Macri presidente… ¿de Boca?

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Por más que hago esfuerzos, por más que me estrujo el caletre y le doy vueltas al balero, no hay manera, no me imagino a un Macri candidato a presidir el país que no termine en la derrota más espantosa. No me lo imagino debatiendo con Cristina (ni con el Chivo Rossi, ni con Kiciloff, ni con la Mecha Marco del Pont, ni con Randazzo, ni con Aníbal Fernández, ni por Juliana Di Tulio, ni con nadie). Lucas Carrasco aborda el asunto en Crónica.

POLITICA |

 Columna de opinión

10.02.2013   

¿Mauricio Macri va a ser candidato a presidente?

Es más probable que busque una reforma de la Constitución porteña.
Por Lucas Carrasco

En la crisis del 2001, el Partido Humanista no tenía candidatos ni militantes que pudieran aspirar a serlo, así que el partido publicó avisos clasificados pidiendo candidatos. Consiguieron, como el jefe de gobierno porteño y líder del PRO Mauricio Macri con Rocío Marengo, atención de la prensa. Pero hicieron una elección tan mala que no volvieron a repetir el método. Macri necesita tener un partido político nacional para ser candidato a presidente, porque si no desaparece su propio partido municipal: sólo él puede sostener y liderar las diversas facciones que componen su partidito: desde conservadores posmodernos hasta ultramontanos, fascistas que no se enteraron de la Revolución Francesa y arribistas de ocasión, más lo peor del peronismo, como el puntero Christian Ritondo, o del radicalismo, como Silvana Giúdice, que tras fracasar en sus respectivos partidos encontraron en ese ámbito de gerentes desesperados por dinero la manera de tener cierta relevancia. Así, la desesperación de Macri viene de fracasar en su intento de ofrecer candidaturas a personajes como el popular locutor Oscar González Oro, un Michael Jackson de alma, o a parientes de famosos, como el hermano del astro de la NBA Emanuel Ginóbili, un empresario que ha cambiado de razón social más veces que Patricia Bullrich de partido.
Todo indica que finalmente Macri no va a ser candidato a presidente. En una semana, los insultos primitivos de Miguel Del Sel contra la Presidenta de la Nación pusieron nuevamente en cero al macrismo en Santa Fe, tercer distrito electoral de la Argentina. Mientras que en el primer distrito electoral, la pata radical del PRO, Gustavo Posse, quedó tribilinizado porque su suegra era la encargada de controlar a los jardines de infantes, y del juego de mentiras del eterno intendente se desprende un olor a corrupción que por ahora es ocultado en el Partido Clarín, pero en vísperas de elecciones será muy difícil. Y el primo alfabetizado de Mauricio, Jorge, intendente de la localidad de Vicente López, ya le puso un freno a esto de fracasar ofreciendo candidaturas después de que aceptara Martín Redrado, quien cambió de partido en 2 años más veces que de novia, y eso que tiene una relación contractual con Luciana Salazar.
Las provincias argentinas son, desgraciadamente para el ecuatoriano Durán Barba, muchas, y eligen tres senadores por distrito renovándose por tercios. Macri, hasta ahora, no tiene ningún representante en la Cámara alta. Tampoco gobierna ninguna provincia: este año se eligen dos gobernadores; Macri no tiene siquiera candidatos. Cualquier posible escenario de cara al 2015 -perdón, el mejor escenario imaginable posible-muestra que no tendría más que el 20% de los senadores y 30% de los diputados, y el Partido Clarín ya sin ser un oligopolio, lo que quitaría presiones a un Poder Tribunal más democrático. ¿O acaso alguien sueña que la ilegalidad del monopolio o la impunidad de la aristocracia judicial perdurarán, ganándole no sólo al kirchnerismo, sino a la ley, el sentido común, la economía y el creciente desprestigio internacional?
Podador de árboles, Macri no tiene experiencia ni como gobernador. Pero supongamos que ese escenario óptimo se diese. Y que Macri no terminase preso por los gravísimos delitos cometidos y probados por tres instancias judiciales, aún sin sentencia definitiva.
Administrar un país no es repartir subsidios a banditas de rock medio de morondanga para opacar que León Giego dijo que Macri era lo peor de la Argentina, es algo más serio, y requiere de poder, un proyecto, un partido y un montón de cuadros legislativos, sindicales, políticos, de gobierno.
Pero supongamos -estiremos más la ya remota posibilidad de que se presente- que una mayoría elija un presidente absolutamente débil: ¿cómo tiraría atrás la Ley de Medios, cómo renegociaría la coparticipación federal, cómo voltearía las paritarias, cómo privatizaría empresas estatizadas en el período K con tamaña debilidad? Tiene algo de resto, porque le va a quedar un país ordenado y con plata. Pero parece una tarea de titanes.
¿Cuáles capacidades políticas ha demostrado Macri para sumar a su armado en casi una década de gestión municipal? Pocas. Miguel del Sel en Santa Fe, Olmedo (ex novio de la mencionada Rocío Marengo), y el primo alfabetizado que gobierna Vicente López más una alianza con Tribilín Posse. En Córdoba y Mendoza, dos distritos grandes, no tiene candidatos.
No es que suene poco, es poco. No es que suene poco atractivo, es horrible.
Y a Macri no le gusta perder.
Es más probable que busque una reforma de la Constitución porteña que le habilite otro mandato y siga al frente de la inmobiliaria en que ha convertido su gobierno. ¿Por qué, cuando los senadores de todos los partidos firmaron un compromiso para no reformar la constitución, quienes no tienen tampoco reelección permitida esta vez no replicaron el gesto, como Scioli y Macri?
La respuesta está en que no lo hicieron porque, en el caso de Scioli, como declaró públicamente, si Cristina reforma la constitución y es reelecta, la apoyará. Con lo cual podría reformar su constitución para el mismo fin. Y en el caso de Macri, porque si aún duda de ser candidato a presidente, con Cristina también de candidata, arrugaría, como ya lo hizo en 2007 y 2011.
Pero necesita decir que va a ser candidato a presidente para echarle la culpa a Cristina de los delitos donde lo descubren, y para que el rejunte de funcionarios oportunistas que lo rodea no se vaya con lo próximo que prometa continuidad laboral.


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