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MAPUCHES, NACIONES & RACISMOS. Fragmentación Vs. Unidad Latinoamericana

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pinLos lectores más atentos se habrán preguntado porque Pájaro Rojo no publicó nada sobre la feroz represión sufrida por un poblado de mapuches en Cushamen, Chubut, a la vera del ferrocarril conocido como La Trochita que antaño servía para unir poblaciones que solían quedar aisladas en los crudos inviernos patagónicos y hoy es sólo un pingüe emprendimiento turístico. Fue más o menos por esa época, hace dos décadas, que el menemato acabó con el tren y Luciano Benetton compró (no lo sé pero intuyo que la mayor parte serían terrenos fiscales) unas 800 mil hectáreas. Tal como suele suceder en estos casos (si no me creen, pregúntenle a los sionistas que colonizaron Palestina) la compra se hizo con las poblaciones allí radicadas, como quien compra un inmueble con inquilinos con el propósito de ir desalojándolos más temprano que tarde.

Los motivos por los que Pájaro Rojo no publicó nada de un asunto tan importante e ilustrativo del cariz y orientación de este gobierno (una task force de los buitres, la definió Horacio Ghilini; un Partido del Extranjero que deja como una fábula naïf al Eternauta, sostiene coincidentemente Pájaro Rojo desde un comienzo) fueron dos. El primero es no tener ninguna información mejor que la brindada por boletines de internet, blogs y compañeros individuales y los medios del periodismo tradicional, en ese orden. El segundo porque el medio electrónico que tenía no sé si mejor pero si más información, al menos de los que pude ver, fue Resumen Latinoamericano, dirigido por Carlos Aznárez (cuya redacción fue reciente y más que sospechosamente allanada y desvalijada). Y resulta que Resumen Latinoamericano presentaba todas sus noticias bajo la volanta “Nación Mapuche”.

“Nación” es un término polisémico, pero al menos en su primera acepción parece indicar que Resumen Latinoamericano, es decir Aznárez, considera que los mapuche no son argentinos, sino que constituyen o deberían constituir una nación aparte de la Argentina y de Chile, ya que esa primera acepción, según la RAE (a la que Pájaro Rojo siempre consulta y a veces hasta le hace caso) es “conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo Gobierno”. Con lo que hablar de una “nación mapuche” equivaldría a desconocer las autoridades nacionales y provinciales de ambas repúblicas.

Una larguísima digresión

 

bandera

Nos encontramos aquí con la misma disyuntiva que respecto al País Vasco (Euskal Herría) donde Aznárez vivió durante el menemato; él es abertzale (patriota) y firme partidario de la completa independencia de Euskadi de España y yo, hijo y nieto de socialistas de Alsasua (cuna de Herri Batasuna) no estoy para nada seguro de que esa sea la mejor opción para los vascos… y los navarros, al menos los del norte, sobre los que no hay dudas de que son mayoritariamente vascos. Y es que se da la paradoja de que Pamplona (Iruña) fue al mismo tiempo la capital de un reino francés y la capital histórica de los vascones, pese a lo cual Navarra es hoy una comunidad autónoma distinta y separada de la de Euskadi… lo que mi abuelo socialista, Constantino Salinas, intentó evitar por todos los medios antes de la Guerra Civil, entendiendo cabalmente que, a menos que Euskadi y Navarra se unieran, Navarra caería en manos de la reacción carlista, tal como sucedió el mismo 18 de Julio de 1936, cuando se ejecutó el golpe de Estado que derivó en una cruenta guerra que duró casi tres años. Y es que, como lo prueba entre otras (como el corrimiento de las fronteras polacas al socaire de la rivalidad de sus poderosos vecinos, Rusia y Alemania) la historia de los Balcanes, es sumamente peligroso pretender exclusividades étnicas sobre territorios. Doy un ejemplo: Kosovo fue en la antigüedad el lugar donde estaban los santuarios católico-ortodoxos de los serbios, pero en 1389 el emperador Lázaro, perdió cerca de Pristina, la actual capital kosovar, la “Batalla de los Mirlos” contra el sultán turco Murat, con lo que la región cayó bajo la influencia otomana e islámica. Desde entonces, y sobre todo a partir del renacimiento nacionalista del siglo XVIII, Kosovo se convirtió para los serbios en una tierra a reconquistar, objetivo que se logró 1913, cuando Serbia derrotó a Turquía y conquistó Kosovo y parte de Albania, que unos pocos años después pasaron a formar parte de Yugoeslavia (el país de los eslavos del sur). Desde entonces, las mayorías de origen turco-musulmán de Kosovo bregaron por la reunificación con Albania, no por la independencia, pero aprovechando la guerra civil de desmembramiento de la República Federal Yugoeslavia, Estados Unidos y Alemania inventaron de la nada un estado independiente gobernado por con mano de hierro desde hace más de una década por  Hashim Thaçi, un desalmado tratante de mujeres y de todo lo que pueda imaginarse, desde heroína, cocaína y armas  hasta de riñones de los prisioneros serbios de su Ejército de Liberación Kosovar (UÇK, por sus siglas en albanés) que en una muestra de exquisita hipocresía el Departamento de Estado mantuvo en la lista de organizaciones terroristas al menos hasta 2010 (no tengo noticias de que luego la hayan retirado) por sus evidentes vínculos con Al Qaeda.

Retomando

 

Jones Huala

La digresión viene a cuento de mi resistencia a aceptar sin más la denominación “pueblos originarios”, pues me parece sumamente peligrosa, y no sólo porque hay muchos expertos que sostienen que todos los pueblos amerindios se fueron distribuyendo por el vasto continente americano luego de cruzar el estrecho de Bering procedentes de Asia. Sucede que en épocas precolombinas, y aún hasta el siglo XVIII, las relaciones entre las diferentes etnias de aborígenes distaron de ser idílicas, y así como los incas dominaron a una multitud de pueblos incluso los del norte argentino, los mapuche (gente de la tierra, en su idioma, el mapudungun) dominaron y absorbieron gradualmente a una serie de etnias que poblaban desde mucho antes la Patagonia agrupadas bajo el nombre genérico en mapudungun de puelches (gente del Este) y tehuelches (gente brava).

Los españoles llamaron a los mapuche “araucanos” considerando que eran originarios de la región chilena de Arauco, y lo cierto es que por entonces los mapuche eran en gran medida nómades y que fueron especializándose tanto en el dominio de los caballos, hasta convertirse en eximios jinetes, como en el tráfico de ganado en pie a través de la cordillera.

