MONTONEROS y otros luchadores populares. Dos homenajes en el mismo día.
Aunque hacia ya casi un año que no tenía nada que ver con Montoneros (excepto, claro, que me quedaban amigos dentro de la orga reconvertida en partido), mañana iré a este homenaje, pues me han invitado varias veces y me parece sentir en el aire una vibración amorosa. Y por la tarde (ver más abajo) iré a la antigua ESMA a otro homenaje, en recuerdo de mi amigo de los 15 años y más allá, Enrique «Keny» Berroeta, el más querido de aquellos.
Este es el programa del acto:
1- Bienvenida: Presentación de los invitados y familiares ( Breve reseña sobre el » Operativo de la calle Corro» ) 5 minutos
2- Lectura de adhesiones 3 minutos
3- Cantata Coro Cumpa 5 minutos
4- Breve relato, sobre la historia de cada compañero:
A) Bertran a cargo del Compañero Alejandro Olmedo y Fatima Cabrera
B) Coronel a cargo del actor Raúl Rizzo ( Poema incomunicados) y palabras de sus familiares
C) Molinas a cargo del Compañero Eduardo Lopez y Luis Lazzaro
D) Salame a cargo de la compañera Chela Gullo / Toni Andrade y familiares
E) Vicky Walsh a cargo del actor Gaston Pauls (Carta a mis amigos) Silvia Marquez y Emiliano Costa
Cierre: Madre de Plaza de Mayo y micrófono Abierto 5 minutos
Coro Cumpa 5 minutos
Colocación de las BALDOSAS
Consta de 11 gigantografías que se suman a las 24 ya existentes
Inauguran en la ex ESMA una muestra que reconstruye historias de desaparecidos
Enrique «Keny» Berroeta, su esposa Julia Ruiz y sus cuatro hijos.
TÉLAM, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA
El Ente Público Espacio para la Memoria inaugurará mañana, sábado, a las 17, una muestra colectiva llamada «Memorias de vida y militancia» que reconstruye las historias de doce compañeros desaparecidos y/o asesinados durante la última dictadura, en el predio de la ex ESMA. Se trata de nuevas gigantografías que se suman a las 24 que ya están emplazadas en los jardines del predio. El nuevo recorrido incluye las postales de Luis Delpech, Pablo Lepíscopo, Luis Saúl Kiper, Enrique Berroeta, Verónica Freier y Sergio Kacs, Hugo Luis Onofri, César Amadeo Lugones, María Marta Vázquez Ocampo, María del Carmen Moyano, y Patricia Roisinblit.
Se trata de una iniciativa conjunta del Ente, el Archivo Nacional de la Memoria y el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti «con el objetivo de reconstruir las historias de los hombres y mujeres -en su mayoría jóvenes militantes- que fueron asesinados y desaparecidos en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA, durante la última dictadura y cuenta con la colaboración del Archivo Biográfico Familiar de Abuelas de Plaza de Mayo.
En ese sentido, explicaron que «a partir de la palabra de los familiares y amigos se reconstruyen detalles de la vida de los detenidos desparecidos: su infancia, su adolescencia, sus intereses, gustos e ideas por el deporte, la música, el arte, su proyecto político» y señalaron que «las imágenes elegidas escapan a la foto tradicional de las víctimas y muestran a jóvenes en situaciones cotidianas, llenos de sueños y aspiraciones, rodeados de su familia y compañeros de militancia».
Aquella época fué dolorosa, pero también es doloroso que solo se exponga una parte, también hubo muchos inocentes, soldaditos, policias,niños, civiles muertos por las guerrillas armadas. No existe verdad y justicia si no se expone las dos partes, sería una forma de demostrar que la violencia y la muerte, solo trae más muerte y violencia, soy grande y viví las dos partes, no justifico la violencia y la muerte, no me parece heroico, secuestrar, poner bombas, matar, me parece horroroso, NO FUERON HEROES, como dice Fernández Meijide, ustedes que están vivos, proclamen, LA NO VIOLENCIA.
María, hay veces que la cantidad muda en calidad, aún con la contabilidad más mezquina, los muertos por la guerrilla no llegan a uno por veinte entre muertos y desaparecidos no sólo de las guerrillas urbanas ya militarmente derrotadas, sino tambien de una miríada de organizaciones políticas y sindicales con relaciones -¡y aún sin relación alguna!- con aquellas. 20 a 1, y la guerrilla nunca torturó fisicamente a ningún enemigo que estuviera en su poder. «Secuestrar, poner bombas, matar, me parece horroroso» ¿Y? A mi también, y sin embargo se distinguir: Cuando las FAL secuestraron a un absurdo cónsul honorario paraguayo para evitar que la policía matara en la tortura a dos de sus militantes me pareció lógico, como resultó harto evidente ya que la policía, bajo la presión de la «opinión pública(da)» sólo devolvió, muy torturado, a uno de los detenidos, Carlos Dellanave. Para entonces ya habían matado al otro, Alejandro Baldú, en el elástico metálico de cama en el que lo torturaban; en cuanto bombas, las hubo para «marcar» enenigos e intimidar (la inmensa mayoría a partir de la resistencia peronista, que institucionalizó el «caño») y para matar. El comisario Alberto Villar fundó el Departamento de Explosivos de la Federal no sólo para desactivarlas, sino para ponerlas como «Triple A») lo que a mi juicio tiene una relación directa con el modo en que fueron voladas tanto la embajada de Israel como la AMIA. No son lo mismo las bombas defensivas de una clase obrera políticamente proscripta o las homicidas del Terrorismo de Estado. Abomino de la palabra héroes aplicada a contemporánes. Ya verán las futuras generaciones si siguen o no empleando esa categoría. Y juro que quisiera vivir en paz a la vera de un río en un valle soleado con temperatura constante y alimentos suficientes pero no tanto como para volverme un bocado apetitoso para mis vecinos envidiosos. En paz y fraternidad. Pero, María, esas son generalizaciones. Matar no es moco de pavo, matar es algo fortísimo, que necesariamente modifica a quien mata. Tengo la suerte (y la lucidez, creo) de no haber matado y ni siquiera lastimado de importancia a nadie, pero es difícil proclamar la no violencia si no lo hacen primero quienes bombardearon la Casa Rosada, la Plaza de Mayo y otros lugares matando a más de trescientas personas e hiriendo de gravedad a centenares, y antes de que pasara un año fusilaran al margen de la ley a más de treinta sospechosos de participar en un abortado y totalmente incruento contragolpe cívico-militar. Diez años después no sólo el movimiento nacional y su líder seguían proscriptos, sino que teníamos un dictador que decía que se iba a quedar por veinte años. Estaba prohibido todo «hasta lo que haré de cualquier modo», como cantaban Pedro y Pablo, autores de La marcha de la bronca. ¿Qué podñiamos hacer sino juramentarnos a echar a los dictadores a patadas del lugar que usurpaban?
diarios, ´ponm devolvió de sus fauces a que, efectivamente y a pesar del angistiado reclamo del comunicado que anunció la capturaue