FENÓMENOS: El silencio de las calles porteñas

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Salgo a la calle a pasear a mis perros y quedo muy sorprendido por el poquísimo movimiento. En años anteriores, odiaba estas fechas en las que casi todes trajinábamos las calles haciendo compras para la Nochebuena. Tenía tirria a moverme porque las gentes parecían enloquecidas. Hoy, pasada la hora pico, después de las 9 de la mañana, casi no hay tráfico (tránsito, me insistía mi madre que debía decirse) y tengo que cuidar que los canes, creyendo que están de vacaciones, crucen las silenciosas calles sin mirar y sin permiso. Hay una tristeza plomiza (plúmbea decía mi madre) como el cielo encapotado de los últimos días, antes y después del vendaval. Rumiaba más que barruntaba acerca de los motivos de estas ausencias, si sería por falta de dinero para comprar regalos o por el precio astronómico y al alza de las naftas y el gasoil, o por ambas cosas, cuando me llegó al guatsap esta nota del dos veces oriental (nacido en Uruguay e hijo de armenios) Aram Aharonian* al que conocí a fines de 1982 en la redacción del diario La Voz, cuando fuimos presentados por mi hermano Luis, que hacía su suplemento infantil junto a su amiga Silvia Schujer. No creo que Aram –que es de los que nunca, a pesar de muchas vicisitudes, parece haber cambiado de bando– se acuerde de mi. Pero comienza esta nota con la misma constatación que también ha sido motivo de comentario con algunos vecinos. ¿La calma que precede a la tormenta? La tristeza no parece tener fin, la felicidad si.

 

Argentina: no confundir con una pesadilla, es la realidad

Las ciudades argentinas van perdiendo, rápidamente, su tradicional vértigo. Sobrevive un silencio estridente, aletargado y aletargante. La euforia por ganar el Mundial de Fútbol ya pasó, aunque los medios aún insisten en que los argentinos “somos campeones del mundo”.

El pueblo es consciente de que ya nada será lo mismo. Guardó en su más hondo interior aquellas ideas de igualdad, de solidaridad, de fraternidad, guardó las sonrisas y los abrazos. Ahora, llega el sálvese quien pueda para casi todos, menos para los que ya tenían todo… y van por más.

No se trata de un shock económico -a los que los ciudadanos están acostumbrados-, no se trata de un cambio de gobierno, sino de un cambio cultural. Ya no será lo mismo… y faltan casi cuatro años.

Sturzenegger. El poder detrás del trono

 

Lo cierto es que en menos de una semana, Javier Milei, estridente defensor de la capacidad autorregulatoria del mercado y enemigo de la intervención del Estado en la economía, traicionó casi todas las promesas centrales de su campaña, con el triste corolario de que, a pesar de ello, hizo tanto daño como si las hubiera cumplido.

Estas medidas que aplica su gobierno ya las aplicaron Mauricio Macri (2015-2019), Fernando de la Rúa (1999-2001) y Carlos Menem (1989-1999). Y siempre terminaron en un desastre, con un país endeudado y un pueblo empobrecido y furioso.

El actual ciclo de decadencia lo inició Macri, cuyo ministro de Finanzas, Luis Caputo (hoy ministro de Economía de Milei), gestionó ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) el préstamo más grande que haya otorgado el organismo, unos 45 mil millones de dólares que desaparecieron en manos de la corrupción y los especuladores.

Y ese ciclo siguió con el fracasado gobierno del dizque progresista Alberto Fernández, que siguió atado a lo que el FMI dispusiera, desperdiciando el capital político y social que durante 78 años acumuló el peronismo.

En su primera semana, Milei ya tomó nuevos créditos usurarios de organismos prestos a financiar los desatinos de su gobierno, para cubrir los vencimientos ante el FMI, con lo que la crónica escasez de dólares empeorará de modo inevitable.

Una de sus primeras medidas fue estatizar 30 mil millones de dólares de deuda privada externa. Eso significa que un grupo de empresas importadoras se endeudó afuera y ahora el gobierno le pasa la factura a todos los argentinos.

Millones de argentinos han pasado del delirio de odio contra el peronismo -y en especial contra el kirchnerismo- promovido por los grandes medios de comunicación, a la pesadilla neoliberal-anarcoliberaria, con una inflación galopante y despojados de todos los instrumentos de la protección estatal que les permitían capear la situación.

El vocero presidencial, Manuel Adorni, dijo «queremos terminar con el negocio de la pobreza. Es una decisión del Presidente». Hablaba de la eliminación de los subsidios y ayudas del Estado a los menos favorecidos.

Todo pareciera calculado, ya que anticipando el malestar social, este presidente que cierra todas sus declaraciones al grito de ¡viva la libertad, carajo! publicó un protocolo digno de las dictaduras en el cual se criminaliza toda forma de protesta y se lanzan amenazas fascistas, como la de identificar a todos los participantes en las manifestaciones, así como sus vehículos.

