernos derechistas hubo gobiernos de centroizquierda y gobiernos radicales. Fue un período donde la capacidad de acción del imperialismo quedó seriamente acotada, con retroceso de la OEA y reconocimiento de Cuba. Al final David le ganó a Goliat y Estados Unidos tuvo que aceptar esa derrota. Fue, además, una década en la que no hubo ajustes al estilo Grecia, prácticamente en ningún país de América Latina. Asimismo, durante esta década se produjeron importantes victorias democráticas. Es muy ilustrativa la comparación de Sudamérica con Centroamérica. Contrastando el nivel de agresiones vigente en México, Honduras, Guatemala con las libertades públicas conquistadas en Argentina, en Bolivia o en Brasil se percibe la dimensión de este cambio. Y también apareció con el chavismo el rescate del proyecto socialista. Por todas estas razones Sudamérica se convirtió en la referencia para los movimientos sociales de todo el mundo.
En un trabajo reciente señalé que existe una “dualidad en América Latina” porque este cambio en el ciclo político y en las relaciones de fuerza coexistió con una consolidación del patrón de acumulación extractivista, asentado en la exportación de materias primas básicas y en la inserción de América Latina como proveedora de productos básicos en la división internacional del trabajo. Esta situación es natural para un gobierno neoliberal, forma parte de su estrategia. Pero para gobiernos progresistas, de centroizquierda, hay una tensión con esa estructura; y para gobiernos radicales, distribucionistas, hay un conflicto de grandes proporciones.
Por lo tanto hubo rebeliones exitosas que dieron lugar a gobiernos distintos, algunos antiliberales, pero se generó una situación que tarde o temprano debía dirimirse, puesto que no pueden coexistir con el modelo extractivista. Lo que empezó a salir a flote en los últimos meses es esa contradicción. Y por esa razón comenzó la restauración conservadora y el debate en torno al fin del ciclo progresista. A fin de año tenemos dos hechos categóricos. Primero el triunfo de Macri que es importante porque es el primer caso de un retorno derechista a la presidencia. La derecha a partir de los cacerolazos, construyó poder político, derrotó al peronismo y formó un gabinete de la “CEOcracia”, para un país gobernado por “sus propios dueños”, con una gabinete directamente de la clase capitalista.
El segundo hecho es más parcial pero más significativo. En Venezuela la derecha no gana el gobierno pero sí el parlamento, en condiciones de una guerra económica brutal, de terrorismo mediático, de caos económico generado por los reaccionarios. Y Venezuela es el símbolo más acabado de los procesos radicales dentro del ciclo progresista.
– ¿Cuál es la situación, en este nuevo escenario continental, de los países que lejos de la dualidad mantuvieron no sólo la matriz económica sino también las políticas neoliberales?
-Una de las grandes trampas informáticas de todo este período es el ocultamiento de lo que ocurre en los países gobernados por el neoliberalismo. Parecería que todo está maravilloso ahí. Hay una distorsión mediática monumental. Basta observar la situación de México, un país que tiene elevadísimos niveles de criminalidad, destrucción del tejido social y enormes regiones copadas por el narcotráfico. Basta ver la situación de países centroamericanos diezmados por la emigración, por el predominio de la criminalidad y con presidentes como en Guatemala, que han sido destituidos por el escándalo de corrupción. O tomar el modelo económico chileno que está atravesando una situación bastante crítica: se ha reducido significativamente el crecimiento y además aparece la corrupción en un país que hacía gala de transparencia. El endeudamiento de las familias, la precarización laboral, la desigualdad, y la privatización de la educación empiezan a salir a la superficie. Y el gobierno de Bachelet está paralizado. Esas reformas de la jubilación, de la educación que pensaba realizar están detenidas.
Mirando el universo neoliberal vemos también al único caso de default de la deuda en todo este período que es Puerto Rico. Allí un país que es de hecho una colonia norteamericana soporta la descapitalización, el saqueo de los recursos, la desintegración del tejido social, que durante un tiempo fueron compensados con financiamiento público pero en un momento ese sostén se acabó e irrumpió el default.
Entonces, en los países donde no hubo redistribución de la renta de este súperciclo de las materias primas, la situación social, política y económica es más grave. Lo que pasa es que nadie habla del tema.
En este nuevo escenario que se abre ¿en qué posición considerás que quedarán los países neo-desarrollistas como Argentina y Brasil? ¿La restauración conservadora en estos países tenderá a reconfigurar los “bloques”, integrándose al bloque abiertamente neoliberal?
Ahí podemos ser muy categóricos respecto del balance de lo ocurrido, y muy cautelosos respecto de lo que se viene. Yo separaría para diferenciar lo que sabemos, de lo que podemos imaginar. No cabe duda de que en Argentina y Brasil el cambio en curso es el resultado de un agotamiento del modelo económico neo-desarrollista. No es la única causa ni estoy seguro de que uno pueda atribuirle una incidencia mayor a la de otros factores, pero es el trasfondo del problema.
En los dos países hubo un intento de utilizar una porción de la renta generada por la valorización de las materias primas para recomponer la industria e intentar un modelo basado en el consumo. Pero como estamos bajo el capitalismo este tipo de procesos tiene límites muy estrechos. Porque lo que funciona al principio se agota posteriormente, a medida que se afecta la rentabilidad capitalista. La teoría del derrame al revés no funciona. Es una ilusi%B