El sitio de San Petersburgo

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Antes Miguel viajaba físicamente y no tenía tiempo para escribir. Hoy escribe y viaja mentalmente. Para los demás, pura ganancia.




«Tu nombre es desconocido, tu hazaña es inmortal.» La frase está inscripta en la lápida de la Tumba del Soldado Desconocido, un sobrio monumento en el Jardín Alexander, en la Plaza Roja de Moscú, recostado a los pies de las murallas del Kremlin, donde estuve alojado en diciembre de 2008 durante una visita a Rusia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
 

En el centro del monumento está la lápida memorial de granito con una estrella de bronce de cinco puntas, desde la que arde la Llama Eterna. Iluminada por el fuego, resplandece la inscripción. Detrás, una rama de laurel y un casco de soldado reposan sobre una bandera, cubiertos siempre de flores.

En una garita a cada lado, sendos guardias custodian la tumba. En el relevo, dos nuevos soldados llegan dirigidos por un oficial, velan la tumba durante unos instantes, se produce el cambio y el oficial se lleva a la guardia saliente.

Los soldados visten sus uniformes tradicionales, con abrigos largos y grandes gorros de piel que recuerdan las épocas de la Guerra Fría. Sus pasos y movimientos conservan la marcialidad soviética.

La ceremonia se repite cada hora. Es breve y sencilla, pero impresionante y conmovedora, porque la guerra sigue estando presente en Rusia.
Muchas novias cuando se casan suelen dejar su ramo junto a la Llama Eterna. La mayoría de los rusos tienen algún familiar que murió durante la guerra. Cuando la novia se acerca con un ramo, un oficial toca un silbato para que otro soldado abra las cadenas y le permita pasar a depositar las flores.

Aproximadamente 27 millones de soviéticos murieron durante la Segunda Guerra Mundial. Las acciones militares se iniciaron con la invasión nazi a la Unión Soviética el 22 de junio de 1941 y terminaron con la caída de Berlín el 3 de mayo de 1945 a manos del Ejército Rojo. Fue el conflicto bélico más sangriento de la historia de la humanidad.
La Tumba del Soldado Desconocido de Moscú rinde honor a los soldados soviéticos caídos en la Gran Guerra Patria, el término dado por los soviéticos a la guerra contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Para Occidente es simplemente el Frente Oriental.

En el Jardín Alexander están enterrados los restos del soldado desconocido que fueron trasladados de una fosa común situada en el kilómetro 41 de la carretera de San Petersburgo (Leningrado). El fuego de la Llama Eterna fue traído desde el Campo de Marte de la antigua ciudad que fuera cuna de la revolución bolchevique.

El sitio de Leningrado (San Petersburgo) fue el pasaje más sangriento de la guerra. Durante 872 días, desde septiembre de 1941 hasta enero de 1944, la población fue sitiada y sometida a la más increíble lucha por la supervivencia. Más de 1.200.000 personas murieron. Producto del hambre y el frío, el 90% de ellos agonizaron en las calles o dentro de sus propios hogares. Hasta que la ciudad fue liberada, 2.500.000 personas sufrieron heridas y enfermedades.

El filólogo ruso Dmitri Lijachov, que sobrevivió junto con su familia al sitio de Leningrado, escribió: «Dejaban a los que morían: las madres, padres, mujeres, niños; dejaban de alimentar a los que ya no tenía sentido alimentar; escogían entre sus niños a quién iban a salvar; buscaban oro en los cuerpos de muertos; les arrancaban los dientes si eran de oro; les cortaban los dedos para quitarles sus anillos de boda; desvestían los cadáveres en la calle para conseguir la ropa para los vivos; cortaban los restos de la piel de los cadáveres para cocinar sopa para los niños; estuvieron listos para cortar trozos de carne de sus propios cuerpos para alimentar a sus hijos; escribían diarios y notas para que después alguien supiera cómo morían millones. Si eran terribles los bombardeos y ataques de la aviación alemana, ¿a quién podían asustar? Solamente el que muere de hambre puede hacer una gran infamia o un gran sacrificio de sí mismo, sin temer a la muerte.»

En estos días, el fantasma de la guerra ha vuelto a sobrevolar San Petersburgo. Durante la reunión del G-20 el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con el apoyo de Francia, ratificó su propósito de atacar a Siria.

Los líderes de Rusia, China, Alemania, Italia y los países emergentes advirtieron al jefe de la Casa Blanca sobre el peligro que implicaría para el equilibrio mundial un ataque contra el régimen de Bashar al-Assad. También el papa Francisco envió una carta a los presidentes reunidos para rogarles que buscaran «una solución pacífica».

La presidenta argentina se preguntó: «Qué mundo es este en el que un problema tan serio como el de nuestra deuda, que puede afectar a otros países, se decide en la Corte de Estados Unidos. O en el que el Senado norteamericano decide si se bombardea o no en Siria».

Qué clase de mundo es este, donde las novias siguen dejando sus ramos sobre las tumbas de los muertos.


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