IRÁN – TERRORISMO. La República Islámica ¿Víctima o verduga?

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POR GUADI CALVO / AL MAYADEEN

No se verán multitudes acongojadas marchar por las calles de las capitales del mundo reclamando justicia, no se levantarán túmulos de flores y velas en recordación de los nuevos muertos. Faltaron los indignados de ocasión, que con ojos llorosos, reclamaran al cielo por tanto dolor. Y periodistas retorciéndose de odio frente a las cámaras, clamando  venganza. Esta vez, también faltarán los rostros compungidos de ciudadanos honestos y políticos probos, pidiendo explicaciones a tanta demencia. Los muertos iraníes no cuentan, no importa su número, no importa su edad, no merecen lágrimas, ni oraciones, ni minutos de silencio.

 

Este último sábado, 22 de septiembre, en la ciudad iraní de al-Ahvaz capital de la provincia de Juzestán, donde vive una pequeña minoría árabe, cuatro terroristas vestidos con uniformes militares dispararon contra los asistentes al desfile en conmemoración de la “Semana de la Sagrada Defensa” que marca el inicio de la guerra con Irak a partir del ataque ordenado por Sadam Husein, con la anuencia de las potencias de occidente que pretendían aniquilar la revolución iraní, guerra que desde 1980 a 1988 consumió un millón de almas,

La nueva matanza provocó 29 víctimas mortales y más de 60 heridos, presentes en la parada militar en el Ahvaz’s Quds o Boulevard Jerusalén, muchos de extrema gravedad.

El ayatolá Sayyed Ali Jamenei, líder supremo de Irán, acusó del ataque a los “aliados de los Estados Unidos en la región”.


VER: Ataque terrorista en Irán contra desfile militar (+Fotos y Video)


Ayatolah Sayyed Ali Jamenei

Los militares muertos son nueve (los demás, son civiles, incluyendo varios niños), la mayor parte de la Guardia Revolucionaria, la tropa de élite de las fuerzas armadas iraníes. Un veterano de la guerra fue acribillado en su silla de ruedas, al igual que un periodista que cubría el evento. Tres de los asaltantes, fueron abatidos en el lugar de ataque, mientras el restante murió en el hospital.

Aunque rápidamente la acción se la adjudicaron tanto Daesh, como la banda terrorista conocida como Movimiento Democrático Árabe Patriótico de al-Ahvaz, (MALLA o ASLMA) no cabe duda que la responsabilidad política la comparten los Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita. Los tres países más interesados en la caída de la revolución iraní.

La República Islámica de Irán es el principal objetivo no sóolo de los grupos vinculados a Daesh y a Al-Qaeda, sino y fundamentalmente de sus mandantes.

Las políticas independientes que han mantenido los sucesivos gobiernos iraníes desde el triunfo de la Revolución de 1979, que rompió el vínculo de subordinación con las naciones occidentales y primordialmente con los Estados Unidos, el pésimo ejemplo que representa la democracia iraní, para las monarquías absolutistas del golfo, su inquebrantable postura en defensa de los derechos de Palestina frente a los constantes embates del régimen sionista, su participación junto a Rusia en la defensa del gobierno legítimo del presidente Bashar al-Assad, que ha desvanecido los deseos del Pentágono de una Siria fragmentada y articulada a los deseos de la troika Washington-Tel-Aviv-Riad (que cuenta con el silente pero nada disimulado apoyo de Paris y Londres) y su efectivo apoyo a la resistencia de un Yemen agredido por la monarquía saudita y sus aliados convierten a Teherán en uno de los más claros enemigos de la “paz estadounidense”.

A principios de este año los imperialistas promovieron una serie de protestas en ciudades iraníes, montándose sobre las dificultades económicas que han causado y causan la nueva ola de sanciones promovidas por el presidente Donald Trump. Comenzaron en Mashhad, urbe de dos millones de habitantes en el noreste del país. Los cabecillas de las protestas, que comenzaron como quejas por el aumento de precios, terminaron pidiendo el asesinato del presidente Hassan Rohaní.

Estas protestas “espontáneas” tuvieron escasa repercusión y murieron de muerte natural. Pero aunque la operación no logró movilizar más que a una minoría ínfima de ciudadanos, puso en claro el accionar de los elementos subversivos internos, lo que  obligó al gobierno a un control más exhaustivos de los agentes infiltrados en el país.