Todo esto viene a cuento de que considero un grave error basarse (como hacen hoy la mayoría de quienes se reivindican mapuches con el indisimulable apoyo de Londres) en razones “ancestrales” para reivindicar la posesión de terrenos en los cuales viven desde hace muchas décadas cuando lo pueden hacer como cualquier ciudadano invocando pedestre posesión veinteañal. Porque si hay algo que está claro es que los mapuche tienen derecho a vivir donde viven y a desarrollarse allí, si lo desean, inmersos en su cultura, asimilándose gradualmente al resto de los argentinos o, por el contrario, resistiendo dicha asimilación, como hacen por diferentes motivos, algunos grupos, siendo claro ejemplo de ello una parte de los judíos (casi siempre por motivos religiosos y/o porque se consideran judíos antes que argentinos) y de los gitanos (en gran medida para defenderse de la hostilidad de los payos)

Respecto al término “nación” cierto es que la RAE aclara que también puede llamarse así legítimamente a una tribu, y que su tercera acepción es “conjunto de personas de un mismo origen que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común”, con lo cual puede aplicársele a los mapuches que viven en Cushamen, Chubut a la vera de La Trochita, el viejo Expreso Patagónico.

En estas disquisiciones me encontraba, cuando me llegó esta nota escrita en La Señal por su director, el compañero Gabriel Fernández que  resultó mucho menos vueltero y mucho más conciso que quien escribe, que como buen pájaro, se ha ido por las ramas. Comparto la nota y su posición.

Racismos y soberanía

 

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Por GABRIEL FERNANDEZ *

Como la temática vuelve a introducirse, es pertinente refrescar algunas ideas. La riqueza humana de América latina está en el mestizaje, que nos involucra a todos, y no en la pureza racial. No somos europeos, no somos pueblos originarios. Somos hombres y mujeres de este tiempo que han sintetizado en su ser y en su accionar aquellas historias. Especialmente en la Argentina la dignidad se elevó cuando tantos migrantes del interior dejaron de ser indios para ser trabajadores argentinos y cuando los migrantes europeos dejaron de ser gallegos, tanos, alemanes, “turcos” o “rusos” para ser trabajadores argentinos.

El planteo racista de ser Europa en América o de ser Nación Indígena con fronteras divisorias de los países del Sur, combina muchos factores equívocos: el primero es la idealización de algún pasado, cualquiera de ellos; luego, la no admisión de su irrecuperabilidad; pero sobre todo, la apuesta por la división regional que nos debilita en lugar de impulsar la integración. América latina, que creció concreta y notablemente a través del establecimiento del Mercosur primero y del Unasur después, no necesita más fronteras, sino menos. Pero eso no es todo.

Efectivamente resulta preciso plantear el tema y luchar contra la presencia de las empresas de Lewis y Benetton, entre otros, en nuestro territorio nacional. Y ningún argentino –sepa que lo es, o no- debe ser reprimido por bregar contra esas compañías. En el tema tierras, como en Malvinas, como en la soberanía financiera y en la industria nacional, el gobierno macrista y varias gestiones provinciales demuestran que operan en beneficio externo y no a favor del país cuyo Estado comandan.

Entonces, un problema central es resolver cómo retomar la administración de los resortes esenciales de la Nación; a partir de allí disponer las medidas precisas para garantizar la soberanía en todos los órdenes. En ese marco, otro de los pasos que será imprescindible adoptar es impedir el surgimiento de quiebres territoriales en el seno de la propia República Argentina. Y desplegar una tarea económica, comunicacional y cultural adecuadas e imbricadas, para que ningún sector de nuestra sociedad pueda sentirse ajeno a ella y alzar en su interior banderas de otros estados, por muy originarios que pretendan ser.

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N. del E.: Comentario final: Como puede apreciarse en diversas fotografías, el lonco Jones Huala (como su hermano Facundo, al que la Gendarmería le destrozó la mandíbula de un tiro) no parece un ejemplo de pureza étnica. Mi sospecha y prejuicio es que muchos «cabecitas negras» de la Patagonia, a la vista del racismo imperante, han descubierto al llegar a la adultez que es mucho más copado (y susceptible de recibir ayudas no solo de los culposos progres de las ciudades sino desde el Norte industrializado) ser mapuche que «negro de mierda» . En la tarea de volver irreconciliables el ser mapuche con el ser argentino convergen los fascistas argentinos que reivindican «la conquista del desierto» y los colonialistas británicos, deseosos que las muchas posesiones de la Corona y de gringos como Lewis estuvieran en una débil nación mapuche y no dentro de una Argentina soberana. Que Argentina perdiera la Patagonia también le conviene en general, a todos los quieren disputarle su «pedazo de la torta» antártica.

  • Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica

http://www.laseñalmedios.com.ar/


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21 comentarios

  1. Channn!!! Desde Neuquén… He aquí un interesantísimo y polémico análisis (deberías haber seguido por las ramas, Pájaro…) que necesita más debate. La lástima es que seguramente no tendrá la difusión necesaria. Me pregunto si es el momento adecuado… o si, justamente, es imprescindible…

  2. PUEBLOS ORIGINARIOS EN TERRITORIO DEL ESTADO ARGENTINO sobrentendiéndose que se hace referencia a las comunidades reconocidas a fines del siglo XIX al ser RECONOCIDO PLENAMENTE nuestro estado. El mencionado reconocimiento fue a centralizar la seguridad interna y extensa que permitiera la defensa de un territorio delimitado y con una identidad producto de la población de ese momento que quedaría registrada como patrimonio público en registros civiles, adoptando una educación secular, es decir garantizándose la práctica de todas las creencias, reuniendo así todos los elementos de un ESTADO NACIÓN, lengua, tradiciones y religión. En cuanto a la comparación con la pretendida «REpública Vasca» me parece que es una comparación pero por oposición. Los Vascos pretenden separarse del estado que los tutela. Los Mapuches pretenden incluirse como nación, cuando nuestro estado no nació como plurinacional. Entonces, los mapuches, pueblo guerrero, no sólo no fue reconocido como comunidad originaria del territorio del estado argentino como menciona nuestra constitución o contrato social en el art. 75 inc, sino que además invadió exterminado la etnia y cultura de nuestros tehuelches, pueblo pacífico; impidiéndonos así gozar de plena identidad nacional. Es legítimo el reclamo? Por què el estado argentino debería ser plurinacional cuando eso implica separación territorial y cultural, que siempre fue motivo de orgullo de nuestro pueblo argentino.

