EXCLUSIVO. Daniel Gollán, flamante ministro de Salud de la Nación, recuerda sus años de militancia y cautiverio
La que sigue es la historia de militancia de Daniel Gollán, flamante ministro de Salud de la Nación, contada por él mismo. La entrevista se hizo para el documental inédito que filmó la productora Cuatro Cabezas sobre la Triple A. Tuvo lugar en la ciudad de Rosario en febrero de 2007.
Nahuel Coca, editor de Pájaro Rojo, viajó a Rosario con Gollán y visitaron juntos la facultad de Medicina y el centro clandestino de detención «El Pozo» de esa ciudad, donde había estado detenido junto a su hermano. Para Gollán era la primera visita a esos lugares por primera vez en casi treinta años.
El testimonio que podrán leer a continuación y las fotos que lo ilustran permanecían inéditos.
El equipo de Pájaro Rojo se alegra por la llegada de un militante como Gollán a un cargo de tanta responsabilidad, en el que seguro tendrá una gestión más ilustre que le su predecesor.
La primera militancia
Mi nombre es Daniel Gollán, tengo 51 años y soy médico. En estos momentos (N. del E.: 2007) trabajo en la dirección nacional de programas de proyectos especiales que depende de la Secretaría de Ciencia, tecnología e innovación productiva de la Nación.
Creo que elegí medicina por la influencia materna… Nuestra madre siempre nos hacía, no una imposición, pero si una especie de trabajo fino a cada uno de los hijos acerca de que nos debía gustar a cada uno, y creo que por eso me gusto medicina, pienso que hubo mucha influencia de nuestra madre acerca de las bondades de ser médico y todo…
Empecé a cursar medicina en el año 73’ en la facultad de medicina de la universidad nacional de Rosario, en medio obviamente de un clima político social muy particular. Venia de estudiar en una escuela secundaria que es bastante estricta acá en Rosario, que es la Escuela Superior de Comercio Libertador General San Martín, que depende de la facultad de ciencias económicas. La vida política dentro de la universidad era muy intensa, la cantidad de alumnos en la universidad que se volcaban a la participación política, en las distintas actuaciones políticas y en la parte gremial eran muy grandes. El centro de estudiantes era cualitativamente diferente, con mucha actividad.
Mi primera noción de militancia viene de un hermano mayor que es 6 años mayor, y él estudiaba en Santa Fe ingeniería química y estaba en una agrupación que era el Ateneo en Santa Fe, de donde surgieron una gran cantidad de dirigentes estudiantiles que fueron a incorporarse a distintas organizaciones políticas de la época, ahí tuve la primera influencia fuerte. También de amigos de Córdoba, ya que yo nací en Córdoba y siempre mantuve relación con todos estos amigos de la infancia y de la adolescencia en Córdoba y que también era un fenómeno todas esas familias de gente conocida, gente de clase media no? Las familias amigas tenían hijos que se iban incorporando. Así es que cada vez que uno estaba en una reunión social o lo que fuera se discutía mucho y siempre había uno, dos o tres que estaban participando de distinta manera. Estos amigos o hermanos de amigos que estaban participando de forma política influenciaban por ese lado. En la facultad yo empiezo a tener contacto con la parte de las agrupaciones políticas y de a poco voy conociendo algunas experiencias en los barrios con sacerdotes del tercer mundo, comprometidos con la cuestión social.
Esto va marcando una serie de cosas que a uno lo van llevando a definirse en función de querer aportar a ese proceso de transformación, de cambio. (…) Al principio iba conociendo gente, no me terminaba de incorporarme en forma absoluta sino más bien por ahí colaborando, yendo a charlas a escuchar o a las mismas asambleas. Digamos que fue un tema progresivo durante el año 73’ de incorporación hasta que bueno luego me sumo ya a fines del 73’ de forma mucho más comprometida, de mucha más militancia, con mucha más organicidad. Yo también tenía una hermana que estudiaba bioquímica acá en la facultad de farmacia, y ella y su compañero de aquella época también militaban en otras organizaciones. Era muy común que todo el mundo del entorno de uno estuviera militando en alguna organización política.
