Lanata: «Quería llegar acá y llegué» (a ser el portavoz de la reacción, el nuevo Neustadt)
Plumero.¿Qué sería capaz de hacer con él en su afán de permanecer como mascarón de proa de la impresentable oposición? |
Querido Caíto:
Puedo decir con amargura que prácticamente desde que lo conocí, en el segundo semestre de 1984, intuí que el joven Lanata deseaba, ante todo, ser famoso, masivo. Lo demás, el cómo y el para qué, le importaban muy poco. Por entonces era el segundo de Aliverti en la radio, tropezaba con el lenguaje escrito e intentaba colocar notas en la revista El Periodista sin mayor éxito porque la camada de periodistas regresados del exilio que dirigía el semanario lo menospreciaba. El primer peldaño importante de su carrera fue haber seducido a Gabriel Levinas, dueño y editor de El Porteño, prometiéndole tapas gancheras, y a pesar de cumplir esta promesa muy poco y de haber registrado algunos fiascos memorables supongo que fue él quien advirtió que Levinas se había cansado de la revista y quería irse a criar caimanes a Formosa y le propuso formar una cooperativa. Eduardo Rey lo ha de saber, pero no lo voy a llamar solo por esta bagatela. Quizá la salida se le haya ocurrido al propio Levinas o a algún otro periodista de El Porteño con mas llegada que yo a él, la cosa es que treinta periodistas entre los cuales había algunos famosos (como Osvaldo Soriano, Tomas Eloy y Homero Alsina Thevenet) formó una cooperativa, que nombró un consejo editor de pares. Y ahí nomás empezó el conflicto, porque Lanata concebía la cooperativa apenas como un peldaño de su carrera hasta la fama y pretendía que la asamblea de cooperativistas lo nombrara director y le confiara la gestión periodística, y el colectivo, razonablemente, se negaba a concederle la, por así decirlo, suma del poder.
La revista pasó a manos de la cooperativa a fines de 1984, y antes de que expirara el año quedó un puesto libre en el consejo de redacción y me lo ofrecieron. Desde que estuvimos en una misma habitación, chocamos. Y es que a pesar de ser yo casi una década mayor que él, el muy sátrapa se creía con derecho a abrir los cajones de mi escritorio, hurgar en su contenido y esparcerlo sobre la mesa en busca de un original, una cinta scotch o un carbónico. Por lo demás, repito (y no sin un dejo de admiración por su capacidad de aprender) por entonces Lanata era básicamente ágrafo, debiendo sus mayores méritos a su capacidad oral de enroscar la víbora, lo que no hacía que se arredrase en lo más mínimo a la hora de lidiar con los textos.
Doy un ejemplo: Daniel Molina propuso publicar una antología de la nueva poesía argentina, que en aquellas épocas en las que recién estaba desembarcando el fax, era publicada en diversas revistitas o fanzines que se dejaban en consigna en los kioskos de la avenida Corrientes. Muy sospechosamente, Lanata era por entonces presa de una notoria fobia a los homosexuales y se peleó con Molina por un quitame allá esas pajas (su desprecio por la valoración que hacía el culto Molina de algunos textos al proponerlos). Tras lo cual, dando un portazo, bajó a la calle (la readacción de la revista estaba entonces en la calle Sarmiento al 1500, frente al Centro Cultural San Martín, a una cuadra de Corrientes) compró cinco fanzines de poesía, regresó, las puso sobre el escritorio, las abrió, y con el índice en ristre fue señalando. «Esta… ésta… ésta… ésta… y ésta». Tras lo cual ordenó componerlas (todavía ni teníamos una Mac) con el siguiente encabezado «Antología de la nueva poesía argentina. Selección (o compilación, cito de memoria): Jorge Lanata».
No conozco una condensación más clara de fascismo.