    1. Patricia: no me queda claro por qué si un estado es plurinacional debe implicar la separación territorial. Cómo es que Bolivia es un estado plurinacional y mantiene su unidad? Necesitaría más desarrollo, si lo dispones, desde ya gracias

    2. Tan sólo a menra de aclaración, tehuelche, en lengua mapuche, significa lo mismo que araucano en la lengua de los incas: gente mala. Los mapuche se ofendían porque los incas los llamaban así, pero ellos mismos llamaban de esa manera a los selkman, que no eran nada pacíficos, al menos cuando pretendían correrlos de sus tierras. Exactamente lo que les pasaba a los mapuche, que resistieron a los incas primero y a los españoles después.
      Lo de pueblos originarios o naciones indígenas es una tontería. Y lo que ha pasado con los pueblos que vivían en territorios que fue ocupando, primero el virreinato y luego las provincias y el estado argentino, fue finalmente lo que le ocurrió a los paisanos de a pie. Sarmiento que es el gran ideólogo del racismo argentino lo dijo (en el Facundo y en Conflictos y armonías) con absoluta claridad: al bárbaro, al habitante de la campaña, hay que civilizarlo (hacerlo habitante de la ciudad) a palos si hace falta; el salvaje no hay más remedio que exterminarlo.
      Después de Caseros, este fue el modo de construcción del Estado argentino, un Estado básicamente antipopular y antinacional.
      Si volviéramos a leer Martín Fierro (la primera parte, al menos) y leyéramos la parte correspondiente a estas tierras de Viaje de un naturalista de Darwin, creo que tendríamos un panorama más realista e histórico del problema.

      1. Teodoro Boot: El problema es hablar de lo que no se conoce y de estos de los que hablan sin conocimientos esta lleno internet y hasta las librerías, pues cualquiera escribe un libro, el problema radica en saber que leemos pues ahí esta la cuestión difundir datos falsos o la verdad como la historia oficial de Mitre por ejemplo. No soy un experto pero conozco muy bien el tema y forme mis conocimientos con gente versada en el tema y con seguridad quien mas conocio a los pueblos originarios de la patagonia, que convivió con los últimos hablantes tehuelches y que era capaz de entender el idioma, hablarlo y llegar a dominar su gramática y comprensión del funcionamiento de esta lengua, y este maestro se llama Rodolfo Casamiquela, ademas hablaba perfectamente el araucano (mapuche de hoy) indispensable para comprender de que se habla con los informantes indigenas. En base a estos conocimientos me permito aclararle que el concepto que da de tehuelche y su significado es erróneo. Tehuelche es el gentilicio dado por los Araucanos a los Aoni Kenk cuandos estos en posesión del caballo se encontraron con grupos araucanizados en la provincia de Buenos Aires. Tehuelche significa » Gente Indómita, bravia, salvaje» que es utilizado también para designar a los caballos con esa característica, por eso los Aoni Kenk hasta hoy en dia en la campaña patagónica de Santa Cruz y aun de Chubut se los escucha denominarlos Chehuelcho, tehuelcho. En cuantoa que los tehuelches llamaban de la misma manera a los Seknams es un disparate jamas leí en autor alguno esta aseveración de hecho no tenían contacto entre ellos pues ninguno de los dos eran navegantes de hecho los Selknam y Haush de tierra del Fuego son esencialmente un desprendimiento de los tehuelches que de alguna manera no determinada hasta el momento pasaron a la Isla Grande de Tierra del Fuego, tampoco es cierto que fueran agresivos salvo en defensa de los territorios familiares o cuando fueron atacados para exterminarlos.

  3. Es mas adecuado utilizar la frase «poblaciones originarias», y no «pueblos originarios». Como se sugiere en la nota, un pueblo suele reinvidicar un territorio, de ahí a pretender una «nación» hay un paso muy breve que no debemos dar ni ceder.

  4. Nación Mapu, lindo chiste.

    No sé quién es Eladio Fernández, publica un blog medio conspiranoico y bastante prolífico.
    Me llamo la atención este artículo sobre una pretendida » Nación Mapu «, con mapa y todo. Aquí va el Link.

    https://eladiofernandez.wordpress.com/2016/03/28/obama-en-la-patagonia/

    Si prestan atención al mapa, ES UNA NACIÓN BIOCEÁNICA !
    QUÉ OPORTUNO ! NO ES CIERTO ?
    JUSTO LO QUE NOSOTROS COMO HERMANOS LATINOAMERICANOS, NUNCA PUDIMOS INTEGRAR !
    Y EN ELLA CONVIVEN MÁXIMA, LEWIS, MACRI Y TODOS LOS MAPUS…

  5. No eran tierras fiscales las que compró Benetton. Pertenecían a la Compañía Inglesa (Argentina Land Trust Ltd, algo así), cuyo titular a la corona británica. Y la «compra» se hizo en 1991, un año después de que se firmaran los tratados secretos de Londres y Madrid, con el Reino Unido, para cerrar el tema de la «indemnización» por los costos de la guerra que perdió la Argentina. En esos tratados se habla, entre otras cosas, de la libertad para la explotación minera en la Argentina continental (y curiosamente, Benetton está asociado a empresas inglesas y canadienses en esos emprendimientos). Hay que revisar los tratados secretos. Es la punta del ovillo.

  6. Divide y reinarás. Coincido con tu análisis de Euskal Herría… al final resultó demasiado Opus Dei en Navarra, una burguesía derechosa en Euskadi, la ¨colonización¨ francesa de Iparralde y los sectores populares poniendo el sudor y la sangre. Besarkada bat (un abrazo).

  7. Buenos dias señor Salinas
    Muy interesante su articulo y coincido con su enfoque por conocimiento del tema pero hay algo en lo que no coincido y es que los araucanos o mapuches de hoy en dia, nombre moderno por otra parte dado en el año 1961 a instancias del congreso de la lengua araucana celebrado en nuestro país en el año 1961 si mal no recuerdo. Los araucanos eran un grupo sedentario no nómades como Ud. asevera a propósito le copio un extracto de un libro de Rodolfo Casamiquela que me permito recomendarlo pues este autos convivió con los últimos tehuelches parlantes en el centro de la provincia de Chubut en la década del 50 epicentro de la etnia Gununa Kuna hoy conocida por el gentilicio moderno de tehuelches que engloba a las varias etnias de este grupo emparentados racial y culturalmente donde vivían los ultimo 4 o 5 tehuelches que mantenían el idioma a punto de extinguirse. Casamiquela es autor de mas de 50 libros y cientos de publicaciones, disertante en la principales universidades del mundo, premio Konex de Platino 2006 ultimo hablante del idioma Gununa a Kuna y también el araucano( de estos quedan un 10.000 parlantes en Argentina) imprescindibles para interpretar y comprender a los maestros que le transfieran sus conocimientos, entender la gramática y el significado de los términos y todos los componentes de su cultura que le transmitían, etnologo, antropologo, arqueologo, paleontologo un naturalista al estilo de Claraz, Ameghino o Moreno fallecido hace pocos años atras conquien tuve el gusto y el honor de colaborar y tratar.

