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ESTAFAS. JP Morgan lideró la corrida cambiaria y, dicen, pondría al nuevo ministro de economía

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Algunos funcionarios fueron precavidos y, al asumir, se esforzaron por borrar los rastros de sus pedanterías pretéritas. Es el caso del secretario de Comercio, Miguel Braun (@braunmi), quien ejerció su «derecho al olvido» sobre todo lo que tuiteó acerca del dólar cuando era apenas director de la Fundación Pensar y sobrino del dueño de los supermercados La Anónima. En un saludable ejercicio de autocrítica, Braun admitió ayer que había sido un error subestimar el traslado a precios de la devaluación y el impacto del alza de tarifas sobre la inflación. Fue por la mañana en radio Metro, antes que abriera una jornada cambiaria que dejó igual de boquiabiertos a operadores de la City, empresarios y políticos de todo pelaje.

Nadie esperaba otra disparada y mucho menos un cierre como el que finalmente ocurrió: con apenas un millón de dólares, en el último minuto de la rueda, alguien corrió el precio mayorista de la divisa de 22,30 a 23 pesos. Un 35% más de lo que valía a inicios de diciembre.

Agustín Collazo, el joven economista de la Di Tella con posgrado en Chicago que Federico Sturzenegger colocó al frente de la estratégica mesa de operaciones del Central, se convirtió en el blanco favorito de las críticas de propios y extraños. Todos acusaron a él y a su jefe de haber chocado la calesita. Pero la que peor le cayó fue la del banco de inversión Morgan Stanley, donde revistaba hasta dos años atrás como estratega de derivados e índices accionarios para las Américas. En una circular que distribuyó desde Manhattan entre sus clientes apenas 43 minutos después del cierre, estimó que «no hay garantías de que vaya a tener éxito en lo inmediato en anclar el tipo de cambio». Ese anclaje, agregó el banco, «es indispensable para evitar una disparada que no solo tendría gran impacto en la actividad real y en el humor de los mercados sino también en un bien público muy preciado: la estabilidad financiera».

Morgan Stanley también le recomendó al Central que descarte la meta de inflación del 15% que fijó apenas hace cuatro meses, tras la conferencia de prensa del 28 de diciembre, «porque ahora es menos creíble de lo que era antes de la reciente devaluación». Y le sugirió a Sturzenegger que utilice un arma que la política lo obligó a descargar: el mercado de dólar futuro: «Es una herramienta que ofrece una cobertura valiosa y se pacta en moneda local, por lo cual no tiene un costo inmediato para las reservas». Anteayer, el banco central brasileño anunció que saldría a jugar fuerte en el mercado de swaps cambiarios, un instrumento análogo a los futuros.

El Central dejó de operar en el mercado de dólar futuro apenas asumió Sturzenegger, dos meses después de que Mario Negri y Federico Pinedo denunciaran a su antecesor, Alejandro Vanoli, y a todo el equipo económico de Cristina Kirchner por haber pactado esos contratos a un precio que el juez Claudio Bonadío consideró demasiado barato para la cotización que alcanzó luego de desmantelado el control de cambios por la administración Cambiemos. Irónico, un veterano banquero con despacho sobre el Bajo comentó anoche a BAE Negocios que, con el mismo criterio, el kirchnerismo podría contraatacar ya mismo en Tribunales. «Si Vanoli nos regaló esos futuros cuando trataba de contener la corrida de 2015 ¿Federico nos regaló reservas la semana pasada cuando las vendía a 20 pesos?», se rió.

Con amigos así…

El rumor que más inquieta a los inquilinos de Reconquista 266 es el que ayer circulaba insistente entre las mesas de dinero mejor informadas: que dos fondos de inversión administrados por bancos extranjeros se anotaron con 900 y 1.200 millones de dólares respectivamente en la estampida compradora de la semana pasada, que le costó al Central más de 4.000 millones de dólares. En los despachos adyacentes al de Sturzenegger guardan bajo siete llaves los nombres de los afortunados que compraron barato, pero el periodista especializado en finanzas Guillermo Laborda dio una pista en el sitio LaPoliticaOnline, el jueves antes del feriado XL, cuando revelójp que «el JP Morgan lideró la corrida».

La sensación de que no puede haber habido tanta impericia por parte de economistas con los pergaminos de quienes habitan hoy el Central potenció las sospechas en las veinte manzanas de la City. La candidez o la excesiva confianza en lo que proyectaban los modelos teóricos pueden haber movido a error a los que no tienen más experiencia laboral que la docencia, pero no a viejos lobos de Wall Street como Luis Caputo, el mejor posicionado en la feroz interna que disputan los ministros del equipo económico. «Toto», de hecho, era de los que pulseaba con Vanoli desde mesas como la de Axis, el fondo que hace unos meses mudó de Recoleta a Palermo.

