EXTRATERRESTRES. A Eduardo Pons Prades, in memoriam
Le debo a tres periodistas mi ingreso al oficio. El primero fue Alberto Szpumberg, que me invitó a colaborar en el suplemento América Latina del diario Tele/eXprés, de Barcelona, allá por 1979. Los otros dos fueron españoles. Un muchacho joven, Fermín, navarro como mi padre, que salía con una amiga argentina, me invitó a comienzos de 1982 a escribir columnas de tema libre para el Diario de de Barcelona, gracias a lo cual comencé a frecuentar su redacción e hice amistad con un señor mayor, veterano de la Guerra Civil, que dirigía la sección «Estado» que es la que cubría las noticias de toda la España fuera de Cataluña. Historiador, anarquista, muy culto, con varios libros publicados y más modesto aún que el Pepe Mujica, Eduardo Pons Prades tomó una licencia para cuidar de su mujer, que había sido operada, y me dejó en su lugar. Ante mis objeciones (imaginen qué pasaría en un diario argentino si se quisiera poner a un chileno o a un boliviano al frente de la sección Política nacional) me dijo que yo sabía más de España que mis coetáneos nacidos en la península, ya que el franquismo había tenido éxito en su obra deletérea, y los jóvenes no sabían nada ni estaban interesados en la guerra civil ni en el pasado. «Tu al menos te sabes las canciones que cantábamos entonces», remató. Gracias a él fue como me convertí de la noche a la mañana en jefe de política de «El Brusi», desde donde hice todo lo posible para que el tartufo de Felipe González llegara al gobierno. Bajo las miradas asesinas de muchos compañeros catalanes (y disfrutando, en cambio, de la amistad de las mujeres). Tan pronto Eduardo regresó, me pasé a Internacionales, donde compartí la jefatura con Eva Peruga… Igual, duré poco. Porque en diciembre pedí licencia para regresar a la Argentina de visita a fin de evaluar si regresaría o no, y en el ínterin el diario cerró, y cuando reabrió, con otro director, éste hizo de cuenta como que yo no existía.
Uno de los recuerdos más gratos que recuerdo es la relación con Pons Prades que un día, tal como le sucedió a Alfonso, me contó su sorprendente encuentro con extraterrestres. Ante mi gesto de incredulidad me dijo que el tampoco entendía porque lo habían elegido, pero suponía que acaso fuera porque conocía España como la palma de su mano (lo que no era una figura retórica, explicó, ya que de muchacho la había recorrido casi toda a pie). Acababa de publicar un libro sobre aquellos contactos, pero yo lo ignoraba y, por cierto, nunca lo leí ni tuve entre mis manos.
Guardo el mejor de los recuerdos de Eduardo, un hombre de una bondad extraterrestre.
Pero su confesión me dejó ¡hasta ahora! sin palabras.
Resulta que encuentro ahora esta entrada de un tal Alfonso, extremeño él, residente en Barcelona, al que sospecho coetáneo y literato (pues escribe muy bien). El caso es que podría suscribir con puntos y comas lo que escribe en su blog Cosas mías.
Transcribo:
A Eduardo Pons Prades: «In Memoriam»
Muerto ya el dictador «por la gracia de Dios», surgió en los medios de comunicación el que se consideró primer periódico progresista e independiente de España, llamado “Mundo Diario”.
Me aficioné a comprarlo porque tanto en el modo de dar las noticias, como, sobre todo, en el contenido de los llamados artículos de opinión, concordaba con mis ideas políticas y sociales. Y entre los buenos y distintos articulistas de fondo destacaba, para mí, los que escribía el historiador y escritor catalán Eduardo Pons Prades.
La interesante lectura de sus enjundiosos artículos me llevó a profundizar un poco más sobre la personalidad de este autor y tuve la ocasión de ir adquiriendo su obra escrita que versaba sobre diversos temas relacionados con la guerra civil, la resistencia anti-franquista, la actividad guerrillera de los republicanos pasados a Francia enfrentándose al nazismo y su posterior participación en la segunda guerra mundial. Obras bien documentadas que, sobre todo, incidía en aquellos aspectos que la historia oficial no cuenta pero que forma parte de los pormenores de las pequeñas historias locales y personales, vividas por los protagonistas y contada en primera persona.
