AQUELARRE. Estupor de Graña, Saborido y Horacio González ante la sumisión absoluta del gobierno al FMI y su principal sostén, los EEUU (Con 4 videos 4)
Decíamos que Macri y sus amigos querían retrotraer la Argentina al preperonismo, a antes del golpe militar revolucionario del 4 de junio de 1943. Nos quedamos cortos: quiere retrotraernos al 24 de mayo de 1810 y ahorrarle a los patriotas la angustia de tener que romper con la metrópoli y Fernando VII. Conozco a Rolando Graña de naranjo, cuando éramos pobres, antes de que ambos impulsáramos desde El Porteño la única investigación sería acerca lo que había ocurrido antes y durante el asalto al cuartel de La Tablada. Su última editorial de Tercera Posición (3P) por América 24 refleja el estupor de alguién curtido y que no se escandaliza con facilidad ante el grado de sumisión de este gobierno al capital financiero internacional. Solamente discrepamos con su aprobación de que no se emitan más pesos (una posición del desmelenado Javier Milei, que nos pondría al borde de la dolarización), que es lo mismo que decir que Argentina debe renunciar a tener una política monetaria.
De Pedro Saborido no puedo decir mas que comparto plenamente su sensibilidad (aunque no tenga su talento). Escucharlo es siempre un placer.
Horacio González discurre acerca de las ambivalencias de las banderas y otros emblemas. Va de suyo que los obreros de la Semana Trágica y los peones rurales fusilados en la Patagonia no podían ver en la enseña celeste y blanca de la que la Legión Cívica y la Liga patriótica se habían apropiado, un manto fraterno ni una cobija ante las inclemencias.
Fueron primero y paradójicamente Yrigoyen, luego Perón y por fin y definitivamente los Kirchner (que los convirtieron en emblemas de los derechos humanos de primera y segunda generación para mujeres y hombres, niños y ancianos) quienes nos reconciliaron con la bandera, el himno, la escarapela y demás signos identitarios, hasta el punto de que ver flamear la bandera con el fondo musical del himno (o de una zamba, chamamé, chacarera o tango) a muchos nos eriza la piel.
Escribe Horacio: «El símbolo vive varias vidas, la de inmersión en la ignorancia colectiva y su recuperación para el significado tenso -porque un símbolo es siempre una tensión espiritual-, y entonces será una expresión que se presentará como resurrecta, insurrecta, o recobrada por el tiempo que sea necesario, para la veneración, la religiosidad o la irreverencia política. Por eso también (…) un simple “trapo” (…) de repente se convierte en “guía y bandera”, conforme sea repentinamente elegido por quienes no tienen otra cosa a mano para indicar el modo en que se elaboró un deseo colectivo». Y añade: «El macrismo llama sinceramiento a un imposible. Que el mundo se despoje de símbolos….».
Y concluye en que llaman victoria a una catástrofe, y han resucitado así el viejo estigma: ¡Vendepatrias!
Como desde los albores de nuestra nación, la disyuntiva es clara: Patria o Colonia. Braden o Perón. Christine o Cristina.
¡Abajo el virrey!
PS: Debajo del artículo de Horacio, flor de sorpresa.
Sinceramiento y estupidez
POR HORACIO GONZÁLEZ / LA TECL@ EÑE
Horacio González analiza el poder simbólico de la puesta en escena que protagonizaron Christine Lagarde y Nicolás Dujovne, realizada en el Consulado de Nueva York, uso de la bandera nacional mediante, por el acuerdo del primer desembolso de 6.500 millones de dólares que girará el FMI. ¿Fue un descuido poner la bandera argentina detrás de la figura de Lagarde en el Consulado en Nueva York? ¿O una inconcebible manifestación de cuáles son los poderes que ahora nos gobiernan?
¿Fue un descuido poner la bandera argentina detrás de la figura de Lagarde en el Consulado en Nueva York? Se estaba anunciando el acuerdo con el Fondo; el acto revestía, sino cierta solemnidad, por lo menos un dramatismo de tono severo. En esos casos, un símbolo, como lo es una bandera, adquiere inusual importancia. Decimos inusual, porque no siempre una bandera adquiere la personificación de una referencia emotiva subyacente. Muchas veces los más ritualistas nos advierten que “no es un mero trapo coloreado”. Claro que no, pero es verdad que los símbolos descansan, se ausentan o duermen en su mera condición material -mero producto textil-, si no se los solicita. Hay símbolos porque siempre hay una materia a la espera de ser investigada por causa de una significación específica. Significación en la que una comunidad de lectores, espectadores o ciudadanos concuerda a fin de hacer posible un sentimiento de reunión. En él, se ejercen los derechos del blasfemo, el hereje, el devoto, el escéptico o el catecúmeno.
