Libia II. Los rebeldes: la versión hollywoodense de una banda de mexicanos borrachos

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Un buen despacho de DPA publicado por Tiempo Argentino el martes. Enseguida advierte de las consecuencias de que los rebeldes hayan abierto de par en par las puertas de las cárceles, poniendo en libertad a peligrosos criminales y como al amparo de la bandera de la monarquía derrocada por el coronel Gadafi en 1969 se mata, troba, viola y saquea. El lúgubre final ilustra el revanchismo contra uno de los presentadores de la TV estatal. Y eso que ni siquiera menciona a Al Qaeda. JS  

La CNT no logra dar señales de cómo será el gobierno en Libia

En la capital hay calles sin control y los saqueadores actúan junto con delincuentes liberados en los asaltos a las cárceles. Preocupación en organismos de Derechos Humanos.

Hace más de seis meses que, con el respaldo decisivo de la OTAN, la oposición libia avanza en su lucha contra el gobierno de Muammar Gadafi, pero en lo que parece ser la recta final se le acumulan los problemas. A la cúpula insurgente le aguarda una tarea crítica, porque mientras continúan los combates y los bombardeos aéreos, la población pide agua, protección policial y alguna señal de cómo va a ser el futuro país. Y la sombra de Gadafi pesa como un fantasma. En el sur de Trípoli, la capital, hay fuertes enfrentamientos y en las calles sin control alguno actúan a su antojo los delincuentes comunes que, en los asaltos a las prisiones, fueron liberados junto con los antiguos presos políticos.

Los organismos defensores de los Derechos Humanos están preocupados por la situación de los soldados capturados por las tropas del Comando Nacional de Transición (CNT), mientras en los hospitales falta todo. Muchas ciudades están sin agua y los saboteadores se mezclan con los opositores para hacerse de armas. Ante el edificio del instituto petrolero, en el oeste de Trípoli, se encuentra una mujer acompañada por un joven que se lamenta porque un grupo de hombres saqueó su vivienda y se llevó el automóvil de la familia. Lo engalanaron con la bandera tricolor de la antigua monarquía –adoptado por el CNT como símbolo de la libertad– y huyeron con las cosas robadas de la casa.

El comandante de las brigadas opositoras, que convirtieron el edificio del instituto en base militar, parece perplejo. Intenta ayudar, pero no hace nada. «Acuda a los responsables de los comités locales del CNT», aconseja. Y el joven replica: «Pero la señora cree que los miembros del comité participaron en el saqueo.» Entonces llega un juez de instrucción. Escuchó que en esa improvisada base militar se encuentran detenidos soldados libios y varios extranjeros y advierte que no maltraten a los prisioneros para obligarlos a confesar. «No se preocupe, los tratamos bien, ayer les dimos arroz y jugo de fruta, fue un agasajo, como en una boda», asegura uno de los responsables.

De repente llega un hombre corpulento de barba larga y negra con un turbante blanco. «Yo represento a los jóvenes del barrio –dice, repitiendo una de las sospechosas frases más escuchadas en estos días–, queremos ayudar a los revolucionarios, pero para ello necesitamos carnets del consejo civil para que todos sepan que pertenecemos a ustedes.» Mohammed al Ghannai, el asistente del comandante responde que «no es tan fácil, deben traer a alguien que pertenezca a las tropas combatientes y que los avale». Mientras tanto, se limpia el sudor de la frente: «Qué será lo próximo», exclama.

Cuando varios periodistas pasan por ahí, les ofrece descansar en una de las oficinas con aire acondicionado de la base militar. Quiere que los extranjeros transmitan al mundo una imagen positiva del gobierno de transición. Sin embargo, cuenta una historia que es un mal ejemplo para el Estado de derecho. «Uno de los moderadores más conocidos de la televisión estatal tomó un fusil AK durante un programa y explicó que lucharía hasta la última bala y que era imposible que los rebeldes llegáramos algún día a Trípoli y tomáramos el poder. Dijo que si eso ocurría se vestiría como mujer, con velo». El relato continuó: «Cuando los revolucionarios lo atraparon lo disfrazaron de mujer, lo maquillaron, le pintaron las uñas con pintura roja y lo fotografiaron. Parecía una novia, yo mismo vi la foto en el celular de un amigo.» Después se ríe a carcajadas.


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