A primeros de los ochenta, no recuerdo exactamente el año, aunque sí que era verano, me encontraba dando una vuelta por la librería de El Corte Inglés de Plaza Catalunya en Barcelona, cuando entre las estanterías de libros veo su nombre asociado a un título que me llamó la atención. Lo tomé y hojeé, y me quedé sorprendido porque tanto el título, “El Mensaje de otros Mundos”, como el contenido, no concordaba mucho con el personaje y su trayectoria de vida (ciertamente, era el mismo Eduardo Pons Prades, pues lo pude comprobar en el currículum y la foto de la contraportada).
Este antiguo combatiente republicano, ateo, anarquista, de sólida formación humanista, guerrillero en el maquis francés, historiador y escritor político, contaba en este libro en primera persona, nada más y nada menos que una experiencia de encuentro con seres antropomorfos provenientes de otros mundos, platillo volante incluido, de unos 70 metros de diámetro, según las huellas que dejaron sus cuatro patas y que se midieron después en el calvero del bosque donde estuvo posada, narra el acceso a dicha nave por invitación de estos seres y posterior entrevista a bordo de la misma, que llegó a despegar. Todo ello durante un intervalo de siete horas.
Seiscientas pesetas costaba el libro y seiscientas pesetas justas llevaba yo en el bolsillo. Lo adquirí sin importarme cómo iba a volver a casa, pues no tendría dinero para el autobús. Me senté en un banco del Paseo de Gracia, me puse debajo de una farola para cuando se hiciese de noche poder seguir viendo y lo leí de un tirón.
Ya, amaneciendo, me fui para casa recorriendo los 9 kms. de distancia que habían, a patita. Prácticamente, dos horas de buena marcha. No fui capaz de pedirle dinero a nadie para poder coger el autobús.
Cuando llegué a casa, con el sol bien alto, mi mujer estaba a punto de salir, con el carrito de la niña preparado, para presentarse en el cuartelillo de la guardia civil y denunciar mi “desaparición”. No teníamos entonces un ni mal teléfono para poder haberla avisado desde algún bar donde, generosamente, supongo, me lo hubieran permitido. Nos habíamos mudado recientemente y aun no disponíamos de línea telefónica.
Le expliqué a mi esposa lo que había sucedido y la pobre no sabía que hacer, si reír o llorar, si abrazarme porque no me había pasado nada, o perseguirme por el piso a sartenazos.
Ella ya conocía mi “natural inquieto” por muchas cosas, pero hasta el punto de que pasasen las horas y no supiera nada de mí por una causa así ya era demasiado. No obstante, sirvió para que se tomara en adelante ese “natural inquieto” mío con mayor filosofía.
“El mensaje de otros mundos”, título que según me confesó el autor no le gustaba pero que le fue impuesto por la Editorial Planeta por razones evidentes de un mayor gancho comercial, se editó una vez y, a pesar de la demanda posterior que existió, no volvió a publicarse más. Hoy es imposible obtenerlo, aunque en ese empeño estoy pues tuve la fatal ocurrencia de prestarlo (como tantos otros) y nunca llegué a recuperarlo.
En algunas de mis conversaciones con Eduardo me aseguraba que tal o cual editorial estaba dispuesta a publicarlo, pero la cuestión es que nunca se hizo. Se ha especulado con fundamento de que a “ciertos resortes de poder” no les ha interesado que eso se produjese. ¿El motivo? Pues que entiendo que Eduardo Pons Prades no es un “contactado” cualquiera. No es lo que hoy muchos podríamos considerar un “friky” medio descerebrado ansioso de formar parte del famoseo casposo y cutre de este país que tanto se puso de moda años atrás. Conociendo la calidad humana del autor y su trayectoria política y social, además de profesional, motivos ocultos habrán tenido para negar las nuevas ediciones que el interés general ha demandado en la publicación y obtención de esta obra.
De hecho, Pons Prades, ocupa casi medio libro hablando de eso: de las intenciones manipuladoras que el sistema y sus poderes fácticos utilizan y manejan para forzar y cambiar las voluntades de la población a creer lo que ellos quieren que crean. Que es consciente del carácter extraordinario de su experiencia y de las perniciosas influencias que podría ejercer en las personas una fabulación así. Pero a pesar de ese riesgo, el cuenta lo sucedido tal como lo vivió, sin que en su ánimo exista ninguna intención extorsionadora de la realidad de la que participó.