No había terminado aquel verano sin vacaciones, cuando Lanata consiguió que la mayoría de ese consejo lo secundara a la hora de expulsarme de la redaccón. Me resistí, consiguiendo que se convocara a una asamblea de cooperativistas. Y así se abrió una larga serie de asambleas que jalonaron todo el año 85 y la primera mitad del 86 que no viene comentar ahora excepto porque Lanata logró ir consolidando su hegemonía y yo obuve una víctoria pírrica al ser respuesto en el consejo de redacción por la asamblea… momento en que me di cuenta que me sería imposible trabajar en la misma habitación con gentes que me eran ostensiblemente hostiles, y le deje mi puesto a Rolando Graña. Lo que me interesa señalar ahora es que en el medio de una de aquellas asambleas (en las que Lanata justo es señalar, supo cosechar el apoyo irrestricto de muchos cooperativistas, como Ernesto Tiffemberg, Zloto, Goobar, Eva Giberti, etc.) quedó clarísimo que Lanata quería ser el jefe y no compartir la jefatura con nadie. En este contexto, una cooperativa le era un corset de hierro, y fue así como Lanata, viendo la ocasión y en sociedad con Tiffemberg, armó el grupo inicial de Página 12, lo mejor que hizo como periodista y por eso mismo, objeto de su odio.
En cuanto a El Porteño, Lanata lo dejó e intentó concienzudamente que la revista se hundiera, ofreciéndoles sistemáticamente trabajo a los periodistas que ingresaban a su consejo de redacción en reemplazo de los que se iba a Página, como Martín Caparrós y Rolando Graña. Hasta terminó por ofrecerle trabajo a Alberto Ferrari, que rechazó el ofrecimiento, y financiando algún emprendimiento de Enrique Symms, que en su afán de agradarle se arrepintió públicamente de habérsele opuesto en El Porteño.
El desamor de Lanata llegó al punto de que cuando como director de Página 12 hizo imprimir un folleto con su CV, omitió su paso por la revista.
Por lo demás, Lanata nunca mostró el menor respeto por la verdad, siempre buscó el impacto. Lástima que tanta gente tardó tantísimo en verlo.
Hoy ha llegado -un tanto fané y descangallado- al pináculo de la fama. Quiere ser al mismo tiempo Tato Bores y Neustadt, pero no le da el piné. Es, apenas, el vocero de Magnetto. La voz de quien no tiene voz audible pero que es, todavía, el jefe de la oposición. Hasta diciembre, al menos.
Pronto se le habrán acabado las provincias con castas feudales (siempre oficialistas pero también prestas a apoyar a la oposición si esta se corporizara mas allá de la humanidad de Lanata y tuviera perspectivas de ganar elecciones) y los líderes de países hermanos a quienes vituperar (¿para cuando Evo? ¿a que no se atreve a entrevistar a Correa?) y se verá en toda su desnudez que como líder político en ciernes no tiene nada que proponer excepto el «Fuck you»… El sabrá porque se ha enamorado de ese gesto tan agresivo (un psicólogo ahí).
Por ahora se ha salido con la suya, y prueba irrefutable de ello es que dediqué mas de una hora a escribir sobre él, mi querido Cicuta. Pero pronto estará claro que sólo podrá mantenerse en el prime time de Canal 13 apelando a dosis crecientes de violencia simbólica. Ya el domingo pasado, ante el horror de algunas chetas que le hacian de claqué, se refociló en hablar de las toallas empapadas en sangre proveniente de funcionarios que a su modo de ver no paran de rascarse los testículos. Muy lindo para la hora de la cena.
Está por verse hasta donde es capaz de llegar. Está por verse si reconoce algún límite en su propósito de llamar la atención del público. Ese es el espectáculo que a mi me atrae: le encuentro más morbo que a una pelea de Maravilla Martínez o una corrida del diestro Paco Tomás.
Por todo esto, querido Cicuta, no se me mueve un pelo por la pretensión lanatiana de ser un gran demócrata burgués contrarrevolucionario. No hay casi dudas de que en cualquier circunstancia y latitud Lanata sería contrarrevolucionario, puesto que solo alguién profundamente contrarevolucionario puede decir que el gobierno está consumando una revolución en términos marxista-leninistas. Pero ¿demócrata? Nunca lo fue. Acaso su socio Gorriarán Merlo (socio que él fue a buscar, y al que una vez que se fue del diario denunció como tal) tampoco lo haya sido, pero créase o no, tuvo la preocupación de serlo allá por los ’80, y eso explica el MTP. Por cierto, en su afán de despegarse del setentismo al que tanto le chupó las medias, Lanata bo tuvo empacho en difamar… a una guerilla sesentista… Total, diez años para aqui o para allá ¿qué importancia tienen? Es tan absurdo como criticar al Kirchner del 2008 arremetiendo contra el Menem de 1998. Todo es igual en el cambalache lanatiano.