    Le sugiero el libro https://es.scribd.com/document/335342415/Racista-anti-mapuche-o-la-verdadera-antiguedad-de-los-mapuches-en-la-Argentina-Rodolfo-Casamiquela-pdf

    tambien puede solicitar informacion en este grupo de difusion de la obra de Rodolfo Casamiquela del que soy administrador con otros amigos y ex colaboradores, tiene que pedir amistad pero con gusto lo vamos a aceptar en el grupo de divulgacion.

    https://www.facebook.com/groups/208836042614195/?fref=ts

    Una nota interesante sobre la vision de otros grupos sobre Jones Huala lider de Ram y Lof Cushamen.
    http://www.diariojornada.com.ar/178693/politica/el_verdadero_mapuche_no_es_violento_ni_cubre_su_rostro_al_reclamar/

    Copio el articulo ,largo pero sin deperdicio

    TEHUELCHIZACION VERSUS ARAUCANIZACION

    En tiempos de la conquista española del hoy Chile, los araucanos propiamente dichos ocupaban un pequeño territorio boscoso y lluvioso circunscripto por el Pacífico al Oeste, los ríos Bío-Bío y Toltén, respectivamente por el Norte y el Sur, y los primeros contrafuertes andinos por el Este. Racialmente pertenecían al conjunto ándido, y culturalmente, a diferencia de todos los pueblos hasta aquí revistados, eran cultivadores (de tala y roza y de secano, es decir que no practicaban el riego).

    A diferencia, del mismo modo, de todos los pueblos hasta aquí revistados, estos mapuche (“gente de la tierra” en su idioma) habitaban en grandes casas de madera y paja, y dominaban las artes del tejido, la cerámica (femeninas) y la platería -amén de la cestería y los trabajos en madera. En lo económico, en cambio, como el producto del cultivo, de tipo hortícola y secano, de quínoa, papa, maíz, calabazas y otros elementos, era insuficiente para el sostenimiento del año, debía ser complementado con otros derivados de la caza (menor), la recolección, vegetal y animal, y la pesca. Su cultura, muy influida por la de los incas -que habían avanzado, 50 años antes de la conquista española, su penetración armada hasta el corazón del hoy Chile-, se distinguía todavía por un par de notas propias: una, el parlamentarismo, la práctica del discurso basada en el razonamiento lógico y la elocuencia, el todo en relación de causa y efecto con una lengua -mapu-dungún o “lengua de la tierra”- de enormes posibilidades de expresión, una gran lengua del modelo de la aimara o kechua. La otra, una religión muy elaborada, con base y centro en la figura del hechicero-shamán, machi en araucano, cuyo poder iba más allá de la esfera propiamente religiosa para alcanzar a la político-social: baste el dato de que el nombre de la célula básica de la estructura de la sociedad araucana, el rewe, alude directamente al tronco de canelo, el árbol sagrado, implantado cerca de la vivienda de cada machi en el momento de su consagración como tal, y que simboliza -hasta hoy- el axis mundi o “eje del universo”.

    Por ese conducto ideal -ya se dijo- el espíritu del shamán, por definición de tal dueño de la “técnica del éxtasis”, ascendía -asciende- místicamente a la cúspide del cielo, imaginada como un diedro de base rectangular (reflejado en la forma de la vivienda), para acceder al Alto Dios: pillañ, una especie de Zeus, celestial y dueño del rayo y de la lluvia, y al propio tiempo terrenal, asentado en la cumbre de los temibles volcanes andinos, y por ende dueño, además, de las erupciones, el fuego y los terremotos.

    En el presente, el nombre pillañ se mantiene en muy raros sitios asociado con la figura de la Deidad: a la manera del “gualicho” tehuelche, se ha desgastado y hoy se lo asocia más bien con lo maligno, el “diablo” a ratos -figura que, como la del infierno, en su acepción cristiana, no existía entre los araucanos. En su reemplazo aparece ngünechén, “dominador de la gente”, o ngünemapun, “dominador de la tierra” y/u otros apelativos varios, entre los que es muy frecuente el de chau “padre”.

    Por ellos se lo invoca, en diversas formas, en la ceremonia del ngillatún -u otros nombres-, colectiva y mixta, todavía en práctica en innumerables sitios de la Araucanía (Chile) y del área de la araucanización, incluidas las actuales provincias del Neuquén, Río Negro y Chubut.

    La mayor parte de estos ingredientes, materiales y espirituales, de la cultura aruacana, amén de otros, fueron exportados por ella y (junto con los genes), circulando a través de pueblos intermedios -por transculturación, en una de las acepciones del término- llegaron al Norte de la Patagonia y a la Pampa: es éste el proceso de la araucanización, de sentido contrario, pues, al de la tehuelchización, ya aludido. Y desde que ambos procesos son sincrónicos, su confrontación, en lo cultural, a lo largo y ancho de ese enorme ámbito supuso un juego complejísimo de encajes -sincretismo- y selecciones, en los que desde luego también contaron los elementos propios de los pueblos del sustrato. En lo somático, se tradujo en una gama de mestizajes y metamorfismos.

    Es muy difícil decir, en cada caso, qué factores obraron en dicha selección, si estéticos, funcionales, religiosos u otros. Es preferible, por eso, aludir a todos globalmente como “prestigios”: el de la lengua araucana, el del gualicho tehuelche, el de la religión araucana, con sus cosmos cuadrangular, el del toldo tehuelche, de modelo circular…

    Vaya un ejemplo, bastante impresionante, de la manera en que funcionan las cosas:

    Imaginemos una ceremonia tehuelche de ingreso a la pubertad de una niña: Es de noche. Frente a un gran medio-toldo, que aloja a la joven púber, arde una hoguera, que distribuye calor y luz. Un hombre, sentado en el suelo, toca en el tambor, de forma de fuente, con dos palos, un ritmo monótono introductorio: está llamando a los bailarines -hombres solos, que se caracterizan en las sombras y han de aparecer de pronto como procedentes del Más Allá, pues se trata de espíritus de antepasados redivivos. A un costado, un grupo de mujeres canturrea, a capella, una melodía elemental e igualmente monótona: también llaman a los bailarines.

    Irrumpen éstos en la escena y comienzan a girar, al paso trote, en torno de la hoguera, en el sentido contrario al de las agujas del reloj. Vienen envueltos en sus quillangos y totalmente embozados, y las mujeres han de adivinar sus identidades terrenales, a partir del puntero: “¡Fulano!” Reconocido éste, se quita la capa de pieles y aparece cuasi desnudo, pintado y con un taparrabos que remata en cola y un par de haces de plumas, sujetos por una vincha, remedando cuernos: atropella con ellos, escarba el suelo…; es un toro en el laberinto (¡piénsese en Creta y el Minotauro!). El coro de mujeres entona, por cánones, la canción propia de familia, del antiguo linaje del bailarín. Los restantes imitan al puntero y van tras él, entre los gritos de aliento de los hombres que no bailan, siguiendo las circunvoluciones de aquella figura simbólica. Vencidos por el cansancio, uno a uno van abandonando la pista, y cuando lo hace el último, el tambor calla, lo mismo que el coro. A los pocos minutos recomienzan, ahora con un toque y un canto diferentes -los correspondientes al segundo bailarín- y así hasta cuatro veces.

