LA CAÍDA DEL “CABALLO” SUÁREZ: Hace más de un cuarto de siglo que se sabe que es un tremendo delincuente. El gobierno se comporta como en tiempos de “la Fusiladora”.

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Todos los gobiernos, a partir del de Menem, fueron cómplices de sus chanchullos por acción u omisión, y es evidente que Suárez gozaba de la protección de la SIDE de “Jaime” Stiuso por motivos fáciles de intuir. La dudosamente legal intervención del gobierno se comporta como si estuviéramos en tiempos de “la Fusiladora”, lo que es inadmisible. Suárez sobornaba a periodistas, entre ellos a Feimann El Malo, al que le habría pagado “milonadas”, dijo la interventora Gladys González. Claro que hace dos años y medio ella fue acusada exactamente de lo mismo. Ayer, Feimann y ella estuvieron frente a frente y se hicieron olímpicamente los boludos.

Matungo viejo, mañas más junadas que la cumparsita

 

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POR JUAN JOSÉ SALINAS

Ahora que el Caballo Suárez, hasta febrero secretario general del Sindicato de Obreros Marítimos Unificados (SOMU), está preso y la impresentable ministra Bullrich lo trata como si fuera Hannibal Lecter, tomándonos por pánfilos, hay una jauría de “comunicadores” linchadores (el arquetipo es Eduardo Feinmann, quien todo indica que le sacaba mucho dinero al hipocampo -caballo de mar- a cambio de no denunciar sus faenas delictivas*) que piden su sangre y, de paso, la de otros dirigentes de gremios anquilosados, pues odian al movimiento obrero. No nos meteremos aqui con los asuntos que están bajo investigación. Como otros sindicalistas argentinos, Suárez hace rato que se había convertido en patrón, controlando empresas como Mercantes SA o la naviera Maruba. Y se lo acusa, entre otras cosas, de utilizar una empresa de limpieza de sus familiares contratada por el sindicato para apropiarse de su dinero y transferirlo a su peculio, enriqueciéndose.

Aun sin meternos en estos temas, que Enrique Omar Suárez estaba vinculado con los grupos de tareas de la dictadura e involucrado en el tráfico de cocaina es algo muuuuuuuuuy viejo, tanto que ya a fines de los ’80 del siglo pasado quien escribe lo denunció tanto el mensuario cooperativo “El Porteño” como en el diario “Nuevo Sur”.

De la Rua junto al indio CASTILLO
El Indio Castillo, año 2000

A comienzos de 1989, el correntino Suárez encabezó el asaltó manu militari a la sede del SOMU secundado por el fallecido Osvaldo “Paqui” Forese (quien había sido el segundo de Aníbal Gordon y también el cerebro impune de un tráfico de drogas récord hacia España, desbaratado con el nombre de “Operativo Langostino”) y el principal killer del grupo platense de la banda de asesinos de ultraderecha Concentración Nacionalista Universitaria (CNU) Carlos Ernesto “El Indio” Castillo (que actualmente está siendo juzgado por asesinatos) y por otros pistoleros del MODIN de Aldo Rico que quizá no casualmente se había refugiado en enero de 1988, tras el fracaso del tercer alzamiento carapintada, en Monte Caseros, Corrientes, el pago de Suárez.

Con semejante compañía, y luego de que detonara un artefacto explosivo en su casa, el hasta entonces secretario general del gremio, Juan Arce, vinculado al radicalismo en general y a  Enrique “Coti” Nosiglia en particular, renunció. Suárez, que durante largos años había sido su chofer, decían las malas lenguas, lo tenía agarrado de las criadillas a causa de ciertas exportaciones tradicionales en las que estaban involucrados marineros. Exportaciones no tradicionales que a partir de entonces, lejos de disminuir, aumentaron geométricamente.

Corach y Forese

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Forese, el vicealmirante Eduardo René Fracassi y el almirante Emilio Eduardo Massera a fines de la dictadura

No era de extrañar ya que Forese, sin haber estado embarcado jamás, había sido nombrado delegado paritario del gremio. Quien escribe recuerda haber descubierto que munido de esta cobertura, Forese se reunía furtivamente con Carlos Corach (que por entonces era subsecretario de Acción Social, con despacho estaba en el viejo Ministerio de Bienestar Social. sobre la calle Hipólito Yrigoyen,  frente a la plaza. Corach era a la vez abogado de la Cámara de Pesqueros Congeladores (Capeca) y de uno de sus principales miembros, Jorge Antonio, el financista de Juan Perón y el cicerone que había introducido en la Argentina al traficante sirio Monzer al Kassar.

