MILAGRO SALA: Esta vez estamos a tiempo, por Julio Spina
El autor es a mi juicio benévolo con Ricardo Gil Lavedra, asesor de la JP… Morgan, que dijo que si bien Milagro Sala había sido injustamente apresada, está bien que siga presa porque ahora tiene muchas causas abiertas y a cargo de diferentes jueces. ¿Se puede ser más hipócrita?
MILAGRO SALA: Esta vez estamos a tiempo
POR JULIO SPINA
1979: El 6 de setiembre llegó a la Argentina la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Vinieron con tres años de atraso, cuando la mayor parte de la matanza estaba consumada, pero al menos vinieron. En aquella época, buena parte de la sociedad no quería hacerse cargo de lo que ocurría en el país: porque acá somos todos derechos y humanos, porque acá nadie vio nada raro, porque seguro que “en algo andaba”, pero básicamente por un gran componente de fascismo que suele ser producto del cagazo.
1985, juicio a las Juntas: ahora la clase media se suma a la indignación y dice Nunca Más. Ya nadie finge demencia.
2016: el 16 de enero es encarcelada por la justicia jujeña (un verdadero anexo del Ejecutivo provincial) la dirigente social Milagro Sala. Había sido denunciada por el gobernador Morales por “instigar a cometer delitos y tumultos” como consecuencia de un acampe organizado por la agrupación barrial Túpac Amaru. Con el correr de los días y los meses le fueron sumando delitos, ninguno probado hasta ahora. A tal punto que el juez de la causa original ordenó su libertad, pero al rato resolvió que tenía que seguir detenida por extorsión y asociación ilícita.
10 de agosto: El presidente Macri responde durante una entrevista periodística, cuando le preguntan por la cantidad de detenidos-desaparecidos durante la dictadura: “No tengo idea y no me interesa participar del debate. No sé si fueron 30 mil o 9 mil, es una discusión en la que no voy a entrar”. Pero retoma el viejo concepto castrense: se trató de una “guerra sucia” (¿cuáles serán las guerras limpias?). Y remata con Hebe Bonfaini: “Es una desquiciada” (o sea, una loca de Plaza de Mayo). Macri ha recorrido en más de una ocasión el Parque de la Memoria, siempre acompañado por mandatarios extranjeros con quienes arrojó flores al río. Se ve que considera que ése es un espacio propicio únicamente para la foto con sus invitados.
Pocos días antes de esa entrevista periodística, el 4 de agosto, John Kerry, secretario de Estado de EEUU le había entregado a Macri una carpeta que contenía información desclasificada por el gobierno de su país (más de 1.000 páginas) en la que se afirma que la cifra de desaparecidos y muertos, reconocida por los militares hasta 1978, rondaba las 22.000 personas. Se nota que a Macri no le interesó el contenido de la carpeta que, además no constituye ninguna novedad, ya que la misma información había sido publicada en agosto de 2009 por el entonces secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. En este caso, el presidente no fingió demencia, sino ignorancia.
21 de octubre. El Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria del Consejo de DDHH de la ONU dictaminó que «la detención de la señora Milagro Sala es arbitraria» y por ello le requirió «al gobierno de la República Argentina liberarla de inmediato». Además determinó que hubo un entramado de «acusaciones consecutivas» y el inicio de causas judiciales para sostener su privación de libertad de manera indefinida en el tiempo. Ésta es una forma elíptica de expresar que Milagro Sala es una presa política.
El informe agrega que el Estado impidió el ejercicio del derecho de defensa por la falta de precisión y claridad de los hechos que se le imputan y por no informarle adecuadamente los delitos por los que es acusada.
Este Grupo de Trabajo tiene como mandato de la ONU “investigar los casos de detención impuesta arbitrariamente o que, por alguna circunstancia, sea incompatible con las normas internacionales enunciadas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos o en los instrumentos internacionales pertinentes”. Es bueno aclarar que la Declaración forma parte de nuestro texto constitucional desde 1994 (art. 75, inciso 22) por lo que es de cumplimiento obligatorio junto a otros tratados internacionales. Sin embargo, para el gobernador jujeño el informe se trató de una opinión no vinculante. El gobierno nacional, mutis.
28 de noviembre: El secretario general de la OEA, Luis Almagro, afirmó que la organización que preside tiene «el más firme apego al pleno respeto de los derechos civiles y públicos, a la libertad de expresión, así como a las garantías del debido proceso», por lo que reclamó «la inmediata liberación» de Milagro Sala.
2 de diciembre: Ante el incumplimiento del Gobierno argentino, se expidió la Comisión Interamericana de DDHH, que esta vez resolvió actuar a tiempo. En un comunicado que puede leerse en la web de la OEA expresa su “preocupación con respecto a la detención preventiva prolongada de Milagro Sala” e insta al Estado “a tomar acciones urgentes para responder las recomendaciones emitidas por el Grupo de Trabajo”. La CIDH tiene como función promover la observancia y la defensa de los derechos humanos en el marco del “Pacto de San José de Costa Rica”, que también forma parte de nuestra Constitución Nacional (mismo art. 75 inc. 22).
5 de diciembre: Cuando le preguntaron por la detención de Milagro Sala, el presidente Macri respondió desde su retiro espiritual en Chapadmalal: «A la mayoría de los argentinos nos pareció que había una cantidad de delitos importante cometidos por Sala, y que ameritan las causas que tiene abiertas”. Nuevamente el presidente finge ignorancia, esta vez sobre la división de poderes. Pero tampoco las causas judiciales están sujetas a ningún plebiscito, que solo existió en su imaginación.
Previamente Macri había dicho que le pidió “al gobernador Gerardo Morales y a la Justicia que informe lo que se ha hecho”. Que le derive el tema a Morales es como pasárselo al almacenero de la esquina ya que la obligación ante los organismos internacionales es del Estado nacional y no de los provinciales ni los municipales.
La concepción que tiene nuestro presidente sobre los derechos humanos, llámese desaparecidos durante la dictadura, detención de Milagro Sala, o lo que fuera, en verdad no puede asombrar a nadie. Hace poco más de un año había dicho que se iba a acabar con “el curro de los derechos humanos”. Ahora, la presión sobre el gobierno es lo suficientemente fuerte, tanto desde el sistema internacional, como en el frente interno: el diario La Nación hace días que viene despegándose del asunto, desde que calificó la detención de Milagro, primero como “piedra en el zapato de Macri”, y después como “escándalo internacional”.
Ricardo Gil Lavedra, miembro de la coalición gobernante y exjuez del tribunal que condenó a las juntas de la dictadura, también salió a despegarse del bochorno. “Hay que actuar con seriedad. Nadie duda de que durante el proceso penal, la libertad tiene que ser la regla y la restricción de ella tiene que ser la excepción”, dijo hace un par de días en una entrevista.
Pero también importa y mucho la actitud de la sociedad. Si la privación de libertad de Milagro persiste ¿Cuál será el camino que recorre? ¿Fingirá nuevamente demencia?, ¿Acompañará al presidente en su supuesta ignorancia? ¿Seguirá prevaleciendo en las conciencias un fuerte componente de fascismo? Tal vez hayan permeado algunas lecciones de la historia y empiece a prosperar un poco de valentía ante la negación de justicia. Un dato para recordar: hoy, -14 de diciembre- hace 37 años que se hizo público aquel informe de la Comisión Interamericana de DDHH. Ese informe recorrió el mundo y los únicos no enterados fueron la mayoría de los argentinos. Esta vez todavía estamos a tiempo.