La Nación hace el ridículo: una versión absurda presentada como «La revelación»

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O vivo en Babia, o Schoklender es un chanta al lado del cual los farfulleos y sanata del Don Mateo encarnado por Fidel Pintos son lo que el catecismo de los padres Astete y Ripalda para los católicos preconciliares (y posconciliares también, que al Concilio Vaticano II, el papa polaco y el alemán lo han guardado bajo siete llaves, como si nunca hubiera ocurrido), incluso hasta diría que la Biblia. La mismísima Verdad Revelada. El copón divino.

Porque mirá vos que acusar de la gente de la SI (antes, SIDE) de… ¡ser mandaderos de Aníbal Fernández!!. Es que no es un secreto para ningún periodista medianamente informado que Aníbal Fernández -que mientras Cristina le dejó, Aníbal se apoyó en la Policía Federal, tradicionalmente rival de la SIDE y de su continuadora, la SI.Y que hubo muchos encontronazos entre Aníbal y la Federal y la SI y otros ministros. Muchos encontronazos, y sobre todo con su reemplazante al frente de la Federal, Nilda Garré.

Sin importarle un comino,  La Nación le dedicó a estos dimes y diretes entre el parricida y defraudador y la tránsfuga (de Montoneros al PRO)  Patricia «Kaly» Bullrich Luro Pueyrredón, a estos cotilleos propios de la revista Hola! nada menos que su título de tapa.

Transcribo parte del comentario de Carlos Pagni -a quien no se le escapa aquella grosera contradicción- en la misma edición:

«La Presidenta no es la única madrina de este agente. También integra el entorno de Nilda Garré. Ambos se conocieron durante la gestión de Fernando de la Rúa. Garré era viceministra del Interior y Pocino la ilustraba sobre el caso AMIA. El trato se hizo familiar cuando el asesor se puso de novio con la hija de la jefa. 

«Convertida en ministra de Defensa del kirchnerismo, Garré le debe a Pocino haber conocido al general César Milani, que llegó a la subjefatura del Ejército después de comandar el área de Inteligencia. Allí reemplazó al general Osvaldo Montero, exonerado por Garré cuando se descubrió su conjura con Aníbal Fernández para capturar la cartera castrense. Siempre se sospechó que las pruebas las aportó Pocino. Curioso: según Schoklender, Pocino ahora obedece a Fernández, que sería el encargado de orientar al juez Norberto Oyarbide en este caso».
Pagni titula su nota «Una revelación que pone en apuros a la Presidenta», como si lo que dice o deje de decir Sckoklender fuera a misa.
Puede ser que Pocino y Aníbal Fernández se lleven ahora razonablemente bien, puesto que Cristina es la jefa indiscutida y no muestra comprensión con sus c olaboradores que se hacen zancadillas, pero decir que Pocino hace de mandadero de Aníbal… es demassié pal body y, claramente, una manera elíptica de atacar a la Presidenta.

Con la autoridad que me da estar en absoluto desacuerdo con la versión falsa del atentado a la AMIA que sostiene la SI y el inefable fiscal Alberto Nisman (lo poco que aparece en Argenleaks, la selección de cables publicados por Wikileaks que hizo Santiago O’Donnell, alcanza y sobra para despedirlo por estar al servicio del extranjero), digo que es obvia la intención de La Nación de forzar el despido de Pocino, al que Pagni intenta ridiculizar con el viejo chiste de que «cuando lo mandan a espiar, siempre toca el timbre». Suficiente para pronosticar que su posición en la SI ha de estar afianzándose a estas horas. ¡Miren si Cristina se va a dar por aludida por esta sarta de tonterías!!



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