En fin, o bien Lanata todavía es más cínico de lo que pensaba o bien se autoengaña. Tiendo a pensar que intenta autoengrupirse. Y es que hay que bancarse ocupar el lugar de rostro visible de una oposición amorfa y unida apenas por el amor a los billetes verdes y la tirria a Cristina por razones algunas harto comprensibles y otras oscuras como las ropas negras de la Presidenta que su alter ego Lilita dijo querer arracar.
El gobierno de Cristina Kirchner es un gobierno reformista, no revolucionario. Yo espero que sea reformista a full y que reforme la Constitución para darle un status duradero a las reformas que ha hecho y las que espero que siga haciendo hasta que Cristina termine su mandato… y después.
Solamente pueden calificarlo de revolucionario aquellos que temen y odian la perspectiva de que estos cambios, los que se han hecho y los que se harán. Ojalá tuvieran razón y yo estuviera equivocado.
Pero no creo qued madure esa breva y me asalta un déjà vu. Esta película, la de la «democracia» escuálida, momia, contreras, ya la vi. Era así en mi infancia, percudida por el odio de solemnes salames de clase media «blanca» sin mayor peculio hacia las mayorías conformadas por trabajadores por lo general morochos y peronistas y hacia sus jefes políticos, Perón y Evita.
Como dijo el socialista Rivas, lo mejor que tiene el kirchnerismo son sus enemigos. Mirarlos y cerrar filas en defensa de Cristina y el proceso de transformaciones que encarna es todo uno.
Bueno, Caíto, hermano Cicuta, en el post anterior subí un videito con una semblanza de El Porteño que acaso te guste. Ojalá que si.
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«Por eso digo que creo que hay un punto donde ellos se creyeron su propia mentira y nosotros creemos que estamos en una democracia, entonces es muy difícil el diálogo porque lo que nosotros estamos pidiendo no entra en una revolución, y lo que ellos quieren no entra en una democracia. Ése es el problema. Cuando ellos dicen hay que modificar la Constitución y hacer la re-re indenfinida, en su lógica tienen razón, porque si vos hacés una revolución es lógico que cambies la madre de las leyes. Ahora, en una democracia no hay motivo para hacerlo. Estamos hablando dos idiomas completamente distintos. Su esquema de pensamiento es el de una revolución, ahora o próxima, y nuestro esquema es lograr una democracia. Es muy complicado»
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Publicado en el Cronista.com el 14.09.2012
Lanata: «Creo que el caso Boudou en algún momento terminará arrastrando a Cristina»
En una entrevista con WE, el periodista dice que el Gobierno perdió la iniciativa política y tiene cada vez más dificultades para instalar el relato oficial. También que el kirchnerismo se creyó su propia mentira y piensa que está haciendo una revolución. Además, sostiene que Cristina conseguirá la habilitación para ser reelecta, pero perderá en las urnas.
Por Micaela Pérez y José Del Rio
Se tranformó sin quererlo en la nueva estrella del firmamento político, aunque no se presente a elecciones y, según dice, nunca lo hará. Lo suyo es un cóctel imbatible de periodismo duro con un ácido sentido del humor que lo llevó este año de regreso a la TV abierta de la mano del empleador menos pensado, el Grupo Clarín, para convertirlo en uno de los periodistas-monologuistas-conductores-showmen más escuchados por la audiencia anti-K… y en el más detestado -hay que decirlo- por los rabiosos defensores del modelo nac&pop.