En esas pulseadas, Caputo aprendió que todo se reducía a una cuestión de carácter. «Si habia 10.000 millones de dólares extranjeros en Argentina bicicleteando contra la tasa, había que cubrir toda esa salida y aguantar o devaluar antes para que no realizaran la ganancia en dólares y después salir a bajarlo. Pero darles salida barata y después devaluar y subir la tasa al 38% es hacer todo al revés», agrega el banquero del Bajo. «Es eso o es beneficiarlos a propósito», insiste.

Durante todas las gestiones previas a las de Sturzenegger, las herramientas se combinaban. La compraventa de reservas, el subibaja de las tasas y el dejar correr o anclar el valor del dólar, según lo que conviniera. A eso, después, se sumaron los futuros. Pero antes Martín Redrado impuso otra práctica que luego lo sobrevivió y siguió aplicando su alfil, Juan Basco, el antecesor del inexperto Collazo. Consistía en coordinar con exportadores y otros grandes jugadores del mercado el momento y el precio al que saldrían a vender, para garantizarse que el Central no fuera el único oferente frente a miles de demandantes. Es algo que se esperaba de un gobierno con tan buen predicamento y tanto apoyo del empresariado, pero lo que también brilló por su ausencia esta vez. Quizá porque no se enseña en Chicago.

Disneylandia

En plena corrida y mientras continúa drenando imagen positiva, el oficialismo también fracasó a la hora de abortar el proyecto opositor para moderar el tarifazo de los servicios públicos, que finalmente obtuvo dictamen en Diputados. Cuando todavía se creía capaz de frenarlo, y para convencer a la opinión pública de que el proyecto es inviable, desde el Ministerio de la Producción se impulsó una declaración del Foro de Convergencia Empresarial, un conglomerado de cámaras patronales que lo tildó de «demagógico». En el fragor de la batalla cultural, el Foro incurrió en una usurpación de títulos y honores: estampó la firma de la Unión Industrial Argentina (UIA) sin que nadie lo hubiera autorizado.

El jefe de la central fabril, Miguel Acevedo, confirmó ayer la falsificación ante los industriales de Las Parejas que compartieron con él sus problemas para pagar las facturas de gas y luz. Anoche, de sport en el Pizza Cero de Tagle, Francisco Cabrera llegó a comentar la travesura con Horacio Rodríguez Larreta antes de sumergirse en un tenso repaso de la coyuntura. El malestar de los industriales volverá a hacerse oír en Producción cuando se sepa finalmente cuánto más suben las tarifas por la devaluación. Para los distraídos, vale recordar que el precio del gas en boca de pozo está en dólares. Igual que el de la generación eléctrica.

El empresariado también pifió en algunos cálculos políticos. Marina Dal Poggetto, la ex socia de Miguel Bein que ahora capitanea el estudio EcoGo, comentó con varios de sus clientes que uno de los problemas «es que en octubre todos pensaron que esto era Disneylandia, que Macri ganaba solo y caminando en 2019, y al final en el primer intento de pasar un paquete por el Congreso se encontraron con lo que pasó en diciembre». El vacío opositor puede garantizar continuidad, pero no necesariamente gobernabilidad.

Dal Poggetto, quien no comparte el plan opositor para atenuar el tarifazo porque cree que todavía falta para terminar de corregir los precios relativos, tampoco entiende cómo Hacienda anunció que bajaría medio punto porcentual por mes las retenciones a la exportación de granos durante todo 2018 y todo 2019. «¿No es como decirles que no liquiden los granos, que si lo hacen más adelante van a pagar menos?», se preguntó.

La economista fue convocada a mediados del año pasado por Miguel Pichetto para ocupar un lugar en el directorio del Central en representación de la oposición «dialoguista», como ya ha ocurrido en otras ocasiones. Otra silla iba a ser para el ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen. Finalmente el pacto no prosperó, tal vez porque Pichetto tampoco garantizó la aprobación de la reforma laboral con la que el viernes pasado insistió Jorge Triaca. Quizá haber sumado experiencia y diversidad a su mesa de discusión le habría evitado a Sturzenegger el peor tropezón de su carrera.


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2 comentarios

  1. “Si habia 10.000 millones de dólares extranjeros en Argentina bicicleteando contra la tasa, había que cubrir toda esa salida y aguantar o devaluar antes para que no realizaran la ganancia en dólares y después salir a bajarlo. Pero darles salida barata y después devaluar y subir la tasa al 38% es hacer todo al revés”, agrega el banquero del Bajo. “Es eso o es beneficiarlos a propósito”,
    Todo dicho…los 2 lados del mostrador

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