Con seguridad, la probidad moral reconocida socialmente del autor, unido a la divulgación de un hecho tan extraordinario, puede haber creado una cierta zozobra en los ánimos de los diferentes mandamases políticos y religiosos como para lograr impedir nuevas ediciones.
Con todo, Pons Prades no ha organizado ningún tinglado contactista como los muchos que han surgido a lo largo de los últimos 60 años de fenomenología ovni. Inclusive, según cuenta él, estas supuestas entidades le otorgaban absoluta libertad para que publicase, o no, los pormenores del aquel extraordinario encuentro. Ni siquiera tuvo necesidad de contárselo a todo el mundo de su entorno inmediato, pues yo mismo he sido testigo de las caras que ponían allegados suyos cuando, al acercarse a nuestra conversación, se daban cuenta de lo que estábamos hablando, haciendo exclamar a este hombre “¡vaya, a ti tampoco te lo había contado!”. Gentes, en definitiva, de trato diario y muy cercana a él en lo ideológico que no tenían ni idea de aquella insólita experiencia.
Eduardo Pons Prades falleció el 28 de mayo de 2007. Quiero, desde estas líneas dedicarle un íntimo y personal homenaje póstumo a la memoria de un hombre que fue fiel a sus ideales y los llevó a cabo con humana e íntegra honestidad.
Particularmente, estoy convencido de que este hombre vivió unos hechos extraños y extraordinarios. Y que dice verdad. Otra cosa es saber, dentro de su rica y pormenorizada exposición subjetiva, que fue aquello a lo que se enfrentó, qué había exactamente detrás de tan sorprendente suceso.
Reproduzco a continuación una transcripción de la primera carta que recibí de él, una vez localicé su domicilio de Barcelona.
En Homenaje:
Barcelona a 24 de octubre de 1986
Mi apreciado amigo:
Agradezco mucho su extensa carta del día 13.
No es la única carta que he recibido de amigos lectores de mis libros con transfondo histórico, que, posteriormente, han leído “El mensaje de otros mundos”, pero ninguna tan enjundiosa, tan bien razonada, como la suya.
El encuentro con ELLOS/AS, en el plano personal, me ha resultado muy beneficioso. Lo más notable es algo de lo que da fe en mi libro (pág. 195) el Dr. Fco. Padrón, la agilidad mental y, por ello, un enfoque y una comprensión más optimista (al abarcar extremos de los problemas o asuntos que antes no salían a la luz de mi pensamiento) de las “idas” y “venidas” de mis –nuestros- paisanos, los terráqueos. Sintetizo con mayor facilidad y generalmente lo hago con una nota de humor más enraizada que nunca.
Como recalco en mi libro, nuestra dedicación a las “cosas” del Universo –en todos los planos- es muy pobre, en relación con la inmensidad del escenario y sus inconmensurables posibilidades. Proyectarnos, (aunque de entrada sólo fuese mentalmente, con el corazón como brújula) hacia el Universo erosionaría nuestra infinita vanidad y nos conduciría a una muy saludable humildad. No quisiera que el único camino para esa transformación, tengamos que iniciarlo a partir de algún trompazo de alivio, que es como la gente de la Tierra ha emprendido siempre “caminos de salvación”. O sea: después de una hecatombe… como la última guerra mundial. Todos y cada uno de nosotros hemos de aportar nuestro granito de arena para que no se repita la hecatombe, porque esta vez podría ser inapelable.
Si tiene tiempo y humor, me gustaría me comentase los pasajes del libro que le han interesado más y acojo con agrado su ofrecimiento de relación epistolar, e incluso, personal.
Hasta cuando quiera. Un fraternal apretón de manos.
Eduardo Pons Prades
Publicado 3rd April 2011 por Alfonso
Etiquetas: recuerdos
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- Anonymous3 de abril de 2011, 6:39Responder
- Parece mentira que en un blog dedicado a desmontar las falacias y las mentiras de la religión haya hueco para este otro tipo de superstición para crédulos.