«Es todo una locura lo que pasa», admite, como si se tratara del primer sorprendido frente a lo que su propia figura genera alrededor. Es indudable que Jorge Lanata está hoy en el centro de la escena y disfruta como nadie del sitial de privilegio que ocupa. El buen ráting de su programa dominical, Periodismo para Todos, así lo acredita. Pero también el papel de «gran opositor» que parece haberle asignado -aunque suene increíble- el propio gobierno nacional. «El Gobierno intenta partidizarme y es lo peor que me puede pasar», se queja, mientras apura el primer cigarrillo de la charla. Recibe a WE en medio de su vorágine laboral -además de PPT, conduce diariamente su programa en radio Mitre y escribe una columna los sábados en Clarín. «Estoy en un momento de mi carrera en el que yo quise llegar acá y llegué«, se sincera, con el mismo estilo desacartonado que le imprimió a cada uno de los productos periodísticos que ideó. Sabe que todo lo que diga o haga generará polémica. Tal vez, también este extenso reportaje.
¿Tiene problemas Cristina para instalar el relato que recurre al horario prime time de la TV para su cadena nacional?
– No sé si yo fui uno de los primeros en hablar del doble discurso, cuando el Gobierno recién había asumido. En ese momento sonaba medio raro, porque no se hablaba de eso. El gran enemigo del doble discurso es el tiempo, porque los pone en evidencia. El doble discurso no soporta el tiempo porque se resquebraja, entonces, al final, el rey queda desnudo. Lo que está pasando desde octubre-noviembre del año pasado hasta acá es que el Gobierno perdió la iniciativa política, empezó a estar atrás de los hechos, no adelante y, en paralelo a eso, el doble discurso va quedando cada vez más desnudo. Por eso se les complica cada vez más hacer verosímil el relato, porque la realidad les está pasando por arriba. Vos podés mentir un tiempo, pero después… no da.
Pero mientras tanto la oposición sigue siendo incapaz de empezar a marcar agenda.
– Lo que pasa es que no hay oposición. El Gobierno dejó de marcar agenda hace tiempo, el último intento que uno podría ver sobre eso fue YPF y duró una semana. En ese momento lo logró, pero después quedó atrás, hoy está atrás
de los hechos. Nosotros estamos marcando agenda muchas veces. Como el programa es muy popular, de golpe hay temas que quedan el lunes y siguen toda la semana. En realidad, estamos ocupando un lugar que no quiero ocupar, porque el Gobierno intenta partidizarme y es lo peor que me puede pasar. No me quiero enganchar con eso porque soy periodista, no es que yo digo lo que digo porque tengo algún interés, mi interés es dar información. Si permito que me arrinconen, me cagan, porque me terminan sesgando.
¿Por qué el caso Boudou se mantiene a pesar de los intentos del Gobierno por sacarlo de los diarios?
– Al caso Boudou lo destapa el Turco (N de R: en referencia al periodista Jorge Asís) en Internet. Nadie le da bola y nosotros lo hacemos explotar en la radio. A mí un tipo muy cercano al Gobierno me dice: «Mirá que lo que le sacaron es lo menos que tiene». Lo que estamos viendo con Boudou es la punta de una historia, no la historia completa. Hoy hay dos personas que siguen trabajando en eso, los peridistas Hugo Alconada Mon y Nicolás Wiñazki. Cada uno por separado, muchas veces con fuentes distintas, otra veces con las mismas, siguen buscando y al buscar, encuentran. Hay mucha historia irregular alrededor de lo de Boudou y todavía no se terminó de conocer.
Es raro que solo dos periodistas lo sigan…
Sí, porque no hubo efectos políticos inmediatos, entonces mucha gente dejó de buscar porque creen que a la gente le dejó de interesar. Y hay un punto donde es cierto: demostrar más enriquecimiento ilícito en Boudou es menor en este contexto. Lo que me parece que falta es terminar de cerrarlo. La Justicia tiene cierta morosidad, pero tampoco están haciéndose completamente los boludos porque no pueden tapar todo. Es gracioso que el argumento del Gobierno haya sido negar porque «es todo mentira», pero renunció el juez, el fiscal, el procurador, hay una causa judicial… Para una mentira tiene bastante efecto.¿Cómo sigue?
– Creo que el caso Boudou en algún momento va a terminar arrastrando a Cristina. Es difícil decir en qué contexto y cómo, pero es inverosímil pensar que alguien puede querer quedarse con la máquina de hacer billetes sin que el presidente lo sepa.
¿Cómo era hacer periodismo de investigación en época de Menem y ahora en la era K?
