Extraído del periódico «La vaca», firmado por la Asamblea Vecinal de Almagro
20.02.13
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Comunero Carlos Benítez. Un kirchnerista en el ojo del conflicto. |
Cortes de luz y movilización vecinal: ¿cómo agradecer a EDESUR los servicios no prestados? Psicosis de la vida cotidiana. Pollo podrido y lucha de fases.¿Se corta la luz, o la cortan? Comuneros PRO y K. La genética privatizadora. Sistema, ansiolíticos y el hallazgo de los vecinos.
«Se cortó la luz a las 11 de la mañana. A las dos horas el pollo empezó a agarrar olor, y más ese día de 40 grados» dice Pablo, de la granja San Fran, pequeño local de Rivadavia al 3500. «Pensé que la luz volvía, pero no. Y yo ya estaba todo impregnado del olor, y tenía que tirar 130 kilos de pollo…».Antes de que Pablo termine su relato ante lavaca, a las 21.10 y como dándole la razón, desaparece la luz y nos quedamos hablando entre tinieblas en la vereda.A pocos metros enciende su linterna Ramón, encargado del edificio del 3561. «Hace 4 meses empezaron los cortes.
Ahora es una fase y deja sin luz a 20 de los 60 departamentos. Un día una fase, otro día otra. El peor hasta ahora aquí fue de 45 horas. Pero en la esquina hubo un corte de cuatro días seguidos. Este edificio tiene 13 pisos y cuando hay corte no andan los ascensores». En la entrada Juan Carlos Petrone estudia si subir o no la escalera hasta el 6° piso: tiene 87 años. «Voy a esperar hasta las 10 de la noche y después me mandaré a ver si llego». Ramón: «El otro día un señor un poco más joven, en el edificio de la esquina, quiso subir al 12° pero se descompuso, lo bajaron, lo internaron y tuvieron que hacerle un bypass», comenta mientras me alcanza un volante de la Asamblea Vecinal de Almagro (ya suma al menos 200 vecinos interconectados por mail y celular) que llama a reunión en la esquina de Rivadavia y Mario Bravo en la que se estudia una próxima movilización a EDESUR, San José al 100. Algunos proponen ornamentar dicha sede con comida podrida, entre otras cosas: un modo de devolver las atenciones recibidas por la empresa en estos tiempos.
El call center de EDESUR
«Hubo muchos cortes en octubre, más en noviembre, y desde diciembre fue un desastre» explica Ramón, el encargado de la linterna. Los integrantes de la Asamblea Vecinal de Almagro contabilizaron, según los casos, 168 horas de cortes, y cientos de reclamos, incluidos casos como el de la esquina de Mario Bravo y Rivadavia, 18 pisos, con cuatro días seguidos sin luz, ascensor, ni agua (y luego con cortes «breves» de no más de 18 o 24 horas). Para aliviar la situación, los vecinos que están en una fase cortada se «cuelgan» de la luz de los pasillos, o arman alargues mutuos y cadenas de «zapatillas» entre distintos departamentos de distintas fases para poder enchufar las heladeras. Ramón: «Nos salvamos porque tenemos una bomba monofásica para llenar el tanque de agua. Otros edificios no la tienen y ahí sí, entre el corte y la falta de agua, imagínese».
Marcelo y los reclamos: «Ahora se supo que todo EDESUR te atiende con un call center de 12 personas. Con la cantidad de reclamos que hay, te dejan colgado de la maquinita y no te atienden nunca. Y si te atienden es peor. Uno no quiere maltratar a nadie, pero el otro día llamé, le dije al operador que no tenía luz y me contestó que no podía ser, que que a él no le figuraba el corte. Me puse loco. Mi señora terminó dándome un calmante porque estaba por reventar».Y agrega: «En realidad sabés que a ellos también los usan para filtrar los reclamos de la gente». (Vicente, un rato antes, me hablaba de lo mismo en la regalería: «La burocracia es una forma de poder»).
Marta escucha a Marcelo, y habla al límite del llanto: «A mí se me reventó la insulina después de 3 días sin luz, por la falta de frío, y ayer tuve una descompensación por el estrés de todo esto, con pérdida de memoria». No quiere decirme mucho más, salvo: «Fue horrible». Sus vecinos la rodean en silencio, acompañándola mediante el antiguo arte de escuchar al otro. Ramón: «Nos cambió la vida, todos se saludan, conversan. Antes andaba cada uno en la suya». Marta coincide con que lo grupal ayuda a escapar de esa locura cotidiana: «Parecería que tiene que pasar algo malo para que nos demos cuenta de lo bueno que nos rodea».
Asamblea en la esquina
Son unas 20 personas junto a un contenedor lleno de escombros. Héctor lo señala como parte del paisaje: «Esto está desde noviembre». Planean diferentes encuentros, la creación de un contacto vía facebook y acuerdan con la idea de ir armando un acto frente a EDESUR. «Y nos tenemos que conectar con la gente de Chacarita, Villa Crespo, Lugano 1 y 2, y todos los otros que todos están también como nosotros».