    La fiesta, obviamente, tiene otras facetas, pero baste con la pintura hecha a los fines de lo que sigue: su araucanización.

    Avanza este proceso; imaginemos a la misma ceremonia algunos lustros después. En un momento dado, en un intervalo de la danza -entre comparsa y comparsa de bailarines- un conjunto de hombres se adelanta al axis mundi, simbolizado ahora por algunas cañas colihue en reemplazo de la hoguera, y eleva sus ruegos al Alto Dios… araucano -y en lengua araucana. Luego los siguen las mujeres. Interin, un pelotón de hombres de a caballo girando en torno al escenario completo circunvala (awun araucano) el espacio sagrado y lo preserva del ingreso de malos espíritus.

    En un nuevo corte temporal, en fin, años después, el hechicero, de modelo araucano ahora (machi) -masculino o femenino-, con su tambor sujeto en el aire por una mano y golpeando con un solo palo, se ha constituido en el centro de los aspectos propiamente religiosos de la ceremonia. Lo acompañan dos parejas de auxiliares sagrados (los piwichen) y se ha incorporado el sacrificio animal -además de danzas mixtas, con nuevos instrumentos, y otros ingredientes de variado y variable carácter. El toldo se ha desgranado en un conjunto variable de pequeños tolditos, o reparos, y… la niña púber ha desaparecido de la escena: la ceremonia tehuelche, un rito de pasaje, se ha transformado en el ngillatún araucano, de cuatro días de duración ahora.

    …Pero subsisten la danza masculina (aunque a los cuatro bailarines se haya agregado un quinto), sobre los toques de tambor (cinco ahora, correlacionadamente) ejecutados por un hombre, en el suelo, y con dos palos, y su complemento del canto sagrado de linajes -expresado en un araucano en el que se reconocen muchas palabras tehuelches, amén de las melodías originarias. Los danzarines entran embozados -con ponchos ahora-, pintados, con haces de plumas y colas, etcétera, todo intocado…, salvo que sienten ser ¡avestruces, guanacos, maras!

    ¿Cuál es, de qué categoría, el prestigio que pudo llegar a producir una metamorfosis de esta especie? En mi opinión, el de la religión y la lengua araucanas, reunidos… pero en equilibrio con el correspondiente al modelo de acceso al Más Allá descifrado por la milenaria sabiduría tehuelche…

    “Complicado” -dirá el lector. ¡Complicadísimo!… si se piensa en los mil ejemplos de sincretismos que se han dado entre ambas culturas, y a ello se suma -según recordara- la segura vigencia de los sustratos, muy diversos si a los propios del escenario neuquino, vistos, se agregan los pertenecientes al pampeano, que por lo demás desconocemos del todo.

    Pero lo cierto es que así obró el proceso (y es interesante pensar que así han de haber obrado muchos de los grandes procesos de cambio étnico que vivió la humanidad). En lo esencial, un proceso pacífico. O por lo menos, dicho a la inversa, NO un proceso bélico, apuntalado en el poder de las armas, como fue, para dar un ejemplo cercano, el de la dominación española de los imperios Incaico o Azteca.

    (No así, en cambio, el de la expansión incaica, en un momento anterior, o, en el otro extremo, el de la “Conquista del desierto” encabezada por Roca. Porque en aquéllos, étnicamente hablando, las diferencias originarias del sustrato obraron a favor de los conquistadores. Y en éstos, precedieron a los ejércitos muchos años de aculturación, y aun mestizaje…)

    Y el resultado final fue nada menos que la pérdida del sentido de pertenencia étnica, de nacionalidad. De este modo se explica que un nieto de Shaihueque -por dar un ejemplo entre muchos posibles-, el último gran cacique teheulche septentrional, pueda llegar a autoproclamarse “araucano”, o “mapuche”! Aunque para esta última denominación, y sus connotaciones, cabe hacer un punto y aparte.

    Mapuche, se dijo, significa “gente de la tierra” (a veces se oye mapunche, que es como decir “gente terrícola”), en lengua araucana, o mapu-dungun (=mapun-dungun). Y, aunque aparece en los registros históricos relativamente tarde, no cabe ninguna duda de que es el gentilicio antiguo de los araucanos. Recordemos: el pueblo que se extendía entre los ríos Bío-Bío y Toltén (en Chile).

    En cuanto a che, es “gente”, o mejor “gente indígena”, pues ya vimos que a los blancos se nos denominó de otra manera (wingka). Para autodiferenciarse existe la variante re-che, “gente genuina, auténtica, por excelencia”.

    Pero… la araucanización impuso la lengua (araucana) a pueblos NO-araucanos. Y estos, a su vez, al autodenominarse, en dicha lengua, utilizaron el gentilicio mapuche (=mapunche)!, desde que aquellos eran, en cada sitio, la “gente de la tierra”… Este es precisamente el caso de los “manzaneros” del Sur del Neuquén, acaudillados por Shaihueque, pues el propio Moreno (el “perito” Moreno), juvenil aventurero-científico por entonces, recogió el nombre allí, en su segunda forma -en 1876. Y estos “manzaneros”, de abolengo tehuelche septentrional, no sólo NO eran araucanos sino lo contrario; potencialmente, por lo menos, eran sus enemigos! Y lo mismo los tehuelches septentrionales propiamente dichos, o sea al Sur del Limay-Negro, como lo observó personalmente el que esto escribe: aunque nunca registró la expresión mapuche(s), éstos denominaban mapú-dungún, “lengua de la tierra”, a la lengua tehuelche septentrional (= pampá-dungun)…que obviamente era allí (en el Chubut, para el caso) la lengua de la tierra. (En tanto reservaban para la araucana la expresión fachi mapú-dungun, “esta lengua de la tierra”.)

    Y por eso, volviendo al ejemplo anterior, tal vez el hipotético nieto de Shaihueque aludido no esté, en definitiva, desviado en el gentilicio adoptado. Salvo que lo utilice -lo que también se da, y tal vez ahora mayoritariamente- en el sentido en que lo utilizamos hoy los blancos cultos -y los indígenas aculturados, especialmente urbanos-: mapuche = “gente de la tierra…oriunda de Chile”. Lo cual, como se ve, configura un gravísimo error étnico-histórico. (Quizá la fórmula de conciliación de ambas versiones sea el rótulo de puel-mapuche, “gente oriental de la tierra”, como es usado por algunos indígenas, cisandinos y trasandinos.)

