El pase de vacunación obligatorio desata la caza de brujas contra los no vacunados
El analista político francés y profesor de la Escuela Francesa de Comunicación y Periodismo de la Universidad de la Sorbona, Mathieu Slama, es una de las pocas voces críticas que se escuchan contra la deriva autoritaria de varios gobiernos europeos -en su caso el objetivo es el gobierno de Macron- imponiendo la obligatoriedad de vacunarse contra Covid-19 para obtener el pase de vacunación, sin el cual se pierde hasta la posibilidad de desplazarse al trabajo en transporte público. No estamos hablando de máscaras protectoras y distanciamiento social, que son medidas totalmente lógicas y de probada efectividad. Ni de exigir una prueba de antígenos o PCR para demostrar que no se está contagiado. En Francia, los no vacunados ya no tienen la posibilidad de recurrir a hacerse una prueba para hacer una vida normal. El profesor Slama dice que el gobierno de Macron ha convertido a los no vacunados, “en los chivos expiatorios de la crisis sanitaria, acusados de todos los males por un poder que ha optado, de forma muy cínica, por entregarlos a la condena popular y señalarlos como únicos responsables de la crisis”.
Pero, ¡ay si esta medida la hubiera implantado en Rusia el presidente Vladimir Putin! Ya estaríamos ahogados en los ríos de tinta que la prensa occidental hubiera vertido defendiendo “la libertad, la democracia y los derechos humanos” y llamando a la OTAN a una intervención en defensa de los rusos que no se quieran vacunar. El presidente ruso, aunque aconseja a sus conciudadanos sobre la conveniencia de aplicarse la vacuna anti Covid, es un firme defensor de que no debe implantarse la vacunación obligatoria. El presidente Putin hasta ha desautorizado expresamente al director del Instituto Gamaleya, uno de los desarrolladores de la vacuna Sputnik, que declaró que se debía imponer la vacunación obligatoria.
En Europa hay amargas experiencias de lo que ocurre cuando a un grupo de ciudadanos se los elige como chivo expiatorio en tiempos difíciles. Hoy son los no vacunados, mañana puede ser cualquier otro grupo que tenga una condición diferente. Y cuando se trata de la salud, se entra en un terreno muy tenebroso. Más cuando se incita a la población a desatar sus bajos instintos de perseguidores, como está ocurriendo en Francia. MM