Magdalena Ruiz Guiñazú por Carlos Barragán

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¡Que lindo texto! No conozco ni seguí tanto a Magdalena como para opinar (aunque si la agradezco que haya sido una de los poquisimos colegas que se tomara el trabajo de leer y elogiar Ultramar Sur) y tampoco conocía este texto, que veo que tiene bastante más de un año de antigüedad (originalmente, parece, lo publicó Diario registrado) pero me encanta que lo haya escrito Carlos Barragán, que me simpatiza desde la primera vez que lo vi en 678, allá cuando «la crisis del campo».

Politica // Medios

Magdalena acorralada

Por qué Magdalena no es lo mismo que los demás periodistas del Partido Preguntista sino mucho mejor. Un breve intento por asomarse a la complejidad de las cosas y de las personas.

 Por Carlos Barragán

«Cabello: rubio, matizado (claritos), corte tipo melena, sobre los hombros. Cara: triangular. Ojos: medianos, pardos. Nariz: recta, mediana. Boca: mediana, de labios finos. Cuello: alto, esbelto. Vestimenta: la causante viste muy elegantemente y a la moda, usando ropa de muy buena calidad y excelente confección, combinando sobriamente colores y detalles (bijouterie). Acostumbra a usar perfume francés de fragancia penetrante». (Informe del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército describiendo a Magdalena Ruiz Guiñazú.)

Golpe
Magdalena nace en una familia patricia de apellidos Ruiz, Guiñazú, Cantilo, Ortiz y Basualdo. Y rompe con lo esperable para una mujer nacida en 1935 en esta clase de ambiente y de clase: en lugar de casarse bien y criar niños mal, se dedica al periodismo.Podemos conjeturar que su elección no le hizo la vida más fácil, y podemos conjeturar que su vida no era muy difícil. Conjeturas. Lo cierto es que, según ella misma cuenta… cuando llega Cámpora la pasa mal.

Magdalena no se banca el descontrol camporista, ni la suelta de presos, ni las orgas armadas, ni las orgas quilomberas, ni las pintadas por la patria socialista. Los camporistas no soportan que ella no los soporte. Se detestan mutuamente.

Porque podemos conjeturar que Magdalena ha sido tolerante con la proscripción y las dictaduras que han acostumbrado a millones de argentinos a ser tolerantes con ellas. Después Cámpora, Perón, Isabelita… con los tres gobiernos la pasa mal, pierde el laburo o peor: le permiten conservar tu trabajo en Canal 7 pero no le dan ninguna tarea para hacer. Llega el esperado y deseado golpe del 76. Podemos conjeturar que Magdalena lo desea como millones de argentinos lo deseaban. Esperando que viniera un poco de orden. Quizá hasta un poco de muerte era también tolerada y esperada por millones de argentinos acostumbrados a esa lógica.

Diario
Página12 cumple 25 años y los festeja en el Haroldo Conti, un espacio cultural que funciona donde estaba la ESMA, o donde está la ESMA ya vacía de horror. Es la primera vez que voy, me invitaron muchas veces y muchas veces me dio miedo enfrentar las sombras de la muerte. Esta vez fui. Vi que la ESMA está muerta y los desaparecidos viven en nosotros. Un artista pegó en una pared las tapas de aquel Diario del Juicio. En una de ellas está la foto de Magdalena que declaró como testigo. El diario cuenta que los defensores de los genocidas fueron muy duros con ella. Esa noche busco en internet y me quedo leyendo la transcripción completa de aquella declaración. Los datos que menciono acá son de su declaración en el tribunal y algunas notas periodísticas. Lo demás son conjeturas.

EnterarseLa dictadura del 76 fue diferente, y fue una gran sorpresa para quienes quisieron enterarse. Y Magdalena quiso enterarse. Recibió a personas que le contaban de secuestrados, torturas y desapariciones. Y para Magdalena, la Magdalena que para cualquier simpatizante del campo popular se aparece como un clásico del gorilismo, aquello fue inadmisible y lo denunció en su programa de radio Continental. Magdalena madre fue amenazada con sus hijos. Tipos que la espiaban, tipos que se le aparecían en su casa preguntando por sus hijos, tipos que la llamaban a cualquier hora de la noche.

