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MALVINAS. Tras cornudos, apaleados: Británicos leían todos los mensajes encriptados de las FF.AA. argentinas

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O apaleados por cornudos. Ayer, antes de que se conociera esta noticia, conversando con Teodoro Boot comentábamos la vergüenza ajena que da que pobladores de los alrededores del Lago Escondido, auténticos cipayos, apedrearan a quienes solo pretendían llegar hasta el mismo, como teóricamente garantizan tanto las leyes como fallos judiciales, ante la mirada cómplice de policías alcahuetes del magnate inglés Joe Lewis, que se lo ha apropiado, mientras el fantoche todavía a cargo de la filial local de Radio Nacional arengaba a favor de aquella agresión. Fue así que la charla derivó naturalmente hacia las Malvinas, y la guerra que sirvió para alejarlas aun más del continente porque fue una guerra mal concebida y peor ejecutada. Entonces Boot contó una discusión que tuvo con exaltados nacionalistas de boquilla que se la pasan llenándose la boca con la palabra «gesta». «Si hubiéramos hecho una guerra en serio, lo primero que había que hacer era expropiar manu militari las propiedades de la corona y empresas británicas en el país, sin eso nada de lo hecho tuvo ni podía tener una mínima seriedad», dijo haberles espetado. La noticia de hoy muestra hasta que punto, haber creído ¡aunque fuera por un instante! que Washington iba a estar de nuestro lado y contra Londres solo porque habíamos suplantado a la CIA en Centroamérica durante el gobierno de Carter era una imbecilidad: Todo lo que nuestros militares encriptaban era leído al instante por yanquis y alemanes y trasmitido a Londres. Para dejar de ser una colonia lo primero es aceptar que lo somos y que bajo la dictadura nunca dejamos de serlo. Aunque ahora, después de la devastación macrista, tengamos aún menos independencia que entonces. JS

Foto: El crucero General  Belgrano (antes, 17 de Octubre) fue hundido por orden de Margaret Tatcher tras recibir la información que le proporcionó Washington.

El golpe maestro de la CIA y sus socios alemanes

Boris Hagelin, con una máquina de cifrado. GETTY

Una investigación de ‘The Washington Post’ y las cadenas ZDF y SRF destapa el espionaje de Estados Unidos y Alemania a otros gobiernos durante décadas

 

YOLANDA MONGE (Corresponsal en Washington) / EL PAÍS

Durante más de cinco décadas, la CIA y los servicios de espionaje de la entonces Alemania Occidental (BND, en sus siglas germanas) controlaron en secreto una empresa suiza que fabricaba y vendía dispositivos de encriptación y líneas de comunicación seguras a más de 120 países. Pero el caso es que ni las líneas ni los mensajes cifrados eran seguros, ya que la CIA y los alemanes tenían acceso a la información a través de los dispositivos, según desveló este martes una investigación periodística de The Washington Post, junto a las cadenas de televisión ZDF (Alemania) y SRF (Suiza).

Fue El golpe de inteligencia del siglo, titulaba este martes el periódico estadounidense. Fueron clientes de la empresa Crypto AG y sus máquinas trucadas países como Irán, juntas militares de América Latina, naciones rivales como India y Pakistán, Estados miembros de la OTAN como España, la ONU e incluso el Vaticano, según la extensa investigación, que asegura que “estas agencias de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía para poder romper fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes cifrados”. Hasta ahora, ese peculiar partenariado era uno de los secretos mejor guardados de la Guerra Fría.

Todo empezó en plena Segunda Guerra Mundial, cuando la firma Crypto fue creada por Boris Hagelin, un empresario e inventor nacido en Rusia pero que huyó a Suecia cuando los bolcheviques tomaron el poder. Cuando los nazis ocupaban la vecina Noruega en 1940, Hagelin decidió emigrar de nuevo, en esta ocasión a Estados Unidos.

El inventor llevaba consigo la famosa máquina encriptadora, bautizada como M-209. Según la historia interna de la CIA, citada en la investigación del Post, se hacía necesario controlar a Hagelin para que limitara la venta del codificador solo a países aprobados por Washington. En definitiva, Crypto no debía caer en manos de los soviéticos, los chinos o los norcoreanos. Esos países, sin embargo, nunca fueron clientes de la compañía, por lo que, en teoría, quedaron fuera de los límites directos del espionaje montado por EE UU y Alemania.

No obstante, los agentes de la CIA obtuvieron mucha información valiosa de Pekín y Moscú a través de las interacciones de estos países con servicios secretos o diplomáticos de naciones que sí tenían los aparatos de cifrado. La conocida como Operación Thesaurus se firmó en un elitista club de Washington, el Cosmos, cuando Hagelin selló en 1951 con un apretón de manos durante una cena el primer acuerdo secreto con la inteligencia estadounidense, que trajo consigo a William Friedman, el padre de la criptología americana.

El acuerdo consistía en que Hagelin trasladaba la compañía a Suiza y restringía las ventas de sus modelos más sofisticados a países aprobados por Langley (donde tiene la sede la CIA). Las naciones que no estaban en esa lista obtenían de Crypto AG sistemas anticuados y sin apenas efectividad. A Hagelin se le compensaba económicamente por la pérdida de ventas.

El siglo XX avanzaba y prácticamente nadie en Crypto, excepto Hagelin, sabía de la implicación de la CIA en la compañía. Los beneficios eran abundantes. Cada año, según los registros de la inteligencia alemana, el BND entregaba su parte de las ganancias en efectivo a la CIA en un oscuro garaje de Washington.

En la década de los ochenta, la operación pasó a denominarse Rubicón. Para entonces, ya existían algunas tensiones entre Washington y Bonn a cuenta de los objetivos y del reparto de la información conseguida. Ambas partes, según la investigación, también usaron para su espionaje a otras empresas, a Siemens en Alemania y Motorola en EE UU.

Crypto, además, daba buenos beneficios. Según la CIA, en 1975 la compañía ganó más de 51 millones de francos suizos (unos 47,8 millones de euros). Mientras, Rubicón permitió décadas de acceso sin precedentes a las comunicaciones de otros Gobiernos. Por ejemplo, en 1978, cuando los líderes de Egipto, Israel y EE UU se reunían en Camp David para negociar un acuerdo de paz, la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA, en sus siglas en inglés) escuchaba de forma secreta las comunicaciones del presidente egipcio Anwar el-Sadat con El Cairo.

A través de un sistema de Crypto se supo también que el hermano del presidente de EE UU Jimmy Carter estaba supuestamente en nómina del líder libio Muamar el Gadafi. La tecnología también propició que la Administración de Ronald Reagan pasase información a Londres sobre la breve guerra del Reino Unido con Argentina por las Malvinas. En 1989, el uso del Vaticano de un aparato de Crypto fue determinante en la captura el general panameño Manuel Antonio Noriega cuando el dictador buscó refugio en la Nunciatura de Panamá.

Los alemanes abandonaron el programa hacia finales de los noventa; la CIA continuó. Pero Crypto se fue disolviendo y dejó de existir en 2017. Ahora existen Crypto International y CyOne; la primera asegura que nunca supo nada de la trama de Crypto, y la segunda se acoge al socorrido “sin comentarios”.


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2 comentarios

  1. En la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, allá por los 80, teníamos matemáticos especialistas en criptogeafia. Ellos en conjunto con el Área de Computación Científica bien podrían haber desarrollado un sistema de encriptamiento para usar en caso de guerra. Como siempre sucede para nuestros funcionarios lo foráneo es lo mejor. Así nos va.

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