Kirchnerismo/Peronismo. ¿Que posición tener frente a la emergencia del massismo?
Aconsejo leer, en las notas originales, los comentarios que han suscitado, que son muy interesantes.
El kirchnerismo resignado
agosto 30, 2013
Acabo de leer en el blog de mi amigo Gerardo Fernández – kirchnerista convencido – un posteo que me llamó la atención. Como no es largo, y está escrito con mucha claridad, se los copio casi íntegro y después lo discuto:
«El massismo es el reagrupamiento de aquellos sectores conservadores del peronismo que soportaron estoicamente el esplendor kirchnerista esperando el momento del resurgimiento en pos de revivir la alianza con los sectores dominantes, eso que denominamos «consenso pre-kirchnerista».
Es un buen análisis, que tiene puntos con los que no coincido. Ahora, la blogosfera politizada está llena de análisis brillantísimos con los que estoy o no de acuerdo. Si marco éste, es porque me parece la expresión de una actitud bastante extendida en las últimas semanas en una parte importante de la militancia K. Y sobre eso es lo que me interesa reflexionar.
Primero, discuto una definición: «El massismo es el reagrupamiento de los sectores conservadores del peronismo«. Seguro que Sergio Massa sumó en la Provincia de Buenos Aires el 11 de agosto los votos de gran parte de los peronistas conservadores. Que son muchos. (Tengo que decirte, Gerardo, que está expresión tuya me parece mucho mejor que el cuco «la derecha del peronismo». Peronistas de derecha derecha quedan, pero pocos. La mayoría son amigos míos, y su actividad política principal desde hace bastantes años es juntarse a cenar y hablar mal del gobierno).
La discuto entonces porque reagrupamientos de los sectores conservadores ha habido otros en el peronismo – el lejano Potrero de los Funes en el 2007, la cooperativa que armaron, entre otros, Eduardo Duhalde, Francisco de Narváez, Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta, Jorge Busti, Graciela Camaño y Mario das Neves en 2010, la candidatura del Dr. Duhalde en 2011 – y todos terminaron en patéticos fracasos electorales. Tenemos mucho de conservador en el peronismo, es cierto, como también tenemos una izquierda combativa y plebeya con raíces en Evita y la CGT. Pero si hay algo que ha quedado claro en nuestra historia, me parece, es que cualquiera de esas «alas» que se corta sola, es derrotada.
Ahora, el punto interesante de este posteo no es la caracterización teórica del massismo, sino el destino que ve para el kirchnerismo. Gerardo es uno de los (muchos) kirchneristas sin historia previa en el peronismo (viene del viejo Partido Intransigente) y no se considera a sí mismo parte del «peronismo tradicional» (sea eso lo que sea. Yo no me defino, en absoluto, como kirchnerista y supongo que por edad soy un peronista tradicional. Pero no tengo idea qué sería eso). Creo que para muchos como él ha sido doloroso percibir – en los votos de Massa, y en los resultados nacionales de las Primarias, por ejemplo en Córdoba y Santa Fe – que el kirchnerismo no es necesariamente la mayoría del peronismo. Y avizora su futuro, el del kirchnerismo, como un proyecto y una identidad que será desplazada en el 2015, y deberá luchar para estructurarse y tener chances nuevamente.
Es posible. Pero creo que ese destino podrá ser el de dirigentes, funcionarios – lo que no me preocuparía demasiado; es legendaria la capacidad de los peronistas para reciclarse – pero
Después de todo, como digo siempre, el peronismo es un país de inmigración. Si durante la experiencia menemista se incorporaron tantos compañeros de la Ucedé, que hoy encontramos en las más diversas ubicaciones, ¿porqué no se incorporarán los K no P, como los llaman en una jerga horrible? No es, justamente, la primera, ni la segunda ola inmigratoria desde la izquierda.
Y si discuto esto aquí – ese posteo tiene muchos comentarios, y muy jugosos – es porque esa actitud tendrá, necesariamente, influencia en el futuro del kirchnerismo. Que miro con interés: es la etapa actual del peronismo, y, si finaliza, pienso que es lo mejor para todos que lo que viene incorpore lo mejor de ella.
La actitud, que yo llamaría pesimista (pero otros, optimista) de Gerardo, que ve al futuro del kirchnerismo distinto del que toque al conjunto del peronismo no es por cierto inusual en estos días. Esta semana se la escuché, fundamentada, a un conocido encuestador que apoya decididamente a Cristina (No, no es Artemio).
Si yo la juzgo equivocada es porqué me parece absurdo imaginar al kirchnerismo fuera del peronismo. Néstor Kirchner, y Cristina siempre se mantuvieron dentro de su estructura.
Sus ideales y convicciones, que «no abandonó en en la puerta de la Casa de Gobierno», que planteó a una sociedad que no lo esperaba, también eran parte de una experiencia peronista. Eran los de la JP de los ´70, de esa generación que se incorporó masivamente al peronismo pero que traía sus propios códigos y valores. Y tanto Néstor como Cristina son expresiones absolutamente genuinas de ese zeitgeist, para usar un término pedante. Combinado, eso sí, con la muñeca y el uso del poder que se aprenden en una larga práctica política en el peronismo.
Es cierto que Néstor en algún momento especuló con su reemplazo con fuerzas más definidas ideológicamente en un sentido tradicional de izquierda y derecha. Bueno, su fuerte no era el análisis político. Pero no comía vidrio: abandonó esas tonterías cuando se dio cuenta que no le servían).