Ana, de Juan B. Justo 2331, había pasado un rato antes contando que allí llevan, en los últimos tiempos, 190 horas de cortes, el equivalente a casi 8 días sin luz. Ana hablaba con una intensidad hecha de indignación y asombro, como pensando que quien la escucha no va a creer lo que dice.
La temperatura del sistema
Llegan dos de los seis integrantes de la Comuna 5 que abarca Boedo y Almagro, casi el centro geográfico de la ciudad: Ignacio Delgado y Carlos Benítez. Cuentan que estuvieron en EDESUR, gestionando justamente una reunión para los propios vecinos. «En la sede de Lacarra ni nos quisieron atender, hicieron pasar a uno solo. Dijeron que la temperatura crítica es 30º y de ahí en más empiezan los cortes» explica Ignacio. Carlos: «Te hacen toda una sanata, decían que el problema es que hay mucho consumo».
Luego contó algo que les revelaron en la sede Senillosa, una frase que acaso deba incluirse en los próximos manuales de ciencias políticas y sociales: «En ‘off the record’ nos dijeron que el sistema está obsoleto». Delgado asintió a su lado.
La edad de los cables
En toda esta aventura se descubrió que los cables de la zona siguen siendo de la época de la empresa Italo, o sea que son preexistentes a la época de Internet, de los celulares y corresponden a la era en la que periódicos alternativos como La Nación o activistas como Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, propagandizaban las ventajas de las privatizaciones que salvarían al país del atraso gracias a sus inversiones. Héctor: «Recién ahora están estudiando cómo cambiar la red, o sea que no invirtieron absolutamente nada. Y el que pretende cambiarla es el Estado, así que la privatización ya vemos para qué sirvió». Marcelo: «Mi temor es que la empresa esté provocando todo esto para irse y dejarnos el muerto, como han hecho otras privatizadas».
Macrismo y K
Los comuneros escuchan. Benítez pertenece al Frente para la Victoria. Delgado al PRO. Los miro tratando de detectar en qué momento intentarán copar la parada o liquidarse mutuamente pero Fernanda, una de las vecinas, me advierte: «Estoy fascinada porque los comuneros vinieron a colaborar, en ningún momento pusieron el partidismo adelante, y se suman para ayudarnos». Héctor, del grupo senior: «Yo también me sorprendí. Hacen lo que les pedimos nosotros y acordamos juntos, y no al revés, como pasa siempre con los políticos».
Todos los vecinos están en una sintonía similar. «Es que todos podemos tener nuestras ideas. Yo mismo soy del PO (Partido Obrero) y todos lo saben, pero aquí tenemos que ver cómo solucionar el problema entre todos» dice el más joven del grupo, Gabriel, ante los gestos afirmativos del resto. La combinación de kirchnerismo, macrismo, y troskismo puede darse en una asamblea, forma organizativa de las personas comunes (si es que existe alguna persona común) que acaso esta vez zafe de que intenten engullírsela.
«Acá no corren los partidos sino que se haga lo que planteamos nosotros, que somos la sociedad», señala Marcelo: «Por suerte en esta Comuna ganó el diálogo y no la mezquindad y eso ayuda a que trabajemos todos juntos».
De hecho los comuneros están ahí, a las 10 de la noche, parados junto a los escombros con los vecinos, y no acumulando lípidos en un despacho. Es un enigma cómo seguirá esta relación. Jorge dice: «EDESUR no se fija si te gusta el macrismo o el kirchnerismo. Te la corta igual» sentencia, como hablando de una mutilación.
Frente a las corporaciones, las viejas teorías políticas quedan en suspenso: acaso haya que hablar de lucha de fases.
¿La luz se corta o la cortan?
La asamblea discute algo que plantearon los comuneros: «Los de EDESUR, bajo cuerda, te reconocen que arreglan los problemas cuando los presionan». Lanzo una pregunta: ¿La luz se corta, o la empresa va cortando premeditadamente por sectores? Marta: «El 23 de enero cortaron. Salimos a cortar la calle. Como vinieron canales de televisión, a los 15 minutos había luz otra vez».
Gloria, de la regalería, me había dicho: «Ese día devolvían una hora a uno, cortaban, le daban luz al otro, y así. Como nos hemos ido conectando entre los comercios, andábamos de aquí para allá, como el baile de los locos». Pablo, de la pollería: «el muchacho del kiosko me trajo el freezer para que no se le derritieran los helados, pero me cortaron a mí y me tuve que enganchar con la regalería». La granja (por el consumo de sus heladeras) paga 3.000 pesos mensuales de electricidad y 7.800 entre alquiler y expensas. La regalería no tiene tanto gasto eléctrico. Gloria: «Ni el aire acondicionado prendo, porque hemos perdido muchísimo. El día de Navidad sin luz ni teléfono ni pos net, no pudimos vender. Este año tuvimos menos ingresos que hace un año, siendo que las cosas valen el doble. Alquiler y expensas subieron de 5.000 a 8.000 pesos». Detalle: ni siquiera tuvieron linternas para vender: «Como son chinas, está trabada la importación y quedaron en los contenedores, recién nos van a traer en marzo, dicen».