PiedraUn día en su programa de radio cita la Biblia: el que escandalice a un niño, más vale que le cuelguen al cuello una piedra de molino. Dice Magdalena que según leí ha tomado la comunión en el Vaticano. Está hablando de los niños secuestrados por los grupos de tareas. Los milicos lo saben y la visitan. Ella se asusta. Un coronel que conoce en casa de unos amigos le cuenta que Videla está enojado por eso de los niños y la piedra de molino. Magdalena podría haberse ido del país. Ya sabía lo que le pasaba a los que molestaban al gobierno militar. El coronel la protege un poco. Un día la lleva en su auto hasta la radio. Es poco y Magdalena sigue molestando. No como molestaban los montos, sino como podía molestar una periodista liberal. Podemos conjeturar que habrá pensado que por ser quien era, una señora de alcurnia devenida periodista, a ella no le pasaría lo que a cualquier hijo de vecino. Podemos conjeturar que en las noches habrá dudado mucho sobre la solidez de este argumento. Lo cierto es que corrió un peligro muy diferente al que hoy dicen correr algunos periodistas de poca monta que creen ser sus pares.

Frías
Es 1977 y desaparece Eduardo Frías el jefe de fotografía de la revista Gente. Magadalena lo informa y pide en su programa de radio que aparezca Frías. Los militares se disgustan, la van a ver, le dicen que si no supieran «quién es ella», una señora bien, pensarían que se trata de una subversiva. Magdalena se la banca. Sigue recibiendo a las madres de los subversivos (debemos conjeturar que en aquel tiempo para ella eso es lo que eran, porque eso eran para millones de argentinos). Frías excepcionalmente aparece a los quince días.

Conadep
Se termina la dictadura y Alfonsín crea la CONADEP. Magdalena integra la comisión de quince miembros donde se destaca junto con Sábato, Klimovsky, el rabino Marshall Meyer, Favaloro y el cura De Nevares. Entonces es cuando se hunde en el infinito horror de los cientos de testimonios de los sobrevivientes de los campos de concentración, los cuales había conocido en forma desperdigada. Y se hunde en un hecho rotundamente político. Aunque podemos conjeturar que ella lo interpretó como una cuestión de «justicia moral». Magdalena podría haberse mantenido al margen, como buena periodista independiente que cree que era y quiere seguir siendo. Pero eligió ensuciarse con la realidad cuando la realidad era más política que nunca. Magdalena, quizá una gorila que dio la cara por los montoneros desaparecidos. ¿Qué periodista de los independientes de hoy integrarían una comisión de esa densidad? Podemos conjeturar que muy pocos, casi ninguno, o ninguno.

TestigoMagdalena declara en el juicio. En su portada el Diario del Juicio consigna que los abogados defensores de los genocidas se ensañan con ella. Magdalena no cae en ninguna de las más de treinta trampas que le tienden. Razona con lucidez cuando la quieren acusar de ser una defensora de subversivos. Magdalena dice que secuestrar niños es un delito común, igual que secuestrar a cualquier persona en la noche, torturarla y tirarla al río. Un pensamiento excepcional en épocas donde la teoría de los dos demonios era más que una teoría. Así como expone la raíz del crimen de Estado cuando les dice a los defensores de Videla que ella no tuvo a quién pedirle ayuda cuando fue amenazada por patotas para-estatales. Sólo es condescenciente con la época cuando para demostrar ecuanimidad -o sea su no pertenencia o amistad con grupos subversivos- muestra la pruebas de que también ha pedido justicia para la gente de FAMUS. (Familiares y Amigos Muertos por la Subversión) Los jueces aceptan esa prueba, al parecer como un dato de importancia.