Espert y Patricia Bullrich, más amenazas de represión y muerte

Montándose sobre esos repudios a la medida de la ex candidata presidencial y ahora ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el diputado de Avanza Libertad José Luis Espert se hizo visible con violencia y con su ya clásico mensaje de apología del crimen: “Cárcel o bala”.

Diputados nacionales, provinciales, organismos de derechos humanos, organizaciones sindicales, sociales, artistas, intelectuales y personalidades de todos los sectores repudiaron las declaraciones del ultraderechista.

En medio de un brutal ajuste con graves consecuencias sociales y bajo la promesa de orden, el gobierno busca suprimir las manifestaciones públicas contra los efectos de las medidas oficiales. Nada nuevo: pretenden impedir con represión el derecho constitucional de la protesta social.

Milei recitó durante meses su mensaje de odio a “la casta” (política tradicional), habló de dinamitar el Banco Central, de dolarizar la economía, acabar con la inflación y desregular sobre todo los sectores del comercio exterior (exportaciones e importaciones).

Pero la “casta” sigue ahí: incorporó a la derecha neoliberal (el macrismo) y la derecha peronista a su gabinete de gobierno y depende de ellos cualquier aprobación legislativa. Como dice una pintada en el barrio porteño de Flores, “Milei al gobierno, Macri al poder”.

Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, con Javier Milei

Ante las medidas  tomadas esta semana por el gobierno de Milei, los gobernadores de 11 de las 23 provincias argentinas se declararon en emergencia económica. Siguieron anuncios respectivos de sus planes de control y reducción del gasto público. Las provincias no podrán pagar sueldos a funcionarios este mes y en enero.

Si algún clasemediero soñó en que se iba a realizar su sueño de la dolarización (para ahorrar, viajar o protegerse de los habituales choques inflacionarios) se vio sorprendido por una devaluación del 118 por ciento. Hoy el dólar se ha vuelto prácticamente inalcanzable para quienes buscan esta moneda como medio de ahorro, inversión, viajes, o incluso  para protegerse de choques inflacionarios como éste.

Milei metió miedo en la ciudadanía, asegurando que si no se aplicaba su shock económico, habría una  hiperinflación de tres mil por ciento anual (antes de asumir ya era de 160 por ciento) y “convenció” de la necesidad de un ajuste necesario y temporal. Pero el hecho real es que en una semana los precios –de los alimentos, servicios, locomoción, combustibles– aumentan día a día: el precio de la comida hasta se triplicó y al retirar los subsidios, el transporte público (colectivos, ómnibuses, trenes) es impagable para los asalariados.

Góndolas vacías mientras se remarcan y remarcan precios

El gobierno le adelantó a la Unión Industrial Argentina su decisión de derogar la Ley de Abastecimiento, que permite al Estado imponer sanciones frente a la escasez deliberada de bienes y servicios que cubran necesidades esenciales, buscando erradicar así cualquier posibilidad de intervención oficial, aun en situaciones acuciantes para la población.

Pero aún falta casi dos semanas para la entrada del nuevo año, que se avizora nefasto y catastrófico para las grandes mayorías de un país donde el 40 por ciento ya vive en la pobreza: ese día entrará a regir el retiro de apoyos estatales en servicios básicos (electricidad, agua, gas), en un nuevo y gran tarifazo contra la ciudadanía.

También el gobierno eliminó la contención en los precios de los alquileres y se decretó su dolarización, medida que sufrirán los inquilinos.

El año nuevo será duro. No dejaron margen para la nostalgia cuando hasta esta democracia, tan ultrajada y vaciada de contenidos, está en peligro. Es un sujeto histórico el que debe recomponer sus fuerzas, recrear sus estrategias y sus lenguajes, porque, sin dudas, el diálogo con el “gran pueblo argentino” quedó interrumpido.

Nadie,-peronistas, radicales, trosquistas, comunistas, centristas, sindicalistas, dirigentes sociales– se salvará de lo que vendrá. Urge la reorganización popular, que se debiera hacer desde abajo: lo único que se construye desde arriba es un pozo.

 

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)


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Un comentario

  1. Es imprescindible mostrar nuestro rechazo en las calles!!! Espontáneamente, como ya ha ocurrido las 2 últimas noches, pero tambien, muy importante, con los dirigentes sindicales, sociales, comunitarios, políticos, etc., a la cabeza de la movilización masiva!!!
    Y mientras tanto los otros frentes, el judicial y el legislativo, a full con todas la herramientas de la Constitución Nacional para frenar esta locura antidemocrática!!!!
    Saludo y gracias por ayudar a pensar y concientizar!!
    Tomás

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