Recuerdo haber publicado una doble página en Nuevo Sur con el título “Marejada con espuma blanca” y también una nota en El Porteño titulada “La DEA prefiere los puertos” en la que explicaba, entre otras cosas, que no es narcotraficante quien quiere sino quien puede, y que para serlo en gran escala  había que tener acceso a los puertos, remolcadores, buques pesqueros, cargueros transatlánticos, factorías de pescado, inspectores de aduana y fuerzas de seguridad. Corach me hizo juicio por haber revelado aquellos encuentros con Forese. En realidad, demandó primero a media cooperativa de periodistas porque la nota era parte de un dossier y un cráneo del consejo de redacción le había sacado mi firma. Fuimos siete los que tuvimos que declarar frente al secretario Norberto Oyarbide, cuyo despacho estaba tapizado y ornamentado con ceniceros, banderines, mástiles, oriflamas, diplomas y gallardetes de la Policía Federal, además de una enorme Biblia de tapas nacaradas. Recuerdo que al irnos, Oyarbide comentó “He notado que dos de ustedes (por Alberto Ferrari y Ricardo Ragendorfer) son zurdos”. Como me dejó la pelota picando no me pude  contener y le contesté: “Doctor, el El Porteño somos todos zurdos”.

Por suerte, encontré en la red un encuentro de aquella instancia del flaco Ferrari. Está en una historia de la revista El Porteño que hizo como tesis de graduación en la USAL Nahuel Coca, renuente coeditor de Pájaro Rojo. Esta aquí: http://pajarorojo.com.ar/?p=1835 y dice así:

“El único juicio que tuvimos por una nota de investigación nos lo hizo Corach, que la ligué yo también, por una nota que escribió el Beto Salinas de (Enrique Omar) Suárez, el portuario, sobre el papel del sindicato de portuarios SOMU en el tráfico de drogas por el puerto de Mar del Plata. Corach nos hizo juicio a todos. Me acuerdo de Corach sentado con  su  abogado,  nosotros  con  Aníbal  Ibarra (que era el abogado de la cooperativa),  sentados,  charlando. La  estrategia  era  que entrábamos todos los que habíamos aportado a la sepatata y decíamos “Yo no fui, fue el Beto”, y entraba el Beto y decía “Fui yo”. Él se la bancaba (…) Beto estaba obsesionado  con  el  tráfico de drogas y el SOMU y el Caballo Suárez”.

Aquel pleito terminó con un empate años después, en 1998. Había elecciones presidenciales al año siguiente, Corach era Jefe de Gabinete y no quería que en la campaña electoral le echasen en cara que perseguía periodistas y ofreció dar por terminada la persecución si publicaba en el efímero Nuevo Porteño una nota diciendo que no había querido ofenderlo. No estaba dispuesto a retractarme, pero si pagar ese ínfimo precio para respirar tranquilo.

Los motivos de un prolongado silencio

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Feinmann cobraba “millonadas” de Suárez por callar, dijo la interventora González.

Escribo de corrido y con mucha pereza en ponerme a buscar esas notas, anteriores a la era de internet, en papeles amarillentos que tengo en desordenado desván. Recuerdo que luego de que Suárez denunciara supuestos atentados (que tenían todo el aspecto de ser autoatentados) siendo jefe de la sección de noticias policiales de Nuevo Sur (donde había reemplazado al entrañable Cacho Novoa) le encomendé a Marta Dillon que lo entrevistara y que la entrevista resultante a un Caballo manifiestamente duro resultó muy buena… pero no me da para ponérmela a busca ahora.

Fue hace más de un cuarto de siglo, en su momento escribí y publiqué todo lo que sabía sobre Suárez y si no volví sobre el tema durante la última década fue para no perjudicar a nuestros gobiernos, nacionales, populares y peronistas. En mi fueron íntimo me escandalizaba cuando Cristina o el Papa tuvieran muestras de deferencia con Suárez, del mismo modo en que lo hacía cuando Hebe de Bonafini abrazaba a Sergio Schocklender. Y es que cosas así siempre terminan por pagarse.

Pero a diferencia de muchos colegas, primero soy una persona, después fui y sigo sintiéndome militante, y recién en el exilio adquirí el oficio de periodista. Y sigo creyendo en aquello de primero la Patria…

La permanencia de Suárez al frente del SOMU presagiaba para cualquiera que no cerrara los ojos voluntariamente que su carrera terminaría mal. Al igual que sucedió con José Pedraza, el condenado ex secretario general de la Unión Ferroviaria, no hacía falta que se produjera una situación extrema (en el caso de Pedraza, el asesinato de Mariano Ferreyra) para parafrasear a Discepolín: “Yo lo vi que se venía en falsa escuadra, se ladeaba, se ladeaba por el borde del fangal”.

En febrero, el juez federal Rodolfo Cabicoba Corral desplazó a Suárez de la dirección del SOMU por “distintas actividades extorsivas” realizadas para “entorpecer el tráfico fluvial y obtener de las empresas un beneficio económico en provecho propio y en perjuicio del SOMU” y nombró inteventora a la bella Gladys González, que ni renunció ni pidió licencia como diputada.