Época
Ni una violencia ni la otra, debe haber pensado Magdalena. Podemos conjeturar que pensó en dos demonios, pero a uno de ellos lo identificó como infinitamente peor. La violencia del Estado genocida era la que creía que había que juzgar por su omnipotencia. Era 1985. Los militares amenazaban con volver y terminar una tarea que ahora les parecía incompleta. Era 1985. Todo estaba manchado de sangre y de pesadillas en las conciencias. La muerte estaba cerca y amenazaba con regresar en cualquier momento. Unos años después los militares intentaron cumplir con esa amenaza.

Compañeros

Alfonsín, sus asesores, la barra judicial que preparaba el juicio ¿habrán comprendido que por su gorilismo Magdalena era el mejor testigo para demostrar las atrocidades cometidas por los militares? Podemos conjeturar que muy probablemente sí. Strassera, Gil Lavedra, Arslanián se rompieron la cabeza junto con Magdalena para condenar a los militares genocidas. Esa complicidad les durará toda la vida. Es lógico en quienes compartieron una aventura de altísimo riesgo. Por eso Magdalena se enfurece cuando hoy se critica desde un momento más cómodo la actuación de aquellas personas. Y defiende a Strassera como se defiende a un compañero. Compañero, en el sentido peronista que tanto detesta: cerrando filas.

Señor
Magdalena entrevista a Videla en 1977. Le dice «justamente usted mencionaba hace un ratito, la forma distorsionada en que en el exterior se presenta nuestra realidad» y le pregunta si tiene planeado viajar en persona a donde el mundo necesite que la Argentina esté presente. Y le dice «Señor presidente» y eso se lo hemos criticado a Magdalena. Pero difícilmente podría haberlo llamado dictador, genocida, delincuente o desaparecedor de niños. Quizá todavía no lo sabía, o quizá lo sabía pero es absurdo exigirle desde aquí otra cosa que no sea el «señor presidente». Sobre «la imagen distorsionada de Argentina» Magdalena no la afirma ni la niega. Quizá hasta lo esté presionando en público a Videla, si es que él ya sabía que ella sabía lo que él estaba haciendo. Magdalena era gorila, o por lo menos antiperonista, no era montonera como Rodolfo Walsh. Era y es esa chica que nació en la familia de cinco apellidos y que se comió todos los garrones hasta que pudo torcerle el brazo al machismo corporativo y logró dejar de hacer notas de nacimientos de ositos en el zoológico para entrar en el periodismo en serio: el político. El que le gusta.

Entrevista

–Magdalena, ¿Qué opina del movimiento cacerolero? –le pregunta María Moreno en 2002. –No creo en el «que se vayan todos». Creo en que sean menos corruptos, más eficientes, que cumplan con la ley. En una democracia, la clase política es fundamental. Podemos conjeturar que Magdalena fue mas lúcida que muchos de nosotros en aquellos tiempos.Y pregunta Moreno:–¿Qué se siente ser Caballero de la Legión de Honor?–Que pobre mi marido: tiene que dormir con un caballero. Es que en 1994 Francia le otorgó ese premio por la defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión. Y Magdalena habla francés a la perfección. Y podemos conjeturar que tiene un interesante sentido del humor. Libertad de expresión y humor que olvida cuando pide expresamente que 678 deje de existir.

Acorralada

Ninguno de los que estaba con ella en el «queremos preguntar» le llega a los talones.Mezclada entre periodista que supieron ser colaboradores de los mismos militares que la amenazaban, otros que sobrevivieron como mascotas divertidas, y los más nuevos que sólo quieren ser famosos. Ninguno de ellos hizo nada por la democracia argentina. Magdalena que para nosotros es una gorila, sí. Aún haciendo todo lo posible para evitar los gobiernos populares hizo algo –importante- por nuestra democracia. Pero nosotros al criticarle su gorilismo la fuimos ubicando con otros, hasta que sólo se sintió contenida por un montón de mediocres. Acorralada entre mediocres. Justo ella que nunca lo fue. Y la inevitable, natural, amistad de alguien con sus apellidos con los poderosos del campo nos pareció inadmisible. Magdalena está con el campo, claro. Como está a favor de la elegancia y en contra del mal gusto. Como estuvo a favor de juzgar a las Juntas. Por una cuestión moral. O quizá por democrática, o por republicana. Si se quiere ser cínico, hasta por una cuestión estética. ¿Importa por qué? ¿Podemos soportar que las cosas sean más complejas de lo que nos gustarían?

