La vida bucólico-contemplativa y el legado de Evita
Los bibliotecarios/as del Centro Cultural Haroldo Conti han enviado una tarjeta virtual de salutación por Año Nuevo que lleva una hermosa frase de Haroldo Conti, extraída de Mascaró, el cazador americano (Emecé, 1975).
Dice así:
«… no servirán jamás sino a sus intereses personales. Yo los he perseguido en el movimiento peronista y los seguiré persiguiendo implacablemente en defensa del pueblo. Son los caudillos. Tienen el alma cerrada a todo lo que no sean ellos. No trabajan para una doctrina ni les interesa el ideal. La doctrina y el ideal son ellos (…) Los caudillos, los ambiciosos, no tienen doctrina porque no tienen otra conducta que su egoísmo. Hay que buscarlos y marcarlos a fuego para que nunca se conviertan en dueños de la vida y las haciendas del pueblo. Yo los he conocido de cerca y de frente, y algunas veces incluso me han engañado, por lo menos momentáneamente. Hay que identificarlos y hay que destruirlos.» (Mi mensaje)
Menos mal que lo dice ella. Si lo dijera uno pasaría automáticamente a ser sospechoso. «¿Qué quiere ese? ¿Que se cree? ¡Es un provocador!».
Pero que tiene que ver esto con lo otro: ¿No deberíamos vivir con mayor sencillez?