- Alfonso3 de abril de 2011, 11:07Responder
- Este blog, Sr. Anónimo, no está dedicado a desmontar ninguna falacia de nada ni de nadie. Es un blog personal en el que escribo lo que me da la real gana.Lo que tiene el presentarse como «Anónimo» es que no se sabe si la intención argumentativa de lo que se expone está de acuerdo con el pensamiento de su autor, u obedece a exactamente lo contrario.Y en este caso creo más lo segundo, que lo primero. Quien no me dice a mí, que detrás de ese comentario no hay un cristo-fascista que aprovecha lo que acabo de publicar para pretender pillarme en contradicción, utilizando el supuesto lenguaje de un ateorro radical hasta las trancas.Venga, Anónimos de todos los pelajes, un poco más de decencia en vuestras intervenciones y dejaos ver, porque se os ve el plumero a distancia.
- Isaak5 de abril de 2011, 3:28Responder
- Sean cuales sean las probabilidades de que un encuentro así ocurra -también en ese asunto me declaro agnóstico-, Anónimo, insisto en que no hay comparación posible.Ni en el hecho en sí mismo, ni en la reacción.Ni siquiera el autor del blog se posiciona con claridad a favor o en contra de la hipótesis extraterrestre. Narra un proceso, y tan sólo concluye en la creencia personal de que algo extraordinario le ocurrió a E. Pons.No hay bibliografia, ni acude a testimonios que avalen tal o cual tesis, ni redacta un pulcro catecismo a partir de unos hechos de difícil interpretación. Ni exhibe un ánimo tendencioso o invita a otros a creer o no creer en nada.Se trata de un relato, simplemente.
- Isaak5 de abril de 2011, 3:29Responder
- Una crónica, mejor dicho.
- Alfonso5 de abril de 2011, 6:07Responder
- Efectivamente, Isaak, así es.A pesar de la «credibilidad» que la personalidad de Pons Prades podría causarme, y la creencia personal de que a este hombre le sucedió un hecho extraordinario, nada más podría añadir. Porque nada más se puede afirmar, ya que nada más es demostrable.La no aportación de pruebas materiales fidedignas, sino sólo la exposición de su testimonio, no es razón suficiente para hacer un acto de fe ciega que avale uno por uno sus argumentos y conclusiones.Relato la experiencia personal de mis encuentros con él en aquellos años, expongo mi asombro por los hechos mantenidos y argumentados, y nada más.En realidad, no puede haber nada más.
Pero, repito, la tendenciosidad del «anónimo» está más que clara. De ahí que me de la nariz de donde procede.
- Obdulio de Oklahoma6 de abril de 2011, 3:26Responder
- ¡Buenos días, Don Alfonso!… Para mi un tanto tortuosos porque mi vida está dando un giro de 18o grados. Pero vayamos a su post:
Es un tema que, como todo lo que escapa a nuestra imaginación, hay que cogerlo con pinzas. No se trata de creer o no creer en fenómenos extraños o en la Virgen del Pilar, se trata de aplicar el pensamiento racional a todo y tratar de averiguar en donde hay un atisbo de realidad o grandes dosis de engaño, paranoía, alucinaciones, etc. Como usted, no dudo de que ese hombre – del cual sobre su honestidad y capacidad profesional nos hace una pertinente semblanza – haya tenido una experiencia «fuera de lo normal», prefiero decirlo así y no decir «paranormal», pero, y vuelvo a remitirme a sus palabras, el quid de la cuestión está en «qué fue aquello», «qué había detrás de lo que experimento este hombre»… Nadie puede dudar a estas alturas de que hay avistamientos multitudinarios de ovnis, apariciones de la Virgen con mensajes catastrófistas y anticomunistas o fantasmas que se pasean por castillos u otros lugares. Pero de todo esto sólo conocemos el efecto, no la causa.
Hace años leí las declaraciones de una científica que afirmaba con convicción que en pocos años tendríamos todas las respuestas a los llamados «fenómenos paranormales». Yo también pienso que al final será la Ciencia la que nos de las respuestas. Pero, claro, puedo estar equivocadísimo y por ahí andan rondándonos los alienigenas, quién sabe.