Tomada la imagen de frente, Lagarde en primer plano y la bandera argentina detrás, es la clásica escena institucional que ritualiza un poder de naturaleza diáfana y explícita. Se presenta esa figura como respaldada por un símbolo, acatándolo, interpretándolo o sintiéndose ritualmente sostenida por éste. Cuando a propósito del tema que sea, conferencias de dos presidentes de países -hasta puede ser de clubes de fútbol-, se ponen en una mesita las insignias a las que pertenecen ambos personajes, se trata de esclarecer que hay más que dos personas sentadas. Habría allí un halo representacional, una aureola que acecha con una silente evocación de recato y responsabilidad.
No hace falta ser entendidos en lo que significa un símbolo como pacto entre conjuntos humanos que regulan una deuda -cualquiera sea-, a través de un signo convenido. ¿Qué deuda se tiene con una bandera? Es una parte constituida como señal estipulada de reunión en nombre de un enjambre indefinido de memorias, descifrables de un modo u otro, o bien, en lo inmediato, indescifrables. En este último caso también podemos decir que se presenta el caso de la apatía ante el símbolo. Ocurre regularmente -y de alguna manera es necesario que ocurra-, pues el símbolo nace con una obligación devocional. Pero cuando los vemos en establecimientos oficiales de todo tipo, asociados a cánticos rituales o regimentaciones salutatorias de carácter militar, la habitualidad del símbolo lo hace peligrar. Se convierte en un signo displicente como cualquier otro del paisaje, una mesa, una copa, un árbol.
O en otros casos, puede haber una bandera diseñada como objeto de unción, pero que tenga una fuerza congregatoria inferior a la de una ventana o un almacén. Véase en la letra de “Sur”, de Manzi, cuando dice “La esquina del herrero barro y pampa, tu casa, tu vereda y el zanjón y un perfume de yuyos y de alfalfa que me llena de nuevo el corazón”. La esquina, la vereda, etc., resuenan en una voz interna que busca enhebrarse en el pasado, en algún hecho cuya significación otorgue una dádiva a cada objeto, convertido en símbolo. Es decir, en una ausencia real torna presencia metafísica. Suele hablarse en contra de la metafísica de la presencia, pero en este caso, es de la presencia de una ausencia de lo que estamos hablando.
Es por eso que los símbolos (los patrios, los escolares, los familiares, los domésticos, los deportivos, los religiosos) tienen que vivir necesariamente la vida del objeto despojado de rareza, habitando neutralmente una secuencia de símbolos parecidos. Puerta con puerta, ventana con ventana, una igual a las otras, indefinidamente. Hasta que encontramos “nuestra ventana”, la que pertenece, esa ventana -o “vidriera”-, que fue motivo de mi espera amorosa, que tiene carácter de herida nostálgica irrecuperable. Ya nunca me verás cómo me vieras, recostado en la vidriera, esperándote. Y así esa vidriera escapa de la serie, y como diría el estimable Benjamín, se convierte en un objeto con “aura”.
El símbolo vive siempre varias vidas, la de inmersión en la ignorancia colectiva y su recuperación para el significado tenso -porque un símbolo es siempre una tensión espiritual-, y entonces será una expresión que se presentará como resurrecta, insurrecta, o recobrada por el tiempo que sea necesario, para la veneración, la religiosidad o la irreverencia política. Por eso también, un simple “trapo”, que es un residuo impotente como rezago ya descartado, de repente se convierte en “guía y bandera”, conforme sea repentinamente elegido por quienes no tienen otra cosa a mano para indicar el modo en que se elaboró un deseo colectivo. En la película “Tiempos modernos” de Chaplin esto ocurre con la bandera roja de “peligro” que olvidaron unos obreros que reparaban el pavimento, y Charlot quiere alcanzárselas mientras pasa una manifestación de huelguistas, con los que él se confunde. El banderín rojo pasa entonces a ser otra cosa. Siempre una cosa tiene su reverso, el sello o insignia, por un lado, y por otro, un trapo. Su reverso despectivo se complementa con la fidelidad que le inspira a otros. El símbolo une y divide, conjuga y desata, desarma y sangra.
