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ENRIQUE DUSSEL, SU LEGADO: La democracia participativa reemplazará a la agotada democracia representativa

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Hace una década, el filósofo mendocino Enrique Dussel, entonces rector de una universidad del distrito Federal de México, advirtió que la democracia representativa estaba en crisis en todo el planeta porque “la gente empieza a darse cuenta de que hay una élite política que ellos no logran perforar porque no hay participación”. Y añadió que sin participación no hay política: “si todos nos quedamos en la casa de la puerta para adentro, se acabó la política. Polo menos hay que salir a la calle, ver al vecino y decir: ‘buenos días’: ya ahí hay un poco de comunidad. Lo más terrible para una representación dominadora es que la gente salga a la calle y se pregunte qué pasa”.

Aunque nunca leí un libro de Dussel, hace rato que venía escuchando comentarios muy elogiosos de compañeros a los que respeto por lo que su muerte me tocó, me interpeló. Y aquellas frase suya me venía resonando a la vista del fenómeno Milei, la última vez esta mañana cuando subí lo escrito por Luis Alen acerca del auténtico aluvión zoológico. La falta de participación política de la mayoría de la población a la que se refirió Dussel redundó en la existencia de grandes contingentes de idiotas (en el sentido más literal y exacto del término) capaces de hacer volar todo por los aires aun cuando ellos mismos sean candidatos a la desaparición. Peligro que justo en este momento estamos tratando de conjurar.

En fin, que me parece que hay que prestarle atención a la ingente obra de Dussel, que ya con este pantallazo aparece muy pertinente, acorde a los tiempos que vivimos.

Es una paradoja que alguien absolutamente carente de fe religiosa, como quien escribe, encuentre cada vez más puntos de acuerdo con quienes, como Dussel, uno de los fundadores de la llamada “filosofía de la liberación”, provienen del catolicismo. Además de filósofo, Dussel fue un reputado teólogo, sea lo que sea que esto signifique.

Me enteré de su muerte, ocurrida el domingo, por un guatsáp de Daniel Yepez, profesor, historiador y pedagogo de la Universidad Nacional de Tucumán:

Falleció Enrique Dussel, referente imprescindible del pensamiento decolonial y de las ciencias sociales criticas, centradas en comprender los significados profundos de Abya Yala. Su obra de más de cien libros recorre toda la historia de la filosofía latinoamericana, despojada de eurocentrismo y sometimiento cultural. Fue uno de los máximos exponentes de la Filosofía de la Liberación y del pensamiento pedagógico-crítico que con mayor fuerza cuestionó el «eurocentrismo» en la filosofía, la política, la educación y, en general, en la vida cotidiana de nuestros pueblos. Acá, en Argentina, apenas se lo conoce y se lo menciona en el «discurso» y contenidos de las carreras humanísticas de las universidades estatales. En la UBA, en particular, no existe una cátedra que le rinda homenaje a su figura y trayectoria y se dedique a estudiar la originalidad de su obra. Ni qué decir en IES de formación docente y en los profesorados de filosofía, donde es una «rara avis» que apenas se menciona, salvo alguna perdida referencia en una materia llamada «Filosofía Argentina». Sin duda, es una gran pérdida para el pensamiento latinoamericano decolonial, nacional, popular, endógeno y mestizo, en el marco de la decisiva batalla cultural y pedagógica que líbranos contra el modelo civilizatorio neo-neo y el despojo material de nuestra Patria Grande. Nos quedan sus libros, su obra y pensamiento, como invalorable legado para seguir luchando sin pausa por nuestra definitiva emancipación moral y material, dando permanente continuidad a su pensamiento.

El transcapitalismo y la hora de los pueblos

«…el noble oficio de la política es una tarea patriótica, comunitaria, apasionante (…) Lo que viene es una nueva civilización transmoderna, y por ello transcapitalista, más allá del liberalismo y del socialismo real, donde el poder era un tipo de ejercicio de dominación, y donde la política se redujo a una administración burocrática. (…) Es la hora de los pueblos, de los originarios y los excluidos. La política consiste en tener ‘cada mañana un oído de discípulo’, para que los que ‘mandan, manden obedeciendo’. El ejercicio delegado del poder obediencial es una vocación a la que se convoca a la juventud, sin clanes, sin corrientes que persiguen sus intereses corrompidos, corrompidos porque luchan por intereses del grupo y no del todo (sea el partido, sea el pueblo, sea la patria, sea América Latina, sea la humanidad).»

Enrique Dussel, «Para una política de la liberación», palabras preliminares (2013).

Una conferencia magistral sobre «Democracia Representativa y Participativa»:

 

 


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