(…) Justo antes de la vuelta de Perón, la sensación era de una ebullición, que se vivía a partir de que volvía una esperanza que se llevaba todo por delante, por supuesto que del otro lado estaba la otra versión que uno también palpaba porque yo casualmente venía de familias que no eran precisamente peronistas, y se daba mucho esta situación de que hijos de familias no peronistas asumían esta militancia política dentro de la juventud peronista, bueno era una situación de ebullición que se expresaba en la universidad. Acá en Rosario la juventud universitaria peronista era muy endeble, no existía… no era como en realidad Santa Fe, La Plata, Buenos Aires donde una gran cantidad de agrupaciones que preformaron, se sumaron en esos tiempos. Aquí vino como un poco retardado ese proceso, pero bueno fue explosivo porque en el lapso de ese año 73’ a principios del 74’ la cantidad de alumnos que se habían sumado a la militancia de la juventud universitaria peronista era impresionante, no? Era inexplicable.
(…) Mis actividades dentro de la juventud universitaria peronista básicamente eran de militancia universitaria, es decir nosotros éramos un frente de masas dentro de la universidad, encolumnado detras de lo que era la organización montoneros ya por el 73’ y eran los frentes que se desarrollaban en la juventud peronista de los barrios, juventud universitaria peronista en las universidades, juventud trabajadora peronista en el frente sindical, etc.
También había un frente profesional, así es que aquí hubo una militancia básicamente en la universidad primero de competir por el centro de estudiantes, nosotros aquí teníamos una lista en alianza con los independientes, con un sector de independientes y se formó el movimiento azul y blanco en la facultad de medicina; ya por el año 74’ participamos de las elecciones, hicimos unas excelentes elecciones, salimos segundos por menos de 1100 votos, siendo una agrupación que recién aparecía. El triunfo fue del MNR que saco 1400 votos siendo que era una agrupación de años, por lo cual fue una muy buena experiencia. Nuestra militancia se destacaba de las demás porque nosotros además hacíamos militancia en los barrios junto con nuestros compañeros de la juventud peronista, es decir que había un compromiso de ayudar apoyar y en los barrios se armaban todo tipo de actividades recreativas, se tocaban cuestiones reivindicativas del barrio. Fue una experiencia realmente hermosa porque había un compromiso de aquel que estaba en la universidad, que tenía la suerte de estar en la universidad, con los menos beneficiados digamos, no? Tenía una mística especial y que creo que era la base del sust
ento de toda nuestra militancia, nosotros los más nuevos no éramos militantes cuadros políticos, sino que nos acercamos a la militancia convocados desde la necesidad de justicia social, básicamente fue una cuestión muy vinculada al prójimo y a la solidaridad de valores de dar hacia el otro.
Yo siempre digo que cantábamos una consigna: “qué lindo que va a ser el hospital de niños en Sheraton hotel”, parecía que llegaba el turno de un gobierno que iba a reparar todo esto. Los primeros meses de gobierno de Cámpora fueron realmente festivos, de un enorme felicidad de ser… nos sentíamos protagonistas de un cambio histórico y el clima empieza a enrarecerse después que renuncia Cámpora y comienza a hablarse de que va a ser Isabel Perón la que va a acompañar en la formula Perón y conjuntamente con todo esto ya aparecen con más fuerza figuras como José López Rega, muy metido en el entorno directo del presidente y tantas otras figuras siniestras de la derecha más recalcitrante. Ahí empieza a pasar algo, no obstante esto sigue siendo un festejo por que la el regreso de Perón el triunfo en las urnas se vive con una enorme algarabía popular, digamos como que todo esto eran pequeños síntomas que todavía no tenían un reflejo directo sobre nuestra vida cotidiana y nuestra vida militante. Al contrario, nosotros estábamos con un grado de alegría y de esperanza muy grande así que yo más o menos pienso que a partir de los primeros tiempos del 74’ cuando empiezan a darse este tipo de profundizaciones en situaciones por ejemplo de fusilamiento de militantes, como Ortega Peña.
Pero la algarabía era tan grande y la esperanza era tan grande que todo parecía superable, como que bueno de alguna manera eso se iba a resolver favorablemente, y si tuviera que poner una fecha de flexión donde yo sentí fuertemente la angustia de que algo andaba mal, yo como tantos otros compañeros, fue en el famoso primero de mayo del 74’ donde nosotros somos prácticamente expulsados de la Plaza… y ahí nosotros volvimos con cierto grado de irritación, de bronca pero también de tristeza porque Perón se estaba definiendo claramente, por mantener en el gobierno a personajes que bueno… que eran lo que después demostraban ser, eran nefastos.
