GOLPE EN BOLIVIA – HIPÓTESIS 1: La industria petrolera contra la industrialización del litio para vehículos eléctricos
BOLIVIA – GOLPE DE ESTADO: Las petroleras, el litio y la transición energética mundial
MONTSERRAT MESTRE / REVUELTA GLOBAL
El quinto elemento
Al igual que en la película francesa El quinto elemento (Luc Besson, 1997), en la comprensión del golpe de Estado ocurrido en Bolivia la semana pasada, falta entender un elemento inesperado, uno diferente a todos los anteriores, sin el cual, los clásicos no funcionan. De eso trata esta nota, de la compresión de una especie de quinto elemento cuyos componentes son los intereses de las multinacionales petroleras, la transición energética europea y el acuerdo de Bolivia con una empresa alemana para producir baterías de litio en ese país y enviarlas a Europa a partir de 2023.
Se intuía un factor extraño desde el primer momento, aunque el análisis -especialmente en LA y en España- sobre las causas del golpe de Estado en Bolivia repetían los tópicos del siglo XX. A saber: la derecha vernácula salvaje y antidemocrática -como toda la del continente, fiel heredera de la de “la madre patria”- con todos sus recursos (medios de comunicación, grandes empresarios); las fuerzas armadas del país, e, infaltable, los EEUU y sus aliados regionales actuando a través de la OEA, con el objetivo de “apoderarse de los recursos naturales”. Y en esta oportunidad querrían apoderarse del litio, del cual Bolivia posee la mayor reserva del mundo en el salar de Uyuni.
Del litio se trata, pero no precisamente de “apoderarse” del mismo para su comercialización.
El litio
Hay que decir, que hay una guerra de datos en cuanto a quién y cuantas reservas de litio posee en el conocido como “triangulo del litio” entre Argentina, Bolivia y Chile, que se considera que reúne el 85% de la reserva mundial. Chile afirma que los mayores depósitos mundiales están en su territorio, pero en febrero de este año, nuevas prospecciones encargadas por el gobierno del presidente Evo Morales revelaron que sus reservas son el doble de lo que había calculado anteriormente una empresa francesa. Como bien sabemos el litio es importante para la fabricación de baterías para teléfonos móviles, computadoras, etc, pero en la próxima década el 90% de las baterías estarán destinada a la industria automotriz.
No está de más recordar que la idea de que los países sudamericanos fueran exportadores de baterías para automoción era mirada con incredulidad por las consultoras estadounidenses sobre energía. Todas coincidían en que “no tiene mucho sentido pensar que los países sudamericanos serán exportadores de baterías para coches eléctricos”, como dijo Sam Jaffe, director general de Cairn Energy Research Advisors. Otros analistas señalaban que “la producción de baterías debe estar cerca de los centros de fabricación de coches, y el triángulo sudamericano del litio tiene una gran desventaja para exportar baterías a EEUU, México, Europa o Asia”. Explicaban que dado que las baterías no se pueden exportar por avión (no sólo porque son muy pesadas,también porque pueden explotar. N. del E.) sería necesario un largo trayecto en barco que las encarecería y que “la mejor opción para los países sudamericanos será exportar la materia prima”. Opiniones muy necias o interesadas, ya que es mucho más seguro transportar baterías de coche por barco que pasear petroleros por todos los océanos del mundo con su secuela de mareas negras. Los consultores estadounidenses también descartaban a los países sudamericanos como productores de baterías para automóviles destinadas al mercado europeo porque “los inversores no van a correr el riesgo de instalar una fábrica en países donde no esté garantizada la estabilidad y la seguridad jurídica”. Tomenos nota sobre el tema de la estabilidad -y la habilidad histórica estadounidense de acabar con la estabilidad de países allá donde haga falta- para ir componiendo el “quinto elemento” en el análisis del golpe que ha sufrido Bolivia.
Firma del acuerdo, diciembre 2018. Abajo: Wolfgang Schmutz (ACISA) y J.C. Montenegro (YLB)
Pero Bolivia apostó por producir las baterías en su territorio, ya que tenía el litio, porque implica un desarrollo industrial complejo que sin duda fortalecería a cualquier país. En 2018, el gobierno boliviano llamó a concurso internacional para industrializar el litio y la ganadora fue la empresa alemana ACI Systems (contra 5 empresas chinas, una rusa y una estadounidense). La empresa alemana formaría una empresa mixta con Bolivia, en la cual el Estado sudamericano mediante Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) poseería el 51% de las acciones, se fabricarían las baterías en Bolivia y la empresa alemana ofrecía un mercado para la producción, que estaba prevista anualmente en las baterías necesarias para unos 250.000 automóviles.
La Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía (CBHE), una organización empresarial que aglutina a un centenar de empresas privadas del sector, inmediatamente empezó a hacer campaña en contra de la asociación estatal con la empresa alemana, a la cual presentaban poco menos que una pandilla de aventureros teutones bebedores de cerveza, cuya sede estaba “en un pueblo rural de la Selva Negra”. La CBHE se hacía eco de un “extenso informe de la consultora estadounidense Bloomberg” que no ahorraba descalificaciones a la empresa alemana. Obviaban informar que ACISA es socia de TESLA y recibió el respaldo del gobierno alemán, cuyo Ministro de Economía estuvo presente en la firma de los acuerdos.
