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El hermano M.M. Nuestro hombre en El Cairo |
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Democracy Now!
-Millones de personas se manifestaron por todo Egipto pidiendo la dimisión del Presidente Mohammed Morsi un año después de su toma de posesión. Las protestas del domingo desataron unos enfrentamientos que se saldaron con 16 muertos y aproximadamente 800 heridos. Entre los fallecidos en los pasados días de agitación se encuentra Andrew Pochter, un estudiante del Kenyon College de 21 años procedente de Chevy Chase, Maryland. Supuestamente, manifestantes contrarios al gobierno habrían saqueado la sede de los Hermanos Musulmanes y la habrían prendido fuego. El gobierno egipcio acepta que hasta 17 millones de personas tomaron las calles de todo el país. Decenas de miles permanecen en la Plaza Tahrir de El Cairo y afuera del palacio presidencial y prometen quedarse allí hasta que Morsi dimita.
Barajar y dar de nuevo
Por Guadi Calvo
Cuando los Estados Unidos e Israel, su socio principal en la región, elucubraron la primavera árabe, no consideraron que la tan vigilada democracia egipcia, cuyos servicios de seguridad eran prolijamente entrenados en espionaje, torturas, desapariciones y muertes por el Mossad y la CIA, fuera a trastabillar. Finamente las gigantescas manifestaciones y revueltas del 2011 terminaran volteando a su más fiel servidor, el presidente Hosni Mubarak.
Igual Mubarak, mucho más no se podría haber mantenido, llevaba treinta años en el poder, cumpliendo con abnegado servilismo a las órdenes de los Estados Unidos. Durante todo ese tiempo Mubarak permitió que Israel matara una y otra vez palestinos entre otras muchas traiciones a las otras naciones árabes. Claro que a cambio de los 70.000 millones de dólares, si leyó bien, 70.000 millones de dólares. En la misma economía que 40% de la población (sí, leyó bien) que embolsó el clan Mubarak y sus allegados en un país donde el habitante promedio subsiste con menos de dos dólares diarios y el desempleo juvenil asciende a más de 30%.
Entregar al rais, casi casi era mejor, los militares que lo sostuvieron durante todo ese tiempo no tuvieron pruritos en dejarlo caer, y con el acuerdo de los Estados Unidos e Israel formaron un junta de gobierno, llamar a elecciones y la Operación Gatopardo pronto estuvo consumada, el nuevo rais se llamaba Mohamed Morsi.
A días de cumplir un año en la presidencia Morsi, esta jaqueado por nuevas y gigantescas manifestaciones que le hacen recordar con demasiada similitud al “recordado” Mubarak.
Morsi, asumió con casi el 52% de los votos del Partido de la Libertad y la Justicia, el brazo político de la Hermandad Musulmana, una organización islamita con representaciones en todos los países árabes que pugna establecer gobiernos islámicos regidos por el Corán y la Sharia.
El año pasado Morsi emitió un decreto que le confería poderes casi absolutos, pero ante las protestas populares debió recular.
Morsi había nombrado como gobernador de la provincia de Luxor a Adel al Jayat, ex miembro del grupo islamista Al-Gama’a al-Islamiyya, al cual tuvo que relevar rápidamente por otras fuertes protesta.
No dudo en romper relaciones diplomáticas con el jaqueado gobierno del nacionalista y laico presidente sirio Basher al-Assar, para congraciarse con Occidente y sus socios árabes, rivalizando en sumisión con Turquía.
Todas estas señales en una sociedad laica como la egipcia han causado demasiados resquemores mientras la crisis económica se profundizó y nada ve la luz al final de túnel. El desempleo supera el 13% y hay apagones, escasez de productos de primera necesidad y largas colas en las estaciones de servicio.
Es por todo esto que desde hace 15 días, nuevamente miles de egipcios han salido a las calles reclamando ya no cambios, sino la renuncia del presidente Morsi.
Muertos otra vez
Las revueltas que voltearon a Mubarak aparejaron más de mil muertos. Morsi lleva solo una veintena, pero al parecer el Departamento de Estado norteamericano prevé que esto se puede complicar mucho más, y en una resolución inédita, ordenó la salida de Egipto de todo su personal diplomático y consular, mientras advertía a los connacionales que se abstuvieran de pisar Egipto.
En el Cairo, una multitud de grupos islamistas organizados por la Hermandad Musulmana y traídos desde el interior del país han hecho campamento frente a la mezquita de Rabá en apoyo de Mursi.
En la Plaza Tahir se reúnen los grupos opositores, mayoritariamente laicos y preocupados por los indisimulable codicia de la Hermandad Musulmana de hacerse con todo el poder. La movilización está liderada por la Plataforma 30 de junio, y esta por el grupo Tamarrud, (rebelión), formado por jóvenes fogueados en las luchas de enero y febrero de 2011 contra el régimen de Mubarak, que aseguran haber reunido 22 millones de firmas pidiendo la renuncia de Morsi y la celebración de elecciones anticipadas.
Tamarrud tiene el apoyo de los principales partidos laicos, sus aliados en la plataforma, el partido Dustur, de Mohamed al Baradei, y también de organizaciones revolucionarias consolidadas, como el Movimiento del 6 de Abril.
El miércoles 26 de junio, el presidente Morsi pronunció en discurso de casi tres horas en el que si bien reconoció tibiamente “haber cometido errores”, se mostró desafiante.
Mientras cuatro ministros del gabinete de Morsi acaban de renunciar, el Ejército nuevamente se adjudica el rol de árbitro y le dio al presidente dos días para resolver la crisis. Dos días que concuyeron hoy.
Egipto es un país demasiado importante para la estrategia israelí/norteamericana en Medio Oriente para que lo dejen en manos de los egipcios, Washington, con sus 27 organismos de inteligencia, no quiere sorpresas ni perder un peón suyo en ciernes como Morsi. Bueno es recordar que los islamitas egipcios son sunitas, y los iraníes chítas.
Estados Unidos e Israel quieren mantener a Morsi en el poder. Washinton podrá barajar y dar de nuevo. Pero con las mismas viejas, ajadas cartas marcadas de siempre.