    De un modo u otro, el gentilicio mapuche se ha ido generalizando entre los indígenas orientales (cisandinos) en las últimas décadas, pues hace 40 años se lo oía en rarísimas ocasiones, según atestigua don Juan Benigar, el más grande conocedor de la lengua araucana que existiera, quien convivió toda una vida con los indígenas, en el Noroeste de Río Negro y en la cordillera neuquina. Y como el autor de este texto puede reafirmar personalmente. (En buena medida la culpa de este estado de cosas ha de buscarse en el “Primer Congreso del Area Araucana Argentina”, celebrado en San Martín de los Andes en 1961, con enorme difusión nacional, y en el que se aprobó la recomendación de abandonar el término clásico de “araucanos” para su reemplazo por el de “mapuche(s)”, desde luego que con un sentido de homenaje a los indígenas.)

    En su reemplazo se utilizaban -y se utilizan todavía hoy- denominaciones regionales, o locales, en parte de sentido geográfico relativo: williche “gente del Sur” y pikunche “gente del Norte”, utilizados por los indígenas de las mitades austral y boreal de la actual provincia del Neuquén, respectivamente. Pewenche, “gente de las araucarias”, los “pehuenches”, mamülche “gente de los montes”, los “ranqueles” de la Pampa Central; etcétera. Lo cual a su vez encierra otra fuente de ambigüedades y errores:

    Porque si, a su vez, los indígenas del Sur del Neuquén llamaban pikunche a los del Norte (Centro-Norte) y éstos williche a los del Sur…, éstos del Sur del Neuquén llamaban del mismo modo williche a los tehuelches septentrionales de las actuales provincias del río Negro y Chubut (hasta el río epónimo). Y éstos, del mismo modo a los tehuelches meridionales (en araucano)! Algo semejante en la provincia de Buenos Aires, en que el término se aplicaba, indiscriminadamente, a los representantes en ella de ambos grupos.

    Y -prosiguiendo con esta confusión-, del mismo modo en que había puelche(s) -lo vimos-, es decir “orientales”, para los indígenas de allende la Cordillera, había puelche(s) para los indígenas tehuelches septentrionales propiamente dichos, que llamaban así a sus congéneres de la provincia de Buenos Aires, en especial área serrana. Son los “puelches” o “pampas serranos” de los autores cultos (siglos XVIII y primera parte del XIX en especial, aunque la denominación llega a nuestros días). El nombre mismo de “pampas” ha de ser traducción al castellano (o mejor español criollo) de un nombre tehuelche, o por lo menos regional, aplicado a los indígenas de la región llana del Norte de Buenos Aires; la pista la da la versión araucana, vigente hasta el siglo pasado: lelfün-che “gente de las pampas”.

    La denominación misma de “tehuelches”, en fin, procede de la lengua araucana, y -curiosamente- no se originó en la Patagonia sino en la provincia de Buenos Aires…, y aplicada a tehuelches meridionales, presentes en la campaña, y aun en la capital, desde por lo menos mediados del siglo XVIII. Es que éstos impresionaban como más “salvajes” que los restantes a los indígenas bonaerenses, ya familiarizados con las modas europeas…, y eso propiamente quiere decir el nombre: chewul-che “gente bravía, salvaje” (Aplicado a un caballo, decía un indígena: chewul es “macaco, mordedor, bellaco”). De ahí a chewelche, tehuelche, tehuelcho. Todavía en la campaña patagónica tanto los indígenas como la población campesina criolla usan la expresión “chehuelche, chehuelcho”.

    Estos ejemplos de carácter nomenclatorio nos sirven, además, para mostrar los mecanismos de la araucanización. Pues, complementariamente, se araucanizaban la onomástica geográfica, es decir la toponimia, y la personal. En el primer caso, la vía normal fue la simple traducción, aunque por cierto no siempre literal, debido a la índole diferente de las lenguas en juego. De este modo, yájau kaptúwun, en tehuelche septentrional “nieve echada, tendida”, dio origen a pirrén mawida, “sierra nevada”, pues aquel concepto carece de sentido en araucano. Y el tehuelche septentrional a súwun (equivalente estricto del meridional aik’e, aik’en, kaik’e, kaik’en) “allí es o hay…”, dio origen al neologismo -es decir creación especial- araucano ngeyeu (ngei-eyeu = “allí hay”…) Etcétera.

    En el segundo caso, en cambio, la onomástica personal (nombres propios), se procedió de manera más burda, por simple afinidad sonora, fonética. Así, Ielküláchüm, nombre de la madre del cacique tehuelche septentrional Valentín Shaihueque -sin etimología, pero en el que se reconoce la partícula final tsüm propia del femenino en tehuelche- se transformó en Llikéchüm, “muslo o cuarto de pajarito”…, Kalaqapa en Kellü-capa, “capa (quillango) colorada, en un híbrido araucano-castellano. Y muchos más.

    Estos últimos ejemplos son muy interesantes porque, al propio tiempo, dan idea de las características especiales de dicho sincretismo. Pues la araucanización, sin embargo, evidentemente respetaba -en este primer paso- el sistema onomástico tehuelche: el nombre Llikéchüm fue heredado por… la hija de Shaihueque (nieta de Yelküláchüm = Llikéchüm), según las reglas de la onomástica tehuelche -NO de la araucana.

    En fin, en lo material, la vestimenta, por ejemplo, Shaihueque usó poncho araucano, por cierto, pero… al lado de quillango tehuelche (y de ropa europeo-criolla, con botas fuertes y chambergo incluido, como lo muestra una conocida fotografía). ¡Y tantos otros ejemplos!

    Y ello hasta el final. Hasta la “conquista del desierto” y aun después, fines de siglo y comienzos del presente.

  8. 22 de abril de 2015
    DERRUMBANDO MITOS: HABLA LA ETNOLOGÍA ARGENTINA
    Rodolfo Casamiquela (1932-2008) fue un gran etnólogo argentino, criado ya desde muy pequeño en contacto con indígenas de nuestro sur. En sus últimos años fue varias veces escrachado por activistas mapuches (foto), y sobre ello afirmaba que ellos no tienen interés en la cultura indígena, sino que son más bien «piqueteros». Siempre luchó por salvar del olvido la lengua tehuelche. Esto le preocupaba más que los escraches.

    «Empecé a estudiar esto a los 14 años. Me fui a Buenos Aires y un día, en la Biblioteca Nacional, empecé a leer mapuche, sin saber que en mi pueblo (Ingeniero Jacobacci) la mitad de los chicos hablaba esa lengua, porque entonces ellos ocultaban su origen. Ni los maestros lo sabían. Entonces, cuando volví, fue una grata sorpresa descubrir que los peones que enfardaban la lana en una casa comercial, donde trabajaba mi padre, eran de origen indígena. Con ellos pasé un verano fantástico, porque empecé a anotar las primeras cosas sobre su idioma. A los 16 años, siempre acompañado por los indígenas, ya estaba haciendo el primer museo referido a su historia.