No es tan distinto. La diferencia es que este gobierno montó el aparato de propaganda más grande que se montó desde el año 50, no pasaba esto hace mucho. Yo creo que una de las cosas que demuestra la existencia de Dios es que ellos tienen plata, pero no talento.
Tienen medios a favor…
Sí, pero ninguno de los medios que hicieron sirve. Es una estructura muy extensa pero poco eficaz. Y pierden muchísimo dinero en mantenerla. No tienen un diario que tire 50.000 ejemplares, tampoco 30.000. No tienen un programa de ocho puntos de ráting. No tienen una radio, no llegan, abastecen al ghetto, pero no son populares, que es lo que buscan. Eso quizá hace que haya más autocensura a la hora de hacer algunos temas, porque muchos periodistas tienen miedo de que se les tire el aparato de propaganda encima.
O la AFIP…
O la AFIP, pero en el caso del periodismo, el miedo es a que se los desacredite. En general, lo que se hace es desacreditar al portador del mensaje y no hablar del mensaje. Nunca se discute el fondo de ninguna cosa. Vos hablás de Boudou y te dicen «es un invento de Clarín», no te dicen sí o no por tal cosa. Es una cagada, pero el periodismo en un punto se transformó en una cuestión de fe, desaparecieron los hechos, todo depende de quién lo dice y no es así. Los hechos existen con independencia de quién lo diga, no son de derecha ni izquierda, suceden. Nuestro laburo es contarlos, después los podés enfocar u opinar sobre ellos, pero son incontrastables. Vandenbroele es una persona que está, que firmó tal cosa, no es que uno lo inventó. Y eso hace que sea más difícil laburar. Pero siempre que hacés investigación estás haciendo una especie de contrapoder y vas a tener problemas. Eso es la historia de nuestra vida. Nosotros nos hemos peleado con todos los gobiernos.
Desde Página 12 lo hacías con Menem. Hoy Página y vos están en veredas distintas. ¿Quién cambió?
Para mí, Página cerró hace mucho tiempo, lo que está saliendo es una mueca de lo que Página fue. Yo hice toda mi carrera con los diarios en contra. Y es la primera vez que tengo los diarios a favor. Es una situación totalmente ridícula y graciosa: que yo hoy hable y tenga 5000 cliqueos en La Nación apenas digo algo es increíble. ¿Cambié yo o cambiaron los diarios? Cambiaron los diarios, los diarios se pelearon con el Gobierno, antes no había pasado. La circunstancia objetiva hizo que las cosas cambiaran. Ahora los tipos escuchan lo que yo vengo diciendo. PPT es Día D con plata. Tenemos más recursos y todo el canal atrás, y eso se nota en la pantalla. Hago el mismo programa que hacía hace 15 años, lo que pasa es que cambió el Gobierno y cambió la situación objetiva. Pasado mañana a lo mejor Clarín se arregla con el Gobierno… me iré.
¿Cuál fue para vos el gobierno más corrupto de la última etapa democrática?
La discusión de quién la tiene más larga es menor, el problema es que roben. Acá hay una manera de corrupción que es distinta. Los menemistas se quedaban con el 30, el 40, a veces más. Los kirchneristas se quedan con las empresas. «Vos tenés una autopista, yo te la doy, pero dame el 10% de la empresa y todos los 5 paso a cobrar». Ésta es la situación. No digo que haya una relación en esto, porque no es así, pero es graciosa la coincidencia: una vez buscando en historia europea encontré un libro de Ángel Rama, un historiador del fascismo. El fascismo hizo eso. Para llegar al gobierno de Italia, hizo este tipo de corrupción, formar parte de las empresas.
Al menemismo no le importaba mucho el mostrarse tal como era. El kirchnerismo, en cambio, se vende como progresista.
– Hay un punto en el que se creen su propia mentira. No es tan distinto el «robo para la corona» del necesito plata para hacer política, que es lo de Néstor, «la política se hace con plata». Es igual. La corona era una o la otra, este gobierno no es tan distinto al menemismo en muchas cosas, y cuando ves los números grandes de la economía son bastante parecidos. La concentración empresaria es parecida, el clientelismo es parecido, lo que pasa es que la cultura es distinta.