En febrero de 2019, Luis Alberto Echazú, viceministro de Altas Tecnologías Energéticas del gobierno boliviano ahora depuesto por el golpe, declaró “vamos a enviar la primera batería eléctrica para autos a Alemania a fines del 2023 o al inicio de 2024”. Explicó que Bolivia ya contaba con una planta de potasio de litio y una de carbonato de litio en construcción y que el próximo paso sería la producción de hidróxido de litio,materiales catódicos y las baterías a escala industrial.
El precio del litio desde el fin de 2017 hasta la fecha ha caído un 56% porque hay una oferta mayor a la demanda, pero su interés radica en que es uno de los componentes para fabricar un producto -baterías para coches eléctricos- que va a perjudicar seriamente a la industria petrolera, y ésta ya ha demostrado sobradamente no tener escrúpulos. Si no les ha importado causar a sabiendas el cambio climático planetario, ¿alquien cree que no serían capaces de desestabilizar a un pequeño país, sin importarles el sufrimiento de su población?
La transición energética: electrificación del parque de vehículos para salvar el planeta
En la Declaración de París sobre movilidad eléctrica y cambio climático de 2015 se señaló que el sector del transporte contribuye con casi una cuarta parte (23%) de las emisiones de gases de efecto invernadero y que para evitar que la temperatura media global aumente más de 2 grados centígrados es indispensable una transición energética masiva hacia la movilidad eléctrica. Se asumió el compromiso de operadores, empresas y agencias de que el 20% de todos los vehículos de carretera funcionen a partir de electricidad en 2030.
Para tener una idea de la magnitud de esta transformación, tengamos en cuenta, por ejemplo, a España, que según datos de 2017 cuenta con unos 14.000 vehículos eléctricos entre 23 millones de automóviles. Según los objetivos de la Declaración de París, España tendría que contar en 2030 con unos 4,6 millones de vehículos privados eléctricos (sin contar camiones, y transporte público). En 10 años sólo en un país tendrían que incorporarse más de 4 millones de vehículos eléctricos. Si bien existen otras tecnologías para la electrificación de vehículos, las baterías de ion de litio evidentemente, tendrán un gran mercado.
Se estima que para 2025, el mercado de vehículos eléctricos de la Unión Europea estará dominado por los alemanes, en especial por el Grupo Volkswagen.
La industria alemana del automóvil eléctrico que dominará el mercado de la UE, necesitará proveedores de baterías y aquí donde ACI Systems Alemania (ACISA) esperaba encontar su nicho de la mano de su socio, el Estado boliviano. En su página anuncian “con la industrialización del litio en Bolivia, ACISA no sólo respalda la implementación continua de la nueva política energética, sino también la expansión de la electromovilidad”.
Las petroleras y su aliados: los gobiernos negacionistas del cambio climático
La transición energética acabará con el reinado de las petroleras –y esperemos que con todos sus desmanes colaterales: las guerras y los golpes de Estado allí donde hubiera petróleo, el poder económico de las petromonarquías medievales del Golfo que les permite financiar políticas belicistas, etc. etc.– y éstas no se quedan de brazos cruzados. Sabemos que durante años han desacreditado a los científicos que advirtieron del cambio climátco por la quema de combustibles fósiles y que pagaron la elaboración de informes falsos al respecto. Los gobiernos que están a su servicio son descaradamente negacionistas del cambio climático y dos de los más peligrosos están en America: uno es el presidente de EEUU Donald Trump y el otro es el gobernante de Brasil, Jair Bolsonaro.
El otro dirigente amargado por el ocaso de las petroleras en un horizonte cercano, es el presidente ruso Vladimir Putin. Ya se han podido leer declaraciones suyas, respecto a la última movilización mundial por el clima liderada por la adolescente sueca Greta Thunberg, que “es una niña con buenas intenciones pero está mal informada”. Sobre lo que Greta estaría “mal informada” según Vladimir es que la quema de combustibles fósiles tenga algo que ver con los gases de efecto invernadero. Inclusive, medios rusos de difusión internacional dan voz a los periodistas occidentales que afirman sin aportar ningún dato objetivo que el “fenómeno Greta” sería una oscura conspiración del capitalismo global. Los medios rusos de proyección internacional están abocados a la defensa del uso de combustibles fósiles, para lo cual consultan a expertos estadounidenses y publican opiniones tan sorprendentes como que dejar de usar combustibles fósiles “será una tragedia humana” y desinvertir en los combustibles fósiles “será un desastre económico de proporciones desastrosas”. Ah, cómo convence tener amigos dueños de una petrolera, ¿verdad?
Rusia, gran inversor en Bolivia, ¿no se enteró de que se preparaba un golpe de Estado?
