LAS PASO vistas por un profesor tucumano: “No nos diferenciamos lo suficiente”

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No estoy totalmente de acuerdo con el compañero Yepez (por dar un ejemplo: me parece desgraciada su utilización del lunfa verbo garchar para aplicarlo a lo que deberíamos hacerle a los enemigos de la patria) pero su descarnada prosa me parece representativa de los extendidos sentimientos de lo más granado del peronismo, esa minoría intensa a la que para bien o para mal pertenecemos de modo visceral. Y, como tal, posible desencadenante de debates entre compañeros que nos debemos.

“Nos hemos convertido en socialdemócratas de salón”

POR DANIEL YEPEZ
Transcribo lo que dije Sobre las PASO, en una entrevista radial. Después recibí mensajes y apoyo y otros que me mandaron al carajo. Son los riesgos del oficio:
Me preguntó la periodista si sólo era un problema electoral o si existían otras cuestiones de fondo:
Le contesté: “Entiendo que el problema es mucho más serio y estratégico, aunque el post-modernismo socialdemócrata que ha penetrado al movimiento nacional, lo omita o ignore. Suerte que las PASO sirvieron para avisarnos que si no cambiamos el rumbo, vamos a terminar como el Titanic. Odio decir esto, pero lo venimos afirmando desde el momento en que la única mujer que aparte de ser la jefa del movimiento nacional y con mayor intención de voto en el país, no pudo encabezar la fórmula presidencial del FdT.
Lo seguimos diciendo después del triunfo de las PASO de agosto y del triunfo electoral de diciembre. Lo dijimos y fue parte de nuestras mejores discusiones en nuestro espacio político, más allá que a algunos “blanditos” les molestó y se terminaron yendo, sin aportar nada al debate. Fuimos claros cuando dijimos “A los tibios los vomita Dios”. Cuando dijimos que el progresismo formal, republicano y demoliberal, ni en el continente ni en el mundo atrae a la masas, porque no les ofrece nadas más que promesas y palabras “lindas”, pero huecas. También dijimos que fuimos abandonando nuestra propia épica. Nuestros propios relatos, nuestra propia historia, que nos hizo grandes, amados y respetados por nuestro pueblo y por los de abajo, sobre todo.
¿En qué nos fuimos convirtiendo? En políticos, gestores, funcionarios, candidatos, legisladores, etc., atornillados al sillón de los poderes públicos, no para servir a las mayorías empobrecidas y necesitadas, sino para transformarnos en profesionales del poder. Subvertimos el proceso y muchos se transformaron en un fin en sí mismos, en vez de ser el medio de empoderar al pueblo. En esa dirección va este movimiento nacional, cada vez más fragmentado, dividido, penetrado por los intereses personales y por los contubernios e internas interminables. Entonces, ¿en qué nos diferenciamos de los mercaderes de la política?
En muy poco. Frente a eso, el pueblo prefiere a los auténticos y no a los truchos e imitadores. Eso nos está pasando. Digámoslo de una vez. Nos parecemos más a la partidocracia venal, que a ese movimiento que hace setenta años empoderó al subsuelo de la  Patria, iniciando un profundo proceso de transformación de la Argentina dependiente y subyugada al capital extranjero. Así de simple. Así de cruel es la historia, que nunca se repite como comedia, sino como tragedia.
Luego la periodista me preguntó que opinaba sobre la legisladora que habló de “garchar” en el peronismo. Le dije que “El problema no pasa por hablar de garchar, haciéndonos los irreverentes. El problema es cuando es lo único qué tenés para ofrecer como programa político. Eso mismo pasó con la liviandad política generalizada, despolitizacion y carencia de un programa de emergencia para auxiliar a los sectores populares, por parte de nuestros “candidatos”. Pasa que cuando se habla de garchar, y no se dice que a los primeros que hay que garchar en el país es a los latifundistas hijos de puta que nos explotan desde 1811. Cuando hablas mucho de “todes” y de “género” y “derechos” abstractos y no hablás de nuestras mujeres pobres, excluidas, maltratadas, encarceladas, cuando te olvidas del martirizado servicio doméstico y de las expoliadas mujeres campesinas de las villas y que trabajan a destajo, del mismo modo que lo hacen las peonas golondrinas con sus hijos a cuestas en las cosechas estacionales del país. Cuando en la trama de ese discurso no aparecen nuestros paisanos del los pueblos originarios, muchos al borde de la extinción, como los wichis salteños, chaqueños y formoseños todo suena liviano, a cosa exótica y típicamente “pequebú”, proveniente de las modas políticas que impone el ombligo portuario de este país desgraciado.
Ese fue nuestro problema: no nos diferenciamos de ellos, hablando de cosas irrelevantes y sin definición. Ellos fueron más consecuentes, claros y sin vergüenza mostraron lo que son: se pronunciaron a favor de suprimir las indemnizaciones y destruir los derechos laborales y previsionales. Y ahí está uno de nuestros problemas: no le ofrecimos “esperanza” y mejoras de vida reales a la “gente”. Fuimos demasiados “correctos”, formales y “no agresivos”. Es decir, nos fuimos integrando cada vez al discurso de la partidocracia venal y perdiendo el fuego, negro, mestizo, irreverente, obrero y popular que siempre caracterizó al peronismo real y combativo. Ahora somos socialdemócratas de salón. Los resultados están a la vista: el pueblo paga el kilo de carne $900, en un país que produce y exporta anualmente 400.000 millones de toneladas de alimentos”.

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Un comentario

  1. Estoy de acuerdo con el tono general de la nota. Me preocupa que desde el 2do mandato de Cristina Fernández de Kirchner, el gobierno, los funcionarios, y los militantes que ocuparon espacios en diferentes áreas del gobierno olvidaron la advertencia de Néstor Kirchner “…nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio, somos peronistas…”. Ese olvido tiñó al Frente de Todos en medio de la pandemia. Ojalá recuperen la memoria. Por el bien del Pueblo.

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