Vara
Con Néstor y Cristina somos puntillosamente posibilistas y con Alfonsín escrupulosamente troskos. Ahora hacemos las cosas cuando se pueden y cómo se pueden, pero Alfonsín traicionó porque no hizo todo lo que pudo. Y estiramos la lógica –y los datos- hasta sostener que Magdalena fue un poco, casi o por completo colaboracionista y lo sigue siendo, pero en cambio los ex menemistas hoy amigos se dieron cuenta a tiempo y son amnistiados. ¿Distinta vara, como nos gusta decir en los informes de 678?

Silogismo
Magdalena debe andar por los 77 años de edad. Y detesta a este gobierno populista. Podemos conjeturar que habrá esperado llegar a esta edad siendo respetada y «dejada en paz». Ella, la enojada con Alfonsín por las leyes de punto final. Pero somos medio camporistas y muy quilomberos, y en este saludable revolver el pasado para sacar la mugre y echarla afuera, nos encontramos con Magdalena y la mezclamos entre la que es y la que fue. Con un silogismo endeble, a veces pensamos que quien está en contra de Cristina está a favor de los genocidas.

Bobos
Algunos hablan de su cercanía o simpatía con Martínez de Hoz. Si fue así, igual no alcanza para ponerla al lado de Morales Solá. Y Magdalena tampoco debería dejarse llevar por su furia y entregarse a algunas tonterías cantadas a coro que la ponen tan cerca de los magnettos y blaquieres y mitres que en su intimidad –podemos conjeturar– debe considerar delincuentes. Ella en medio de otros bobos que dicen «querer preguntar», bobos que en su intimidad ella debe considerar bobos. Conjeturas.

Dimensiones
Sospecho que el maniqueísmo bidimensional es un lujo que sólo se pueden dar los que nos odian, nosotros estamos obligados a pensar las cosas en ancho, largo y profundo. Porque nos toca pensar las cosas, sobre todo porque quienes nos odian no están pensando. (Si hasta el inteligente Jorge Fernández Díaz anda firmando elogios para la kermesse de domingo que organiza Lanata.)Yo que fui anti-alfonsinista y le exigí a Alfonsín que fuera por todo, y lo critiqué, y lo consideré un tibio, un cobarde, un claudicante, sé lo que es ser un opositor bidimensional. Yo que fui un gorila sé lo que es sentir que el peronismo arruinó lo que supuestamente podría haber sido un país maravilloso. Casi «europeo».

Traiciones
Magdalena hoy condena las patadas que les dieron a los periodistas de 678, pero se encarga de recordar que eso también es culpa del estado de confrontación que propone el gobierno. Y en su horizonte crítico parece emerger una especie de teoría de los dos demonios. Sabe, y lo ha dicho, que «de todas maneras» estamos viviendo en un país con garantías y libertades. Pero Magdalena está muy enojada. El país no es el que ella quería: «normal» y medio radicheta. Un país que reconociera sus servicios a la democracia, los riesgos que tomó en su vida pública, en su vida profesional y hasta en su vida privada. Un país que olvidara su origen patricio, del cual Magdalena con todo lo que corrió en su vida para ser diferente a su clase no ha podido eludir del todo. Magdalena, la que traicionó sus orígenes y su pertenencia colaborando para enjuiciar genocidas exterminadores de zurdos y populistas.

«Cabello: rubio, matizado (claritos), corte tipo melena, sobre los hombros. Cara: triangular. Ojos: medianos, pardos. Nariz: recta, mediana. Boca: mediana, de labios finos. Cuello: alto, esbelto. Vestimenta: la causante viste muy elegantemente y a la moda, usando ropa de muy buena calidad y excelente confección, combinando sobriamente colores y detalles (bijouterie). Acostumbra a usar perfume francés de fragancia penetrante». (Informe del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército describiendo a Magdalena Ruiz Guiñazú.)


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