Corea I: Una ópera china

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Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza. Sun Tzu

POR GUADI CALVO / PÁJARO ROJO 

Corea es un largo entredicho entre oriente y occidente desde que en 1945, el vencido Japón, que la dominaba desde 1910, debió dejársela a a las potencias victoriosas. Desde entonces la Unión Soviética  y los Estados Unidos la utilizaron como banco de pruebas de la Guerra Fría.
 

En 1950, a un año del triunfo de la Revolución China, tras el incumplimiento de los Estados Unidos de dejar el lado sur de la península, comenzó una devastadora guerra que en tres años consumiría cuatro millones de vidas humanas.  Si bien la guerra de Corea se estancó en un empate técnico y el armisticio de Panmunjong detuvo la sangría en 1953, la paz propiamente dicha no se estableció nunca, lo que hace del paralelo 38° que separa a ambas Coreas,  una de las líneas más calientes del mundo.
 

Desde entonces no ha faltado comadreo en la frontera,  los «que me voy y que me vengo» sazonaron la nunca aburrida política internacional. Las crisis de 1983 en la que se acusó los servicios secretos norcoreanos de causar la muerte de 17 diplomáticos de Corea del Sur en Yangón (ex Rangún) capital de Myanmar (Birmania)  y el derribo del vuelo 858 de Korean Air  en un atentado con explosivos (115 muertos) hicieron que la reanudación de la guerra era cosa de horas, pero en ambas situaciones se aplicaron paños fríos.
 

Cuando el pasado viernes 29 de marzo  Kim Jong-un,  presidente de la Republica Popular Democrática de Corea (del Norte) ordenó  apuntar sus misiles a las bases militares de Estados Unidos en Corea del Sur, la isla de Guam y Hawai,  todas las miradas se posaron nuevamente en el paralelo 38°.
 

El anunció del «estado de guerra» desde Pyongyang fue la contestación retorica a las recientes maniobras militares conjuntas de Corea del Sur y los Estados Unidos en las que participaron los poderosos bombarderos nucleares estadounidenses B-52 y B-2 Spirit, con asiento en la base aérea de Whiteman (Missouri), capaces de penetrar las defensas antiaéreas norcoreanas y descargar su arsenal nuclear, así como los cazas multipropósito de quinta generación F-22 «Raptor».
 

La operación conjunta incluyó ataque simulados a blancos terrestres de la RPDC, lo que pareció encender los ánimos del presidente Kim Jong-un. El joven líder norcoreano ordenó además cortar el «teléfono rojo» entre ambos m,andos militares, el último medio de comunicación entre ambas Coreas.
 

Pyongyang amenaza desatar una guerra nuclear desde comienzos de marzo. A pesar de que las operaciones conjuntas entre Seúl y Washington se practican con regularidad desde 1976, es verdad que con algunas interrupciones durante la presidencia de  Clinton, quien llevó las relaciones de Corea del Norte con Corea del Sur (dónde tienen base permanente unos treinta mil soldados estadounideneses) a los puntos más bajos de confrontación, lo que hizo crecer las esperanzas de que la firma de un acuerdo de paz estaba próxima.
 

Las torpezas diplomáticas de las siguientes administraciones norteamericanas, han desembocado en esta nueva e inédita crisis.
La orden del «estado de guerra» fue hecha por
Kim Jong-un durante una reunión de emergencia nocturna con los altos mandos del ejército tras las maniobras conjuntas del día jueves.
 

La declaración dispone que «en caso de provocación temeraria de Estados Unidos, las fuerzas norcoreanas deberán atacar sin piedad el (territorio) continental estadounidense, las bases militares del Pacífico, incluyendo a Hawai y Guam, y las que se encuentran en Corea del Sur», según la agencia estatal KCNA.
 

Según expertos occidentales, Corea del Norte puso en alerta unos mil misiles balísticos, de los cuáles 700 son cohetes Scud de la era soviética y 300 Rodong, que pueden alcanzar a Japón.
La crisis ha ido en aumento a partir de una tercera prueba nuclear ejecutada por Corea del Norte en febrero, lo que provocó nuevas sanciones por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU), cuyo secretario general es el surcoreano Ban Ki-moon.
 

El secretario de Estado John Kerry viajará de urgencia a Seúl, Tokio y Pekín para discutir la nueva situación en la península coreana.
 

Kim Jong-un, de 30 años, es el sucesor de Kim Jong Il, que a la vez había heredado el puesto de su padre y fundador de la dinastía, Kim Il-sung. Kim Jong-un se hizo cargo del gobierno tras la muerte de su padre en 2011 y sin duda esta demostración de arrojo también es una señal a su frente interno, que no fgue tan monolítico a la hora de su asunción.

La llave china

El bloqueo con que los Estados Unidos y sus socios han cercado a Corea del Norte, somete al país en una severa crisis económica, por lo que se cree le sería muy difícil sostener una guerra prolongada, ya no solo con los Estados Unidos sino incluso con Corea del Sur.
 
China, el único aliado de Corea del Norte y su principal socio comercial, que a la vez le suministra recursos energéticos, no se vería muy beneficiada de tener una guerra de característica nuclear cruzando el estrecho río Yalu, frontera entre ambos países. Por eso, llamó públicamente al orden al joven líder Kim Jong-un, quien no ha de haberse lanzado a esta escala retórica sin tener previo aval de Beijing.
 

Hace tiempo que la guerra contra el «terrorismo internacional», emprendida por los Estados Unidos después de la gran demolición de septiembre de 2001 se convirtió en una desesperada carrera para ponerle coto al crecimiento chino.
 

China está pagando el error que cometió junto a Rusia al soltarle la mano a Gaddafi. No volverán a cometerlo en Siria, única razón por la que Bashar al- Assad sigue con la cabeza sobre sus hombros. Si se perdiera Siria, la próxima meta sería Irán, importante proveedor de petróleo para China, aunque no él único.
 

En febrero de 2007, el presidente chino, Hu Jintao, visitó ocho países del continente africano con los cuales firmó acuerdos comerciales y de inversiones, perdonó deudas y ofreció préstamos libres de intereses, valorados en cientos de millones de dólares. El entonces presidente George W. Bush respondió apenas una semana después con el anuncio de un nuevo mando de combate en África (Africom), que comenzó sus operaciones en septiembre de 2008.
 

China no hizo caso de la amenaza y su comerció con los países africanos siguió creciendo, y creciendo su abastecimiento de materias primas como petróleo, hierro, cobre, cobalto y uranio, materiales estratégicos para  industrias en las que ha hecho fuertes inversiones. Quizás este sea el verdadero motivo por el que la servil Francia se ha puesto a barrer el continente en nombre de los Estados Unidos en Mali, la Republica Centroafricana y Ghana. Al tiempo que otros socios menores de los estadounidenses, como Al Queda, cambiaron la dirección y castraron la emancipación de los tuaregs en el norte de Mali.
 

Sin ponderar estos elementos difícilmente se pueda entender la crisis de Corea y las bravuconadas de  Kim Jong-un. China está marcando su territorio con un guiño desafiante al tiempo que ha movilizado grandes contingentes y blindados del Ejército Popular a la ciudad de Ji´an, a orillas del río Yalu.
 

Es difícil que las amenazas de Pyongyang pasen a mayoresm pero la tensión en la frontera hace que cualquier error pueda acarrear consecuencias planetarias. Un simple temblor en la mano de uno de los soldados apostados a ambos lados del paralelo 38° puede cambiar la historia para siempre.


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