Ahí hubo una situación real que nosotros la vivimos en carne propia, no porque nosotros no cometiéramos errores; éramos militantes de base, pero creo que los que dirigían nuestras organizaciones tuvieron errores serios también. La primera asamblea pos-plaza del 1 de mayo del 74’ es la primera experiencia… la primera sensación que uno siente… al volver nosotros a la facultad es de desazón de desconcierto, lo que uno siente como militante, que te repito nosotros éramos militantes de base en ese momento, pero era una situación de desconcierto de desazón. Antes de la muerte de Perón no existía una sensación de miedo, y después de la muerte de Perón empezaron los ataques.
Triple A, el asesinato de Liliana y el golpe
Cada vez que había un asesinato de un militante político, prácticamente nosotros siempre respondíamos políticamente, se acompañaba la situación, estábamos presentes. Después de la muerte de Perón sobreviene una época en donde las persecuciones de los sectores de derecha, la triple A y el comando libertadores de América se multiplican. La organización montoneros, como organización, decide pasar a la clandestinidad. ¿Cuál era el problema? La organización, los políticos que estaban encuadrados en Montoneros se retiraban un poco de los lugares públicos, nuestros compañeros más representativos de los frentes que estaban encuadrados en la organización Montoneros venían mucho menos, nos teníamos que ir a ver y hacer las reuniones fuera de los ámbitos públicos para protegerlos de esa matanza que se venía acelerando cada vez más sobre los cuadros políticos.
Ahora bien, para la Triple A, para el Comando Libertadores de América, ser de la Juventud Universitaria Peronista aunque fuera uno de base, equivalía a ser montonero, ellos no hacían una diferencia. Sabían que había distintos niveles, y seguramente priorizarían golpear sobre los niveles más altos, eso no cabe duda, pero a la hora de juzgar quien era montonero o no daba lo mismo estar encuadrado o ser de una organización de base de la juventud peronista, de la juventud universitaria peronista , por lo tanto nosotros estábamos haciendo una vida normal de militancia, por decirlo así, dentro de la universidad compitiendo por el centro de estudiantes, pero a nosotros se nos iba registrando como militantes de montoneros, por lo cual éramos potencialmente plausibles de ser asesinados como el cuadro más alto de la organización.
Yo me entere que estaba así, nominado, potencialmente más adelante. Nosotros acá durante el año 74’ después de la muerte de Perón y de asesinatos de militantes que se iban repitiendo en forma cada vez más repetida nosotros seguíamos manteniendo una militancia te diría hasta el año 74’, incluso primeros días del 75’, primeros meses del 75’, dentro de todo bastante normal, tomando ya ciertos resguardos. Por ejemplo, salir a pintar para hacer propaganda de la agrupación en las paredes de los alrededores de la facultad, ya implicaba montar un operativo de seguridad por si venía un policía, porque sabíamos que si un compañero era detectado seguramente podría ser secuestrado y asesinado.
Teníamos un grupo que salía con los tachos o aerosoles y estaba el grupo que pintaba, un responsable de la pintada que era el que debía indicar en qué momento se debía levantar la pintada en caso que se detectara alguna situación de riesgo e intercalados una o dos cuadras antes, en el sentido que donde circulaban los autos y en los sentidos laterales, es decir en todos los accesos que podían haber había consignas, que eran compañeros que estaban ahí, que hacían alguna seña para que en el caso de haber un patrullero por ejemplo en el barrio inmediatamente el responsable de la pintada daba a señal para que todo el mundo se dispersara. A veces había que dejar los tachos, pero cada uno se iba, se dispersaban por distintos lugares y a los 15 minutos nos reconcentrábamos en un lugar prefijado, para ver si estábamos todos bien y si había sido una falsa alarma o no, si lo era se continuaba pintando.