¿Qué saldo te dejó tu visita a Venezuela donde hiciste un informe para PPT?
– Me impresionó encontrar más puntos de contacto que los que pensaba. Y me asombró el tema de los jueces subrogantes. Me terminó de decir: no puede ser que sea todo tan parecido. Lo económico, lo social era previsible, pero lo de los jueces me pareció increíble.
¿Se copia el modelo desde acá?
No. Son países donde en algunas cosas hay como una base filosófica común, por ejemplo, con respecto al tema de la prensa. Los dos gobiernos, y también el de Ecuador, ven a la prensa como un agente de distorsión social. Estoy citando a (Ernesto) Laclau, él dice eso, y también plantea una sociedad amigo-enemigo, totalmente bipolar. Hay un problema de concepto que pasa acá y allá: ellos creen que están haciendo la revolución. Yo creo que no.
¿Ellos, los funcionarios, o son los seguidores K los que creen en esta «revolución»?
Por eso digo que creo que hay un punto donde ellos se creyeron su propia mentira y nosotros creemos que estamos en una democracia, entonces es muy difícil el diálogo porque lo que nosotros estamos pidiendo no entra en una revolución, y lo que ellos quieren no entra en una democracia. Ése es el problema. Cuando ellos dicen hay que modificar la Constitución y hacer la re-re indenfinida, en su lógica tienen razón, porque si vos hacés una revolución es lógico que cambies la madre de las leyes. Ahora, en una democracia no hay motivo para hacerlo. Estamos hablando dos idiomas completamente distintos. Su esquema de pensamiento es el de una revolución, ahora o próxima, y nuestro esquema es lograr una democracia. Es muy complicado.
Lo que preocupa, y se ha acentuado, son las restricciones a las libertades, controles…
Eso también está visto desde la democracia; en la revolución, a lo mejor no. Le dan a los medios un papel que los medios no tienen. Están más preocupados por los medios que por gobernar, siempre fue así. Perón no leía los diarios, hacía los diarios. Cuando estás en una situación de poder, lo que vos sabés es tanto más que lo que sabe el periodismo. No podés estar preocupado por el periodismo; si estás preocupado por el periodismo sos un idiota. Es una cosa de inseguridad terrible.
Pero hoy no hay nadie enfrente.
Pero siempre alguien surge y faltan tres años. Frente a la pregunta de por qué lo haría, ya lo hizo en Santa Cruz, se modificó la Constitución. O sea, el tema del prurito no existe. Además, no tienen ninguna figura de recambio y no tienen segunda línea, porque La Cámpora ni siquiera llegó a ser segunda línea, es tercera. La única manera de que el kirchersimo siga es que Cristina se presente, no tiene otra manera. O por voluntad propia o por presión del alrededor, ella se tiene que presentar. No digo que se muere por hacerlo, a lo mejor lo que ella querría hacer es parar esta elección, esperar y volver otra. Pero no va a poder. Ésa era la idea cuando Néstor vivía, pero se murió y no tiene a quién poner. Y a Scioli no lo perciben como un kirchnerista. El otro tipo que tenían era Boudou, pero el efecto político de Ciccone le cagó la carrera política al vice.
¿Cuál es tu lectura del voto a los 16 años?
Es oportunista. Ellos creen que miden bien ahí, hay que ver porque no tienen ningún centro de estudiantes y las facultades tampoco las manejan, no lo lograron. Los chicos son del PO, del PTS, radicales o independientes, no son K. Y quien puede lo más puede lo menos: si le vas a dar el voto, dale imputabilidad penal, dejalo casarse, firmar contrato, manejar el auto… Es ridículo que puedas elegir al presidente y no te puedas casar.
¿Cuál debería ser la prioridad oficial?
Me preocupa el tema de la violencia en general. Están dados todos los casilleros para que haya algún quilombo. Hay una reinvindicación acrítica de la generación del 70, hay fanáticos y violencia social creciente. Eso siempre termina mal. No me gusta la combinación 2001 + fanáticos. Del 2001 se sale, pero del 2001 + fanáticos es más complicado salir. Yo trataría de bajar la pelota.