El macrismo llama sinceramiento a un imposible. Que el mundo se despoje de símbolos. Que cada cosa sea cada cosa. Que incluso una puesta en escena -el famoso colectivo, la entrada “casual” a una pizzería-, revelen sus falaces condiciones de producción. Como el paisaje está despojado de signos singulares -quizás reemplazados por una “señalética”, derivación globalizada de la extenuación general de los nombres-, cada cosa toma un lugar que será objetiva y subjetivamente desactivado. Importan solo las relaciones abstractas, partes de una ley cuyo desciframiento nos es imposible, por eso ocasionalmente puede revestirse de una simulación de diálogo igualitario de lo “Grande” con lo diminuto. ¡Entra de sorpresa el Presidente a la casa de una familia abismal, pero al parecer arquetípica! (ver abajo) Allí lo desmesurado y lo ínfimo se entrechocan al modo de una casualidad, pero al estar todo preparado de antemano, también se desea que esto se sepa. Conclusión: el fin de las simbologías, de las creencias, de los signos pasionales, de la diferencia entre lo artificial y lo vital, de la separación entre el objeto simbólico vivo y el objeto simbólico dormido, vuelto a su condición de naturaleza. Todo eso al macrismo se le escapa porque vive en el reino dañoso del desinterés por los vínculos entre el lenguaje y el mundo, que nunca encajan entre sí dando lugar a la curiosidad como origen al conocimiento. Esto no lo saben. El macrismo anula ambos aspectos de la existencia, aniquila símbolos y hace de las finanzas un mundo natural, un estado de naturaleza hobbesiano cuya única salvedad es la desesperación inadvertida para transformarlos en una conversación del Nombre poderoso con el plebeyo sorprendido. “¿Usted por aquí señor Presidente?” ¡Qué estúpidos! Y encima, bajo el arquetipo platónico de la Sinceridad, el visitante les segrega que “por el momento no les irá bien”. Es la sinceridad del daño y el daño de la sinceridad.
Foto publicada por el diario Clarín
La expresión vendepatria había sido olvidada o poco utilizada en los últimos tiempos. Parecía una formulación innecesaria, acaso excesiva, no apta para el caballeresco debate. Sin embargo, al verse la bandera argentina respaldando los dichos de Lagarde, esa voz fondomonetarista se convierte simbólicamente en dominio ineluctable sobre un país, que pierde así su autonomía moral e intelectual, además de lo sabido, su soberanía económica, las decisiones propias sobre la moneda. “Clarín” se dio cuenta de lo que esto significaba. Por eso, la misma imagen la toma oblicuamente, de modo que la bandera, por el ángulo lateral elegido, se confunda con la figura del desdichado Dujovne. Pero vista toda la escena desde una composición frontal, faltaba el Busto de la República para que ese fuese un acto central de la Conducción Estratégica del país. Una señora profesional y amable como la describió Macri. Ella quizás no quiso ese exceso de simbologías porque como los funcionarios vicarios de este gobierno, tampoco creerá en ellas.
Pero las naciones tienen esa cuerda literaria y social que son sus ritos, fastidiosos y reprobables en muchos de sus usos, pero por eso mismo, voz interna de un comienzo de grito colectivo cuando reviven en un ramalazo de alerta general. La indiferencia macrista…. ¿Qué importaba que esa bandera estuviese cubriendo el enjuto cuerpito de una Cortesana que es más poderosa que un presidente? ¿Quién podría importarse de ese detalle, si ya teníamos el préstamo adicional, que sensatamente hay que interpretar como una condena, pero festejar como un éxito? Llaman trofeo victorioso a una catástrofe. Pero de repente miramos bien, y sí importa. El símbolo se excita, se despoja de su distracción protocolar, y se convierte en un llamado para todos aquellos que aun no perdieron la facultad de enfurecerse por estos menoscabos inauditos. Y en mudez de mueblería y casa de menaje -madera, paño y mástil-, el símbolo masculla para el que quiera oír, que oiga. Y dice una y otra vez… ¡vendepatrias!
Buenos Aires, 28 de septiembre de 2018
*Sociólogo, escritor y ensayista. Ex Director de la Biblioteca Nacional
La cocina
Los deliciosos videos que se ofrecen a continuación revelan -so pretexto de mostrar un horno para fabricar calzones- la cocina de la propaganda macrista. Primero, lo emitido como tal. Luego la trastienda, el backstage, revelado por un reo de proxenetismo que confirma que la llegada de M.M. a es pizzería fue cuidadosmente planificada y la sorpresa final: Macri no solo utiliza el carísimo helicóptero de la Presidencia para ir a buscar a su hijita al jardín de infantes sino también para estas trapacerías proselitistas.