El argumento decisivo en este debate, al menos para mí, que me gustan los argumentos prácticos mucho más que los teóricos, es que el kirchnerismo, fuera del peronismo, no será el 25 %. Sospecho que no estaría muy por encima del 10 % tradicional en Argentina de las diversas variantes de la izquierda clásica. Pero también creo que, sin los votos que suma el kirchnerismo, sin esa ola inmigratoria, el peronismo pierde. Bah, el peronismo, que como fuerza política no es más que la primera minoría, pierde siempre que pierde su capacidad de sumar.
No es resignación ni pesimismo, es análisis político
Abel, tipo al que respeto mucho, me ve resignado y pesimista en el post de ayer y hasta llega al exabrupto imaginativo de suponer que veo el futuro del kirchnerismo por fuera del peronismo. La verdad es que en ninguna línea de ese texto sugiero esa idea. Lo que sí está implícito -y lo escribo para evitar interpretaciones equivocadas- es que el kirchnerismo tiene su rasgo distintivo en la capacidad de confrontación contra poderes a los que nadie se animó a enfrentar en el último medio siglo; que fue gracias a ese atributo que se lograron conquistas otrora impensadas y que su gran virtud fue garantizar el encolumnamiento del peronismo y el movimiento obrero pues sin ese volumen político no se podrían haber concretado aquellas cosas por las que, precisamente, es tan odiado por el establishment. Porque repetimos lo dicho hace unos días, el gobierno ha sido sancionado electoralmente por algunos errores y deficits propios, pero el poder económico lo abomina exclusivamente por sus aciertos.
El tema es que esa capacidad de contención del peronismo tanto como del movimiento obrero se quebró y, como estaba cantado, surgió desde adentro de la coalición del 55% la expresión que iba a cuestionar la hegemonía de Cristina. Primero intentaron delinear «la esperanza blanca» con Daniel Scioli, hasta que la encontraron en Sergio Massa y es acá donde surge la duda sobre el devenir del rumbo político e ideológico de los próximos años habida cuenta de la histórica característica de los liderazgos en el peronismo vistos como terrenos de disputa. Hay compañeros que ven en el massismo una posibilidad de continuación de muchos ejes del kirchnerismo y estamos quienes lo ponemos en duda porque vemos en ese espacio una renuncia a los aspectos más medulares del kirchnerismo ¿Qué quiero decir? Que sin una franca actitud transformadora es imposible garantizar la perdurabilidad de las conquistas logradas y que esa actitud de transformación requiere la firme decisión de confrontar porque estamos inmersos en una realidad donde en todas las áreas hay que meter mano puesto que fueron formateadas por el neoliberalismo. No estamos en un estado de cosas estructural donde todo está bien, tal como pareciera sostener el discurso del Frente Renovador.
Tampoco llegamos al actual estado de cosas por designio divino. Cada ley, cada medida, tuvieron que ser peleadas en el parlamento, en la calle, en los medios y hasta en la discusión de oficina, de cola de panadería y por supuesto en la reunión familiar. Y eso funcionó porque por primera vez, luego de muchos años, una parte activa e importante del pueblo se vio representada en el gobierno y sintió que su desgaste en discusiones con familiares y compañeros de trabajo tenían una correspondencia en la superestructura. Fue así que se ganaron una buena cantidad de discusiones políticas.
El kirchnerismo hegemonizaba porque ganaba la discusión política.
Hasta que llegó el 55% y es como que se clausuró la política al interior de nuestra fuerza y se entró en el tiempo de la fundamentación pública de las medidas del gobierno y el cuchicheo por abajo sobre las dudas que muchas disposiciones nos generaban. Debemos admitir que nadie está capacitado para procesar la significación de un apoyo electoral que supere el 55% y muy probablemente ahí radique la razón profunda de varios errores de lectura que aparentemente se produjeron.
No es fácil procesar un 55%…
No es fácil, tampoco, asimilar que así como te dan el voto en dos años te lo quitan y encima hasta pueden llegar a putearte.
Pero me preocupa más lo político que lo estrictamente electoral. Quiero decir que me preocupa la posibilidad de que la disputa al interior del massismo la ganen aquellos sectores que decididamente apuestan a desandar la génesis del kirchnerismo, que es la convicción de que sin transformación no se garantizan conquistas. Temo que venga un tiempo donde el discurso anti confrontación de Massa se corporice en la alianza con los factores del poder real tal como sucedió con el menemismo y las razones de ese temor se fundan en que no sólo el discurso sino la dirigencia que se nuclea en torno al intendente de Tigre no pareciera expresar una voluntad transformadora.
Pero no hay resignación ni pesimismo en estas palabras sino un diagnóstico que pretende ser racional y razonable. Hay también un llamado a pensar y debatir dentro del kirchnerismo. Analizar y discutir dónde hubo errores y dónde fueron las condiciones objetivas las que arrojaron resultados distintos a los esperados. También hay una esperanza y es que ese ADN transformador del kirchnerismo se fortalezca en la adversidad electoral (lo más probable es que a nivel nacional se repitan los guarismos de las PASO y eso será leído como «triunfo de la oposición») porque esta fuerza política ha tenido la capacidad de congregar a miles de argentinas y argentinos que tenemos muy claro cómo nos fue antes y que nos espera a la vuelta de la esquina si mucho de lo que hemos construido termina siendo enterrado. Somos muchos los que tenemos en claro que la contradicción principal está en el nivel de prebendarismo del capitalismo argentino, lo que significa seguir disputando con la plutocracia para arrancarle beneficios para el pueblo o negociar dentro del estado de cosas actual.
Quizá haya tanto dentro del cristinismo como del massismo sectores que a la postre tengan más coincidencias que desacuerdos. Es ahí donde tendrá que venir la política a acercar posiciones de modo tal que la masa crítica para no retroceder un solo paso sea lo suficientemente poderosa como para que no se animen a tocar el piso que hemos elevado en estos años.
Ese es el desafío que arranca el 28 de octubre.