Las vueltas de la vida. Nacido en el trigésimo cumpleaños de mi padre republicano, navarro, vasco y español, no quise repetir su historia y quedarme en España como él se quedó en Argentina hasta su muerte. Pero aunque quise vivir y morir argentino, todas las historias de la República (sin cuya derrota yo no existiría, porque mi padre y mi madre -cuya familia regresó a la Argentina huyendo de Franco- se conocieron en el Laurak Bat, como miembros de la diáspora que produjo) me conmueven hasta los tuétanos. Las vueltas de la vida. Quién habría de decir que habría españoles que se sentirían frente a una jueza controvertida como la Chuchi Servini de Cubría tan emocionados y escuchados como nos sentimos tantos argentinos en la Audiencia Nacional de Madrid ante el juez Garzón.
(Una curiosidad es que haya un Sabino Arana que se deje presentar como español. Cosas veredes, Sancho)
Víctimas del franquismo
Españoles con sed de justicia
Por Juan Carlos Martínez / Pájaro Rojo
Llegaron a Buenos Aires el domingo 22 de abril, en pleno otoño. Cada uno traía sobre sus espaldas una pesada mochila cargada de dolor, sufrimiento e impotencia. Pero no habían perdido las esperanzas de encontrar aquí la justicia que se les niega en su propia tierra.
Su calvario comenzó cuando eran jóvenes idealistas que resistían a la dictadura franquista. Luchaban por la República perdida en la noche más oscura de España. Hoy peinan canas y en la madurez de sus vidas mantienen en alto aquellos ideales de juventud.
Cuatro de ellos son ex presos políticos que sufrieron torturas en las cárceles de Franco. Una es hija de un republicano asesinado bajo el simulacro de un accidente. La restante, hermana de uno de los últimos fusilados por la dictadura, estuvo representada por su abogada.
En la media mañana del 23 de abril los encontramos en los Tribunales Federales de la avenida Comodoro Py. Allí estaban para ofrecer sus testimonios Josu Ibargutxi San Pedro (62), Sabín Arana Bilbao (67), José María Galante Serrano (64 ) y Manuel Blanco Chivite (67).
Los cuatro ratificaron ante la jueza María Romilda Servini de Cubría las denuncias sobre las torturas que sufrieron durante la dictadura y aún después de la muerte de Franco. Ahora son querellantes junto a otras 46 víctimas cuyas denuncias ya están en la causa con nombres y apellidos de no pocos verdugos que siguen caminando tranquilamente por las calles españolas.
También estuvo Gema Carretero (49), hija de Federico Carretero López, asesinado por sicarios franquistas que pretendieron atribuir el hecho a un accidente. Carretero López era dirigente sindical, tenía 44 años y dejó huérfanas de padre a dos niñas de ocho y doce años, respectivamente. Gema es la mayor de ellas.
«Mi padre era una buena persona» dijo emocionada hasta las lágrimas en un acto de homenaje que se rindió a las víctimas del franquismo en la Asociación de Abogados de Buenos Aires. Embargada por la emoción, Gema no pudo seguir hablando pero esas cinco palabras y sus lágrimas decían todo.
«Para mi es un milagro que una jueza me haya escuchado después de tantos años de silencios…no lo puedo creer» había dicho al salir del despacho de la jueza Servini de Cubría.
El grupo se completó con Doris Benegas, abogada de Flor Baena, hermana de José Humberto Baena, fusilado a los 24 años por orden del dictador Franco el 27 de septiembre de 1975.
El fusilamiento de Baena y de otros cuatro republicanos fueron las últimas ejecuciones ordenadas por Franco poco antes de morir. Las cinco condenas despertaron una reacción mundial con pedidos de clemencia, pero no hubo piedad.
«La respuesta internacional del rechazo se generó no sólo por las penas de muerte que pendían sino también por la farsa de procesos que se estaban llevando a cabo», dice el escrito presentado por la abogada Doris Benegas en nombre de Flor Baena.
En verdad, los procesos que llevaron a las víctimas del franquismo a las cárceles o a la muerte fueron verdaderas comedias con los integrantes de los consejos de guerra como actores de una burla a todo principio jurídico, ético y humano.
Después de todo, cinco manchas más no podían hacer mella en la dura piel del dictador que se fue a la tumba dejando el suelo español sembrado de cadáveres.
«Franco llegó matando y murió matando» sostuvo Galante Serrano al recordar que los últimos cinco fusilamientos los firmó el dictador dos meses antes de morir.
La guerra civil había terminando con la derrota de los republicanos, pero las persecuciones, los encarcelamientos, las torturas y los crímenes del franquismo continuaron sin solución de continuidad.
Cuarenta años bañados con sangre, las secuelas del terror y el miedo jugaron a favor de la impunidad que se ha extendido hasta el presente con la complicidad de buena parte de la sociedad española que se resiste a revisar el horror sembrado por el fascismo franquista.
La suspensión del juez Baltasar Garzón cierra el círculo de complicidades, incluida la del rey Juan Carlos, mencionado por víctimas y familiares que recuerdan al entonces príncipe de España junto al dictador festejando el 1 de octubre de 1975 en la plaza madrileña de Oriente aquellas ejecuciones.
La fotografía del actual rey junto a Franco en aquel canto a la muerte es un testimonio irrefutable de la connivencia entre la monarquía y la dictadura.
En esos vínculos, a los que se suman los que mantenía y mantiene la iglesia Católica con el franquismo, los que se localizan en buena parte de la judicatura, en casi todos los partidos políticos, en los grandes medios de comunicación, en sectores empresarios y profesionales que han bregado incansablemente por la desmemoria, en todos ellos está la clave de las décadas de impunidad que protege a los autores materiales e intelectuales de los miles de crímenes consumados por aquella sangrienta dictadura.
En su viaje a la Argentina, las víctimas del franquismo han encontrado el espacio que en su propia tierra se les ha negado sistemáticamente. Vuelven a su país con la esperanza renovada, alentados por la promesa de la jueza Servini de Cubría de viajar próximamente a España para recoger más pruebas para que la verdad y la justicia prevalezcan sobre la mentira y la impunidad.
El principio de justicia universal está dando otro paso de enorme trascendencia en la lucha contra los delitos de lesa humanidad.