Ya en junio de 2017, comandos de Daesh habían ejecutados dos ataques simultáneos en la propia capital, uno contra el edificio del Parlamento y el otro al mausoleo del ayatolá Jomeini, ataques que dejaron en total 17 muertos y 43 heridos tras varias horas de combates. Otro ataques suicidas se habían producido en 2009 en las provincias de Sistan y Beluchistán, cuando murieron 40 personas, entre ellas seis comandantes de la Guardia Revolucionaria.

Irán ha sufrido constantes ataques por parte de Israel a su plan nuclear. Mercenarios a su servicio han asesinado a media docena de científicos iraníes participantes en él en las calles de Teherán y otras ciudades sin que ello genera ninguna repulsa internacional considerable. El premier Bibi Netanyahu no ha cesado nunca de reclamarle a Washington que ataque a Irán y destruya sus centrales nucleares.

Para ello, Irán es objeto de toda clase de acusaciones infundadas, como financiar al terrorismo o fabricar misiles nucleares con el objetivo de destruir a Israel. Al mismo tiempo se silencia la guerra que desde hace décadas Irán mantiene en solitario contra las bandas de narcotraficantes que desde Afganistán pugnan por sacar su producción de opio y heroína por el territorio iraní hacia las grandes ciudades de las capitales del Golfo Pérsico y de occidente. Esta guerra al “flagelo del narcotráfico” es silenciada por los grandes medios a pesar de que hasta el momento le ha costado a Irán la muerte de unos 5 mil guardias fronterizos y miembros de servicios de seguridad.


VER: Reivindica Daesh el mortal atentado en Irán


A falta de terrorismo bueno es el separatismo

El presidente iraní Hasán Rohaní, prometió “una respuesta aplastante”.

En procura de socavar el poder de Irán, y dado que una guerra convencional tanto con Arabia Saudita, Israel o los Estados Unidos, podría arrastrar a una guerra regional de consecuencias insospechadas y que las bandas fundamentalistas como Daesh y Al-Qaeda, tampoco han logrado mayor operatividad en el país, la CIA y el Mossad intentan generar insurgencia exacerbando el regionalismo. Por ejemplo en los árabes-iraníes de la provincia de Juzistán al sudoeste del país, en la frontera con Irak.

Durante la guerra con Irak, Juzistán fue una de las provincias iraníes más afectadas por los combates, ya que Sadam Husein creía que los sunitas iraníes considerarían a sus tropas como libertadoras, pero la mayoría siguió siendo leal a Teherán.

La población árabe de Juzistán, cuyos ancestros se radicaron en esa provincia entre finales del siglo XVIII y el siglo XIX, está compuesta de poco más de 150 almas, una ínfima parte de los 82 millones de iraníes. A pesar de su escasa representatividad hubo intentoa de  lograr la independencia de la provincia en varias oportunidades, las principales de ellas en 1897, 1924 y 1945.

En 1999 se fundó el Movimiento Democrático Árabe Patriótico de al-Ahvaz, (ASLMA) que el gobierno iraní considera un movimiento terrorista, financiado por Arabia Saudita, financiación que le permitió instalar en el Reino Unido un canal de TV satelital en idioma farsi. A las pocas horas de la matanza del al Ahvaz, este canal emitió una entrevista con uno de los jactanciosos organizadores de la masacre,  lo que provocó el indignado reclamo de Teherán ante el gobierno británico.

Hasta este último ataque, los separatistas de Juzistán, habían limitado sus operaciones a ataques nocturnos a oleoductos sin protección armada, y algún ataque esporádico de mayor envergadura como el que en 2005 dejó 28 muertos y 200 heridos, o los dos atentados con explosivos que se registraron en al Ahvaz al año siguiente, con un saldo de nueve civiles muertos.

El presidente iraní Hasán Rohaní, prometió “una respuesta aplastante” y advirtió a los promotores de los terroristas que deberán responder por estos hechos.


Presidente iraní Hasán Rohaní.

Nada de esto ha hecho mella en la realidad impuesta por los grandes medios, cómplice de as operaciones diseñadas por la CIA y el MOSSAD, contra el pueblo iraní. Lo qeu hace que casi todos sigan repitiendo en el mejor de los casos sin vergüenza ni culpas Je ne suis pas l´Iran.


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