Muchos compañeros ya habían sido o detenidos y algunos legalmente estaban en cárcel y otros que habían sido asesinados, pero en el grupo mío cuando estábamos con los compañeros de segundo y tercer año no teníamos registrado un caso así. Salimos aquí a dos tres cuadras de la facultad a hacer una pintada sobre la calle Santa Fe y Ovidio Lagos, yo estaba de consigna en esa calle, y la responsable que era Claudia González, una chica que luego fue asesinada, estaba de responsable de la pintada y la consigna era que si veíamos un auto, una patrulla policial, yo debía cruzar la calle y ella inmediatamente indicaba que había que levantar la pintada. Ahora, qué sucedió? Justo en el momento en que nos mudamos de esquina para seguir pintando yo veo un auto, de los que le decíamos los cuartitos azules, que eran cuadraditos eran de la policía de la provincia, del comando radioeléctrico, más o menos a dos cuadras, viniendo por Santa Fe. Entonces yo me cruzo de calle justo en el momento en que nos estábamos cambiando de esquina, y Claudia interpreta que yo estoy buscando un mejor lugar para ver desde el lugar de la nueva pintada para tener mejor visión, no sé por qué interpreto eso, fue un error.
La cuestión es que cuando yo lo tengo encima muy encima, yo corro hacia ellos y les aviso que venía, ya a viva voz y ahí se plantea rápidamente la dispersión, salimos en distintas direcciones y a los 15 minutos cuando nos reconcentramos una compañera que se llamaba Liliana, que le decíamos Petete, que hacía dos meses que había tenido un bebe, no viene. No viene, no viene, bueno por supuesto toda la noche se hizo lo que había que hacer, amparos judiciales, con los abogados estuvimos recorriendo comisarías, todos desesperados ya, porque no aparecía, presumiendo lo peor.
Hacia las primeras horas de las tarde nos enteramos por los medios de que había aparecido un cadáver con esas características, con 30 balazos como hacían normalmente el Comando Libertadores de América, en la ruta circunvalación. La traen a la morgue, yo entro, me dejan entrar a la morgue y cuando corren la bandeja, abren la bandeja era nuestra compañera.
Lo recuerdo como un episodio muy fuerte porque Claudia asume como culpa de ella, fue en realidad lo que era, no era culpa de nadie… que alguien fuera a ser asesinado por eso. Fue nuestra primera compañera realmente directa, aparte una persona muy adorable muy querible y bueno quedo allí y ahí sí es que se sintió la estocada, ahí ya vimos que toda situación de militancia en la facultad era un riesgo inminente de muerte para cualquiera de nosotros, porque éramos conocidos, porque estábamos en la luz porque estábamos en la lista del centro de estudiantes, porque todo el mundo nos conocía así es que comenzamos a tomar muchas más precauciones.
Por supuesto que a ninguno se le ocurrió bajarse del tren, todos seguimos militando con muchas más precauciones. Cuando íbamos en colectivo a nuestras casas teníamos que cambiarnos dos veces de micro. Ya no nos encontrábamos dentro de la facultad, sino en otros lugares, había que mirar mucho para atrás en los lugares donde uno estaba, había una sensación ya de alerta que se fue incorporando como natural, no? Simultáneamente a esto iba sucediendo que todos los días en los barrios, y en nuestra facultad y en nuestros grupos pasaba lo mismo que había pasado con Liliana, los secuestraban y aparecían acribillados, y esto fue sucediendo muy fuertemente a fines del 75’. Ya se hizo imposible entrar a la facultad, tuvimos que abandonar la facultad la mayoría de nosotros.
Hacia finales del 75’, ya nos vamos encontrando con la novedad de que para entrar a la facultad hay una nueva normativa, primero se sellan los accesos por detrás y por los costados y únicamente se puede ingresar por la puerta principal, que da a Santa Fe por los portones grandes. Allí para ingresar había que presentar documentos y había que ir vestido de determinada manera, el pelo tenía que estar corto, había que ir con guardapolvo o con saco, había una normativa muy firme, la facultad por supuesto quedó absolutamente limpia de todo tipo de propaganda política, no había ningún tipo de cartel, se prohibió la existencia de carteles, es decir hacía fines del 75’ había un estado de derecho, supuestamente, había una serie de garantías constitucionales, pero dentro de la facultad la libre expresión estaba completamente vedada. Para nosotros entrar a la facultad por esa puerta y dar nuestro nombre era entregarnos mansamente a que nos secuestraran porque había una convivencia absoluta entre los grupos de la policía que formaban comando libertadores de América conjuntamente con gente que venía de CNU, grupos que se habían conformado junto con el decanato que era un informante directo hacía los grupos represivos clandestinos de la Triple A con libertadores de América para actuar de forma coordinada, con lo cual se decidió que la mayoría que éramos más conocidos, no podíamos seguir viniendo a la facultad. Yo tuve que abandonar en diciembre, me voy a trabajar a San Lorenzo.