El motivo de mi silencio respecto a la catadura de Suárez en estos últimos meses es que no quiero aparecer ni a diez kilómetros de quienes integran ahora -que no antes- el coro que bocina que el Caballo era “íntimo” de Cristina (lo que no es  verdad, en todo caso quien debería dar alguna explicación es Carlos Kunkel, que utilizaba un automóvil del sindicato, al parecer a título gratuito) y porque estoy en total desacuerdo con la intervención de González, que por momentos parece una versión con polleras de Próspero Fernández Alvariños, el alucinado “Capitán Gandhi” de la Libertadora. Tanto que escribió sin que le temblara el pulso que para que el SOMU vuelva a tener dirigentes legítimos es necesario “proceder a un reempadronamiento en miras a excluir del padrón de todo afiliado con militancia gremial o política (?), de acuerdo con las instrucciones de las Cámaras Empresariales y el Ministerio de Transporte de la Nación”.

¿Desde cuándo es legal proscribir de ese modo? Gladys González y sus mandantes se comportan como si estuviéramos en 1956 y la CGT estuviera intervenida por el capitán de navío Alberto Patrón Laplacette (“Un patrón en la casa de los obreros”) puesto a dedo por el vicepresidente de facto, el almirante Isaac Francisco Rojas. Algo que ni el movimiento obrero ni el verdadero peronismo pueden tolerar.

Feinmann y Gladys se hacen los dolobus

 

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En julio, al ser entrevistado por Eduardo Feinmann, el maquinista Fernando González. vicepresidente de la Liga Naval, ong auspiciada por la Armada y la Prefectura y asociada con el SOMU en varios emprendimientos, dijo que Gladys González había montado “un operativo de prensa para exaltar su figura personal diciendo lo mucho que hace por los trabajores, a quienes no recibe”.

Morales, un gorila de paladar negro, agregó: “ella dice que no cobra sueldo, pero desde la intervención dieron a conocer el recibo de sueldo que es de 59 mil pesos. El problema no es el monto sino que venimos de doce años de los que decimos que cambiamos y vamos a ser mejores y una diputada nacional miente y tiene dos trabajos”.

A lo que Feinmann apostilló: “La señora Gladys González se está comportando como los K. Ellos vendieron la imagen de que son distintos y son iguales”.

Muy molesta, la diputada replicó que “El Caballo Suárez le ponia una millonada de plata a Radio 10, a Fernando Morales, a Feinmann, al Negro (Oscar González) Oro y a toda esa gente, y hacía grandes paellas (en el SOMU) con esa gente. Feinmann es el padrino de Fernando Morales, que escribió que yo era ‘una heroína’ por la intervención y que cuando el juez dio la orden de que no se le pagara lo que se le debía terminé siendo el diablo de la marina mercante, la que trucha recibos de sueldo y recibe dinero de los empresarios”.

González continuó diciendo que Morales, “el tipo del que yo puedo demostrar todo lo que el Caballo le pagó durante todos estos años por callarse y escribir cosas fantásticas de la Fundación Azul que todos sabemos para que se usaba…” había dado un giro copernicano en lo que opinaba de su persona en menos de un mes

“Feinmann es el padrino de esta persona y en el programa de la noche (Animales sueltos, conducido por Alejandro Fantino) dice que yo truché un recibo… Soy diputada de la Nación, soy funcionaria pública ¿a ustedes les parece que puedo truchar un recibo?”, se indignó, para asegurar que no cobra suildo sino sólo “gastos de representación”, es de suponer que del Poder Judicial.

Sin embargo, ayer Gladys González asistió como invitado al “gabinete” misógino y derechoso que preside Fantino, y tanto ella como Feinmann y el propio conductor se hicieron los dolobus y se trataron como si nunca hubieran tenido ni un sí ni un no.

La razón de que Feimann y la blonda diputada establecieran un alto el fuego ha de ser probablemente que cuando era directora del Banco Ciudad ella también sobornaba periodistas para que cantaran loas al gobierno porteño de Mauricio Macri, según denunció en abril de 2013 el semanario Veintitrés en una nota de tapa (ver foto) escrita por Roberto Caballero.

Entre bueyes no hay cornadas.

 

 


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8 comentarios

  1. muy buena nota pero una aclaracion la estrategia era entrar y decir yo no fui..y al final declaraba el beto y se hacia cargo..el resto de la redaccion solo tenia que decir yo no fui..me acuerdo que anibal ibarra pregunto en la redaccion si nos haciamos cargo de la nota o nos disculpabamos y el beto insistio, valerosamente, en ratificar todo lo dicho y hacerse cargo de lo escrito. y si mal no recuerdo el abogado de corach era argibay molina que tenia un blazer azul con un estudo gigante en el bolsillo como si fuese de una universidad inglesa

  2. Excelente señalamiento de los principios de un trabajador hace el Pájaro. Que nadie diga que hacemos leña del árbol caído porque Cristina los tenía de preferidos al Caballo, o al Gerardo… De todos modos, como las “cosas así siempre terminan por pagarse”, mejor dejar testimonio para la pibada, como diríamos en el barrio.

    • Otro más bancado por todos los gobiernos de turno. A la nota le falta los negocios de Caballo con el kirchnerismo, como el transporte del gas que venía desde venezuela

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