No aclares que oscurece. Ese segundo video (hecho con el evidente propósito de desmentir que los calzoneros sean en la actualidad empleados públicos prestando obediencia debida al jefe del Estado, tal como se había denunciado) desbarata el argumento traído de los pelos por el oficialismo, que sus comunicadores (por ejemplo, Nelson Castro) se encargaron de poner en circulación: que en realidad Macri había llegado hasta el jardín de infantes de su hija en automóvil pero que una vez allí pidió el helicóptero para ir a un acto (partidario) en Exaltación de la Cruz, lo que ya, en sí, hubiera estado pésimo.
Macri se atrevió a abordar ese helicóptero en los terrenos de lo que fue la Asociación de Lucha contra la Parálisis Infantil-(ALPI) fundada hace 70 años para rehabilitar a chicos y adultos de las secuelas provocadas por una epidemia de poliomelitis, lugar que sigue siendo de rehabilitación de todo tipo de lesiones (por ejemplos, las sufridas por motoristas, o por las víctimas del atentado a la DAIA-AMIA), terrenos que su gobierno quiere vender en favor de un emprendimiento inmobiliario.
Para más inri, y en una demostración de que la realidad desborda al mas imaginativo de los guionistas, Macri lo hizo el mismo día en el Boletín Oficial publicaba la tremenda noticia de que se han cortado las pensiones a los discapacitados por decreto, tal como explica Graña. Una canallada incalificable.
Hay un video imperdible destinado a hacer época, tomado por trabajadores de la Asociación de Trabajadores de Estado. Corresponde al momento en que Macri y su hija pequeña abordan el helicóptero para ir a visitar a los jóvenes calzonudos.
Si no lo vieron, no se lo pierdan. Está en el post que está justo debajo de este.
Como si todo esto fuera poco, un tuit de un tal Alejandro Segovia asegura que la cocinera, Verónica Krieger, trabaja en la producción de Samel «Chiche» Gelblung, lo que hoy, siendo domingo, no pudimos corroborar.
TODO FICCIÓN. TODO MENTIRAS.Ella es Productora de «Chiche» Gelblung
Toman a la Gente por Estúpida y ello a pesar que hoy día se sabe todo en Menos de Media Hora.
(https://twitter.com/
Cambiemos. Lógica y simbólicamente infectan al concepto cambio, pro, unión, cívico, radical, país, república, oportunidad, y tantas como salgan de sus bocas.
Este grupo gobernante es como un tumor, un conglomerado de células que se independizan alimentándose en detrimento del cuerpo en el que habitan. Por lo que el análisis y forma de cura estará dada por una extirpación o una eliminación de las condiciones ideales de parasitación.
El concepto Patria es un fractal del concepto Humanidad en su máxima expresión, y familia, en su mínima.
La familia alimenta de amor, sustento, valores y principios.
Extrapolación.Ser libres sin destruir la familia, la patria.
Un padre que maltrata a su familia ejerce confusión y terror entre los integrantes, en donde la madre dirige la resistencia o la adaptación al entorno. La adapatación, con nuestra capacidad de transformar lo negativo en positivo (forma de autoprotección) toma cuerpo cuando las razones del opresor adquieran coherencia en una oportunidad de cambio, y el deseo de conservar la supervivencia del grupo. El nuevo matrimonio es de razón y sentido, en donde el opresor manipula al oprimido a su antojo.
La propagación de la célula opresor-oprimido infectado al masculino-femenino, es la causa generadora del desequilibrio, sus frases programadoras masculinas y femeninas siempre convergen
en el sentido del oprimido y la intención del opresor.
El movimiento feminista pone en evidencia a la infección mental de la sociedad masculinizada con el elemento opresor, que canaliza la resistencia de las madres e hijos oprimidos, naturalizando la cualidad femenina de la patria que da la vida.
En una observación histórica de un maltratador, existe una cadena lógica en la que se va empoderando y canalizando su expresión distorsionada:
IDEA
MIRADA
GESTO
PALABRA
MANO
ARMA
En cualquier instancia se encuentra el germen de la idea. La sola percepción correcta de la intención de un germen permite con preparación estar antes y despúes, y saber que medidas tomar.
Muy buen material.
La realidad argentina parece sacada de un tango de Discépolo, inédito por lo atroz.
graña era uno de los que se quejaba por ganancias