Aparecían panfletos del Comando Libertadores de América, ahí aparecían listas de personas, se reivindicaba el asesinato de alguno que había sido asesinado. Aquí dentro de la facultad las organizaciones de derecho, estilo CNU, obviamente no tenían muchos adeptos, era muy difícil que una propuesta de esas características se sumaran muchos adeptos, con lo cual esas agrupaciones no se veían dentro de la facultad pero sí estaban haciendo estas actividades, eran los que venían y panfleteaban este tipo de comunicados, de la Triple A o del comando libertadores de América. Los de la CNU eran los que seguramente andaban por los pasillos viendo quienes éramos los integrantes de las distintas agrupaciones políticas pero ellos como fuerza política no tenían una presencia, no iban a las asambleas en forma pública, iban a las asambleas seguramente a vernos a nosotros, pero no tenían una participación, así que los panfletos aparecían en forma asidua, generalmente en los pasillos y particularmente que yo recuerdo haberlos visto aquí (indica el lugar), frente al alumnado.
La existencia de esos panfletos era una certeza de que el enemigo estaba entre nosotros, quien nos podía secuestrar y matar estaba entre nosotros
Hacia fines del 75’ se evaluaba como muy probable que viniera un golpe militar. De todos modos no se jugaba políticamente esa situación, ya se estaba hablando que era muy probable que antes de fin de año hubiera un adelantamiento de las elecciones y se estaba pensando en jugar ese adelantamiento electoral, es decir que, en ningún momento uno estaba especulando con que era mejor vivir un golpe militar. No obstante de eso se evaluaba que venía un golpe militar y ahí producto, creo yo, y a la luz de la historia y sucesivos errores de las conducciones políticas de nuestras agrupaciones, se pensó incluso, que no iba a haber demasiada diferencia entre la situación que se vivía con un golpe de estado. Nadie tenía la obligación de imaginarse un golpe de estado con el grado de terrorismo de estado que se impuso en la Argentina, porque uno tomaba como modelo los golpes militares anteriores, que si bien fueron violentos no hubo ese grado de terrorismo de estado con treinta mil desaparecidos, una perdía absoluta de todo derecho eso no existía en la cabeza de nadie digamos… Cuando se comparaba se decía bueno no va a ser muy distinto a lo que pasaba ahora, pero no se imaginaba una situación como esa, lo cual no deja de haber sido un error político para quienes pensaron, porque yo creo que la peor de las situaciones democráticas siempre dejaban brechas para poder defendernos. Nosotros teníamos cuerpo de abogados, a los abogados los secuestraban y los mataban, no? Como la noche de las corbatas en Mar del Plata. Obviamente ya no haba respeto por la vida de nadie, pero siempre había la posibilidad de un re-cambio constitucional latente… bueno el golpe fue nefasto, se lo veía venir al golpe.
«Mi vida cambió»
Mi vida personal empezó a cambiar con la militancia política, como que mi familia se fue ampliando. Con mis compañeros militantes existían unos lazos afectivos tan fuertes que quizá superaban a lo que un joven de 19 años tiene con su familia, habían muchos más códigos, mucha más integración, mucho más que compartir con el sector de la militancia, se veía muy fuertemente eso.
Yo nunca deje de ser un buen estudiante, no conozco aplazos digamos. Había una consigna en nuestra agrupación de que teníamos que ser los mejores compañeros, los mejores delegados, los mejores estudiantes, y no venir a la facultad a vegetar y estar 20 años haciendo política, sin estudiar sin hacer nada y de hecho lo cumplíamos, pero luego por supuesto se fueron profundizando los cambio a medida que teníamos que tomar precauciones.
Yo iba a mi casa por ejemplo, y además de cambiar dos veces de colectivo o si iba caminando, permanentemente cambiando direcciones, no entraba por la puerta principal, entraba por una puerta del costado, por la cochera siempre mirando hacia atrás antes de entrar, es decir había cambios importantes hasta en nuestra cotidianidad, ya nosotros no éramos de ir tanto con nuestros amigos anteriores, sino que estar mucho más ligados con los temas de la militancia y luego cuando se va profundizando y viene el golpe de estado obviamente cambio toda mi vida. Un poco antes dejar la facultad tengo que irme a trabajar a una empresa como obrero, no podía entrar de otra manera, aunque con la expectativa de entrar en enfermería de la empresa que era Petroquímica Argentina, y allí yo me incorporo al trabajo sindical dentro de lo que era la juventud trabajadora peronista diríamos, así que era un grupo de 10-12 obreros que trabajaban en la misma zona.