¡Abrazos!… Y gracias por volver a deleitarnos con uno de sus interesantísimos posts. - ANITA25 de abril de 2011, 3:09Responder
- Siempre he sido esceptica ante este tipo de sucesos y aún a veces asombrada de las pruebas y firmeza de quien las ha vivido me cuesta.
Como dice Isaak en estos temas me declaro agnóstica. Con todo y eso si me producen curiosidad y me gusta leer o ver imágenes sobre el tema, una cosa no quita la otra.
Creer o no creer es difícil pero a veces la convicción de alguien que lo ha vivido si es cierto te hace estar seguro que te dice la verdad.
Y tener contacto con Eduardo todo un lujo Alfonso.
Un abrazo - Gurb17 de mayo de 2011, 12:46Responder
- Hola Alfonso,
Te he leído hoy en Fortea’s blog y pinchando-pinchando he llegado a este espléndido post, tan personal y sentido.
A mi también me fascinan y estimulan estos casos en los que alguien que merece toda mi confianza, y hasta mi admiración, me cuentan y explican como vivido algo en lo que no creo y que hasta aquel momento solo me ha merecido un sentimiento de cachondeo.
En fin…
Y llevado de la curiosidad, mira lo que he encontrado:
-a partir de este primer link…http://www.quedelibros.com/libro/80309/El-Mensaje-de-Otros-Mundos.html…he llegado a este otro:http://www.linksole.com/32mwpsA mi me ha bajado «descarga normal» y formato word.
Lo leeré.Saludos
- Alfonso25 de mayo de 2011, 10:55Responder
- Bienvenido y gracias por tu comentario, Gurb.Y mil gracias mas por el regalo que me haces de poder recuperar el libro que perdí hace ya casi 30 años. Imaginaba que podría estar publicado en Internet, pero mi búsqueda siempre fue infructuosa. Después de este tiempo pasado la nueva lectura del mismo me aportara aspectos del pensamiento de Pons Prades que quizás, entonces, no capte. Mas que la experiencia en si, siendo extraordinaria, me interesan mucho sus reflexiones y punto de vistas humanos y sociales.Repito, muchas gracias por el regalo que me haces. Espero que los amigos que también nos visitan se aprovechen de esta obra.Un saludo afectuoso y hasta cuando quieras.
- adrian- Madrid6 de enero de 2013, 15:26Responder
- alquien tiene el pdf? por favor que me lo envíe a gf.adrian@gmail.comgracias
- JJ Martínez9 de enero de 2013, 11:14Responder
- Yo también estoy interesado si es posible: bakerstreet221j@gmail.com
- Anonymous16 de julio de 2013, 5:43Responder
- Hola Alfonso.Me gustaria escribirte para intercambiar impresiones sobre este libro, si te apetece. davidpf75 arroba gmail comSaludos
- Anonymous24 de febrero de 2014, 18:44Responder
- Hola a todos. El libro se puede bajar de: www.ebiblioteca.org
- Anonymous24 de febrero de 2014, 18:52Responder
- Perdón, al querer enviar el mensaje de la web para bajar el libro (www.ebiblioteca.org), y al pedir «comentar como», me salió «Anonymous»; Disculpen; no sé cómo hacerlo. Me llamo Miriam. Gracias.
- Anonymous29 de junio de 2014, 12:43Responder
- Conociendo al autor se entiende por qué lo «eligieron» a él. No me cabe la menor duda de que dice la verdad, y yo creo que no lo engañó nadie,»ellos» existen. Descansa en paz, Eduardo.
- Diana Moncada10 de diciembre de 2014, 7:58Responder
- Si en los enlaces anteriores no lo pudieron bajar, aca les dejo el link donde lo subi para descarga: https://drive.google.com/file/d/0B9J1xFVt2lP3THluSk1LWEM0d2s/view?usp=sharing
- Anonymous2 de mayo de 2018, 13:43Responder
- No sé si batiré alguna plusmarca, comentando cuatro años después. En cualquier caso, ésta es la hora en que estoy leyendo el libro y, tendiendo como tiendo a ir al grano, creo que lo importante y lo que pretendía el señor Pons Prades era difundir ideas, más que dar fe de su autoría, y no dejo de lamentar que no se les diera más difusión. Apolítico yo, no deja de admirarme hasta qué punto esas ideas siguen siendo hoy, unas décadas después , igualmente válidas. Salud!