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MUERTE EN EL OBELISCO. Réquiem por Facundo Molares Schoenfeld, militante asesinado por la policía de Rodríguez Larreta

No, no estoy a favor del voto en blanco como dicen lo estaba Facundo. Que como cantaba Víctor Jara, Que partió a la sierra / que nunca hizo daño / que partió a la sierra (de Colombia, de Bolivia)  y en cinco minutos quedó destrozado… por la policía de Horacio Rodríguez Larreta que lo tenía bien junado, escrachado (como nos tiene a prácticamente todos, con esa manía de retratarnos).

Recuerdo cuando en 1976, policías federales pusieron contra el obelisco a dos policías federales a los que acusaban de ser miembros del ERP y los fusilaron, lo que solo mereció un par de líneas en algún diario que no informó que los muertos eran policías. A veces pareciera que marchamos hacia ese pasado tenebroso.

Escribe Lucas Yañez;

Ha muerto un revolucionario.

Estamos invitados a la gala

donde la mismísima muerte, la huesuda,

dejará su túnica negra y hará a un costado

su guadaña

para calzarse un traje y colgar

una medalla

tantas veces postergada.

El fascismo está de fiesta.

Lo que no pudo el plan Colombia, Uribe

y los paramilitares;

lo que no pudo la juventud cruceñista,

el golpe boliviano y Áñez;

lo hicieron la policía de la ciudad,

Burzaco y Rodríguez Larreta.

Dejar la selva y el altiplano

para caer bajo la bota contra el asfalto.

Dejar en cada espacio, en cada camino,

en cada lucha, un jirón de vida.

La muerte condecora a sus verdugos porteños.

Qué sean pocxs los que asistan a su fiesta.

Aunque aturdan con sus parlantes

y sus pantallas.

Qué sean pocxs.

Qué las páginas de sus diarios sirvan

para encender un fuego,

que nos reúna alrededor

y nos caliente.

Y nos haga olvidar de la tibieza.

Ha muerto un revolucionario.

Viva la revolución.

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