Rusia y Bolivia empezaron a desarrollar fuertes relaciones económicas a partir de 2008. Así fue como llegaron las empresas rusas Gazprom y Rosneft al sector del gas y Rosatom –una de las empresas mayores de la Federación Rusa– a la energía nuclear. Bolivia a su vez compra tecnología militar rusa. Y pronto debía empezar a suministrar alimentos a Rusia.
En un contexto de relaciones económicas tan estrechas y en sectores estratégicos -en los cuales las empresas rusas compiten con las de China y de algunos países europeos– ¿puede alguien creer que Rusia no estuviera al tanto de todo lo que se movía en Bolivia, más cuando sus empresas han invertido millones de dólares en proyectos algunos de los cuales aun están en fase de construcción?
El antecedente de Turquía
En julio de 2016, mientras el presidente turco Erdogan disfrutaba de unas vacaciones en el sur del país, a 600 km. de Ankara, parte del Ejército turco se movilizó con el objetivo de derrocarlo desplegándose en la capital y en Estambul, donde los militares rebeldes tomaron los medios de comunicación y lugares estratégicos. Erdogan salvó su vida y pudo reaccionar a tiempo y frustrar la intentona golpista con la ayuda de la inteligencia rusa, que le advirtió de las conversaciones de los pilotos turcos interceptadas por sus servicios. Los pilotos habían recibido la orden de dirigirse a la ciudad donde estaba de vacaciones Erdogan y hacerlo prisionero o asesinarlo. Los servicios de inteligencia rusa estaban escuchando, y advirtieron al presidente turco. Erdogan, en ese momento no tenía relaciones amistosas con Rusia, ya que estaban enfrentados por la guerra de Siria. Aun así, le salvaron la vida.
¿No había nadie escuchando lo que le preparaban al gobierno boliviano, que además era su socio comercial? Si había, calló.
Las protestas se inician en la región del yacimiento de litio y por la fabricación de las baterías
A finales del pasado septiembre -a pocas semanas de las elecciones generales- comenzó una huelga en el departamento de Potosí, donde está situado el yacimiento de litio cuya explotación y comercialización era el objetivo de la sociedad mixta boliviano-alemana. La huelga iba dirigida expresamente “contra la política seguida por el gobierno de La Paz con el litio”. Los huelguistas pedían derogar el convenio de creación de la sociedad mixta estatal con la empresa alemana ACI Systems, que instalaría un complejo industrial cuya finalidad era la fabricación de baterías de litio. La única reivindicación concreta era que la región pedía quedarse con más del 3% estipulado por la Ley de Minería boliviana de los benefcios que generara la explotación. En este punto los alemanes daban la razón al reclamo, ya que sabían que en los países limítrofes, la administración regional recibe entre el 8 y el 11% de los beneficios, pero esta decisión no dependía de la empresa alemana sino de la legislación boliviana.
Así estaban las cosas cuando el 17 de Octubre de 2019, tres días antes de las eleccione generales , el Gobierno de Bolivia ratificó su acuerdo con el consorcio alemán.
El gobierno de Bolivia anula el convenio
El 4 de noviembre de 2019 se publicó oficialmente un decreto en la Gaceta Oficial del Estado de Bolivia derogando la creación de la empresa mixta entre la estatal boliviana YLB y la alemana ACI Systems (ACISA). Wolfgang Schmutz, director general de ACISA se enteró por la radio de la noticia, “a las 6:30 de la mañana” del lunes 4 de noviembre. Pero el presidente Morales había firmado el decreto dos días antes. Schmutz, como buen alemán se levanta temprano y también como buen alemán está desconcertado y no puede creer que el director general de la empresa –que es boliviano– no le haya comunicado nada. El día 8 de noviembre, los alemanes seguían sin poder hablar con sus socios en Bolivia. Los directivos de ACISA , a punto de invertir los 1.300 millones de dólares comprometidos, informan al ministro de Economía de Alemania -es probable que tuvieran aval económico del Estado- que “aun tienen esperanzas de continuar con el proyecto cuando se calme la situación”.
Dimisión de Evo
Pero el domingo 10, el presidente de Bolivia y su vicepresidente renuncian aconsejados por el Jefe del Ejército, para “permitir la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia”. Ocurre justamente lo contrario: el país entra en un vacío de poder, desestabilización y caos, que es aprovechado por una senadora opositora para autoproclamarse presidenta sin que hubiera quórum en el Parlamento. Tienen lugar en el Palacio de Gobierno estrafalarios actos oficiales con Biblias, declaraciones religiosas, y twitteos racistas al más puro estilo Donald Trump.
A los EEUU de Trump y al Brasil de Bolsonaro les faltó tiempo para reconocer a la autoproclamada presidenta. El Reino Unido se deshizo en felicitaciones y Rusia aceptó rápidamente a la autonombrada “hasta que haya elecciones”. Todos ellos tienen fuertes intereses en la industria petrolera. No habrá producción anual en Bolivia de baterías de litio para 250.000 coches eléctricos que irían al mercado de la Unión Europea.
¿El principal objetivo del golpe es dificultar la electrificación masiva del parque de vehículos y alargar el reinado de las petroleras?
The answer, my friend, is blowing in the wind…