MUERTE DE PRIGOZHIN: Las incógnitas de la caída del avión del fundador de la compañía militar Wagner
Un avión gemelo al accidentado, también de Prigozhin, volaba al mismo tiempo y aterrizó en Moscú
El mismo día en que se cumplían exactamente dos meses de la noche del 23 al 24 de junio de 2023, en que Evgeny Prigozhin y unos dos mil miembros de su compañía militar privada protagonizaron una rebelión que dejó diez aviadores militares rusos muertos, amenazó marchar sobre Moscú y puso en peligro el suministro al frente de guerra, el avión que lo trasladaba de San Petersburgo a Moscú, se estrelló. Los testigos afirmaron que escucharon «dos explosiones» y el aparato cayó durante unos cinco minutos, «lentamente, como una hoja».
Pasada la confusión del primer momento sobre la identidad de los diez pasajeros que habían embarcado en el vuelo, representantes del comando de la compañía militar privada confirmaron que su jefe Evgeny Prigozhin y el cofundador Dmitry Utkin, se hallaban entre el pasaje del avión siniestrado.
Como era de esperar a Occidente le faltó tiempo para señalar que se trataba de un asesinato y lo atribuyeron directamente «a Putin». Los militares estadounidenses –haciendo gala de muy poca imaginación– dijeron que el avión habría sido derribado «por un misil tierra-aire o por una bomba a bordo». Los medios occidentales no dudan en asegurar que el presidente ruso «ha firmado su propia sentencia» al -supuestamente- ordenar tal acción.
Ciertamente la mayoría de los ciudadanos rusos están convencidos de que no se trata de un accidente, pero la interpretación y la valoración del evento es diametralmente opuesta a la de los opinadores occidentales, que podrían dejar de hacer el ridículo si se molestaran en seguir el debate de la gente real en los medios rusos. En cambio, las agencias de noticias occidentales citan a desconocidos «periodistas rusos independientes».
Quienes están convencidos que detrás está la mano del Estado, lo aplauden abiertamente, porque el hecho de que Prigozhin se fuera de rositas después de la rebelión indignó a una gran cantidad de rusos y esperaban que de una manera u otra el jefe de la Wagner acabara pagando. Un ciudadano ruso que da por hecho que es una acción del Estado, escribió: «El poder (de Rusia) recuperó el respeto ante mis ojos». Inclusive coinciden en que fue la mejor manera de cerrar el capítulo de Prigozhin: se evitó en su momento un derramamiento de sangre y se terminó con «un tipo que perdió los límites y se creía que tenía a Dios agarrado por las barbas».
Otro grupo importante de ciudadanos, inmunizados por el hecho de que Occidente acuse a Rusia hasta de los crímenes que ellos mismos perpetran, citando la voladura de los gasoductos de Nord Stream, no se creen ni una sola palabra de las acusaciones occidentales sobre la autoría del derribo –supuestamente intencional– del avión. Este grupo apunta a una autoría extranjera, y los franceses van en cabeza de los presuntos implicados, por su disgusto ante la presencia de la Wagner en África, en contra de los intereses de Francia.
Pero, hay otra interesante hipótesis que empezó a crecer al saberse que aquella noche también estaba en vuelo el segundo avión de Prigozhin, otro Embraer-135, que aterrizó sano y salvo en Moscú, cuya lista de pasajeros se desconoce. El día después de la tragedia, esta aeronave voló a Bakú, capital de Azerbaiyán. El hecho de que los cuerpos del avión siniestrado hayan quedado irreconocibles y su identificación sea difícil, reafirma a quienes creen que todo ha sido una puesta en escena: «Es un tipo de muerte preparada. En un par de años aparecerá en algún lugar de África. Los medios hablarán de ‘un hombre que se parece al jefe de la PMC Wagner’.
Sus seguidores dicen convencidos «Evgeny está en África… más vivo que todos los vivos. VIVIRÁ MUCHO».
Sea como sea, parece ser que el evento ha sido a gusto de todos y como siempre, la mentalidad del pueblo ruso está muy lejos de ser comprendida por Occidente.