EL CAPITÁN SIN TACHA: Homenaje a José Luis D’Andrea Mohr

Mañana, lunes, habrá un homenaje a José Luis D’Andrea Mohr, el capitán sin tacha, el hombre que se tomó el trabajo de identificar uno por uno a los jefes de zona, subzona, área y subárea, a los responsables de cada secuestro y desaparición. Sin él, la tarea de los tribunales que juzgan delitos de lesa humanidad sería muchísimo más difícil. Tuve la dicha de ser su amigo y de haber sido, por pura suerte, quien le posibilitó viajar por primera vez a Madrid y Sevilla, en 1999, oportunidad en declaró ante el juez Garzón e intervino en un debate sobre el porvenir de las las fuerzas armadas en el que intervinieron militares argentinos de uniforme y ex detenidos-desaparecidos argentinos. José Luis dio la nota: nadie pudo estar a su izquierda ya que propuso la disolución de las fuerzas armas y su reemplazo por un sistema de milicias de autodefensa.
José Luis tenía un caracter cabronazo (en su acepción mejicano-caribeña), es decir, de fox terrier con pocas pulgas. Recuerdo que no me habló durante el viaje de regreso por un quitame allá estas pajas(igual, íbamos en asientos separados) y que tan pronto el avión aterrizó, viendo que entre los pasajeros estaba Federico Luppi, se le presentó y lo abrazó. Qué imagen: a mi gusto más fuerte aún que la de San Martín y O’Higgins o Perón y Gatica. Dos arquetipos de varones argentinos de los que, si alguién podría quejarse, serían sus mujeres y jamás escuché que la dulce Julia lo hiciera, a pesar de que hacerle pata y seguirle el tren al Vasco todo el día no debíó haber sido fácil.
Buscando mi nota necrológica dentro y fuera (en internet) de la compu, me topé con dos materiales impresionantes. El primero es la entrevista que le hizo María Esther Giglio, la extraordinaria entrevistadora, uruguaya y tupa, que estableció un antes y un después en este género, que trabajó entre nosotros (particularmente en el semanario El Periodista) y que murió esta semana en Montevideo (voy a ver si puedo encontrar y ofrecerles la necrológica que escribió, creo que para Brecha, ese gran periodista que es Samuel «El Bolita» Blixen) a los 83 años. La leía desde los tiempos de «Marcha», cuando era un niño y me temo que MEG no tendrá fácil reemplazo.
En esa búsqueda encontré en mi compu un breve escrito de Gala Rebés, la benefactora que nos invitó a ambos a Sevillla (estábamos allí cuando España pìdió la captura de Pinochet y estalló la guerra de desmembramiento de la Federación Yugoeslava), un escrito muy emocionante entre otras cosas porque no sé si volvía a recibir otros mensajes de Gala, y temo lo peor. (Ojalá me equivoque Gala, pero tampoco veo que estés en las redes sociales, y no puedo creer que tu estés ajena a ellas).
Aquejado de un cáncer de vejiga, José Luis no tenía otro lugar para atenderse que el Hospital Militar Central, y lo hizo confiadamente a pesar de la aprensión de sus amigos, que temiamos (y en el fondo de nuestros corazones no descartamos) que los milicos del Proceso lo matasen del mismo modo que mataron en Chile al ex presidente Eduardo Frei Montalva. Inesperadamente, el Vasco contrajo una infección a mediados de febrero del 2001. Derivó en septicemia y lo mató el sábado 23.
A excepciòn de mi hermano Luis, quizá haya llorado a otro muerto o desaparecido tanto como él, pero estoy seguro de que nunca más.
José Luis D’Andrea Mohr murió el 23 de febrero de 2001. Lo homenajearemos mañana, en la cena de la Agrupación Germán Ohesterheld, en el Torcuato Tasso de Parque Lezama, a partir de las 21.
OTRO MENTIROSO EL MOHR ESTE, UN TIPO DE IZQUIERDA, COBARDE, Y UN INFELIZ QUE SIEMPRE ESTUVO EN EL LUGAR EQUIVOCADO. PARA HABLAR AL PEDO SOMOS TODOS SABIOS. UN LAKRA MÁS.