Con ellos seguimos manteniendo algunas actividades de propaganda en la zona, propaganda vinculado a un tema sindical un tema político, todo súper clandestino, ya obviamente después del golpe va desapareciendo todo trabajo de superficie, pasa a ser todo trabajo subterráneo, así que bueno ahí yo ya me voy de mi casa, me voy a un departamentito que habíamos alquilado cerca de la Av. 27 de febrero, bueno ahí ya éramos 4 estudiantes de la facultad, que habíamos alquilado en conjunto ese departamentito para no tener que ir a los lugares que decíamos antes tan comunes. Después del golpe yo me voy a vivir a un departamento conjuntamente con mi hermano a la zona sur de Rosario. Habíamos cambiado absolutamente toda nuestra vida digamos… seguíamos con nuestras identidades pero no íbamos a ninguno de los lugares que frecuentábamos hasta un año antes.
Durante el 75’ las razzias masivas eran muy grandes, recuerdo por ejemplo, era muy habitual ir en el auto y eran las pinzas famosas que se llamaban, el ejército parando a la gente haciéndolos bajar de los colectivos autos, ir palpándolas revisándolas.
Uno no llevaba nada encima, pero el problema era que sabíamos que estábamos en las listas, muchas veces a gente las han sacado de allí en las pinzas, estaban en alguna lista se los llevaban, detenidos o luego aparecían asesinados, pero muchas otras veces uno iba con algún material político encima, un panfleto o bueno y ahí había que transpirar, porque ya no había escapatoria.
Ya después del 76’, en realidad uno vivía con la inminencia de que en algún momento le tocaba a uno, porque además todos los días le tocaba a uno, uno se iba enterando en las reuniones, en las citas de control, en las reuniones más distanciadas pero que se hacían. “Cayó fulano, lo agarraron a sultano…” uno se quedaba pensando “bueno en la próxima reunión nos están esperando”. En realidad la sensación era que uno ya estaba jugado, yo le decía siempre a Santiago, que era un compañero mío que yo quise muchísimo que también fue asesinado, yo le decía bueno ya estamos jugados, estamos en un barco y no nos podemos bajar, ya estamos acá… y que sea lo que sea… y así andábamos pero en realidad de todos los que íbamos quedando nadie decía, bueno yo me bajo. Algunos se fueron sí, por temor obviamente, pero del grupo nuestro la mayoría siguió hasta donde siguió.
El secuestro
Yo venia militando muy cerradamente dentro de frente sindical de la zona norte de Rosario, pero vivía en la zona sur, en un edificio del FONAVI, ahí mi hermano venido desde Santa Fe había alquilado un departamento y yo vivía con él, mi hermano tenía su señora que también era una compañera militante y su hijita recién nacida, y estábamos viviendo allí. Mi hermano menor que también era militante de la UES trae en una oportunidad a nuestro departamento a un compañero de militancia suyo que se llama Tartaglia, le decían el manso porque tenía un lunar grande en la frente, había sido un compañero que había comido en nuestra casa en
toda la época del 74’ 75’, por que quedaba muy lejos su casa y tenían doble turno, así que era como un hermano que venía a nuestra casa.