Ramón: «Para mí la cortan, te das cuenta por los horarios. Vienen los de EDESUR, esta mañana por ejemplo. Miraron el buzón, hicieron algo con los fusibles. Les pregunté: ¿qué pasó? Me contestaron: ‘ya tenés luz, chau’. No puedo creer que no inviertan en poner un cable mejor».
¿De quién es EDESUR?
Cuando hago la pregunta los vecinos se miran entre ellos. «Creo que es española» dice marcelo. «No, brasileña» dice Marta. En realidad todo es un laberinto. Dos empresas, Distrilec (53%) y Enersis (43%) tienen la mayoría accionaria. Pero Distrilec es de Enersis y de Petrobras Energía que a fin de enero decidió irse de EDESUR. Enersis a su vez pertenece a una corporación chilena, que es propiedad de Endesa de España. De hecho el gerente de EDESUR es el español de Endesa Josè María Hidalgo. Pero la española Endesa no es española sino que en un 92% pertenece a la estatal italiana Enel.
Todo este himno a la transparencia se completa con el enfrentamiento cada vez más claro de la empresa con el gobierno argentino, por la falta de inversiones y la realidad de miles de cortes de luz de los cuales en un 70% correspondieron este año a EDESUR, afectando sólo en Capital a 2.300.000 personas. EDESUR denuncia que el problema es el atraso tarifario, el gobierno retruca denunciando que vive subsidiando a la empresa (y es obvio que querría introducir allí a empresarios más afines, sin que se pueda intuir aún en qué terminará el combate, desde el punto de vista de los vecinos).
Héctor: «El asunto es que los vecinos somos como la pasta que unos, otros o ambos, usan para esmerilarse entre ellos». Gloria en cambio cree que «nos quieren esmerilar a nosotros» (la pasta esmeriladora va limando el vidrio y opacándolo para rebajarle los bordes cortantes y poder usarlo como adorno; la comparación con lo social queda a cargo del público presente).
Claustrofobia social
La asamblea intercambia mails y teléfonos. Ana y Betty viven en un piso 18 y quieren aprovechar para ir a su casa en ascensor ahora que parece que hay luz. Paula, médica: «El otro día operaron a una vecina, y tuvo que subir la escalera con un banquito: hacía un piso y se sentaba, otro piso y volvía a sentarse», narra en una reescritura posible de las Instrucciones para subir una escalera, de Cortázar. Jorge cuenta de un vecino suyo que quedó atrapado en el ascensor, y sufre claustrofobia: «Logró abrir a golpes la puerta y casi se cae 10 pisos por el hueco».
Los vecinos andan sanamente claustrofóbicos, queriendo salir a la calle. Gloria: «Es que los que mandan, las empresas o los gobiernos, siempre quieren distraer mentes, y si nosotros no salimos a hacer las cosas, nadie va a reclamar por nosotros».
Sobre la pelea Medios-Gobierno, Gloria dice lo mismo: «Son formas de distraer mentes. Para mí la Presidente es culta e inteligente. La atacan porque es mujer. Pero creo que no está bien acompañada». Pablo, de la granja: «Hay muchos insultando al gobierno, pero por lo menos se trabaja.
A lo mejor es egoísta, pero mis hijos van a la escuela y yo estoy más o menos bien, más allá de lo que está pasando con los cortes. Unos dicen una cosa, otros otra, yo miro que se tiran entre Macri y Cristina… que hagan lo que quieran. Que si el ABL, que si los planes sociales. Yo al que puteo es a EDESUR. Capaz que está mal, pero eso pienso».
Ramón hizo un cálculo: «Los medios dicen la verdad, pero sólo un 30 o 40%». Sería el viejo truco de decir algo de verdad, para hacer creíble el otro 60 o 70% que no lo es. «Lo único bueno de todo esto es que la gente se saluda, se hace más afín, ojalá siga eso hacia adelante». Unas cuadras más allá en el ex cine Roca, también buscan la luz aunque de otro modo, en los encuentros evangélicos del Pastor Giménez: «Aquí se hacen milagros para vos y tu familia» anuncia un cartel. Ni con milagros evitaron los cortes. Jessica: «Orábamos con la luz de emergencia o nos veníamos más cerca de la calle» dice y no omite el proselitismo: «Hubo un día que sí, se prendió solo acá. No se si fue un milagro, pero se prendió».
Marta no sabe cómo será el futuro que se está amasando al interconectar vidas, zapatillas y conversaciones en medio de los cables pelados. «Todo dependerá de lo que hagamos nosotros mismos».
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