Democracia y mercado

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¿Y? ¿Nadie comenta nada?

LA MALA LECHE

30 años de todos

Martín Rodríguez/ Ni a palos

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La mesa está servida. La torta está en la mesa. Enciendan las velas. Tres deseos.

Los 30 años de democracia pueden tener cien abordajes, pero me gustaría empezar por una primera forma de organizar esa línea de tiempo: ¿la transición terminó? ¿Cuándo terminó?

De la masa densa de imágenes podemos desprender distintas escenas que organizan el desarme del Estado heredado en 1983. Un Estado vencedor en el campo militar sucio, un Estado vencedor en el replanteo de una nueva sociabilidad, porque la dictadura ganó la guerra sucia y produjo cambios estructurales y culturales para los tiempos que venían. Cambió la estructura económica aunque tuvo una economía que los hizo colapsar políticamente. Fue la última dictadura, tal vez, también, porque fue la peor de todas, capaz de operar cambios en la estructura social y productiva que la hicieran no sólo última, sino también definitiva.

El teatro militar dejó decorados y patrullas perdidas de un orden que creían «perdido», como los carapintadas. Veamos las tres escenas que desmontaron ese teatro.

Escena 1: un secretario de juzgado en la audiencia del 22 de abril de 1985 dice «señores de pie», y la antigua junta militar que gobernó el país a partir de 1976 se pone de pie y comienza a ser juzgada por la justicia civil.

Escena 2: el 31 de agosto de 1994 el gobierno de Carlos Saúl Menem decreta el fin del Servicio Militar Obligatorio. Significado por el asesinato del soldado Omar Carrasco, puso fin a un servicio iniciado en 1901 con una concepción que iba a cruzar el siglo 20: la nación en armas. El fin del ciudadano – soldado en el fin de la colimba.

Escena 3: el 24 de marzo de 2004, en las galerías del Colegio militar el entonces presidente Néstor Kirchner ordena «bajar» el cuadro de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone. Habían vuelto los juicios.

Una década separa a cada una de las escenas.

Los tres hechos asumen un eje: el modo de desarmar el Partido Militar y el modo de administrar la justicia sobre los delitos de lesa humanidad. No se trata de tapar las contradicciones de esas presidencias: ni los «retrocesos» judiciales del alfonsinismo ni la política de pacificación vía indultos de Menem. Pero existió una progresividad que ayudó a configurar las condiciones ideales para una de las aspiraciones democráticas: juzgar esos delitos. Ese proceso –hoy visto- parece natural, inevitable, y sin embargo, se sabe que a las condiciones objetivas deben plegarse condiciones subjetivas. Hay un «pasamanos» entre las gestiones, más invisible que los discursos fundacionalistas con los que cada presidencia lotea su parcela de la historia.

La relación del Estado con las Fuerzas Armadas, con la Iglesia, con la sociedad (y sus derechos civiles) es inevitablemente progresista. Cada gobierno, a su modo, corrió para el lado de la luz, «aún sin querer». Pero en el campo de la economía, de una economía siempre en vaivén o tambaleante, sería difícil determinar la precisión de esa «transición». Diríamos que en la década kirchnerista hubo una decisión y una posibilidad (¡un contexto!) para reequilibrar la relación de economía y Estado, ergo, de economía y política.

Democratizar la sociedad no es un camino lineal: sacar el Estado de encima o ponerlo encima. Depende. Construir laicidad. Separar la Iglesia del Estado. Garantizar derechos universales. Regular el mercado. Cimentar un «clima de negocios». Cuidar a los pobres. Empresas mixtas. Etc.

Estado sí o Estado no, es el modo de caer en la trampa liberal; la que construye una ideología «estatista» a su medida. Hay un rezo reconfortante que dice «todo el mercado que se pueda, todo el Estado que sea necesario». Pero esa didáctica supone una buena conciencia y sabemos que los grandotes de la economía muchas veces prefieren atajos, no esperan la aspiración social de un mercado lo más amplio e inclusivo posible. La materia del alfonsinismo y su evangelio laico en el desierto tuvo un nombre: Sociedad & Estado. Aprobada con 7. Argentina tiene otra en la evolución de su CBC: Democracia & Mercado.

Chupate esa mandarina.


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