Este chico Tartaglia mi hermano lo lleva como nosotros decíamos tabicado, cuando uno iba a un domicilio se lo llevaba con la cabeza mirando para abajo, con los ojos tapados y para que no ubicara el lugar donde estábamos viviendo, él va de esa manera, pero los edificios FONABI son muy particulares, entonces Tartaglia es detenido unos días antes y empieza a colaborar fuertemente con los grupos de tareas, este… con el grupo que dirigía F.C, que le decían el cura, todos estos represores de Rosario, y se da cuenta del lugar donde estábamos era un FONABI por la zona sur no hay muchos, tan es así que con mi hermano empezamos a sentir gritos y cosas y ruidos… y pensamos que se trataba de un arrase común y corriente, es decir que iban a una casa por casa pero uno básicamente entregando los documentos pasaba. Corrías el riesgo de estar en una lista y te llevaban pero eran arrases muy masivas, iban conscriptos, en general teniendo los documentos y no habiendo ninguna situación que detectaran por ahí raro o sospechoso pasaba. Empezaron con un arrase general, porque venían de abajo hacia arriba lo que sucedió este chico Tartaglia ubico más o menos el edificio donde estábamos nosotros de los varios que hay, pero no sabía el piso, entonces empezaron de abajo hacia arriba hasta que dieron con el nuestro, cuando dan con el nuestro, se meten, mi hermano me dice quédate tranquilo, a mi hermano no lo conocían por que el venia de Santa Fe, aquí en Rosario no lo conocían, me dice quédate dormido hace que estas durmiendo, porque es un arrase común, bueno cuando abre la puerta bueno se meten todos así en patota. Cuando me quiero incorporar ya tengo un revolver justo en la boca, y escucho una vos conocida muy conocida que dice: “No, no es el que estamos buscado pero este también está en la Jota”, esa vos conocida era un militante de la JUP de apellido Baravalle, que también se había pasado a colaborar, hasta salía a con la policía a buscar gente, y él era de la JUP, entonces me conocía, era de la JUP creo que de ciencias económicas, pero me conocía hacía mucho tiempo, entonces escucho esa vos y me vendan, me vendan los ojos con una chomba que yo tenía y así nomás con ropa, nos bajan por las escaleras golpeándonos, y a mi hermano escucho que le dicen “bueno a él también llevémoslo por las dudas, entonces se llevan a mi hermano y me llevan a mí, a mi hermano no lo conocían”.
Tartaglia lo conocía, pero no sabía su historia, sabía que era mi hermano nada más, que hacia poquito que estaba viviendo en Rosario.
Nos llevan, y nos meten, yo no sé cómo ni por qué mi hermano tiene la misma estatura que yo pero los dos te puedo asegurar que entramos en un baúl de un Ford Falcon. Tuvieron que sacar la rueda porque si no no entrábamos… Yo mido 1.88, pero los dos íbamos ahí, mi hermano iba preocupado porque tenía en su reloj unas claves que nosotros usábamos para descifrar códigos, por cuestiones de seguridad, cuando nos mandábamos mensajes o documentos o cosas, y bueno lo tenía metido en el reloj… hasta que logro sacarlo hacerlo un bollito en la mugre que había, por supuesto nadie se iba a dar cuenta en el baúl ese, ese papelito mínimo quedo tirado ahí, bueno recorremos un lugar y yo creo ubicarme que estamos yendo para el centro, pero por cuestión de orientación, no para las afueras. Nosotros esperábamos Circunvalación y después fusilamiento.
Yo te puedo asegurar que íbamos con una tranquilidad que yo no te la puedo explicar, era esta todo jugado y listo ya fue, y no obstante a eso, entramos escuchamos voces de consignas… que sí que pasen… entonces entramos a un lugar, me hacen subir una escalera y yo, si bien íbamos vendados, tengo la percepción de que es algún lugar conocido. Era la jefatura de policías de Rosario, donde funcionaba la famosa fabela era, un servicio de informaciones, era un centro de tortura, eso me entero por supuesto después.
Así que el operativo fue así, fue nocturno, fue rápido en la casa no encontraron absolutamente nada, porque no había nada en la casa en ese momento, habían quedado unos volantes sindicales que yo cuando escucho los ruidos los tiro por la ventana de un 4º piso a un baldío lleno de yuyos…
Torturas y exilio
Estuve mes, mes y medio, en la zona diríamos de la tortura, que era la famosa fabela. Si te pasaban a otro lado después ya no había garantía de que te volvieran a buscar, pero cuando uno ya terminaba… cuando lo bajaban al llamado sótano que estaba debajo de la fabela era porque ahí posiblemente ya había pasado la parte peor. A mí me secuestraron el 27 de julio de 1976, me tuvieron sin reconocer durante 40, 45 días luego me transfirieron a una cárcel aquí cerca de Rosario y luego a una cárcel de Coronda en donde estuve hasta el año 79’. De allí nos transfirieron a todos a la cárcel de Caseros, la inauguramos. Luego me liberaron, salí haciendo uso del recurso constitucional para salir del país, porque ya me quedaba únicamente a la disposición del poder ejecutivo… en agosto del 80’. Entonces me fui a Alemania porque mi madre había conseguido una visa para exiliados políticos en Alemania.