    «He conocido a cientos de indígenas y a todos los hablantes de tehuelche de la Patagonia. Aprendí que primero vino el mundo tehuelche paleolítico, muy antiguo. Los antepasados de sus antepasados se remontan a 10 mil ó 12 mil años y evolucionaron en la Patagonia. Mucho después de la llegada de los españoles, alrededor del 1600, el caballo permite que los tehuelches copen todo el ámbito pampeano y Neuquén. Al mismo tiempo empieza la mapuchización. Existen grandes diferencias entre unos y otros.

    «Los gigantes patagones no son una fantasía, sino los tehuelches reales, que alcanzaban casi los dos metros de altura y una corpulencia de 150 kilos, de tez oscura y ojos asiáticos, que vivían de la caza y se vestían con pieles. Los araucanos o mapuches, en cambio, son una gente de raza mediana, cultivadores al modo andino, que tenían casas de madera y paja y trabajaban en forma maravillosa el tejido y la platería; ellos tenían una trayectoria cultural superior, que los tehuelches imitaron.

    Con la llegada de la religión y la onomástica se va produciendo una transformación en la lengua. Los caciques tehuelches, en el norte de la Patagonia, empezaron a hablar mapuche. Pero las mujeres siguieron hablando tehuelche. Incluso algunas familias saltaron del tehuelche al castellano, sin pasar por el mapuche. Hubo un sincretismo religioso y lo tehuelche se mapuchizó. Pero el mapuche estaba del otro lado de la Cordillera: en Chile.

    «Hoy hay descendientes vivos de grandes caciques tehuelches. Sólo son algunas familias, los otros son descendientes de mapuches. Los Catriel, los Cual, los Curiñanco. Los Ñanco, por ejemplo, son descendientes de Sacamata, uno de los caciques más serios del norte de la Patagonia, nacido entre 1870 y 1880. Uno de mis maestros fue quien salvó la lengua tehuelche, ya que era el último que la hablaba. Se llamaba José María Cual, que en tehuelche quiere decir cuello. Él murió en 1960, a los 90 años. Cuando lo conocí, yo era un muchacho y él estaba ciego. Durante muchos años nos dedicamos a la lengua tehuelche (…) Estoy solo en esto. Los descendientes no estudian a sus antepasados, porque eso significaría leer a los blancos y hay una especie de rechazo, una negación, que es como hacerse trampa en el solitario de la vida. No se puede avanzar. Entonces soy un maestro ciruela, vale decir un científico, que dice la historia como la cuenta la antropología. No hago concesiones de tipo demagógico. POR ELLO, SI DIGO QUE ACÁ NO HABÍA NINGÚN MAPUCHE EN 1865 Y QUE RECIÉN LLEGARON EN 1890, DIGO LO QUE ES LA HISTORIA, NO LO INVENTO. SÓLO QUE OTROS CALLAN. ENTONCES SOY EL MALO.

    «Pero los que me escrachan no son indigenistas en el sentido cultural, sino piqueteros. Son políticos.

    EL 99 POR CIENTO DE LOS QUE SE DEFINEN COMO MAPUCHES SON, EN REALIDAD, DE ORIGEN TEHUELCHE. Pero se han dado muchas confusiones por la lengua o el apellido. Así se va perdiendo la identidad.

    «Ocurre que la palabra mapuche es muy atractiva. Quiere decir gente de la tierra. Si se usa como símbolo es correcto. Yo también soy gente de la tierra. En 1960, como un homenaje, el Primer Congreso del Área Araucana Argentina propuso que a los araucanos se les dijera mapuches, como en Chile.

    «¿PUEBLOS ORIGINARIOS? EN 1816 NO HABÍA MAPUCHES EN LA ARGENTINA. Los primeros se radican en la Pampa en 1820. En 1890, al sur del Limay y el Negro, los primeros pobladores de origen chileno fueron los mapuches y los chilotes. Hay que distinguir muy sutilmente en todo este asunto.

    «La pérdida de identidad es terrible. Los nietos de mis maestros, que sabían lo que eran, hoy se creen todos mapuches. Es decir, el abuelo era tehuelche puro, pero el nieto es mapuche. Entonces, la Patagonia perdió su identidad. Esta es tierra de aluviones, porque todos los días llega gente desde otros lugares».

    Extractos de: El Chubut / Azkintuwe Noticias/ Los Mastuatos.»Patagonie, une tempete imaginaire»..

    1. cuando Casamiquela dice «ACÁ NO HABÍA NINGÚN MAPUCHE EN 1865 Y QUE RECIÉN LLEGARON EN 1890 ¿a que lugar se refiere?

      Porque en San Martin de los Andes hace 900 años habia poblamiento que es geneticamente compatible con la publación mapuche actual.

      Ver

      Una doncella mapuche de 900 años
      í .
      El hallazgo del más antiguo enterramiento tribal para la zona que va de Hua Hum a Chapelco Chico se produjo en pleno ejido de San Martín de los Andes. Se trata de los restos de una mujer, cuyo ADN mitocondrial es compatible con la actual etnia mapuche.
      28 may 2016 – 00:00

      y no te entusiasmes con los derechos de los «hermanos mapuches». Ni son hermanos y los derechos que les hemos dado debemos quitarselos porque en un territorio no es bueno que comvivan naciones. Y esta gente que esta en viaje hacia un pasado mítico menos que menos.

      Se estan separando, repudian el ser argentinos; dejá de decirles hermano, son otra cosa. Hermanos son los camioneros que atacaron y al que le quemaron el camión; los refugieros cuyo refugio de a montaña quemaron en la zona de Bariloche y todos nosotros, los argentinos, a quienes nos han quitado pedazos de Parque Nacional, es decir propiedad pública, propiedad de todos los argentinos. Tambien han usurpado propieda privada por supuesto.