Llegar a Alemania después de haber estado preso, fue todo muy raro. Primero, pasar a ser ciudadano después de ser prácticamente nada y sentir que en el mismo avión me trataban como una persona fue una sensación muy rara, llegar a Alemania y desencontrarme con todos los que me tenían que ir a buscar y decirme qué hago yo en el aeropuerto dando vueltas en el medio de Alemania y no sabía el idioma, no sabía nada! Pero bueno, todo se resolvió y fue muy extraño porque en realidad yo solamente quería volver al país. Hasta sentía culpa de poder estar yo allá en el primer mundo con todo servido, porque allá nos trataban como si fuéramos no sé qué cosa, que en realidad no nos merecíamos esto… porque no teníamos ningún valor agregado por haber pasado tal situación, sin embargo nos trataban mejor. Hay que reconocerlo y agradecerlo porque la gente de Amnesty nos han tratado muy bien, pero en realidad desde el primer día que llegue tenía muy claro que yo quería volverme a la Argentina, no quería quedarme allá, y bueno de hecho me volví a la Argentina en el año 82’ siendo que no podía volver, porque todavía estaba a disposición del poder ejecutivo nacional, pero los militares estaban entretenidos con la guerra de las Malvinas por lo cual pude entrar de nuevo al país de forma no muy regular, para seguir haciendo lo que había que hacer, que era estar en contra de esa dictadura que era absolutamente ilegal y que había destruido el orden democrático. Entonces sentía la necesidad de seguir luchando para volver a la democracia.
«Jugarse un poquito»
Una última reflexión: viene bien rememorar la historia ver esta cadena que hubo entre lo que fueron los grupos de derecha del CNU, los grupos de derecha del país, del peronismo, esta alianza con el poder político y con la policía, y que de allí fueron directamente a engrosar gran parte de las fuerzas de tareas, los torturadores. Es bueno hacer la reflexión histórica, pero también es buen que sepamos que tenemos que cuidar todo esto porque estos personajes de la sociedad argentina quizás con otras modalidades y otros contextos siguen existiendo.
La importancia de saber detectar dónde se encuentran: yo vivo en un lugar donde esto se vive, se palpa cotidianamente esta cosa latente que existe de algunos poderes del sector político, la justicia y la policía y que se financian con esos dineros sucios. Esto es lo que después permite que existan los Julio López, los secuestros en democracia. Eso está latente, yo vivo en un lugar donde eso se ve muy fuertemente. Yo creo que esta democracia la tenemos que ir perfeccionando entre todos y no solamente esperar que un gobierno trate de hacer todas las cosas, sino que todos los argentinos tenemos la responsabilidad de mantener esta democracia y eso implica a veces jugarse un poquito. La memoria vale, pero también lo que viene hoy y lo que vivimos hoy, animarnos a decir estas cosas, a denunciarlas cuando vemos que existen para que precisamente no se vuelvan a repetir esas historias.
Para nosotros que vivimos en forma muy dramática la época de la dictadura, de la triple A y la dictadura, en realidad es enormemente reconfortante poder sostener que estas cosas no se repitan. Ver que a muchos de estos torturadores asesinos quizás muchos años después, pero que por lo menos les está llegando la justicia, realmente es enormemente reconfortante, porque a uno le vienen a la memoria las atrocidades; convivir con la impunidad era algo muy fuerte. A veces hasta se nos había hecho al idea de que iba a ser así siempre, y no dejaba de revelarnos esa situación. Así que en estos últimos dos años, todo esto que está pasando, ver desfilar a todos estos asesinos por las cárceles es realmente gratificante, esperanzador. No por una cuestión de odio o venganza, que cada uno se abrace a lo que tiene y con justicia seguramente, sino por una cuestión de que no se vuelva a repetir.
Yo he visto y conocido casos tremendos de tortura, tremendos. Y he conocido caso de padres que cuando lograron colocar a torturadores como Lofiego, como Marcote presos, después verlos liberados y saber lo que le habían hecho a sus hijos, representó casi la muerte en vida, estar muertos en vida, entusiasmarse con el hecho de poder hacer justicia y tenerlos presos y entrar una desazón sin límite al ver que esta gente salía, así que todo esto que está pasando realmente, para mí, y para todos nosotros que hemos vivido esta situación es enormemente importante.