  9. Mensaje del Instituto de Ciencias Antropológicas de la UBA.
    Los investigadores nucleados en la Sección Etnología, perteneciente al Instituto de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires, repudiamos la represión llevada a cabo contra la Pu Lof en Resistencia, en el Departamento de Cushamen, el 11 y el 12 de enero, por Gendarmería Nacional y por la Policía de la Provincia de Chubut. Nos sumamos, de este modo, a los múltiples comunicados de repudio realizados por comunidades y organizaciones indígenas, investigadores, docentes y estudiantes, trabajadores del Estado, agrupaciones religiosas y organismos de derechos humanos.
    Al mismo tiempo, comunicamos nuestra preocupación, una vez más, por la recurrencia de discursos y relatos sesgados y erróneos sobre la realidad de los pueblos indígenas actuales y sus orígenes. Como investigadores que trabajamos con pueblos originarios de Argentina y de otros países de América del Sur, respaldamos una parte sustancial de nuestras investigaciones en etnografías llevadas a cabo en los territorios comunitarios y en los márgenes de las zonas urbanas, en las que se instalaron las familias indígenas que fueron forzadas a desplazarse desde mediados del siglo pasado.
    Si bien en las últimas décadas la destrucción de sus territorios intensificó las migraciones, también se da un proceso inverso y algunos deciden volver a la tierra. Este proceso de retorno —al que suelen referir como “recuperaciones”— pone al descubierto el despojo territorial que vivieron sus mayores, así como los métodos fraudulentos y violentos empleados tanto por privados como por el propio Estado.
    Numerosas investigaciones antropológicas e históricas contextualizan estos procesos de despojo y permiten explicar por qué Benetton es hoy el mayor propietario de la Patagonia, en tanto que la mayoría de las comunidades indígenas territoriales se encuentran en tierras consideradas fiscales, sin títulos de propiedad comunitaria, bajo la amenaza constante de desalojo. Por lo tanto, las “recuperaciones” no son actos terroristas ni amenazas a la seguridad nacional, tal como sostiene el Ministerio de Seguridad de la Nación. Son llamados de atención sobre historias silenciadas en el relato oficial de la colonización, sobre los efectos negativos de la extranjerización de la tierra y de la intervención del capitalismo extractivista, y revelan la continuidad de la colonialidad en el presente.
    Por otro lado, tal como indica el nombre de nuestro lugar de trabajo, algunos de nuestros estudios examinan las clasificaciones etnológicas, sus contextos de producción y las relaciones de poder subyacentes. Coherentes con dichas investigaciones, nos vemos en la obligación de aclarar dos enunciados fundados en el desconocimiento que, si bien son antiguos, se actualizan en estos días.
    Afirmamos, por lo tanto, que los mapuches no son araucanos de origen chileno y no exterminaron a los tehuelches. La mayoría de los etnónimos (nombres de los pueblos indígenas) variaron entre el siglo XVIII y el presente; algunos son nombres que se dan a sí mismos —como por ejemplo “mapuche”— y otros fueron impuestos —como es el caso de los términos “araucano” y “tehuelche”. Vale decir que “araucanos” no es el “verdadero nombre” de los mapuche ni tampoco es el nombre de los “antiguos mapuche”; es apenas el nombre que los españoles quisieron darles.
    Los mapuches, por otra parte, no son “indios chilenos”, sino pueblos preexistentes. Esto significa que vivían en estos territorios antes de que existieran los Estados y que había mapuches en lo que hoy es Argentina, así como había tehuelches en lo que hoy es Chile. A su vez, las alianzas matrimoniales entre unos y otros y los desplazamientos producidos por el avance de los Estados sobre sus territorios dieron lugar a que muchas familias se identifiquen en el presente como mapuche-tehuelche, tal como ocurre en la actual provincia de Chubut. Los tehuelches, por otra parte, no “se extinguieron”, sino que desde hace varios años luchan para demostrar que continúan existiendo y, en la Patagonia austral, han comenzado a identificarse en el espacio público como aonek’enk. Los responsables de su marginación e invisibilización no fueron los mapuches, sino las políticas de colonización.
    Convencidos de la importancia de evitar lecturas sesgadas de la historia y del presente, en la vía para reparar injusticias y subordinaciones, invitamos a quienes deseen profundizar en el conocimiento de estos temas a considerar, en primer lugar, las voces de los propios pueblos originarios, que se expresan a través de sus organizaciones y líderes, en los medios de comunicación y en las redes sociales.
    Los invitamos también a consultar los numerosos estudios actualizados, disponibles en internet, mediante los cuales los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de diversas universidades nacionales contribuimos a resolver problemas que pr

  10. Hola Pájaro. Va mi comentario en FB. Abrazo, Sólo una salvedad. Entiendo que lo de originario no refiere a haber nacido a la humanidad en un lugar de referencia. Si así fuera, sólo serían «originarios» los descendientes puros, si los hubiera, del grupo androide que mutó en humano en algún lugar recóndito del África. Y sólo de ese lugar.
    Creo en cambio que «originario» refiere a quienes se instalaron originariamente en un lugar para constituirlo en su «parte inorgánica». (diría Marx). Es cierto que vinieron mestizajes después, pero por lo que sabemos, la llegada del interés capitalista de manos de pueblos mitad feudales, mitad deudores de banqueros y comerciantes, trajo a estas tierras un mestizaje de un orden imposible de asimilar por el invadido, salvo a costa de romper con el eje central de su existencia: la comunidad, la existencia colectiva, la prioridad del bien común. Por eso, tampoco suelo coincidir con la idea de «imperios» inca o azteca ni con su asimilación a la invasión y genocidio europeo. Basta co mencionar que los avances de los Aztecas e Incas sobre otros pueblos no modificaba casi las lenguas y dejaba en cambio el uso de la selección de especies vegetales nativas y la agricultura como vínculo de intercambio. La canción sobre Malinche expresa estp de un modo que reivindico, pero ese es otro tema. Con abuela paterna tehuelche, no creo que esa cuarta parte de mi genética me agregue ni me reste, pero en mi caso saberlo me hizo bastante proclive cuestionar injusticias y genocidios, también asimilaciones europeístas de cuestiones,americanas. Como a los tres autores de los textos que en parte coinciden y en parte disputan en este artículo del compañero Pájaro. También en lo de los,ancestros comunes. Salvo en eje que desarrollo acá coincido en todo con su texto y el de Fernández. La unidad de explotados y oprimidos deviene de un posicionamiento como tales. Definir por lo racial te deja capturado en el discurso, e interés, del opresor

  11. Agradezco tu comentario, Mario. Toda forma de racismo me horroriza. La especie humana no perdurará mucho si perdemos este combate que es vital. Pero mi sospecha proviene de que es mucho más chic decirse mapuche que asumirse mestizo. ¡Y eso que nada menos que San Martín y Perón nacieron de madres aborígenes! Casamiquela, seguramente exagerando, sostiene que la inmensa mayoría de quienes se dicen mapuches descienden más bien de los tehuelches.

  12. Fue en la reforma de la Constitución Nacional que pactaron Menem y Alfonsín que se incorporó el siniestro convenio 169 de la OIT.

    Y fue a partir de ese momento que enpezaron aparecer mapuches por todos lados y cada vez mas demandantes.

    El caso de los mapuches de Chubut que son noticia en estos dias, los Jones, o Jones Huala, adoptaron la via violenta para llevar adelante sus reclamos.

    Debemos entender que lo que reclaman es legal y constitucional. Reclaman territorio e independencia. Reclaman autonomia territorial.

    Eso les concede nuestra Constitución.

    Creo que en el nuevo cambio de constitución habria que repudiar ese convenio y volver al Convenio 107 de la OIT y volver al enfoque integracionista y asimilacionista que hoy es inadmisible e ilegal bajo el 169

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